La presentación de los libros que se ven en la imagen ya fue. La discusión sobre sus contenidos, permanece. Dentro de unas horas algunos compañeros y compañeras de Dempeus per la Salut Pública estaremos en Bruselas para discutir de salud con eurodiputados interesados en el tema. Por mi parte, en nombre de Dempeus per la Salut Pública, voy a proponerles REPENSAR LA POLÍTICA SANITARIA y LA SALUD hacia una NUEVA CULTURA DE LA SALUD
La política de salud de cada Estado --o la que se dicta desde las organizaciones supranacionales-- no está al margen de la orientación política e ideológica dominante que también determina el resto de políticas. Al margen de los condicionantes ideológicos existen, además, hechos objetivos que condicionan la política de salud dentro del conjunto de políticas sociales (por ejemplo, las circunstancias concretas de la población influyen y se ven influidas por los determinantes de salud –edad, situación laboral, políticas y flujos de inmigración, igualdad y potenciación de género, desarrollo de los servicios de ciudadanía y grado de equidad alcanzado en cada sociedad, entre otros)
Desde los años 80 estamos viviendo el ataque neoliberal que pretende disminuir el papel del Estado y discute el papel de lo público. En el 2008, después de un primer momento de desconcierto con el hundimiento o “rescate” de la mayores instituciones financieras (la quiebra de Lehmans Brothers se produce en setiembre del 2008), una parte mayúscula de la deuda privada se ha convertido en deuda pública y ha acabado por imponerse el sometimiento definitivo de las políticas (y los políticos) de todo signo, socialdemócratas incluidos, al dictado de los “mercados” (especuladores y fondos de inversión controlados por una minoría ) que provocaron la debacle. En la mayoría de países europeos se están imponiendo políticas de ajuste para la contención de la deuda que acompañan los rígidos fanatismos sobre el déficit y suponen el desvío de enormes sumas de dinero público hacia las cuentas de grandes empresas financieras e industriales (y hacia los bolsillos de su alto personal directivo).
Si es que ello fuera posible, no hay todavía una salida a la crisis a la vista –las dudas sobre regulaciones, la competencia entre países y las “guerras competitivas de divisas” siguen en primer plano. Todavía está más lejos una salida “social” que implique el menor perjuicio posible para la gran mayoría. Lo más probable es que, sin alternativa viable a medio plazo y la nula resistencia opuesta por los únicos dirigentes europeos que –en principio-- podían haber defendido “otras políticas”, debamos prepararnos para una mayor reducción de los derechos conquistados de ciudadanía, con el equivalente de recortes en servicios públicos, desempleo en altas cifras, precariedad laboral y mayor desigualdad en las condiciones de contratación, mayores tensiones en la vida cotidiana y en la violencia de género, aumento de las adicciones y problemas mentales… con todas las consecuencias que ello implica para la salud pública.
El Libro Blanco sobre Salud de la Unión Europea habla – parece una referencia obligada-- de “reducir las desigualdades sanitarias” o del impacto en salud de todas las políticas, pero el hecho de que recoja la terminología en uso en la parte no dispositiva no significa que a la hora de establecer los objetivos se recojan para nada disposiciones que podrían tener alguna actuación en ese sentido.
En el Libro Blanco Juntos por la Salud encontramos unos fines etéreos, unos objetivos muy limitados, aunque asumibles, y unos instrumentos extremadamente parciales y desproporcionados para la gigantesca tarea que debería suponer –en una Europa social de progreso y mantenimiento del Estado del Bienestar en políticas de salud-- la coordinación, refuerzo y potenciación de las políticas de salud en Europa en beneficio de la mayoría. De hecho, el desarrollo de lo que conocemos como Unión Europea se ha producido completamente al margen de la salud, sin apenas preocupación ni mención del tema. En el Tratado de Roma de 1957 está ausente no sólo el concepto de salud pública, sino que más preocupados por la construcción de un mercado interior y la consolidación de la puesta en común del carbón y el acero, no se hace ni una remota sugerencia al tema sanitario. Hasta el Tratado de Maastricht de 1992 no se incorpora un artículo que habla de “salud humana”, y “salud pública”.
