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José Luis López Bulla CONTRA RATO Y BLESA
José Luis López Bulla

Estos dos viejos galápagos, Rato y Blesa, han creado a sabiendas y queriendas una descomunal estafa contra decenas de miles de personas, la mayoría de ellas gentes de edad provecta. No hace falta dar detalles, todos estamos al tanto de tan superlativa fechoría. En honor a la verdad, sin embargo, no ha sido Bankia la única institución financiera la que ha perpetrado, pistola en mano, este enorme abordaje. Pero, tras el informe de los peritos, el asunto de Bankia cobra una nueva dimensión. Y estos dos personajes  se nos aparecen como «alcahuetes entre la necesidad y el dinero», que diría Shakespeare sobre ciertos personajes de su tiempo.  Lo único que les queda a ambos es, ahora, tirar de la manta pro domo sua.


Está bien que caiga todo el peso de la ley sobre estos dos caballeretes. En ello confiamos, y como antiguamente se decía «Jueces hay en Berlín», quiero decir en Madrid. Ahora bien, ¿qué hay del bolsillo, ahora ya sumamente escuálido de cada preferentista? Entiendo que no habrá justicia definitiva si los dineros, invertidos a punta de bayoneta, no vuelven a su lugar: al peculio contante y sonante de cada persona estafada.


Decenas de miles de personas están llevando una serie de movilizaciones que podríamos calificar de primera necesidad, a saber, recuperar sus ahorros. Pero, entrando de lleno en la cuestión, hemos de considerar que esa presión sostenida no está siendo suficiente. La sociedad tiene, así las cosas, un interrogante sobre el particular: ¿qué ha hecho concretamente para acompañar la exigencia de los preferentistas a recuperar su dinero? Y, más todavía, ¿qué fisicidad han puesto en marcha los partidos políticos y los movimientos sociales en esa dirección? Añado de manera tal vez impertinente: tras el informe de los peritos, que se supone debe hacer la política en la dirección correspondiente?


¿Es acaso una extravagancia articular una presión sostenida de apoyo concreto –y no retórico--  a las exigencias de los preferentistas así de Bankia como del resto de los estafados por el resto de las instituciones financieras? ¿Es una chaladura que dicha articulación, además, tuviera como reivindicación de acompañamiento la exigencia de una banca pública que, por lo demás, figura en la literatura programática de ciertas fuerzas de la izquierda? Dispensen, pero ¿tan importante cuestión va a figurar solamente como banderín de enganche electoral?  ¿Serán los preferentistas un pretexto para proponer cambios o, especialmente, sujetos a tutelar de manera concreta en su condición de vida? ¡Doctores tiene la Iglesia!   



     

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