El Obispo Domenico Mogavero, el primer funcionario eclesial de Mazzara del Vallo (Sicilia) oficiará próximamente la misa luciendo un ropaje diseñado por Giorgio Armani. El oficio será retransmitido por la televisión pública italina RAI 1. Lo hemos leído en Monsignore dice messa in Armani. Afirmar que Mogavero cobrará una comisión por esta publicidad es mera especulación; pensar que, de esa manera, Armani tiene asegurada una parecela (con o sin hipoteca) en el Reino de los Cielos es cosa que deben dilucidar los sesudos teólogos de la línea postmodernista.
Habrá, empero, sociólogos que pongan el grito en el cielo (nunca mejor dicho) porque, justamente en una de las zonas históricamente más devastadas por la crisis en Italia, concretamente en Sicilia, uno de los enviados menores del Nazareno lucirá el palmito cual pijo de Via Veneto. Son sociólogos del más puro y tronado anticlericalismo. ¿Acaso preferirían la sotana llena de caspa y mijillas de ceniza del cigarro toscano que lucía la sotana de Don Camilo, el amigo-enemigo de Peppone, el alcalde comunista de Ponteratto? Seamos serios, ¿qué mejor propaganda para atraer con este banderín de enganche a los niños bitongos de la alta sociedad italiana al funcionariado eclesiástico?
¿Banalidad de banalidades, la de este obispo? Anda ya. Es el business, señoras y señores. ¿Qué nos apostamos a que ese día el cepillo de la iglesia, que no paga impuestos, subirá en un porcentaje eucarístico? No le den más vueltas a la cabeza. Todavía más, se trata de pura coherencia. Ya lo decía aquella señorona emperifollada de la Vega de Granada: “Menos mal que tenemos a la Iglesia que nos defiende de los Evangelios”.
A renovarse: un día de estos veremos al Obispo de Alcalá de Henares lucir una vestimenta de drag queen diseñada por Vittorio & Lucchino. Siempre que pague la firma, se entiende.
