TENDENCIALMENTE FASCISTA

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Al covachuelista se le ocurrió esa idea que atenta contra la razón democrática. Después la dejó escrita a modo de dictamen y la pasó al ministro del ramo: la idea fue tomando cuerpo de laminación tendencial del sistema democrático. Y finalmente el Consejo de Ministros la incluyó en el anteproyecto de Ley de Transparencia, enviándolo a las Cortes. La idea dejaba de ser incorpórea para adquirir una potente fisicidad. El covachuelista enfermizamente fascista veía que su idea se transformaba en un proyecto potencialmente fascista.

La idea prevé la destitución de cargos públicos electos (especialmente los alcaldes) por el común de los mortales por parte del Consejo de Ministros (artículo 27) y faculta al Ministro de Hacienda (artículo 28) para su aplicación. O sea, ese Cristóbal Montoro, la sonrisa del Régimen, es investido como mamporrero de lo tendencial y potencialmente fascista.

Una hipótesis amable es que tanto el covachuelista como el Consejo de Ministros sean rematadamente cretinos e ignorantes de la legislación vigente. Pero, aunque no esté descartado del todo que sea de ese modo, lo más natural es que –sabiendo que eso no colaría y que el Consejo de Estado les llamaría al orden-- han optado, a sabiendas y queriendas, por dejar intacto el redactado del covachuelista como un mensaje de hasta dónde están dispuestos a llegar con su termidorismo político. No lo duden: dentro de poco el grupo de aguerridos palmeros de la rumba termidoriana, micrófono en ristre y pluma en mano, comentarán las bondades del planteamiento del Consejo de Ministros. Y habrá quien cante las excelencias de convertir a los alcaldes en los antiguos corregidoreso los podestàde la Italiamedieval recuperados por Mussolini.

De momento el Consejo de Estado se ha opuesto y le ha llamado la atención al gobierno. No obstante, las maneras están apuntadas. Hasta tal punto que, tras el cogotazo que le ha dado al Gobierno, éste no le ha hecho el menor caso y ha enviado a las Cortes el proyecto sin enmendar la plana. Lo que podría explicarse así: el Gobierno envía el mensaje de que va por todas, de que no se arredra. Y, así, envía este mensaje de prepotencia termidoriana.

Font: José Luis López Bulla