Homenaje a Jorge Semprún
Nota informativa. Hasta el viernes de la semana que viene (17 de Junio) este blog permanecerá de vacaciones. Un servidor y su esposa se irán a Asturias (patria querida, Asturias de mis amores) para estar allí en estas ocasiones. Se trata de una orden inapelable de mi galeno de cabecera. Sus recomendaciones han sido muy severas que deben seguirse con resignación y estoicismo: chorizos a la sidra, fabada, erizos, sidra a discreción y el blanco líquido de Potes. Órdenes son órdenes. Vendremos con renovadas fuerzas, la cabeza (aparentemente) más despierta y el espíritu en su lugar. Que vuesas mercedes lo pasen como mejor puedan. No lo olviden: ars longa vita brevis. De momento pide la palabra don Lluis Casas. Y la toma.
Les sigo dando la tabarra con el asunto del presupuesto de la Generalitat, no porque crea que es imprescindible para la sobrevivencia, sino por todo lo contrario, porque su aprobación tal cual atenta contra la vida humana de una parte importante de la población residente.
El texto que viene a continuación no será novedad integra para la mayoría, cosa que me alegra, pero puede ser útil para seguir esos debates frustrantes sobre una realidad que parece multicolor y pluriortogonal según el momento y la necesidad de pacto al detall.
Hoy mismo, leo que ese ilustre Keynes catalán de la “franja”, el don Josep Antoni Duran Lleida, afirma que no podemos sostener el sistema de salud actual. El hombre, con tantos cargos y viajes, tal vez no se ha enterado que desde el punto de vista económico el sistema español y especialmente el catalán es francamente ahorrativo.
Evidentemente lo es en términos comparativos con otros sistemas y con otros países. La parte del PIB que dedicamos a salud es de las más bajas entre los países que tienen algo parecido a un sistema integral de salud. Otra cosa es el Zaire, ahí don Antoni tiene razón, el nuestro es mucho más caro. Aunque hay que decir que, en cambio, tiene la gran ventaja de asegurar a un precio fiscal más que aceptable para una sociedad globalmente rica una razonable y satisfactoria atención a las personas sin discriminación de riqueza. En realidad. Lo que don Antoni dice, sin las palabras adecuadas, son dos cosas escondidas en el discurso habitual de los neoliberales, sean cristianos u ortodoxos, a saber, primero que el negocio es el negocio y hay de desviar los recursos públicos hacia mutuas y hospitales privados y, segundo, que cada uno se lo pague como pueda. Así los poderosos, los insolidarios, los creyentes en la fe del neoliberalismo pagan menos, siempre y cuando sus rentas se lo permitan. Por a la hora de cobrar, la sanidad privada solo admite euros contantes y sonantes.
La propuesta de presupuesto que presenta el Gobierno de Convergencia i Unió (la derecha nacionalista catalana) para el 2011 se basa en una fuerte reducción del gasto no financiero, básicamente en las inversiones (un 42% menos en las inversiones directas y un 28,9% en las transferencias de capital) y en los gastos de carácter social, salud (7%), educación (8%) y servicios sociales (11%). El ajuste del gasto público se extiende a otras funciones, algunas con cifras de reducción mucho más significativas, pero que, en razón a su peso dentro del presupuesto, no tienen la importancia de las antes señaladas.
El esfuerzo del ajuste se traslada en buena parte al pago de los intereses de la deuda y a la amortización de una parte de esta. De nuevo hay que decir, que en términos relativos, el incremento del gasto financiero en intereses no es más que una parte pequeña del ajuste, que solo impresiona en términos de porcentaje. Quien ha vivido los años setenta y ochenta sabe que hoy todavía disfrutamos de un tipo de interés caro, pero soportable.
Las cifras globales son una reducción del 10% en el gasto no financiero, un incremento de ésta del 105% y globalmente un leve incremento del 0.3%. Se tiene que advertir que el gran incremento del gasto financiero se debe a la amortización de deuda, que más que duplica la cifra del año anterior. Hay que insistir en que, si bien los intereses de la deuda son un concepto rígido, la amortización de la deuda es una elección política. Si este año este factor es tan prioritario para el gobierno ello se traduce en la fuerte reducción de la inversión y del gasto social.