Aunque seguramente estaríamos de acuerdo que la salud tal como viene referida en el Tratado de Maastricht se refiere a un ámbito muy menor y reducido, tanto este Tratado como el de Ámsterdam vinieron a llenar un vacío legal --ayudaron a crear, de hecho, una base jurídica en temas de salud-- para asumir a nivel europeo temas que hasta ahora habían provocado situaciones extrañas cuando no absurdas. Por ejemplo, que se tratara en los Consejos de Ministros de Agricultura y no en los de Sanidad la crisis de las "vacas locas" iniciada en Gran Bretaña en 1986, y que diez años más tarde, en 1996, confirmó el temor de una indeseada consecuencia en humanos al presentarse casos de una nueva enfermedad (una variante de la Enfermedad de Creutzfeldt-Jakob que se relacionó con la epidemia de encefalopatía espongiforme bobina del ganado vacuno).
De hecho, fue el Tratado de Amsterdam de 1998 el que convirtió en responsabilidad de la UE complementar el trabajo realizado por los Estados miembros que se asumió presentando en mayo del 200 la Comisión Europea su primera propuesta en materia de salud, centrada básicamente en mejorar la información sobre salud en todos los niveles de la sociedad, creando un mecanismo de respuesta rápida ante las principales amenazas sanitarias, y atendiendo a factores determinantes como los aspectos perjudiciales relacionados con el estilo de vida.
Finalmente, el Programa de Acción Comunitaria 2003-2008 adoptado en septiembre de constituye la primera estrategia sanitaria de la UE. A pesar de que financiación de más de 300 proyectos y otras acciones para la promoción de una salud mejor, este Programa debe reseñarse, más que por su valor en sí mismo, por el hecho de que contiene muchos de los elementos del Libro Blanco que nos ocupa. En el Programa del 2003-08 se habla --siempre de forma general-- del fomento de la salud y prevención, de actuar sobre los determinantes de salud, pero se limita de hecho a pedir que se mejore la información y conocimientos para poder reaccionar con rapidez ante los riesgos.
Las líneas maestras del Libro Blanco
En el debate previo del Parlamento Europeo sobre la estrategia europea para la salud en el periodo 2008-2013, los eurodiputados tampoco parecieron tener un programa coherente de salud que proponer. El ponente del informe, el esloveno Alojz Peterle (PPE-DE) insistió en los aspectos económicos. La comisión de Medio Ambiente y Salud Pública del Parlamento Europeo destacó la importancia de contar con mejores programas de diagnóstico preventivo, tratamiento inmediato de las enfermedades y vacunación. Varios eurodiputados intervinieron también en el sentido de la prevención, pero las prevenciones ideológicas estaban ya en el orden del día, de manera que el informe puntualiza que el deseo de prevenir enfermedades “no debe desembocar en un clima social que impida el nacimiento de niños con enfermedades crónicas o discapacidades”. ”.
Los eurodiputados consideraron también que el concepto de “estilo de vida sano” (es decir, dieta sana, no consumo de drogas y suficiente actividad física) debe complementarse con una dimensión psicosocial, que incluye un enfoque equilibrado del trabajo y la vida familiar. Y volviendo a la cuantificación económica de estos aspectos de la salud, se señaló que el 40% del gasto sanitario está relacionado con estilos de vida poco sanos, como resultado del consumo de alcohol y tabaco, la inactividad y una dieta inadecuada.
Según la OMS, las enfermedades crónicas y, en particular los ataques vasculares cerebrales y las enfermedades cardíacas están aumentando su incidencia en relación a las enfermedades infecciosas. El informe se muestra receptivo a estas indicaciones y subraya la necesidad de apoyar la investigación y de promover la prevención, el diagnóstico precoz y el tratamiento adecuado de las enfermedades crónicas (§ 6 y 28).
