Mario Vargas Llosa ha escrito, en más de una ocasión, que hay un deseo morboso de enterarse de cosas que por lo general tienen un carácter secreto o reservado. Lo dijo con relación al asunto de Assange en un largo artículo publicado en El País. Un servidor no tiene un interés morboso, pero hay casos que …
… hay casos como el del reincidente Francisco Pérez de los Cobos, al que algunos han bautizado sarcásticamente como P.P. de los Cobos: oculta su militancia en el Partido Popular y silencia que tuvo una empresa de consulting de la que es administrador único (1). Todo ello a sabiendas y queriendas. ¿Soy un chafardero indomable si exijo al Presidente del Tribunal Constitucional, a quien pagamos con nuestros impuestos, cumplida y veraz información de su doble ocultamiento? Quede claro, no veo censurable que este caballero haya militado en el Partido popular, ni tampoco su actividad empresarial. Es más, exijo –sin otro título que el de contribuir a su salario actual-- ser informado de quiénes fueron los destinatarios de sus dictámenes y el contenido de los mismos. ¿Morbo, según diría el maestro Vargas Llosa? Ni hablar del peluquín: por saber qué relación existe entre sus dictámenes, las políticas del gobierno y qué incompatibilidad puede haber ante los recursos presentados.
Pues bien, tal como están las cosas ¿no parece hilarante que este caballero permanezca en el burladero de sombra, acogido a la hospitalidad del Partido Popular que ha vetado la petición de comparencia de algunos grupos parlamentarios ante las Cortes? Como ustedes entenderán, me importa una oblea que este P(aco) P(érez) de los Cobos haya caído en el desprestigio personal, el problema es que su empecinamiento arrastra nada menos que al Tribunal Constitucional. Esta institución queda tocada del ala. Y con ello arrastra a todo lo demás. En resumen, La buena estrella del profesor Pérez de los Cobos está estrellando no pocas cosas en nuestro país. Al tiempo, cabe la posibilidad de que este jurista esté en coplas (el TC, por supuesto) en algunas instituciones europeas similares, aunque otras pensarán que «nuestro PP de los Cobos nos marca el camino». Me imagino a Berlusconi exclamando envidioso: «Bravo, Paco; democrazia, vaffanculo».