SOBRE LA AUTOREFORMA SINDICAL, LA DEPENDENCIA POLÍTICA Y EL ARTÍCULO DE ISIDOR BOIX
Por Carlos Mejia A.
El c. Isidor Boix es un sindicalista a carta cabal. Su labor esmuy importante y su experiencia vasta. Por eso resulta tan interesante leer suaporte al tema de la "autoreforma sindical". El textosobre autoreforma del c. Isidor Boix es una lectura obligatoria para lossindicalistas. Asimismo, me parece completamente válido y másaún necesario, recuperar esta confianza entre sindicalistas para poderdiscutir abiertamente los temas nacionales y regionales, sin autocensuras nicortapisas por motivos geográficos u otro alguno. En ese espíritu defraternidad sindical es que me permito disentir de una de las ideas planteadospor Isidor Boix.
Isidor pone el acento en los puntos más importantes del debate sobrela autoreforma y rescata con perspicacia la validez del propio término "autoreforma"que algunos por tierras latinoameircanas no quieren entender. Sin embargo,el texto pondera, a nuestro juicio, de manera errónea y desproporcionada larelación entre sindicato y política. Dicha relación es efectivamente un temaimportante, pero no estamos muy seguros que sea el tema principal paraentender la situación del movimiento sindical latinoamericano. Efectivamente laafirmación del c. Boix es excesiva.
Veamos, Boix señala lo siguiente:
"Considero como principal problema del sindicalismo latinoamericano sudependencia de la política. (...) Una expresión de ambas tendencias lo constituyela práctica de dirimir en el sindicalismo, en los órganos de direcciónsindicales, la legítima confrontación entre las propuestas políticas eideológicas que se reclaman de la clase trabajadora. Algunas formas deelección o de conformación de los órganos de dirección sindicales puedenfacilitar estas dependencias de la política al convertir en la prácticalos colectivos políticos en canales de coordinación para la promoción decandidaturas.
La dependencia sindical de la política puede manifestarse no sólo en ladeterminación de los órganos de poder en sus estructuras, también en lospropios contenidos de la acción y movilización sindicales. Así es cuandose pretende decidir desde los partidos políticos los objetivos, latáctica y la estrategia del sindicalismo, en función de su propiarealidad
partidaria, de sus objetivos y sus carencias."
Para entendernos. No se trata de la vieja discusión de las "correas detrasmisión". en eso, todos estamos claros que es una etapa ya pasada ysancionada. Isidor también concuerda con esto. La manera que entiende elproblema es otra. Nos habla de una "dependencia" de doble sentido.Asi, Boix considera que discutir las opciones programáticas de lospartidos en el sindicato es una expresión de dicha dependencia. Asimismo,que las identidades partidarias sean un referente a la hora de construircandidaturas, es otra muestra de dicha dependencia en el sindicalismolatinoamericano. Y finalmente cuestiona la pretensión de los partidos políticos por definirla agenda sindical.
Surge una primera pregunta ¿Y en qué parte del mundo sindical esto no es así?.¿Debo entender entonces que en Alemania, en Japón o en la misma España, lossindicatos no discuten de política tomando como referentes lo que propone elPSOE, el PP y a lo mejor hasta IU?
Entonces, ¿es algo estrictamente latinoamericano que los militantes de unpartido traten de colocar a su gente en la estructura de poder sindical? Alparecer entonces, ni en CCOO ni en UGT los miembros de alguna tendencia o líneadel PSOE o de algún grupo partidario se reunen ni una sola vez para pensar laslistas congresales? Si no son articulaciones políticas ¿qué tipo dearticulaciones se construyen para definir los liderazgos?, ¿amicales? y eso ¿esmejor?
Y para entender bien, ¿en Europa ningún partido de izquierda, socialista osocialdemócrata pretende influiren la agenda sindical? Bueno, a lo mejor es así. Tal vez eso explica lasdificultades para movilizarse social y sindicalmente que tienen en tierraseuropeas.
Uno podría pensar que el texto aboga por un transparente apoliticismo sindical.Pero tampoco es así. Sin embargo, no basta señalar que los sindicatos si hacenpolítica. Al final, se nos obliga a malabares conductuales, donde pedimos a lossindicalistas que se comprometan políticamente pero que dejen fuera delsindicato la identidad partidaria.
Y eso tal vez haya funcionado en España. Pero por estas tierras, es máscomplicado. La base material de este problema -para decirlo en la antiguajerga- es que en latinoamérica tenemos afiliados, delegados y dirigentes queson a la vez militantes de partidos de izquierda. Son las mismas personas.¿Cómo pedirles que renuncien a su identidad partidaria cada vez que ingresan allocal sindical? Tengo la impresión que eso tampoco ocurre realmente en elsindicalismo español.
Tampoco lo hacen los empresarios por aquí, que pasean sus filiacionesideológicas con la derecha de turno sin ningún rubor. En las ultimas eleccionesgenerales en Perú, por ejemplo, la CONFIEP, el gremio empresarial, apoyo de manera clara ytransparente a la candidata del fujimorismo. Apoyo material, moral, emocional,apoyo total.
