
La presentación del Diccionario Internacional de Derecho del Trabajo en Toledo me trae a colación un recuerdo de niñez en Santa Fe, capital de la Vega de Granada. En cierta ocasión mi padre adoptivo, el reputado maestro confitero Ferino Isla, me llevó al cementerio a cumplimentar a mis difuntos. En la lápida de mi abuelo rezaba esta leyenda: «Don José López Vázquez, muerto de forma aleve». A mis nueve años yo no sabía qué significaba «aleve». Así es que le pregunté al confitero qué quería decir esa palabra. Ferino carraspeó y miró misteriosamente al Picacho de la Veleta, allá en las alturas de Sierra Nevada. Aquello me escamó. Cuando llegamos a casa me fui directo al diccionario. Aleve, a traición. Aivá, a mi abuelo López Vázquez lo mataron por la espalda. Ni corto ni perezoso le pregunté la cosa al maestro Ferino. Contrariado, y ya sin la ayuda de las nieves del Veleta, me contó una larga historia que resumida es ésta: Fulano de Tal sorprendió a su esposa estando debajo de mi abuelo (los detalles sobran, excepto que él tenía cincuenta años y ella no llegaba a los treinta). Comoquiera que el marido estaba avisado (también sobran los detalles de cómo, cuándo y dónde) agarró la escopeta y, sin mediar, palabra le pegó una sarta de tiros que dejó a López Vázquez tieso. Conclusiones, así a bote pronto: en casa teníamos un diccionario; un servidor lo consultaba, a veces buscando palabras escatológicas; y, finalmente, me dio una información que estaba guardada bajo siete llaves en la memoria de los míos. De lo dicho podríamos sacar algunas relaciones entre el diccionario y las lápidas mortuorias, pero todavía no me siento con los conocimientos para ello.
Cuestión bien diferente es la reciente aparición del Diccionario Internacional de Derecho del Trabajo, que ha sido editado por la Tirant LoBlanc. El Diccionario es una obra colectiva que ha sido coordinada por Antonio Baylos (Catedrático de Derecho del Trabajo de la UCLM, por la magistrada Candy Florencio Thomé, jueza del Trabajo de la 15ª Región de Brasil, y por Rodrigo García Schwarz, también él magistrado de trabajo brasileño en Sâo Paulo, y doctor en derecho por la UCLM, con una excelente tesis sobre el trabajo esclavo, quien ha sido el alma verdadera del proyecto. Digamos, pues, que es un diccionario de autoridades o, por mejor decir, el diccionario.
El diccionario que, según prologa Maria Emilia Casas, tiene «en sus contenidos sustantivos, el análisis preciso de cada voz o registro material sigue el criterio de ordenación terminológico que es propio de los diccionarios, con utilísimas remisiones de unas voces a otras para completar el tratamiento sistemático de las materias abordadas, con atención a las elaboraciones jurisprudenciales y con pertinentes referencias bibliográficas. Pero lo que singulariza también, y de manera muy sobresaliente, este Diccionario es la elaboración de las trescientas sesenta y cuatro voces que lo integran, que no necesariamente se alinean con las que son habituales en un diccionario jurídico. Son más ágiles y significativamente mas abiertas, hacen referencia a realidades más actuales y su especificación es asimismo más directa. »
No hace falta explicar la importancia de este diccionario para la formación (e información) de los sindicalistas, incluidos naturalmente los dirigentes. Éstos podrían creen qur a ellos no les hace falta. Pero todo apunta que los años de milicia sindical no garantizan los conocimientos: experiencia y conocimientos no siempre van de la misma mano. Ni qué decir tiene que a los sociólogos siempre les será útil tener a mano este libro. Tres cuartos de lo mismo les conviene a los políticos de babor y estribor. Por no hablar de los operadores jurídicos.
En resumidas cuentas, ¿no crees que está bien invertido el dinerito que pagues por el mencionado libro? Porque si tengo que seguir hablando de las ventajas del diccionario es que la cosa no está bien…
Apostilla. Bien podría ser que si mi abuelo López Vázquez hubiera tenido este diccionario tal vez no se hubiera metido en chicoleos de faldas. Pero esta es una hipótesis que admite muchas dudas. Noticia, al airado marido le cayó una buena ristra de años de trena. Finalmente fue indultado por el gobierno del general Primo de Rivera.