
Reconozco que la información que Carles Navales nos dio en La factoría me pilló desprevenido. Yo ignoraba que, en esta crisis –o como se la quiera llamar— Fidel Castro y Daniel Ortega están apoyando a Gaddafi. Un mal trago para los simpatizantes de los dos primeros por estas tierras. Estos seguidores están haciendo ahora lo que corresponde: no perder el tiempo en el por qué del desatino del libio, ya se verá después, y concentrarse en la movilización en defensa de la libertad del pueblo libio y del resto del Magreb.
Estos seguidores, me imagino, tienen la misma perplejidad que sus bisabuelos cuando el famoso pacto Molotov – Ribbentrop. Conozco vejetes que todavía se tiran de los pelos por aquellos arrumacos sobrevenidos entre don José y don Adolfo, Stalin el primero y Hitler el segundo. En todo caso, consta en todos los archivos –y memorias grabadas— que en aquella ocasión les fueron dadas explicaciones al pueblo comunista por tan sonado pacto: otra cosa es que fueran convincentes, pero discusión la hubo. ¿Ahora, qué?
No hablo por mí. Yo entiendo que hay un potente hilo conductor en esos tres personajes. Por lo que el apoyo de Castro y Ortega a Gaddafi es una consecuencia de ese hilo conductor. Pero hay mucho personal por ahí que dice no entender por qué Gaddafi tiene esos padrinos.
