DE LA UNIDAD DE TRINCHERA A LA UNIDAD DE PROYECTO Y TRAYECTO
Susana Camusso y Maurizio Landini, primeros dirigentes de la CGIL y de la FIOM-CGILrespectivamente han aparcado sus diferencias y, de momento, se disponen a dar una batalla “unitaria” contra las políticas del primer ministro Matteo Renzi. El primer momento de esta movilización será una manifestación, que se prevé multitudinaria, de carácter nacional en Roma. Allí estaré espiritualmente.
La historia de las relaciones entre la confederación italiana y su federación metalúrgica siempre estuvo llena de altibajos, incluso cuando la FIOM estuvo dirigida por dos personas tan templadas como Luciano Lama y Bruno Trentin. Aunque no es el momento de entrar en los motivos de esos guadianas, nos quedaremos en esta apreciación: las relaciones fueron buenas cuando el conjunto de los trabajadores italianos sufrían un ataque en toda la regla; en los momentos-valle la cosa se complicaba y las relaciones adquirían no sólo asperezas sino situaciones de tensión. Ahora, en dicha lógica, se ha producido el abrazo entre la Camusso y Maurizio Landini.
Así pues, podríamos decir que lo que preside las relaciones entre la CGIL y la FIOM es esencialmente una unidad de trinchera. El tiempo y la evolución de las cosas indicará si se abre un camino nuevo entre ambas organizaciones: la casa grande y la habitación grande. O sea, el tránsito de la «unidad de trinchera» a la unidad de proyecto común, con reglas compartidas. Para más abundamiento, a un trayecto común. Con los menos guadianas posibles. Algo que, a mi juicio, es igualmente válido para los sindicatos europeos. También en nuestro país.

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