PERO ¿Y SI VUELVE BERLUSCONI?
Manolo Martínez Morales, de Tarazona natío.
Algunos tertulianos, especialmente en los medios catalanes, han abordado el complicado asunto de por qué Berlusconi ha ganado diversas elecciones en Italia con abultados resultados. La nota dominante de los motivos que aducían: el mencionado personaje es la expresión genuina del pueblo italiano. O sea, su tipo y prototipo más evidentes. Así pues, todos los italianos querían ser como Berlusconi.
Desde mi más tosca ignorancia creo que estamos ante una argumentación de antropología de baratillo. Y, también desde mi más vasta indocumentación, tengo para mí que es un razonamiento que tiene una potente carga pesimista. Porque, si el pueblo italiano es como el mentado, está condenado per in secula seculorum a reproducir cada dos por tres un sistema como el berlusconiano.
Esta antropología de baratillo, sin embargo, no dice nada sobre si el resto de los italianos, que también son muchos, son como Berlinguer o, para no ser exclusivista, Alcide de Gasperi. Son los trucos de los almendrucos de unos comentaristas cuyas adscripciones ideológicas pueden estar en casi toda la zoología política. Más todavía, son la expresión truculenta de una inteligencia gandul que se niega a investigar a fondo o, sencillamente, que habla a troche y moche. Es prima hermana de quienes propalaron que todos los sevillanos son la expresión natural de los personajes del teatro de los Álvarez Quintero o todos los madrileños son una gota de agua del casticismo de don Carlos Arniches. Ni siquiera Dante, con ser el Dante, se escapó de estas vulgaridades cuando habló de l´avara povertà di Catalogna.
Este tipo de explicaciones son, además, tranquilizantes, porque vienen a sugerir indirectamente que nosotros no somos así. De manera que dimitimos de saber exactamente por qué el zaplanismo (“yo estoy en política para forrarme”) o las aventuras de Paco Camps tuvieron retirados consensos de masas.
Pues bien, que yo no tenga ni siquiera una aproximada idea que ofrecer tiene un pase: los años no pasan en balde, entre otras justificaciones (también poco convincentes, porque con toda seguridad nunca supe el por qué de tan serios asuntos). Pero pasa de castaño oscuro que gentes que tienen buena letra digan estas chocarrerías propias de vecindones y comadres que sin cobrar un duro dicen lo tres cuartos de lo mismo en barberías y en el rellano de la escalera.
Pero no es excesivamente relevante que estos tertulianos sandios hablen de esa manera. Lo principal es que nuestras amistades italianas se aproximen a ese epifenómeno de lo que Gianni Bombaci llama el “incubo berlusconiano”. Porque no está fuera de lugar que el magnate-mangante vuelva. Mira por donde tengo presente aquella escena de “Roma città aperta”. En puertas del asesinato del Padre Pietro, fusilado por ayudar a la Resistenza, alguien le dice que los alemanes huyen; el cura (en la vida real Dom Morsini) le contesta serenamente burlón: “ Pero, ¿y si vuelven?”
Asi pues, lo siento: no puedo añadir nada más. Y por mi parte, rehúso a entrar en la nostalgia porque entiendo que no es útil para analizar las cosas. Aunque ya me hizo ver en su día Manel Garcia Biel: “No te preocupes, la melancolía sirve para recordar la actualidad de gente que ya no está y la falta de actualidad de muchos de los que están”.
Radio Parapanda. No sé a quién votar! (I) Es un magnífico artículo de Manolo Martínez Morales, de Aragón, la más famosa, que relata una conversación con un cofrade que, ante las próximas elecciones, se angustia sobre qué y a quién votar. Manolo utiliza un aparente método socrático que irá adquiriendo cuerpo a lo largo de los tres trancos que ha prometido escribir

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