Finalmente, como un aspecto que volveremos a tratar en los contenidos del Libro Blanco, observan que la malnutrición, que afecta a un 40% de los pacientes hospitalarios y a entre un 40% y un 80% de los ancianos de las residencias geriátricas, cuesta a los sistemas europeos de atención sanitaria tanto como la obesidad y el sobrepeso. Por eso, los diputados emplazan a la Comisión Europea a considerar la malnutrición, junto con la obesidad, una prioridad clave en el ámbito de la salud… aunque no queda claro si se debe a su coste económico o a que debería representar un escándalo de considerables proporciones la cantidad de personas enfermas o mayores que no reciben, a cargo de instituciones que se supone como mínimo bajo control público, la alimentación correcta.
El contenido del Libro Blanco
La UE aparece en el mismo como un marco intermedio ya que al aceptar que la globalización supone también un factor de extensión de riesgos y enfermedades, no descarta la posibilidad de que se tomen medidas en política sanitaria a escala mundial. En este sentido, parece que se intenta cumplir el principio de subsidiariedad, pero en un enfoque muy interesado, como veremos.
La vinculación de SALUD con PROSPERIDAD ECONÓMICA atraviesa todo el Libro Blanco, que contiene 4 Principios Fundamentales y 3 Objetivos Estratégicos: Los 4 Principios Fundamentales, equiparables a los FINES de los que antes hemos hablado, son:
PRINCIPIO 1) Sobre valores sanitarios compartidos. Los valores esenciales son la universalidad, acceso a una atención de calidad, equidad y solidaridad (integrando, según declara, la visión de género). Además, la Carta de Derechos Fundamentales reconoce el derecho a prevención sanitaria y a beneficiarse de tratamientos médicos, potenciando además el papel activo del ciudadano. En este primer Principio se dice procurar la reducción de desigualdades sanitarias entre regiones, estados y a nivel mundial. (Ej. mortalidad infantil en otros países no europeos puede ser 6 veces mayor). En la UE, las mujeres al nacer tienen una esperanza de vida de 9 años y los hombres de 13 años… Debe ayudar la investigación.
PRINCIPIO 2) La salud es importante para el bienestar, pero además, para la productividad y prosperidad económica. Recomienda no percibir el gasto sanitario como coste, sino como inversión de futuro. “El coste real para la sociedad radica en los costes directos e indirectos asociados a los problemas de salud y la falta de inversiones suficientes en ámbitos sanitarios pertinentes”. El segundo principio pone en relación la salud con el bienestar de los individuos y de la sociedad como requisito para la prosperidad económica, tal como lo contempla la "Estrategia de Lisboa para el Crecimiento y el Empleo". En este sentido, se recomienda que los Gobiernos dejen de considerar los presupuestos dedicados a salud sólo como gasto, y los consideren una inversión, cuya disminución puede acarrear consecuencias sobre las que cabe dar una respuesta que contenga previsiones de futuro.
Pero, además, por ejemplo, el sector sanitario es un gran proveedor de empleo y formación, y clave para el desarrollo del sector de servicios (desde el 2000 ha creado 2,3 M. de puestos de trabajo), por ello llama a estudiar mejor la relación entre situación sanitaria, inversión en salud, crecimiento económico y desarrollo.
PRINCIPIO 3) Salud en todas las políticas. (Iniciativa HIAP) Ejemplos que dan: medio ambiente, fiscalidad tabaco, reglamentación productos farmacéuticos y alimenticios, salud animal, innovación sanitaria, regímenes de Seguridad Social, seguridad en el trabajo, regulación de importaciones… Otros ejemplos: Lucha contra el sida en la UE y países entorno, más la necesidad de destinar recursos humanos en sanidad a aquellos países que carecen de un sector sanitario básico.
PRINCIPIO 4) Reforzar la voz de la UE en la salud a nivel mundial, buscando un liderazgo colectivo permanente. (Coordinación reforzada con la OMS, BM, OIT, OCDE y demás socios estratégicos…promoviendo acuerdos sanitarios internacionales).