La visión que tiene el nuevo gobierno de los ingresos es en cambio totalmente distinta. El ajuste recomendado por la UE no exige que sea el gasto exclusivamente el que asuma la totalidad del esfuerzo, La propuesta de CIU, de acuerdo con la perspectiva neoliberal, excluye la gestión de los ingresos como un elemento básico del ajuste. Hay que insistir que tanto España como Catalunya, tienen un amplio margen con respecto a la presión fiscal, con respecto al desequilibrio en la distribución de las cargas fiscales entre los sectores de población, con respecto al fraude fiscal y, finalmente, con respecto a la aparición de nuevas figuras que recogiendo ingresos de actividades que en otras CCAA o en la UE son habituales.
La base para un planteamiento tan radical, es el acuerdo de la UE sobre la reducción del déficit y la deuda pública en tres años, independientemente del comportamiento de otros parámetros estratégicos como son la demanda interna y la ocupación. Estas cuestiones quedan al margen de la propuesta de presupuesto, aunque las cifras de la evolución de la economía catalana indican que la escasa recuperación viene por parte de las exportaciones (indicando que la productividad, la calidad y otros parámetros de competitividad empresarial no están tan mal como algunos comentaristas insinúan), de hecho España, con Cataluña al frente, es la segunda economía, junto con la alemana en incremento exportador).
La imagen macroeconómica del presupuesto es fuertemente contradictoria con respecto a la evolución de la economía. El endeudamiento es básicamente privado, familiar, bancario y de los promotores inmobiliarios, no público. España y Catalunya tienen unos ratios de déficit y de endeudamiento públicos muy menores que la mayoría de los países de la UE y de los landers alemanes, por ejemplo. El problema no es exactamente el global del déficit o de la deuda pública, sino su rápido crecimiento. Si es así, la respuesta lógica y coherente está en facilitar que la economía reemprenda el crecimiento, tal como el sector exportador está demostrando, impulsando la demanda interna y mejorando la ocupación. Todo ello da por resultado mejores ingresos fiscales, menores gastos sociales y por ende mayor estabilidad, que es lo que quiere la UE. Por eso, el déficit y la deuda pública deben tener unos márgenes temporales más amplios que el excesivo planteamiento a tres años. La estrategia diseñada apunta a una mayor retracción de la demanda interna y a un nivel de desempleo insoportable, cuando lo deseable sería todo el contrario. El equilibrio vendrá más por la mejora de los ingresos fiscales a causa de la actividad económica y la reducción del desempleo, que por la reducción del gasto público social y las inversiones, que afectarán fuertemente a la competitividad y al equilibrio social.
Esta es, ciertamente, una opción ideológica sin base constatable de éxito en ningún lugar. De tal manera que, los datos de los últimos meses nos advierten del giro a peor que ha emprendido la economía catalana. Efectivamente, incluso en los documentos aportados por el gobierno, se observa como la llegada de CIU al gobierno con anuncios muy claros de recorte y puesta en marcha de ésta con la prórroga presupuestaría, el leve crecimiento empezado a mediados del año anterior se ha reducido al mínimo (en espanta la ocupación responde a incrementos del PIB por encima del 2/3 %). Efecto más que probable de la imagen de crisis financiera pública dada innecesariamente por CIU y por la efectiva reducción del gasto público que se ha producido estos meses, probablemente por encima de la cifra indicada en el presupuesto.
Los factores básicos para el nivel de la crisis permanecen, en ningún momento el presupuesto evalúa acciones propositivas que cambien los viejos vicios de la economía española: No reconocimiento de la situación real (retraso al apreciar la crisis), mantener la expectativa que a través del sector inmobiliario el crecimiento es equilibrado, la inacción profunda con respecto al modelo energético, fondo básico del desequilibrio comercial, poco impulso a las tecnologías, a la investigación, que son los sectores de futuro, insistencia en que la crisis está en los salarios y en la formulación del régimen laboral, poca acción sobre el tipo de empresariado, sector dominado por el núcleo de negocio vinculado a las concesiones públicas, al mi inmobiliario y a la banca.
La presentación de los presupuestos del 2011, afirma que los criterios de base son la austeridad que genera sostenibilidad, la prioridad social, la credibilidad ofreciendo una reducción severa del gasto, la corresponsabilidad en la acción contra la crisis. En realidad, la creencia en que, tal como afirma el documento, que unas finanzas saneadas son la garantía del bienestar, es totalmente errónea. Es el desarrollo económico, el reparto adecuado de las cargas fiscales y la ocupación los que garantizan unas finanzas y el bienestar social.
Lluis Casas, traspuesto por el esfuerzo