A estas alturas, queda claro que la critica de Isidor Boix no esta dirigida auna característica particular del sindicalismo latinoamericano, sinoa toda una tradición y práctica del sindicalismo mundial. Ahora bien, criticardicha tradición tampoco es un problema y a estas alturas de la historia,nadie se escandaliza. Pero es mejor siempre llamar a las cosas por su nombre.
América latina tampoco es un continente homogéneo. Un mapa delsindicalismo en américa latina, nos mostraría por un lado a Centroamérica, allado de México y Cuba. Tres realidades sindicales muy diferentes. Luego tenemosel area andina, Venezuela y el cono sur: más diferencias que son realmente muynotorias. Podemos pasar de tasas de afiliación de menos del 5% en Centroaméricaa otras alrededor del 70% en el Cono Sur.
Un buen indicio para señalar que la hipótesis de Isidor no es exacta seencuentra en los diferentes resultados que han tenidos las relaciones entrepartidos y sindicatos en América Latina. Las relaciones entre el peronismo y la CGT argentina son muyconocidas, pero eso no ha impedido la fortaleza del sindicato. La relaciónentre la CUT y elPT en Brasil otro tanto, pero a la vez, son radicalmente diferentes. Larelación entre el PRI y la CTMen México es otra historia. Tres países y tres realidades muy diferentes. Laexplicación debe buscarse en otro lado. En la actualidad, el principal problemadel sindicalismo latinoamericano no es la dependencia de la política. Más bien,parece que el principal problema del sindicalismo español es precisamente sudistancia con los partidos de izquierda.
Tengo la impresión que hay otra manera de ver la relación entre sindicato ypartido, aparte de la que nos ilustra el c. Isidor Boix. Para empezar, todosentendemos que sindicato y partido no son colectivos iguales. El partido aludea una representación ideológica, basada en valores e ideales, mientras elsindicato representa intereses económicos que surgen generalmente denecesidades materiales. Pero en esta diferenciación hay un espacio más o menoscomún, que es el encuentro entre la economía y la política. Un partido puede construir su sistema de valoresbasado en los intereses económicos de un sector o clase. Un sindicato puede a partir de la defensa de losintereses económicos imaginar una sociedad donde estos sean garantizadosplenamente.
Nótese que es se trata de una posibilidad. No es un proceso automático. Si lospartidos no responden a intereses económicos cercanos a lostrabajadores, o éstos están diluidos entre muchos otros u ocupan unlugar muy secundario en el programa político, o estando presentes a la hora deser gobierno no se consideran, lo mismo si se trata de un sindicato sinutopías, sin ideales, que solamente se preocupa por el aumento salarial y elconflicto local, en estos casos, difícilmente podemos pensar enalguna forma de complementariedad. Un sindicato -decía Mariategui-que solo se conforma con negociar un incremento salarial no puede aspirar acambiar su sociedad.
Tengo la impresión que la diferencia de fondo parte de una interpretación lightde sindicalismo sociopolitico como alternativa al viejo sindicalismo clasista. Enverdad, el termino sindicalismosociopolitico es heredero dela guerra fría y un esfuerzo por diferenciarse de los viejos sindicatoscomunistas. Ahora que ese periodo histórico ha pasado y que la ORIT no existe, -que comosabe Isidor tuvo un rol realmente nefasto en la historia sindicallatinoamericana-, ¿no es tiempo de pensar si necesitamos algo del viejosindicalismo de clase?
En Europa los sindicatos pactaron en el marco del estado benefactor elcompromiso por las reformas sociales y dejaron para después el tema de larevolución. Se optó por el camino institucional frente a la rupturaextrainstitucional. Es muy probable que esta opción haya sido validaen su momento y los resultados –especialmente en los países nórdicos-son prueba de lo correcto de dicha política para construir un estadode bienestar. Pero cuando los empresarios se reorganizan y empieza el ataque adicho pacto, pues los sindicatos europeos no han logrado hasta el momento,articular una respuesta políticamente eficaz y europea, en este tema.
Los trabajadores en Europa votan a la derecha. Tal vez por que la distanciaentre el sindicato y los partidos de izquierda es demasiado grande. Parailustrar más este punto, una anécdota que me parece significativa. A mediadosdel 2009 en plena crisis económica un dirigente sindical de una de lasterritoriales de CCOO visitó la CGTP. Luego de su exposición que fue muy informada y precisa,le pregunte cómo se desarrollaba la capacitación sindical en España. Y conmucha seriedad me dijo que por el tamaño de la organización sindical, solamentedaban capacitación a los delegados, mientras que a los afiliados se les dainformación pero no capacitación. Es probable que tenga muchas razones validaspara esta radical decisión, pero obviamente tiene sus consecuencias a la horade la renovación, de la movilización y de la lucha social.
Para terminar, así como nosrecordaba el c. López Bulla que los primeros en desarmar las viejas correas detrasmisión entre partido y sindicato fueron precisamente los comunistas antes que los socialdemócratas dentrodel movimiento sindical; ahora, en muchos países de américa latina, son losmilitantes de izquierda los que apoyan más firmemente el proceso de autoreformasindical. La vida te da sorpresas.

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