DEL BLANQUEO DE CAPITALES
Escribe El maestro Liendre
Pierre-Simon Laplace dejó escrito con relación al cálculo de probabilidades: «Es notable que una ciencia que comenzó con consideraciones sobre juegos de azar haya llegado a ser el objeto más importante del conocimiento humano». Si ello es una exageración, o no, ya es cosa de cada cual. Aunque entiendo que el famoso padre de la diputada Quesejodan piense de otra manera, apoyado sin duda ciertos miembros del narcotráfico y determinados exponentes de la llamada Operación Púnica. Que, según ellos, se han visto favorecidos por el azar de loterías, quinielas y otros juegos similares. Aunque no consta que ninguno de ellos estudiara esta parte del Análisis Matemático, el cálculo de probabilidades, tanto en el magnífico libro de don Julio Rey Pastor como en el latazo de los profesores Trocóniz y Belda, que tanto han aburrido al estudiantado. De la escuela Rey Pastor ha salido lo mejor de la ciencia española; de Trocóniz y Belda se desconoce la calidad de sus seguidores.
La camada de los Charlones, el papá de la señora Quesejodan y los encarcelados de la Operación Púnicahan insistido en que una gran parte de su fortuna viene de que la Rueda de la Fortuna, en forma de loterías y otros juegos de azar, ha sido asaz generosa: cada dos por tres les tocaba un buen pico. Hasta que inspectores de Hacienda –unos de la escuela Rey Pastor, otros de la Trocóniz-- han dado con la tecla. Las convenciones matemáticas que sobre el particular dejaron demostradas Gauss y otros grandes desmentían que Charlones y sus franquicias políticas pudieran ser tan favorecidos. Aquí tenía que haber gato encerrado. ¿Y dónde estaba el gato? Respuesta: en el blanqueo de capitales. ¿Con qué técnica concreta? Con la que se explica a continuación.
Charlines y sus alumnos más avezados se enteraban de quiénes eran ciertos afortunados de los juegos de azar a través de tramas estructuradas, a saber: loteros y ciertos empleados de agencias bancarias. A continuación ofrecían una cantidad superior a lo ganado por el favorecido del azar. Obviamente el resultado era ganancioso para ambas partes: el favorecido veía ampliada su ganancia y los Charlines de toda laya blanqueaban su capital. Y aquí paz y después gloria.
Lo que vendría a corroborar que no es rentable violar las convenciones matemáticas tanto si las explica felizmente Rey Pastor como el pelmazo de Trocóniz.
Addenda.-- Desde luego, si el comisario Méndez –del inolvidable González Ledesma-- hubiera estado de servicio me juego lo que sea que hubiera caído en la cuenta mucho antes que los inspectores de Hacienda. Va por usted, Silver Kane.

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