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José Luis López Bulla Adversus Corcuera y Leguina (por lo menos)
José Luis López Bulla



Seamos justos incluso con la gente que nos cae antipática. Seamos justos, pues, con José Luis Corcuera, que intentó entregar un documento a la dirección de su partido antes de empezar el sínodo federal del pasado sábado a favor de la llamada gran coalición. Es un pliego de firmas del Gotha socialista ya si mando en plaza. El PSOE se negó a recibir el papel, cosa que no compartimos en absoluto. A nadie se le puede excluir de sus derechos. Se empieza negando el pan y la sal a Corcuera y se acaba haciendo lo mismo a la gente del arroyo socialista.


Sólo un avisado comentarista, Enric Juliana, ha entrado seriamente en materia, significando por lo derecho la novedad de este documento, posiblemente redactado por Joaquín Leguina,  que es un hombre letraherido. El resto de los comentaristas y escribidores de gacetillas solamente han hablado de las referencias del documento al «carácter tóxico» de Podemos y a sus relaciones con el «chavismo» y otras pipirranas exóticas internacionales. La novedad, como decimos, ha pasado desapercibida. Nos referimos a la alusión del papel que la gran coalición en tanto que «democracia consociativa». Entiendo que no se trata de un desliz sino de algo puesto a cosica hecha.


Creo que es la primera vez que, desde las filas de un partido socialista, se reclama el término «democracia consociativa». No recuerdo que ninguna corriente de opinión y militancia de dicho partido hayan reivindicado o planteado explícitamente esa práctica política. El ladino de Bettino Craxi, que tanto la práctico, ni siquiera –que yo recuerde— habló de ello: su mano izquierda (si es que la tenía) siempre ignoró lo que hacía su derecha. Y viceversa.  


El consociativismo  siempre fue (y sigue siendo), dicho esquemática pero no erróneamente, el pacto entre élites del poder político y del dinero contra las clases populares organizadas en movimientos sociales y políticos. Italia fue el paradigma de ello, la Italia de la Democracia Cristiana especialmente y sus cacicazgos de toda suerte. Y de aquellas inmundicias se nutrió el gattopardismo y vino la decadencia cultural y política del país donde florecía el limonero.



La insólita novedad del documento es que un sector minoritario, aunque influyente, del PSOE se convierte en esos «aduladores agachados» de los que habla el Duque de Cornualles en la escena segunda del segundo acto del Ley Lear. Con lo que llegamos a una conclusión provisional: el PSOE no tiene un problema coyuntural sino estructural. Demasiados galápagos revolotean en su interior disfrazados de pluralismo ideológico.


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