Escribe Gaspar Baticola (Presbítero)
Sospechamos que la Conferencia Episcopal Española, la santa cofradía que dirige Rouco y sus hermanos, está en contra de la reforma laboral, aunque todavía no se haya pronunciado por llamar a la feligresía a participar en el acto ecuménico de la huelga general del 29 de Marzo, día de San Eustasio de Nápoles (también obispo). Vamos a demostrarlo a través del procedimiento de la inferencia lógica. Pero antes es obligado reclamar que se clique en la nota de abajo. Y de ella sacamos las siguientes conclusiones.
Cuando la Conferencia pone como reclamo para concitar nuevas adhesiones para el ministerio sacerdotal que “no habrá un buen sueldo, pero sí un trabajo fijo”, está claro que su opción no es la precarización del empleo sino el fijo, fijo, fijo en consonancia con la eternidad del Altísimo. Es decir, el empleo santo, santo, santo. Los comecuras de vieja estampa podrán pensar que se trata de un privilegio; nosotros, más atentos al problema, pensamos que Rouco sigue los pasos del recto camino del derecho laboral (iuslaboralismo). De ahí que podamos hablar de un cierto contagio en los padres (madres no hay todavía) mitrados de la noble disciplina do militan figuras egregias que tienen su cuna en los principios rectores de Weimar.
Algunos anticlericales –siempre dispuestos a esgrimir la controversia a cristazo limpio— seguirán desconfiando de la sintaxis de los obispos patrios, es la desconfianza eternal que hay al hisopo, que no deja ver que a veces el agua bendita es clara y el chocolate espeso. Por ello, nosotros –gentes laicas y moderadamente relativistas— no podemos no ver el compromiso terrenal de Rouco y sus hermanos. Algunos exponentes de la izquierda-aguafiestas pensarán que el spot publicitario no es lo suficientemente claro (los dirigentes de la izquierda-consiéntelotodo serán más posibilistas). Nuestra postura es, empero, más historicista: el lenguaje eclesial siempre tuvo sus claroscuros desde la noche de los tiempos: un hábito tan arcano no se corrige en un abrir y cerrar de ojos.
En todo caso, la situación es novedosa: el sagrado ministerio se convierte, así las cosas (y por obra de este pronunciamiento) en una componente de las fuerzas productivas, tal como manifestó cierto barbudo de Tréveris. Que, en esta ocasión –trabajo fijo, fijo, fijo— es una interferencia a los desmanes de la lepra neoliberal. En resumidas cuentas, Rouco ha abierto las puertas a una nueva disciplina: la curroteología (teología del trabajo). Los más viejos del lugar sabemos que por ella peleó lo suyo el inolvidable Alfonso Carlos Comín, que era comunista en la Iglesia y cristiano en el Partido. En todo caso, la Iglesia debe dejar claro que el 29 de marzo es un dies non laboris.
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1) http://www.diariovasco.com/rc/20120315/mas-actualidad/sociedad/sacerdotes-201203151445.html