Estos son, de manera esquemática, los 4 PRINCIPIOS, de entre los que destacamos el segundo porque, además de su inspiración claramente económica en consonancia con los tiempos y las orientaciones mercantilistas de la UE, vincula de forma explícita la Política del Libro Blanco de Salud con el Pacto de Estabilidad y Crecimiento que supone una auténtica limitación para el desarrollo de una Europa de plena ocupación, social, en equidad y finalmente, con políticas de salud entendidas en su más amplio contenido. Ver al respecto del Pacto de Estabilidad y Crecimiento las repetidas críticas hechas por los Economistas Europeos por una Política Económica Alternativa que se mencionan en la Bibliografía, y en concreto, el último Euro memorándum, 2009/2010.
Finalmente, quedan recogidos 3 Objetivos Estratégicos que son: PROMOVER LA SALUD, PROTEGER CIUDADANIA DE AMENAZAS, FAVORECER LA SOSTENIBILIDAD.
Objetivo 1) Se trata de promover, de hecho, el envejecimiento saludable en una Europa en la que se calcula que en el año 2050 el número de personas de 65 años o más habrá crecido en un 70%, y las de 80 años o más, en un 170%. Esto significa mayor demanda sanitaria, que puede incrementar el gasto sanitario en uno o dos puntos del PIB de aquí al 2050 (sólo por motivos de envejecimiento) y la participación de la sanidad en un 25% en relación al PIB.
Para ello se recomienda una alimentación sana, actividad física, políticas contra el alcohol, las drogas, el tabaco, mejora del medioambiente, prevención de los accidentes de tráfico y domésticos (curiosamente, no se habla de los accidentes laborales). También en ese objetivo 1 se habla de desarrollar la medicina geriátrica, investigando causas genéticas como Alzheimer, etc. Reforzar la formación y salud pública. Para ello se emprenden ACCIONES sobre la salud infantil y juvenil, medidas anti-tabaco, alcohol. Salud psíquica y otros factores medioambientales... Nuevas medidas contra el cáncer y Enfermedades Raras, y seguimiento de donación y trasplante de órganos.
Objetivo 2) Proteger a los ciudadanos frente a las amenazas para la salud, siguiendo el Art. 152 del Tratado CE que obliga a la protección de la salud humana junto con los Estados. En este objetivo se reconocen responsabilidades específicas a la salud de ciudadanos de Terceros Países. Y por lo que a nivel comunitario se refiere, y cuando hace un año que hemos vivido el episodio trágico-cómico de la Gripe A, recordar que en base a este 2 Objetivo cabe la evaluación científica del riesgo, epidemias, bioterrorismo, riesgos, accidentes, mejoras seguridad trabajadores, alimentos y protección consumidores, así como de las pandemias, amenazas por cambio climático .
“UNA CUESTION QUE SUSCITA PREOCUPACION ES LA SEGURIDAD DE LOS PACIENTES. EN EL REINO UNIDO,: 10% PACIENTES INGRESADOS EN CENTROS HOSPITALARIOS PADECEN EFECTOS NEGATIVOS DERIVADOS DE LA ATENCION QUE RECIBEN….” (SON 850.000 PERSONAS AÑO 2.000)
OBJETIVO 3 se refiere a la necesidad de fomentar sistemas sanitarios dinámicos y nuevas tecnologías con especial mención del envejecimiento de la población, los flujos migratorios, la movilidad de pacientes y profesionales, etc. Para ello se ve necesaria la progresiva implantación de la llamada “sanidad electrónica”, la genómica, biotecnologías, mayor inversión en prevención y mayor reconocimiento de la atención primaria. En este punto se reconoce la inter operatividad entre fronteras nacionales, impulsando la inversión conjunta en regiones clave para poder aportar el mayor VALOR AÑADIDO posible a los sistemas sanitarios.
Finalmente, la UE declara que se dotará de un mecanismo “de cooperación estructurada” para la puesta en práctica de la nueva estrategia. Es decir, un mecanismo de asesoramiento para identificar prioridades, definir indicadores, elaborar orientaciones y recomendaciones y valorar progresos.
