Nota editorial. Mi primo Melchor Quevedo, de santaferina natio, me manda uno de sus habituales correos con la idea de ponerme al día de las cosas importantes que suceden en la piel de toro. Tras echar mano de la rotunda ironía de la Vega granadina –me dice que «la familia que escribe unida permanece unida»-- decido por mi cuenta que vale la pena publicar su último envío. Ahí va.
Querido Pepe Luis, te supongo informado de la propuesta del Colegio de Abogados de Barcelona de elevar a la Juntaque concede los premios Príncipe de Asturias que conceda el galardón por la Concordia a la Plataforma anti Hipotecas. Una de las firmas más «respetables» que se ha unido a dicha petición es la de don Federico Mayor Zaragoza (1). Que tan prestigiosa institución, el Colegio de Arquitectos de Barcelona, haya propuesto la concesión ese premio a la PAH se da de bruces contra la mezquina campaña que ha puesto en marcha la que tú calificas como «santa alianza», ese triángulo escaleno que eleva su bilis hasta el punto de calificar a la señora Colau y sus numerosas amistades de nazis. De donde podría inferirse que gente tan informada como el Colegio de Arquitectos y el propio Federico Mayor son colaboradores de los nazis.
Vale la pena mencionar un fragmento de la nota que don Federico, a quien tú y yo conocimos en Granada a primeros de los sesenta del siglo pasado –tempus fugit, primo— ha publicado en estos días: «En los últimos tiempos esta actividad [de la PAH], a medida que se revela más efectiva y merece el aplauso de los ciudadanos, es rechazada por diversos sectores y medios de comunicación. Es el momento de apoyar su labor y conseguir un reconocimiento adecuado de la misma como ejemplo a imitar en casos similares, muy frecuentes, por desgracia, actualmente». Lo que, en sí mismo, representa una desautorización en toda la regla a la santa alianza.
Naturalmente lo que te pido, Pepe Luis, no es sólo que difundas este llamamiento sino que te esfuerces para que tus amistades se incorporen a la propuesta y organicen que se añadan muchos más a ello. Te saluda desde la Alqueria del Gozco, Melchor, muy cerca de la montaña de Parapanda.
Hasta ahí el breve texto de mi primo Melchor Quevedo, una persona de la fracción moderada de mi familia, un hombre de talante temperado que, según parece, está hasta la cruz de los pantalones de tanto desaguisado.