Así es que, ya octogenario, cogió el aparato en el aeropuerto de Chauchina rumbo a la ciudad condal. Y, como pasa en estos casos, el aparato fue subiendo y subiendo, incluso por encima de la Ermita de los Tres Juanes. Maganchas se asomó a la ventanilla y –mientras el avioncico seguía subiendo--  observó que sus tierras (desde el Picacho de la Veletahasta los puertos de Cabra, por lo menos) se iban quedando chicas, cada vez más diminutas: a más altura, menos tierra. No daba crédito a lo que veía: todo su latifundio era un puntico insignificante. Entonces, en pleno jamacuco, se le oyó decir: «Toa la vía ajorrando a tó meter y vienen los de Podemos y te quitan la tierra». Y estiró la pata. En pleno vuelo estiró la pata. Parece ser que a la altura de los Montes Orientales.