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José Luis López Bulla ESA COFRADÍA PENDENCIERA DE LOS CIEN ECONOMISTAS
José Luis López Bulla


Como no podía ser de otra manera, Antonio Baylos entra nuevamente en liza contra esa cofradía pendenciera de los UNO, CIEN, TRESCIENTOS ECONOMISTAS SIEMPRE IDÉNTICOS. Es la constatación de la vieja máxima: contra la contumacia, perseverancia, que acuñara en tiempos no necesariamente mejores un viejo talabartero de la ciudad de Parapanda. Ahora bien, al hilo del acuerdo del planteamiento baylosiano, me gustaría decir algunas cosas al respecto.


Es de agradecer que estos centuriones insistan machaconamente en sus esfinterologemas. Porque es una manera de que el sindicalismo confederal esté en permanente vigilia. Y también porque, desde sus rechazables planteamientos, están provocando un debate sobre la cuestión social como no se conocía desde hace ya harto tiempo. Es más, diría –también agradecidamente-- que ese proceder es mucho más rentable para los intereses del movimiento organizado de los trabajadores y el sindicalismo que el aplauso acrítico de nuestros parciales. Lástima, eso sí, del adocenamiento cultural de estos centuriones, que de cuando en vez sacan de los viejos arcones de sus archivos las viejas recetas de antaño. En todo caso, todo indica que lo que está en marcha, desde estas covachuelas académicas y del business más pendenciero, no tiene ya características de coyuntura sino de largo recorrido. Mejor --infinitamente mejor, sostengo— porque, así las cosas, eso le obligará al sindicalismo a pensar permanentemente y no de higos a brevas. Por lo demás, los centuriones están provocando que despierte y avive el seso dormido de los amigos, conocidos y saludados del sindicalismo.


En resumidas cuentas, los centuriones no son el problema. La cosa está, muy por supuesto, en los aledaños e islas adyacentes del poder. De ahí que sea conveniente recordar que para estas confrontaciones es necesario recordar, como nos enseñó Bécquer, que del salón en el ángulo oscuro, de su dueña tal vez olvidada, silenciosa y cubierta de polvo… véiase la vieja dama, doña Correlación de Fuerzas. Saquémosla de ese ángulo oscuro; quitémosle el polvo. Doña, levántate y anda.



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