Quisiera saber qué pito tocaba en la cabecera de la manifestación barcelonesa del sábado una representación de Convergència democrática de Catalunya. Me interesa la respuesta porque es conveniente saber si los organizadores han tenido, por decirlo educadamente, un exceso de hospitalidad melindrosa. Lo decimos porque sabemos de antiguo que estar acompañado en la primera fila de una marcha es una forma, entre otras, de inducir a confusión.
El sábado, en efecto, miles de personas –convocadas por los sindicatos confederales y otras organizaciones cívicas como, por ejemplo, la Assemblea Nacional Catalana-- recorrieron las calles más famosas de la ciudad en apoyo de los derechos sociales. Pronto se vio que el grito predominante era a favor de la independencia de Cataluña que ahogó el carácter social al que estaban llamados formalmente los manifestantes. De donde fácilmente se puede inferir que, por ejemplo, el protagonismo sindical no estuvo a la altura de lo que previamente era el eje central del llamamiento. O puede que en los preparativos de la marcha no hubo una negociación clara de los objetivos de la misma. O, ¿quién sabe?, que hay quien se ha acostumbrado a ser la fiel infantería de otros objetivos, que siendo legítimos no son los prioritarios ni siquiera los que figuran con letras de mármol en el proyecto sindical. CDC o el bosón de Higgs.
Pues bien, mira por dónde Convergència democrática de Catalunya puede, como las partículas de la física cuántica, estar simultáneamente en dos sitios a la vez: usando la motosierra contra los derechos sociales y protestando contra sus propias políticas.
