«Cataluña será cristiana o no será»
El Obispo Josep Torras i Baiges, el exponente más reconocido del catalanismo religioso y tradicional, dejó dicho enfáticamente que «Cataluña será cristiana o no será». Pues bien, a pesar de la contundencia de la frase lo cierto es que todavía está por demostrarse la validez de la idea de nuestro acreditado mosén. En todo caso me apropio parcialmente de una parte de la idea: el Barça será cristiano o no será.
De momento, en el escenario político catalán dos monjas eminentes –Teresa Forcades y Lucía Caram, autodenominada la monja cojonera-- se han tirado a la arena pública: la primera intentando liderar una coalición de izquierdas; la segunda, siguiendo las esencias de lo expuesto por Étienne de la Boethie en La servidumbre voluntaria apoyando entusiásticamente al presidente Artur Mas. Primera consideración muy precipitada: el proceso soberanista será cristiano o no será. Convengamos, pues, que el manteo del obispo Torras es alargado.
Simultáneamente a lo que decimos, el FC Barcelona se encuentra en un momento electoral. Cuatro son los candidatos llamados por el Señor para presidir el club. Sin embargo, ciertas interferencias laicas sostienen que realmente la cuestión la van a dirimir los dos candidatos más acreditados: Josep Maria Bertomeu, el hombre tranquilo y Joan Laporta, un personaje muy acorde con los tiempos que corren. Pues bien, sabedores estos dos caballeros del apotegma del obispo Torras i Baiges se están camelando a dos personalidades religiosas en apoyo de sus respectivas candidaturas. Bertomeu, nuestro hombre en Qatar, cuenta ya con la ubicua Lucía Caram, que tiene la ventaja de haber nacido en la misma ciudad (Rosario) que Dios Messi; Laporta, nuestro hombre en la Montaña Sagrada de Montserrat, le hace arrumacos al cura Josep Maria Ballarín que, a sus noventa y cinco años, está como un chaval y todavía sigue en el recuerdo de centenares de miles de catalanes por sus apariciones en la televisión catalana y por su cuantiosa bibliografía.
De manera que si el panorama político catalán está en manos del Altísimo, también en lo atinente a las elecciones del Barça la cosa parece tener la misma pinta. O sea, que al igual que en la literatura clásica griega todo era posible «si un Dios lo maquina» --como expresó el viejo Homero-- en el Barça ocurre tres cuartos de lo mismo. Segunda conclusión no menos precipitada: el Barça será cristiano o no será. Todo un detalle en el que, al parecer, todavía no ha caído Florentino, reputado mogrollo de la economía patria.
No queremos agobiar a la teología, una disciplina que se dedica paradójicamente a hablar de lo indecible, pero sí le llamamos la atención a los teólogos de la necesidad de poner al día la teología antropológica y sus posibles vínculos con la política catalana y las elecciones en can Barça.
Mientras tanto, me imagino a unos y otros –votantes de unos y otros-- viendo que la soberanía no se encuentra en sus votos sino en las manos del Altísimo, aunque preferentemente, dicen las lenguas de doble filo, que optaría por su Enviado en la Tierra, Lionel Messi. Con lo que –conclusión todavía más temeraria que las anteriores-- Dios Padre, hijo y nieto de argentinos—haría un acto de nepotismo.
El problema podría ser que el Altísimo no fuera argentino, sino de Qatar. Con lo que podría crearse una cierta confusión entre los partidarios de Bertomeu. Porque realmente ¿quién es el dios del Barça: Jehová o Alá? Porque si Messi es el Enviado de Dios en la Tierra, quien verdaderamente maneja el parné es Alá. Se trata de una confusión que, posiblemente, podría ser aprovechada por los seguidores del bombástico Laporta, cuya referencia es la Moreneta.
En fin, todo puede ser, incluido un choque de dioses disputándose el juego geopolítico de quien se insiste en decir que es «más que un club».

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