Releo los dos trabajos de Javier Terriente publicados en este blog, concretamente: (1) En la izquierda. ¿Es necesario un nuevo sujeto político? y (y 2) En la izquierda. ¿Es necesario un nuevo sujeto político? La conclusión más importante es la necesidad, según el autor, de «contribuir al nacimiento de esta “otra cosa política”, es hoy el reto de mucha gente de izquierdas. Este nuevo sujeto político sería la expresión plural de un movimiento extraordinariamente complejo y, a la vez, cumpliría la misión de interpretar, desde dentro de ese movimiento y en referencia a él, nuevas metas, definir nuevos objetivos».
Debo entender que Terriente nos está diciendo que todos los partidos de izquierda han agotado su ciclo histórico, que han entrado en una crisis definitiva y que, por lo tanto, ya no muestran utilidad alguna. Hablando en plata: que su acta de defunción está anunciada. Por lo tanto, hay que buscar la substitución de ellos por un «nuevo sujeto político».
Comoquiera que el autor ha pensado a fondo estas cosas, me permito que abunde en la cuestión con la idea de saber si mis interpretaciones de su artículo se ajustan a su pensamiento. Esto es: 1) ¿Está diciendo, en efecto, que todos los partidos de izquierda han agotado su impulso definitivamente? Ello comportaría que han perdido per in saecula saeculorum las posibilidades de autoregeneración. 2) ¿Está planteando que la «subpolítica» (en el sentido que Ulrich Beck da al concepto, es decir, los movimientos sociales que quieren influir en la sociedad desde abajo) es la substituta de la política, tal como la hemos conocido hasta ahora?
No me cabe la menor duda de la desubicación que tienen las fuerzas de izquierda del actual paradigma, que explicaría la sostenida desafección de la sociedad hacia ellas (también del resto de la política, naturalmente). El problema es si validamos que dicha desubicación es irreversible y que, por tanto, el carácter del partido político y su forma-partido es pura herrumbre o si, por el contrario, hay posibilidades del resurgimiento de ese ave fénix.
La cosa se complica cuando percibimos dos tendencias que, a lo largo de la historia, se han ido consolidando: de una parte, el carácter de la política instalada (de las izquierdas) tiende a consolidarse y, de otro lado, la subpolítica (insistimos, los movimientos sociales y colectivos) tienden a ser erráticos y de corta esperanza de vida; de un lado, los partidos de la izquierda dejan de lado su vocación de ser, en la práctica, organizaciones «de masas» para transformarse en grupos de notables y, de otro lado, está por ver que de la «subpolítica» pueda surgir ese nuevo sujeto político que reclama Javier Terriente.