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José Luis López Bulla LOS MANIFESTANTES Y LA GUERRA DE CIFRAS
José Luis López Bulla



La manifestación barcelonesa de hoy contra los recortes sociales ha sido importante. Lo ha sido por el amplio abanico de fuerzas sociales coaligadas; por la valentía de plantear el desarrollo de la movilización que ha dado autonomía al conflicto social, al margen de los procesos electorales en curso; también por la alta participación de personal que ha concitado. ¿Éramos cuarenta y cinco mil como afirma el diario El País o la manifestación congregó a más personal? No lo sé. Pero lo que pude observar indica que mucha, mucha, mucha gente acudió a la convocatoria. Yo lo vi. Es más, soy del parecer que había unas cuantas decenas de miles más.


Y sin embargo hay medios oficiales –quiero decir, los responsables de algunos medios policiales (en este caso, de la Guardia municipal y de los Mossos d´Esquadra-- que tozudamente siempre fueron aficionados, también, a sus propios recortes a la hora de informar. Es un vicio que viene de tiempos inmemoriales, cuyo interés es minimalizar la presencia del conflicto en la calle. Entendámonos, de una calle que parece ser concebida como monopolio de tales medios oficiales. En mi opinión, ahí radica la intencionada cicatería. Más todavía, en esa interpretación hay un humus muy concreto: el conflicto en la calle es visto por esos medios oficiales como una anomalía; la calle es normal sólo y solamente cuando vamos cuatro y el cabo paseando. Ni qué decir tiene que eso conlleva un buen almacén de autoritarismo.


He dicho que esos comportamientos vienen de antaño. En mi época combatíamos esa cicatería exagerando conscientemente las cifras de los manifestantes. Y, a veces, nuestra desmesura era directamente proporcional a la cicatería autoritaria de los medios oficiales. De ese modo contribuimos a un método que: 1) escondía la real correlación de fuerzas, y 2) engañaba a nuestros parciales. Insisto, esa polución viene de mis tiempos; es, por lo tanto, un álgebra viciada que hemos dejado como herencia.


Cuando una organización –o un conjunto de ellas-- distorsiona las cifras debe tener en cuenta que al final hasta el mismo grupo dirigente acaba creyéndolas. Ello le indispone a tener un juicio cabal de cómo está el estado de ánimo general, qué elementos conviene corregir, qué mejorar en lo sucesivo. En resumidas cuentas, es un mal asunto que, además, contribuye a recrear espejismos.


Así pues, quien haya hablado de doscientas cincuenta mil no sabe lo que se trae entre manos. Una manifestación como la de de hoy en Barcelona no necesita exageraciones. Ha sido muy importante. Y eso lo saben precisamente sus adversarios.


Radio Parapanda.
CHINA HOY - Estudio sobre relaciones laborales en China realizado por la Universidad del Pueblo de Pekín


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