
La mayor partede las creaciones del intelecto o de la fantasía desaparecen al cabo de untiempo que puede variar entre una hora de sobremesa y una generación. Sin embargo, para otros eso no es cierto.Atraviesan eclipses pero vuelven más tarde, no como elementos indistinguiblesde una herencia cultural sino con su apariencia concreta y sus cicatricespersonales perfectamente visibles y tangibles. Estas son los que podemos llamargrandes creaciones, y una ventaja de esta definición es el hecho de ligar lagrandeza con la vitalidad. Tomada en este sentido, esta es indudablemente lapalabra que se debe aplicar al mensaje de Marx. Definir la grandeza por susnuevos resurgimientos tiene, sin embargo, una ventaja adicional: esindependiente de nuestro amor u odio.
No se trata de la opinión de un rojo peligroso,según podría pensar el opinante de mercadillo que tiene en la actualidad lacartera de Cultura, tampoco es “el enemigo” según el catalejo de cierto madero organizador de broncasextremistas en Valencia. Es, nada más y nada menos, Joseph A. Schumpeter.Aclaremos, tampoco lo escribió en tiempos de acné juvenil, sino con la templanzade un sesentón. Concretamente en el prólogo del primer tomo de su Capitalismo,socialismo y democracia que he vuelto a consultar para unas cosillas que no vienenal caso (1).
Pues bien, tras la recomendación shumpeteriana seríade recibo esta sugerencia: lean a Marx quienes nunca lo han hecho y vuelvan aleerlo aquellos que lo hicieron cuando las nieves de antaño. En otrasocasiones, hemos recomendado –tanto don Lluis Casas como un servidor— bien laslecturas del Barbudo de Tréveris como las de algunos escritores que se hanocupado de su vida y obra. Por ejemplo, Jacques Attali (que no consta querepartiera octavillas en las puertas de la Renault) o de Francisco Fernández Buey, que sírepartió octavillas a mansalva. El primero un moderado, el segundo un rojoinquietante.
Ahora aprovechamos la nueva conjunción astral paracomunicarles dos nuevos libros de enjundia. El primero se titula escuetamente “Marx”;su recopilador y autor de un sugestivo trabajo introductoria es el filósofo JacoboMuñoz; el segundo es “La tradición del marxismo crítico”, cuyo autor es José LuísMonereo, catedrático de la Universidad de Granada, una persona de enciclopédicos saberes(2).
¿Debo esforzarme en convencer a mis amigos,conocidos y saludados a la obligación que tienen de leer? Y, aprovechando laocasión ¿tengo que insistir en que tales conocencias deberían volver a Marx,quiero decir –por el momento— en la lectura de aquel famoso Barbudo?
(1) Hetraducido este incípit de la publicación de dicho libro en su edición catalana(Edicions, 62 / Diputació de Barcelona. 1989)
(2) Marxestá editado por Tecnos; La tradición del marxismo crítico por Comares,la solvente editorial granadina.