En este sentido, también el Libro Blanco llama a la participación de la sociedad civil de una manera parecida a como se hace desde la Organización Mundial de la Salud: Sólo observar, mirando la imagen, el distinto peso, fuerza y esfuerzo que realizan las organizaciones de la sociedad civil frente a los políticos a la hora de conseguir que se mejoren las condiciones de equidad en salud.
La sociedad siempre esperó que el sector sanitario se ocupara de
las enfermedades y de las cuestiones que afectan a la salud. No
cabe ninguna duda de que la mala distribución de la atención
sanitaria —es decir, no prestar asistencia sanitaria a quienes más la
necesitan— es uno de los determinantes sociales de la salud. Sin
embargo, la alta morbilidad que deriva en índices de mortalidad
prematura terriblemente altos es producto, en gran parte, de las
condiciones en que las personas nacen, crecen, viven, trabajan y
envejecen, condiciones que, en conjunto, proporcionan la libertad
que necesita todo ser humano para apreciar la vida (Sen, 1999;
Marmot, 2004).
Citado en Subsanar las desigualdades en una generación
Repensando en otras políticas de salud
Según podemos leer de la Comisión sobre Determinantes de Salud de la OMS en Subsanar las desigualdades en una generación, “la deficiencia y la disparidad en las condiciones de vida son consecuencia de factores estructurales más profundos que, en conjunto, determinan la organización social: políticas y programas sociales deficientes, acuerdos económicos injustos y una mala gestión política. Estos “factores estructurales” están circunscritos a cada país y dependen de su gobierno pero, cada vez en mayor medida en el transcurso de los últimos 150 años, también tienen
repercusiones que trascienden los límites políticos a causa de la
globalización. Esta combinación nociva de políticas injustas, una
situación económica precaria y una mala gestión política es, en
gran parte, el motivo fundamental por el que un gran número
de personas de todo el mundo no puede gozar de la buena salud
que deberían tener a su alcance desde el punto de vista biológico.
Las condiciones de vida, que en sí mismas son producto de esos
factores estructurales, constituyen el conjunto de los determinantes
sociales de la salud.
Corregir estas desigualdades es una cuestión de justicia social.
Para la Comisión sobre Determinantes Sociales de la Salud (en
adelante, la Comisión), reducir las desigualdades sanitarias es un
imperativo ético.”
Según algunos expertos como Barry S. Levy i Victor W. Sidel en un artículo de la revista Medicina social (2) consideran que la actual crisis económica mundial comportará algunos de los retos más grandes que se hayan presentado nunca para la salud pública. Enumeran diez:
1. desnutrición y consumo de alimentos menos nutritivos
2. incremento de la población sin hogar
3. el paro y lo que comporta: pobreza relativa, perdida de autoestima, comportamientos poco saludables, aumento de suicidios, etc.
4. Drogadicción, depresión y otros problemas de salud mental (más tasas de alcoholismo, suicidios...)
5. mortalidad aumentada
6. salud infantil deteriorada
7. violencia (producto de la frustración, desesperación de estar en paro, subocupación...)
8. problemas de salud ambiental y laboral
9. injusticia social y violación de derechos humanos
10. problemas de disponibilidad, accesibilidad de los servicios de atención médica, etc.
Como observan estos autores muchos problemas de salud mental graves vendrán derivados de algunas de las consecuencias de la crisis como el paro, la violencia o la falta de vivienda. A estas alturas ¿esto le extraña aún a alguien?
Y finalmente, como alternativa sana a toda la vulgaridad que nos inunda sobre medicamentalizaciones excesivas, textos de auto-ayuda que perjudican, estilos de vida que nada tienen que ver con nuestra cotidianiedad y otros masoquismos y magias alienantes, les recomiendo sinceramente la saga de artículos de Antoni Barbarà Molina (2010) que también se publican en este libro y que pueden significar las mejores Prescripciones políticas, sanitarias y de vida cotidiana que hayan leído en su vida.
