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Àngels Martínez i Castells. Antisindicalismo y privatizaciones en Wisconsin
Àngels Martínez i Castells.

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En su columna de hoy en The New York Times Paul Krugman retoma las ideas de Naomi Klein para aplicarlas a lo que está sucediendo en el estado de Wisconsin. Aunque no cree que pueda compararse de hecho con lo sucedido en El Cairo, si ve bastantes similitudes con lo que sucedió en Bagdad - y no hoy, presisamente, cuando las revueltas contra la corrupción y por el acceso a los bienes públicos esenciales está sumando Irak a las revueltas del Norte de Africa y Oriente Medio, sino el Irak que en 2003 la administración Bush puso bajo el mandato de los funcionarios elegidos por su lealtad y confianza política en lugar de su experiencia y competencia.

Como muchos lectores recordarán, nos dice Krugman, los resultados fueron espectaculares - en el peor de los sentidos. En lugar de centrarse en los problemas urgentes de la sociedad y de una economía destruida que pronto caería en una guerra civil asesinos, los enviados de Bush estaban obsesionados con imponer una visión ideológica conservadora. De hecho, mientras los saqueadores seguían acechando por las calles de Bagdad, L. Paul Bremer, el virrey estadounidense, dijo a un reportero del Washington Post que una de sus prioridades era la de crear "sociedades anónimas y privatizar las empresas estatales" y "sacar de la cabeza de la gente la idea de que el estado puede hacerlo todo."

La historia de la Autoridad Provisional obsesionada con las privatizaciones es la pieza central del libro de Naomi Klein "La doctrina del shock", como parte de un patrón más amplio. Del Chile de la década de 1970 en adelante, sugiere, los ideólogos de derecha han aprovechado las crisis para impulsar una agenda que no tiene ninguna relación con la resolución de las crisis, y sí mucho que ver con la imposición de su visión más dura, más desigual, de una sociedad menos democrática .

Krugman cree que lo que está sucediendo ahora en Wisconsin es el despliegue de la doctrina del shock. En las últimas semanas, Madison ha sido escenario de grandes manifestaciones contra el proyecto de Presupuestos del gobernador, en el que que niega los derechos de negociación colectiva a los trabajadores del sector público. El gobernador Scott Walker afirma que debe aprobar su proyecto de ley para hacer frente a los problemas fiscales del estado. Pero su ataque a los sindicatos no tiene nada que ver con el presupuesto. De hecho, los sindicatos ya han manifestado su voluntad de hacer importantes concesiones financieras... y el gobernador ha rechazado su oferta,

Lo que realmente sucede en Wisconsin, nos cuenta Krugman, es el intento de explotar la crisis fiscal para destruir el último gran contrapeso al poder político de las corporaciones y de los más poderosos. Y la toma de poder va más allá de represión sindical. El proyecto de ley en cuestión tiene 144 páginas, y oculta muchas cosas en lo más profundo.

Por ejemplo, el proyecto utiliza un lenguaje que permitiría a los funcionarios nombrados por el gobernador para hacer recortes drásticos en la cobertura de salud para familias de bajos ingresos sin tener que pasar por el proceso legislativo normal.

Y luego está esto: "No obstante, el departamento puede vender cualquier instalación de propiedad estatal de energía, refrigeración o calefacción, y podrá contratar con una entidad privada la instalación de cualquier servicio de esa índole, con o sin solicitud de ofertas, por cualquier cantidad que el departamento determine que es en el mejor interés del Estado." (...)

¿A qué responde esa propuesta? De hecho, el estado de Wisconsin posee una serie de plantas de suministro de calefacción, refrigeración y electricidad en las instalaciones estatales (como la Universidad de Wisconsin). Según el proyecto de presupuestos, el gobernador puede privatizar cualquiera de estas instalaciones a su antojo. No sólo eso, podría venderlas sin dar lugar a ofertas públicas, a cualquier persona que elija. Y esta venta sería, por definición, "de interés público".

Krugman nos pregunta que si esto nos parece un mecanismo perfecto para el amiguismo y la especulación - ¿no nos recuerda también los miles de millones desaparecidos en Irak? Y nos consuela añadiendo que no estamos solos, que hay suficiente gente que sospecha lo peor hasta el punto que los hermanos multimillonarios propietarios de las Koch Industries, y que están jugando un papel importante en impulsar el antisindicalismo del gobernador Walker, se vieron obligados a desmentir que estuvieran intereados en comprar ninguna planta de energía. Y Krugman nos pregunta si nos quedamos tranquilos con eso.

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La buena noticia de Wisconsin es que el aumento de la indignación pública - con la ayuda de la maniobra de los demócratas en el Senado del Estado, que se ausentaron de la sesión para que no hubiera quórum - ha obligado a poner la maniobra al ralentí. Si lo que Walker quería era impulsar su proyecto de ley a toda prisa, antes de que nadie tuviera la oportunidad de darse cuenta de sus verdaderos objetivos, su plan ha sido frustrado. Y lo que está sucediendo en Wisconsin hace retroceder las maniobras de otros gobernadores republicanos que tenían planes similares.

Pero Krugman nos advierte: que nadie espere que ni Walker ni su partido se apartan un ápice de sus objetivos antisindicales y partidarios de las privatizaciones. Estas siguen siendo sus prioridades, y no cejarán en sus esfuerzos para colarlas de contrabando en nombre del equilibrio presupuestario.

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