ESE SANDIO DE PUJOL JUNIOR
Esa tal Vicky, la ex novia de Pujol Junior, representa una cesura con relación a las esposas, novias o similares que «no sabían nada de nada» de sus parejas. La Vickylo sabía todo. Nada que ver, por tanto, con la sobrevenida amnesia de Cristina con lo de su Urdangarín. Y a fe mía que está sacando partido y beneficios de ese «saberlo todo». Por de pronto sale de rositas de su colaboración en los negocios de Junior; y, por lo demás, ahí la tenemos como tertuliana en los espacios de gran audiencia televisiva. La otra noche, según informa, el gran Ferran Monegal compitiendo en ardor con Pilar Rahola. Véase El Periódico, 14 de septiembre de 2014, en «Antes Al Qaeda que Madrid».
De lo relatado por el maestro Monegal, el periodista que nos ha enseñado a ver críticamente la televisión, sacamos las siguientes consideraciones: Pujol Junior, siendo un descerebrado patológico, pudo amasar una fortuna colosal, pero fue un rematado cretino. Vamos a ver, el caballerete podía confiar en la impunidad que le daba ser un vástago del patriarca: eso entra dentro de los cálculos. Pero no supo respetar los códigos ancestrales de las más básicas condiciones del mundo de los negocios, sean estos del color que sean. Por ejemplo, poner en nómina a su novia y pagarle un buen jornal. Ni siquiera supo o quiso llevarla en palmitas este sandio de Junior. En conclusión, el hijo del patriarca hizo añicos el discutido teorema de que tiran dos tetas más que dos carretas. Y como consecuencia Junior está empapelado y la Vickyluciendo pico en los platós. Y, por supuesto, cobrando lo suyo. Con lo que no es aventurado afirmar que es pionera en el negocio de la transhumancia de los arrepentidos dándole a la sin hueso en las televisiones.
¿Quién dijo que la corte de los milagros de Isabel II era irrepetible?
* Gaspar Baticola es el autor de Gacetillas desde mi chambao, Editorial Alquería del Gozco, 2013.

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