Natalicio versus defunción
«Cuentan de un director de diario que presumía de no rectificar nunca una información en sus páginas porque era una manera de defender que el periódico jamás se equivocaba. Un día publicó una esquela de un empresario que estaba vivo. No fue un error sino una venganza de uno de sus empleados, que deseaba para el industrial el peor de los males. El empresario se presentó en el despacho del director pidiendo una rectificación, pero este se negó en redondo apelando a la credibilidad del medio. La discusión fue surrealista, pero al final el responsable del diario se comprometió a arreglar el entuerto. Al día siguiente, el falso muerto apareció en la sección de natalicios, que era una manera de reconocerle que estaba vivo.» Quien explica este sucedido es Màrius Carol, director de La Vanguardia.
Sugiero no leer esta historia, sea verídica o ficticia, en clave chascarrillo. Debería interpretarse con toda la seriedad del mundo. Pues refleja algunas de las miserias de los medios de comunicación. Una de ellas, por ejemplo, es no dar el brazo a torcer cuando fehacientemente se ha probado que algunas informaciones son tan falsas como aquellos duros sevillanos de antañazo. Dicho lo cual, aprovecho la ocasión para volver a plantear algo que propuse tiempo ha: el Estatuto de los Lectores. Que se explica y justifica en http://alametiendo.blogspot.com.es/2012/02/el-estatuto-de-los-lectores-y-las.html

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