
Ignacio Fernández Toxo ha puesto encima de la mesa una propuesta de enorme calado: el Pacto por el Empleo. Su objetivo es abordar el principal problema que tenemos, el desempleo de masas que en algunos sectores puede ser irreversible, cuya pista de solución gradual debe ser mediante un acuerdo que esté a la altura de la gravedad de dicho problema. Se trata de una propuesta de difícil (aunque no imposible) abordaje porque, al margen del sindicalismo confederal, no parece que nadie esté realmente interesado en la propuesta. Da grima que, hasta la presente, ninguna de las fuerzas políticas (de babor y estribor) hayan dicho ni mú ante la iniciativa del primer dirigente de Comisiones Obreras. Sorprendente es el mutismo de las izquierdas. Si algún candidato a las próximas elecciones ha dicho algo al respecto, me callo y le presento mis disculpas; en caso contrario deberían pensar que todavía están a tiempo de proponer lo que estimen conveniente.
La propuesta de Toxo, que es para el ahora mismo, tiene un primer desafío: configurar la literatura general y concreta de sus contenidos. El sólo enunciado no es, ni siquiera, una condición necesaria. Lo son –me excuso por la reiteración obvia-- los contenidos concretos. Que deben configurar, a mi entender, un articulado de planteamientos compatibles entre sí y, por lo tanto, estableciendo los vínculos entre los unos y los otros. Es decir, todas las variables que conforman el polinomio del pacto, incluidos los mecanismos de control itinerante de lo pactado.
Soy del parecer que mientras no aparezca articulación orgánica no existirá banderín de enganche así en el interior del sindicalismo confederal como hacia el resto de los sujetos sociales, políticos e institucionales. Así pues, lo urgente es pasar de la publicidad a la concreción motivada de esa propuesta. Téngase en cuenta que el mismo Toxo, tiempo ha, formuló una iniciativa similar cuando formuló el Pacto de Estado contra la crisis que también recibió una callada respuesta por parte de los romanos y los cartagineses. Sin embargo, la oferta de Toxo no estuvo acompañada de las necesarias concreciones, de lo que podríamos denominar proyecto orgánico. La posibilidad de que se abra paso la idea de Toxo guardará una relación directamente proporcional a la capacidad de concreción, al tránsito de la publicística a la fisicidad de su concreción. Sólo de esa manera, además, podrá concitar un respaldo de toda la familia sindical, capaz de distinguir que la cosa va en serio. Vamos, que no es un brindis al Sol.
Ponerse en serio querría decir, entre otras cosas, anunciar solemnemente que se ha creado el grupo de elaboración del proyecto. Que, en el reglamento de ese grupo, está la publicación de sus debates. Que se ha previsto, en definitiva, un itinerario de relación (información y debate) con todas las estructuras de la familia confederal.
