La intencionada confusión entre sondeocracia y democracia, que se está organizando desde hace yamucho tiempo, les ha jugado una mala pasada a quienes predijeron que la derechaiba a ganar en Andalucía. Todavía el voto es quien habla frente a la encuestaorientada o no hacia un fin determinado. Esta es la primera consideración queme hago tras alzar una copita de cava --Gaudeamus igitur, brut nature, de la cooperativa de Parapanda-- a la salud de quienes han votado por lasizquierdas andaluzas.
Dígase con claridad: Andalucía no ha permitido quelas derechas gobiernen en esa comunidad autónoma; Andalucía le ha dado un serioaviso al PSOE; y Andalucía ha premiado la tesonera actitud de Izquierda Unida.Ha sido la Andalucíade los hombres y mujeres votando, no la que expresaba una determinada opinión publicada, en no pocos casos –segúnse ha visto ayer-- prefabricada. Un paréntesis,avive el seso dormido y despierte de cara a las encuestas sobre la huelgageneral porque pueden sufrir otro revés como en el caso andaluz.
La alegría de los socialistas andaluces se suponereferida a la posibilidad de gobernar tras los resultados de ayer; el gozo de IzquierdaUnida es evidente que se relacione con los muy buenos resultados que ha tenidoesa formación. Unos y otros, en todo caso, saben que trasformar laposibilidad de gobernar en factibilidad de gobernar depende de ellos mismos. Esalgo que ayer por la noche ninguna de las dos formaciones entrara en el asunto.Era el tiempo de la celebración y de pasear el garbo por las calles y plazas de todas las Andalucías. Pero, pasadoese júbilo, sin dilación hay que entrar en los detalles. Y, hablemos sinperifollos: ahora se entra en el tiempo de la suspicacia. De la lógicasuspicacia, diría yo.
Las relaciones entre las izquierdas andalucessiempre fue mala. Este es un dato inobjetable. Por eso sería inútil que ahorase gritara, como a los novios, aquello de “¡que se besen, que se besen!”. Perosí es exigible que, desde la necesidad más elemental, se les demande que pactenpara gobernar. O sea, que no se reedite la situación extremeña que podríanplantear gente de estirpe aguerrida pero con pocas luces en el magín.
Tengo para mí que las viejas desconfianzas puedenpaliarse a través de un Programa común o, si se prefiere, de una Declaración deIntenciones entre el PSOE e Izquierda Unida y una negociada asunción deresponsabilidades de gobierno. Y como telón de fondo la redacción de un Códigode comportamiento institucional y político de erradicación de todas las bolsasde corrupción camino de que Andalucía sea limpia como una patena. Porque apartir de ahora Andalucía puede ser un experimento que limpie de tinieblas lasituación de Termidor en España. Lo que no será fácil.
