LOS MAMPORREROS DE LA FIAT

Insistimos en la situación de Fiat, en Italia, porque en dicha factoría se está consolidando una potente estrategia empresarial que supone la autolegitimación de la empresa al margen y contra las normas del Estado de derecho. Es un paso más de lo que ya expresaba Antonio Baylos en su canónico libro Derecho del trabajo: modelo para armar que, en mi opinión, no fue suficientemente tenido en cuenta por las familias sindicales españolas. Digo que la estrategia de Fiat va más allá porque no sólo refuerza su autolegitimación sino que, además, se orienta a la deslegitimación del sujeto social que se le encara; una operación que cuenta con el apoyo de una serie de palmeros de diversa laya. Por cierto, ni una sola voz de tan ilustres mamporreros ha salido para (no digo ya denunciar) exponer la responsabilidad del management en toda esta situación. Por ejemplo, …
… que, todavía, en el tercer trimestre de 2010 la Fiat está a la cabeza de la rentabilidad para los accionistas con un 33 por ciento de retorno sobre el capital. Más aún, nadie de esa contumaz patulea ha mencionado que, mientras la empresa hablaba de que “estaba en el mercado con sus propias piernas”, desde finales de los años ochenta hasta los primeros de este siglo, el Estado italiano le daba a tocateja quinientos millones de euros (500) al año. Repito, al año. Ni tampoco ningún caballero pickwickiano ha puesto en solfa la desastrosa gestión managerial: en 2009 se han producido 650 mil coches menos (un tercio de los fabricados en 1990), el incremento del desfase entre las inversiones productivas propias con relación a las de la competencia hasta tal punto que, en los últimos años, no ha producido ningún nuevo modelo. ¿Habrá que recordar quiénes han sido los paganos de esta situación? En los últimos diez años la ocupación en Fiat ha pasado de 74.000 a 54.000 empleados. Con los salarios más bajos de todo el sector. Con la distancia más elevada con relación a la remuneración de los altos dirigentes: Sergio Marchionne gana más de 250m veces (repito, más de 250 veces) que el salario de un obrero.
Por supuesto, si se quería salvar la empresa había maneras. Por ejemplo, la experiencia de Volskwagen con acuerdos salariales de reducción de los horarios de trabajo, limitando la pérdida de salario y tutelando la capacidad productiva y el empleo. Una situación que afortunadamente ha salido del pozo negro. Pero no era ésta la estrategia de Fiat. Aquí se trata de otra cosa: de gestionar la factoría de manera autoritaria, sin el “fastidio” de los controles, sin la Fiom… De ahí el referéndum del 13 y 14 de enero: se suprimen las inversiones si los trabajadores rechazan los dictados de la empresa. Como se ha dicho, esto recuerda al niño del Lápiz del carpintero, que se ve obligado a lanzar la piedra sobre el maestro al que llevan a fusilar.
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