Recordando a Fernando Medialdea. En la foto, su esposa: Maruja de Nou Barris. Talvez el título no les atraiga, cosa que comprendo perfectamente, pero el asuntoes de lo más interesante tanto desde el punto de vista político, comoeconómico. Intentaré explicarme.
Todaacción humana (y física en general) genera un coste y, con cierta probabilidad,un beneficio. Podemos situarnos en términos energéticos y ahí la cosa estábastante clara, como vemos al poner la lavadora. Estocomporta un gasto eléctrico, de agua, de detergente, de desgaste de la ropa yde la máquina, un cierto tiempo de dedicación a ello y poco más, dado que almenos en el Mediterráneo la ropa se seca gracias a la acción solar y, demomento, nadie nos cobra por ello, ni el Sol, ni FECSA ENDESA. Obviamentetambién presenta beneficios, la limpieza, la desaparición de ciertos olores ocolores adheridos a la ropa y otras cosas y circunstancias de ligero análisis.
Entérminos económicos se debería aplicar una técnica basada en comprobar elbalance entre costes y beneficios para establecer exactamente la bondad o lamalicia de la operación de lavado utilizando la estructura de precios o valoresmonetarios de cada acción.
Esode los costes no es cualquier cosa, puesto que aparece casi siempre una largaprocesión de acciones afectadas que deben integrarse o no en el balance. Enrealidad, ahí está el truco del almendruco: poner límite a la integración delos costes derivados. Con las centrales nucleares eso es más evidente que supropia existencia. En función de la cadena de costes y beneficios, una centralpuede resultar en extremo productiva o un malísimo negocio. Simplemente siolvidamos determinados riesgos y la durabilidad de estos en términos demillones de años.
Despuésde ese balance y en el supuesto que la técnica haya sido aplicada inteligente yhonradamente, viene después determinar dónde han ido los costes y dónde losbeneficios, es decir establecer ganadores y perdedores y ver los balances decada grupo. Esta parte casi nunca se aplica, bajo la inocente afirmación de quesi globalmente es positivo, el asunto está más que resuelto. Es la teoría delpoderoso y la del ganador (en general es lo mismo). El sufridor de costes opinade muy distinto modo. Vean sino lo que piensan los expropiados de su viviendacuando quedan desplazados de la caseta il’hortet, para que se instale un horror comercial y viviendas de lujo. O,simplemente, la carretera de acceso a la pista invernal.
Conlos recortes pasa casi lo mismo, es como esa teoría básica de la física: a todaacción corresponde una reacción. Si tenemos déficit presupuestario y hacemosrecortes para librarnos de él, deberíamos empezar por analizar el coste y elbeneficio del recorte y de su contrario, el aumento de ingresos fiscales. Cosaque no se ha hecho, al menos que aceptemos la comprobación histórica de quenunca el recorte mejora el problema. Pero eso responde al mundo de lógica y dela inteligencia evolutiva y no al de los intereses.
Sigamos.Establecido por real decreto que vamos a recortar, sería obvio que analizáramosla consecuencia de cada una de las acciones. Si el recorte comporta reducir laactividad económica, si supone incrementar el paro, si implica dejar a laintemperie a las familias, si la educación generará mayor fracaso escolar, o lasalud empeorará y hará mas costosa la intervención posterior, si lasalternativas a los recortes (privadas, claro está) son más baratas, tanequitativas o de parecida calidad, etc.
Todoello puede con mayor o menor precisión definirse en términos económicos o almenos medibles aproximadamente. Los subsidios al desenpleo que implica el paroson más que evidentes, la reducción de la demanda por reducción de la rentatambién, y así todo, prácticamente todo. Incluso el coste de la vida (referidaal recorte sanitario) es valorable y la preparación educativa o profesional,que reduce la productividad futura.
Demodo y manera que, una vez establecido si es o no interesante el recorte,deberíamos entrar a hacer el balance de la distribución de sus costes y susbeneficios. Lógicamente si el empleado público es substituido por el empleadoprivado (que lleva sobre sus hombros un empresario, un consejo deadministración y un margen de beneficio) la cosa no es tan simple comoaparenta.
Enmi vida laboral y no hace mucho tiempo, un equipo valoró de esta manera elbalance de costes y beneficios entre la acción pública y la privada. La privadatenia costes mayores, un 30% más, pagaba menores sueldos y entregaba unacalidad peor en el servicio. Además, la administración no se enteraba de nada.No digo que sea sí en todas las circunstancias y en todos los casos, pero esmuy bueno ejercitar el balance de intereses para saber la verdad de las cosas.
Comopregunta retórica, a fuer que es incomprobable tal como estamos, les pregunto:¿qué diría el balance coste - beneficio entre banca pública no especulativa ybanca privada mandamás?
Aver, respóndanme y no me dejen solo.
LluisCasas, como ven teniendo ensueños de racionalidad.