La potencia de la rutina en estas elecciones
¿Qué aires de renovación han traído las fuerzas políticas emergentes en esta campaña electoral? Lamento decir que se han dejado llevar por la rutina y el convencionalismo del reciente tradicionalismo de las campañas al uso. Aunque tal vez yo no haya sabido percibirlo o debido a la puntillosa pejiguería de quienes somos demasiado exigentes. Lo diré por lo derecho: tanto Podemos como Ciudadanos, fuerzas emergentes que se reclaman del rupturismo de la política al uso, han caído en la misma prosopopeya de las más viejas del lugar. Esto ha sido visible en sus figuras más representativas como en los teloneros que les acompañaban. La retórica más común –regeneracionismo, renovación, nueva política -- no ha ido acompañada de las necesarias concreciones capaces de demostrar la novedad de esos teoremas. Así es que el voto necesariamente se orientará en base a percepciones y sentimientos.
Seguimos sin saber qué modelo de territorio plantean los emergentes, que planteamiento de desarrollo, que compatibilidades con el medio ambiente, qué meollo tiene la cosa. En su lugar han sobado las mismas invectivas y energumenismos que los de las viejas formaciones. En resumidas cuentas, lo aparentemente nuevo tiene la misma herrumbre que lo demostradamente viejo. De donde infiero que el hecho de provocar rupturas, concretar renovaciones (o refundaciones) es un hueso duro de roer. O, por decirlo con estilo campero, una cosa es predicar y otra dar trigo. Quizás porque la rutina tiene un enraizamiento muy poderoso, un potente mecanismo que provoca el pánico. Ya quedó fijado en mármol en el viejo refrán que nos viene de los tiempos de antañazo: más vale malo conocido que lo bueno por conocer. O tal vez porque cualquier renovación es vista como un salto en el vacío en vez de una posibilidad de avance. Sea como fuere, en los terrenos políticos y sociales parece evidenciarse que la rutina es más poderosa que la innovación. De ahí que las metáforas sacralizadas de antaño tengan más prevalencia que la necesaria investigación que necesitamos hogaño. Así las cosas, tengo la impresión de que se sigue poniendo el acento en el envoltorio que en el sabor del caramelo. Con lo que intuitivamente apunto que el currículum de la renovación ni siquiera ha empezado.
Por lo demás, afirmar que el cuadrado de la ipecacuana es igual a la suma de los cuadrados de los catetos no es una innovación del teorema de Pitágoras sino un chascarrillo de tres al cuarto.

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