“La Chinaespanta a los mercados”, “La China hunde las bolsas”. Son noticias cada vez más alarmantes que se relacionan con una ralentización de la producción industrial del gigante asiático. Sin embargo, ¿por qué tal descenso debería “hundir las Bolsas de todo el mundo”? ¿Estamos seguros de que para las finanzas globales no hay motivaciones más profundas que vienen del lejano oriente que justifican las actuales preocupaciones?
En 2001 estalla en los Estados Unidos la burbuja de las acciones de las empresas tecnológicas. Anteriormente el valor de las sociedades informáticas aumentaba sin parar y conforme más crecían, los ahorradores veían la posibilidad de obtener altos beneficios y compraban todavía más. El incremento de la demanda de las acciones empujaba el precio hacia arriba y el aumento del precio sostenía el aumento de la demanda. Es una clásica burbuja financiera que se retroalimenta. En 2001, con los precios enormemente sobrevalorados, alguien empieza a vender y se inicia el proceso inverso. Las ventas conducen a un aumento de la oferta de las acciones, lo que hace bajar los precios, que –a su vez-- lleva a otros ahorradores a desprenderse de las acciones. Estalla la burbuja, hay pánico en los mercados y el efecto avalancha entre vendedores y caída de los precios.
Para salir de la situación, la FED, el banco central estadounidense, rebaja drásticamente los impuestos, lo que equivale a inyectar liquidez en el sistema económica; es más fácil conseguir préstamos y endeudarse, por ejemplo, para conseguir una hipoteca. El sistema de los títulos permite a los bancos y a los intermediarios conceder hipotecas a todos ignorando los riesgos. Es fundamental el hecho de que la banca concediera hipotecas a sociedades que se comportaban como bancos pero que no estaban bajo el control previsto por el sistema bancario. Es el llamado «sistema bancario sombra» (shadow banking system): sociedades registradas en los peores paraísos fiscales del planeta que permite a grandes grupos bancarios colocar fuera del balance los préstamos e hipotecas excesivamente arriesgadas. El aumento de la demanda de casas empuja los precios al alza y se inicia la burbuja inmobiliaria.
Estalla la burbuja en el año 2007. Se derrumban los precios de las viviendas, los hipotecados de las subprimeno consiguen devolver los préstamos que han negociado. La crisis inmobiliaria se transforma rápidamente en una crisis financiera y de confianza. Nadie sabe dónde están las pérdidas, nadie se fía de nadie y los bancos ya no se prestan dinero entre ellos. En condiciones normales los bancos se prestan continuamente dinero unos a otros en el circuito interbancario para equilibrar excesos o falta coyuntural de liquidez. Son unos préstamos que pueden ser erogados y devueltos de un día para otro, y por eso se llaman overnight. La tasa overnight –esto es, la tasa de interés que los bancos se prestan entre ellos-- es un índice fundamental para medir la confianza del mercado financiero. Con el brote de la burbuja de las subprime esta tasa se va al firmamento, no sólo en los Estados Unidos sino en todo el mundo. Se bloquea todo el sistema y deben intervenir los Estados con gigantescos planes de salvación para evitar el colapso.
Estalla la peor crisis de las últimas décadas con una fortísima recesión que todavía dura con su respectiva caída del consumo, particularmente en las economías occidentales. Sus repercusiones golpean a los países que exportan a los Estados Unidos y Europa, en primer lugar a China, considerada la primera fábrica del mundo. Para salir de las dificultades relativas a la caída de las exportaciones, China decide orientarse al mercado interno. El partido tolera, e incluso apoya, las primeras huelgas y las peticiones de aumentos salariales con la idea de mantener el poder adquisitivo de los trabajadores para que aumente el consumo. Sin embargo, se trata de un proceso largo. Para sostener la demanda interna se apunta hacia la construcción. Incentivos y facilidades para construir y comprar la vivienda. El precio de la vivienda empieza a subir. El fenómeno se amplifica no sólo por los créditos fácilmente erogados de los bancos chinos sino también por una serie de entidades financieras más o menos legales, más o menos informales que prestan dinero a los ciudadanos. Estas sociedades se comportan como bancos pero no están bajo las reglas y controles previstos por el sistema bancario. ¿Os recuerda esto a algo dejá vu?
El precio de la vivienda se dispara velozmente, demasiado velozmente para la limitada capacidad adquisitiva de los chinos. Y se construye demasiado, hay un exceso de oferta de vivienda y los precios corren el peligro de hundirse. Las sociedades informales que habían erogado préstamos a ciudadanos, que no pueden devolverlos, se encuentran en dificultades, y las dificultades se trasladan rápidamente al sistema bancario chino. El 20 de junio de 2013 Forbes titula «pánico chino, el overnigth roza el 25%», señalando que dicha tasa era, pocos meses antes, del 7%. Parece que los bancos del gigante asiático no se fían las unas de las otras: el mercado interbancario está congelado.
Recapitulando: estas políticas de endeudamiento y “dinero fácil” no conducen a un desarrollo de la economía real sino a una burbuja especulativa a causa de un mercado dominado por lógicas financieras y muy corto plazo; por ausencia de reglas y controles y desarrollo de un sistema financiero pseudos-legal; brotes de burbuja y hundimiento de la confianza en los mercados financieros.
¿Qué sucederá ahora? Cierto, este artículo presenta algunas simplificaciones: la China del 2013 no es Estados Unidos del 2007, los datos macroeconómicos de ambos países –a partir de la balanza de pagos-- no extremadamente diferentes al igual que la situación política. Pero hay similitudes impresionantes. La primera: con toda probabilidad las dificultades no están relacionadas con la ralentización de la producción industrial; es, sin embargo, la enésima demostración de que el actual sistema financiero es ineficiente, ineficaz totalmente fuera de control. Ya no es el instrumento al servicio de la economía sino un fardo insoportable para el conjunto de la sociedad. La Chinadel 2013 y los EE.UU. del 2007 son situaciones seguramente muy diferentes, pero hay un mínimo común denominador. Como sostenía Mark Twain hace más de un siglo: «la historia no se repite, pero rima».
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Traducción de Tito Ferino