El ojo de Internet y la jornada de reflexión

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Esto de la red de redes tiene su miga. De un lado te proporciona una exuberante información; de otro lado su fuerte capacidad de atracción te puede acarrear no pocos inconvenientes. Lo mismo te informa de quién fue el defensa lateral izquierdo de la Balompédica de Iznalloz FC durante la temporada de 1945 – 46 para quien esté interesado en la erudición deportiva que atrae impúdicamente a negocios de la peor calaña. Y, por supuesto, si algún personaje quiere maquillar su oscura biografía para simular que es un demócrata desde que tenía los dientes de leche puede verse abochornado porque siempre habrá una mano que le recuerde sus fechorías de antaño no muy lejano. Son cosas de la red de redes: un panóptico que hubiera hecho caer en deliquio al mismísimo Jeremy Benthan, un inglés inquietante del que se dice que a los cinco años hablaba latín y francés.

Reafirmo: la red de redes tiene su miga. Por ejemplo, yo tengo una experiencia personal. Mi mujer y yo tenemos pendiente una visita a Roma para cuando amainen las calores. Busco u hotel: precios prohibitivos; lo pongo, pues, en la lista negra. Busco otro hotel que me ha recomendado un amigo italiano: precios moderados; tomo nota. Al cuarto de hora en mi mural de facebook aparecen anunciados ambos hoteles como diciéndome: oiga, no le dé más vueltas al asunto, aquí estamos para lo que sea de menester. Por lo que tomo una decisión drástica: ninguno de los dos. Por ello, idearé una forma de buscar un albergo romano huyendo del panóptico de Internet.

Ustedes dirán que esta intimidad personal no tiene el más mínimo interés para nadie. Por supuesto, se trata simplemente de respetar la jornada electoral. De cumplir con los requisitos de este día de hoy. Así es que nada de consignas electorales. Nada de recordarles a ustedes que se esfuercen en desalojar al Partido Apostólico; que no hagan el negocio de Roberto el de las Cabras votando a la derecha chanel número cinco.