Eurobarómetros sobre salud mental
Cuando se realizaba el Libro Blanco “Juntos por la salud” se publicó un eurobarómetro, sobre salud mental (de fecha septiembre de 2007) donde se determinaba que un 73 por ciento de los encuestados disfrutaba de buena o muy buena salud. Aunque alrededor de un 7 por ciento manifestaba tener una salud precaria, los encuestadores encontraron evidencias de desigualdades sanitarias, el doble de los ciudadanos con menos formación (14 por ciento) declararon que tenían mala salud.
Precisamente, hace pocos días, el departamento de Salud Pública y de Salud Mental de la Comisión Europea acaba de publicar una nueva encuesta de Eurobarómetro. En la misma se pone de manifiesto que, durante los 12 meses anteriores a su confección, el 15% de los encuestados de los Estados miembros de la U.E. buscó ayuda profesional para problemas psicológicos o emocionales y un 7% tomó antidepresivos, principalmente para la depresión o la ansiedad. O sea, el porcentaje de personas con problemas de salud mental auto-reconocidos pasó del 7% al 15% en menos de tres años, en los 27 Estados miembros de la Unión Europea.
De acuerdo con los resultados, todavía persiste el estigma que acompaña a los trastornos mentales, con el 22% de los encuestados diciendo que serían difícil hablar con una persona con una "enfermedad mental significativa". Por lo que a España se refiere, los encuestados experimentaron las emociones positivas de forma parecida a otros europeos pero experimentaron algunas emociones negativas con menos frecuencia que la media. Menos encuestados españoles experimentaron sentirse “especialmente tensos”, “agotados” y “cansados”, “siempre” o “la mayor parte del tiempo” (11%, 7% y 15% respectivamente enfrente a las medias europeas del 15%, 13% y 20%). La única emoción positiva que experimentaron menos fue “lleno de vida”, la cual menos encuestados experimentaron “siempre” o “la mayor parte del tiempo” que la media “(54% frente a la media europea del 59%).
Además, la proporción de encuestados españoles que buscó ayuda de un profesional en los últimos 12 meses es la casi misma que la media europea (el 17% buscó ayuda en comparación con la media europea del 15%). Casi uno de cada diez de los encuestados españoles (8%) tomó antidepresivos en los últimos 12 meses, lo que es lo mismo que la media europea (7%). Sin embargo, a diferencia de la media, más encuestados españoles los toman más para la depresión (66%) que para la ansiedad (52%), mientras que de media los antidepresivos se toman para la depresión y la ansiedad en partes iguales. El absentismo injustificado del trabajo es de los más bajos de la UE entre los encuestados españoles, con un 88% de los encuestados que no ha estado ausente en las últimas cuatro semanas (frente a la media europea del 77%). Los encuestados españoles están más preocupados por la seguridad en el trabajo pero no más que la media (el 27% está de acuerdo frente a la media europea del 25%).
La precariedad laboral y las falsas culpabilizaciones
Creemos que releyendo la Carta de Barcelona sobre Precariedad y Salud, un documento previo a la existencia de Dempeus per la Salut Pública pero sin duda, un digno antecesor de su manifiesto, programa y filosofía, queda de manifiesto una línea a seguir a la hora de repensar las políticas de salud en Europa y que, sin descuidar las causas más próximas de las que ya se ocupa el Libro Blanco de la Comisión, se interesa por las causas de las causas de las desigualdades en salud. O sea, por la realidad social de cada persona y comunidad, por su situación económica real y relativa y por el nivel de calidad política de sus organizaciones e instituciones: o sea, por los determinantes sociales de salud.
No quisiera acabar este apartado sin hacer mención de los “escapes” ideológicos al uso para no afrontar la necesidad de nuevas políticas de salud, desde la culpabilización a la persona enferma por casi todo (por si fuma, tiene malos hábitos alimenticios, acude al médico con demasiada frecuencia, consume demasiados medicamentos…) hasta la amenaza del copago, el castigo de unas listas de espera excesivas, o la degradación de los sistemas de salud a través de su privatización abierta o encubierta.
