Con laseguridad de que mi diario personal sólo lo leerán mis nietos me dispongo aescribir con la desenvoltura de que lo dicho podrá ser juzgado con benevolenciafamiliar y una vez pasados algunos años. No me atendré a partir de seguridadespues, como dejó dicho doña Amalia Rodrigues (sólo) “una casa portuguesa es, concerteza, una casa portuguesa”. Así pues, le digo a mi diario lo que sigue.
Hasta el díade hoy los mercados le han dicho a los gobernantes lo que tienen que hacer. Naturalmentelas agencias de calificación han hecho tres cuartos de lo mismo. Ahora bien,para que la batahola de disposiciones políticas y administrativas pudiera colar,los gobernantes europeos (por supuesto, también los de nuestro celibérico lugar)manifestaron –y siguen erre que erre en con la misma música— que, de esamanera, se saldría de la crisis y se entraría en la senda de la creación deempleos. Como era de esperar don Mariano Termidor –en el puente de mando de subajel bergantín, viento en popa a toda vela— anunció, y está en ello-- una serie de medidas de alto calado. Sinembargo, ni los mercados ni las agencias de calificación –al contrario delfamoso tango de Gardel-- ni duermen ni descansan: vuelven a rebajar la deudasoberana a nueve países y, entre ellos, a Celtiberia. El músculo y la imaginaciónde Standard Poor´s, ya se ha dicho, ni duerme ni descansa.
Apunto en mi diario: primero fue la estrecha alianza entre lapolítica y la economía que, aunque desigual, siempre tuvo un cierto cuidado en guardarselas espaldas mutuamente; después, andando el tiempo, la economía, limandociertos barrotes, procuró cooptar a la política. Ahora se ha abierto una nuevasituación: la ruptura de las relaciones entre la economía y la política. Laprimera hará lo que quiera y obligará, sin pacto alguno, a la política a hincarse derodillas. Una realidad que va más allá de los sueños de aquel bribón de FriedrichHayek, sea dicho contodos los respetos.
Claro, noes que en tiempos pasados hubiera una autonomía real -–lo que se dicereal--- de la política con relación a la economía.Pero sí existían unas reglas que permitían un cierto juego. Y cuando lasocialdemocracia gobernaba, de motuproprio o empujada por el conflicto social, era posible maniobrar sobre la base del ejerciciode la aplicación de las reglas. Es a saber, la política tenía unos ciertos márgenesque ampliaba en función de su carnet de identidad y del apoyo del conflictosocial.
Laderecha, según todos los indicios, no está por la labor de recuperar la autonomíade la política. Por otra parte, el partido mayoritario de la izquierda españolaparece considerar que lo ocurrido el 20 de noviembre pasado ha sido sólo unincidente en el camino sin querer ver, a lo que parece, la ruptura de laalianza histórica entre la economía y la política. Más o menos lo que piensansus amigos, conocidos y saludados de la izquierda mayoritaria europea.
Y siguiendo enla intimidad de lo que se escribe en el diario personal dejo sentado losiguiente: cuando empiecen los brotes verdes de la recuperación de la políticaseguiremos hablando. Hemos entrado, es verdad, en el Infierno, pero en lapuerta no está el cartel que puso Dante: Lasciateogni speranza voi ch´entrate. Antesal contrario, la puerta de salida está al fondo: a la izquierda.
Radio Parapanda. DÉJÀ VU Escribe Mastrobaylos.
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