En este sentido, también para Europa, no se pueden repensar otras políticas de salud que no pongan a las personas (y no a los intereses privados del sector sanitario, ni a los laboratorios, ni a la industria alimentaria o química) en el centro del análisis. Reiteramos que la salud es un determinante fundamental y un derecho social, y que los determinantes sociales están claramente influidos por las políticas públicas, las organizaciones empresariales y sociales, y es por ello importante tener presente sus intereses y hacer explícita una opción clara a la hora de repensar unas políticas de salud más equitativas para Europa.
Desde Dempeus per la Salud Pública repensamos continuamente, con nuestra práctica y desde la participación activa y ¿por qué no? insurgente, otro model posible de salud alternativo, con otras orientaciones y prioridades, otros valores (mucho más humanos) y otras formas de gestión que no signifiquen ni la mercantilización ni la enajenación de las personas que trabajan en el sector ni las que se ven en la necesidad de acudir al mismo. Un modelo de acceso universal, sin barreras ni copagos, de calidad, participatico y participado, transparente , democrático, valorable y rendidor de cuentas.
NOTAS FINALES A MODO DE RESUMEN
La precarización de la salud pública es global, no se limita a un solo país, afecta a tota la civilización. (es una consecuencia nefasta en salud de la GLOBALIZACIÓN) Es preciso realizar un análisis con nueva mirada a l dimensión europea para entender que si se ha mundializado la enfermedad, también se puede mundializar la salud.
Debe extenderse la solidaridad en salud para combatir entre otros objetivos globales, la desigualdad, la desnutrición y las enfermedades en el mundo.
¿Qué podemos hacer desde la UE? ¿Cómo podemos colaborar para una globalización solidaria en salud?
1. Creemos que los servicios públicos fundamentales, y por tanto, la salud se sitúa en uno de los epicentros de la lucha entre economía i política, entre las instrucciones del neoliberalismo y los derechos y necesidades de las personas. Es importante por tanto que se ponga en pie una lucha ciudadana que acompañe y forme parte de la lucha política más amplia
2. Cualquier ataque a la salud representa un ataque paralelo a la autonomía de las personas, a la cualidad de la democracia y a la calidad de la convivencia. Nosotros entendemos que la SALUD y la AUTONOMÍA son, además de derechos, necesidades básicas, universales, y que las políticas económicas, a todos los niveles, deben atenderlas.
3. Las situaciones que vivimos de privatización, externalización, copagos, falta de equidad en servicios públicos se corresponde con unas políticas neoliberales que es preciso detener por el bien mismo de la humanidad. Intervenir en este campo es una tarea civilizadora, una tarea que permite que la Humanidad avance en el sentido del progreso bien entendido, por una manera de vivir más humana y digne.
4. La U.E. es un territorio donde las desigualdades se incrementan, pero además es una difusora de las políticas de desigualdad, una de las patrocinadoras de dichas políticas. Habría que devolver la dignidad a Europa convirtiéndola en garante de los derechos de ciudadanía y las conquistas conseguidas por las clases populares. Deberíamos presenciar un renacimiento de la Europa partisana de la democracia y los derechos de ciudadanía.
5. La salud no es una mercancía. Deben denunciarse los turbios y escabrosos negocios muchos de ellos incluso delictivos, que se cometen intentando convertir en un bien de consumo lo que es un valor, un derecho, y lo debe seguir siendo.
Si se aceptan como material de discusión y trabajo los puntos anteriores, seguramente se abrirán propuestas para nuevas tareas orientadas de manera diferente al Libro Blanco: : regulaciones, nacionalizaciones, impulso real en la producción y utilización de los genéricos, asegurar la cobertura sanitaria a toda la población europea, visibilizar por el camino de extensión y aplicación de los derechos y la equidad enfermedades que se quieren invisibilizadas, asegurar las mismas prestaciones y derechos a las personas inmigradas... Hacer nuevas propuestas de directivas, de otro signo, inspiradas en la EQUIDAD, atentas a los DETERMINANTES DE SALUD
Es preciso un CAMBIO DE VERDAD en la POLITICA ECONÒMICA. Y trabajar con la orientación de salud en todas las políticas puede ser una buena guía.