# Aturada dels anuncis televisius
# Retirada del mercat
# Compromís dels partits per eradicar-ne l’ús
# Abandó dels herbicides en els entorns urbans, periurbans i vies de comunicació
Si estàs d’acord amb que cal posar fre a MONSANTO i a com enverina la terra i posa en risc la nostra salut, signa aquí!
A finals del passat mes de març, la Organització Mundial de la Salut (OMS), va classificar l’herbicida glifosat com a “probable cancerigen”, tot reconeixent la seva relació amb el desenvolupament de limfomes no-Hodgkins en estudis epidemiològics de poblacions humanes i les “evidències convincents” de que provoca càncer en animals de laboratori[i].
La declaració de l’OMS s’ha produït al mateix temps que TV3 i altres mitjans estaven emetent un anunci publicitari d’un producte comercial (el Roundup) la substància activa del qual és l’herbicida glifosat.
Actualment, és l’herbicida més utilitzat en la major part de cultius no ecològics (cereals, fruiters, arboris de secà, etc.) i també en els parcs, jardins i carrers de pobles i ciutats.
Es tracta d’un herbicida principalment comercialitzat per Monsanto que en va ser propietària de la patent fins l’any 2000. Va ser introduït en el mercat com un producte no residual i biodegradable fet pel qual l’empresa ja va ser condemnada per publicitat enganyosa en 2007 als Estats Units.
Al contrari de la propaganda, avui sabem que el glifosat ha passat a la cadena alimentària i que es pot trobar en el cos d’una part molt important de la població europea com va demostrar un estudi de l’associació Amics de la Terra. [ii]
A més d’això, està contaminant greument les aigües de Catalunya, que en molts freàtics tenen concentracions mitjanes de glifosat al llarg de l’any superiors a 0’1 μg.l-1, valor màxim admès per la normativa europea (Directiva 2006/118/EC)[iii].
El parlament holandès ja ha aprovat, amb efecte a partir de l’1 de novembre de 2015, prohibir l’ús d’aquest herbicida, entre d’altres, en activitats no agrícoles, de jardineria, i de manteniment de infraestructures.
Tal i com venim denunciant en la campanya contra el glifosat des de l’any 2012 i com es pot comprovar en l’argumentari que s’adjunta al final de la pàgina**, estem convençuts de que aquest producte comporta greus problemes de salut pública i de contaminació ambiental. Per aquests motius demanem:
– A la Corporació Catalana de Mitjans Audiovisuals i la resta de mitjans públics que eivitin qualsevol anunci de Roundup o Glifosat.
– Al govern de la Generalitat de Catalunya que retiri del mercat tots els productes que contenen Glifosat.
– Als partits polítics que es comprometin, abans de les pròximes eleccions autonòmiques, a eradicar-ne el seu ús.
– A tots els ajuntaments i administracions catalanes que abandonin immediatament l’ús d’herbicides en els entorns urbans, periurbans i vies de comunicació, i posin en marxa les alternatives existents de jardineria ecològica.
[i] http://www.iarc.fr/en/media-centre/iarcnews/pdf/MonographVolume112.pdf.
[ii]https://www.foeeurope.org/sites/default/files/glyphosate_studyresults_june12
https://www.foeeurope.org/weed-killer-glyphosate-found-human-urine-across-Europe-130613
[iii]Sanchís, J. et al. 2012. Determination of glyphosate in groundwatersamplesusinganultrasensitiveimmunoassayandconfirmationby on-line solid-phaseextractionfollowedbyliquidchromatographycoupled to tandemmassspectrometry. AnalyticalandBioanalyticalChemistry, 402(7): 2335-2345.
A través de la web www.ultimallamada.org “Última llamada” se ha hecho público un Manifiesto con unas 250 firmas iniciales que puedes consultar aquí, y en el que se reclaman propuestas de cambio más audaces para hacer frente a una crisis ecológica que afecta a todos los ámbitos y provoca injusticias sociales.
Puedes sumar tu apoyo difundiendo el Manifiesto o dando tu firma, como yo he hecho, por un nuevo modelo que anteponga la SALUD de las personas en armonía con la naturaleza y por la EQUIDAD; por un mundo menos desigual, con mayor igualdad y realmente habitable para los por venir.
MANIFIESTO
Los ciudadanos y ciudadanas europeos, en su gran mayoría, asumen la idea de que la sociedad de consumo actual puede “mejorar” hacia el futuro (y debería hacerlo). Mientras tanto, buena parte de los habitantes del planeta esperan ir acercándose a nuestros niveles de bienestar material. Sin embargo, el nivel de producción y consumo se ha conseguido a costa de agotar los recursos naturales y energéticos, y romper los equilibrios ecológicos de la Tierra.
Nada de esto es nuevo. Las investigadoras y los científicos más lúcidos llevan dándonos fundadas señales de alarma desde principios de los años setenta del siglo XX: de proseguir con las tendencias de crecimiento vigentes (económico, demográfico, en el uso de recursos, generación de contaminantes e incremento de desigualdades) el resultado más probable para el siglo XXI es un colapso civilizatorio.
Hoy se acumulan las noticias que indican que la vía del crecimiento es ya un genocidio a cámara lenta. El declive en la disponibilidad de energía barata, los escenarios catastróficos del cambio climático y las tensiones geopolíticas por los recursos muestran que las tendencias de progreso del pasado se están quebrando.
Frente a este desafío no bastan los mantras cosméticos del desarrollo sostenible, ni la mera apuesta por tecnologías ecoeficientes, ni una supuesta “economía verde” que encubre la mercantilización generalizada de bienes naturales y servicios ecosistémicos. Las soluciones tecnológicas, tanto a la crisis ambiental como al declive energético, son insuficientes. Además, la crisis ecológica no es un tema parcial sino que determina todos los aspectos de la sociedad: alimentación, transporte, industria, urbanización, conflictos bélicos… Se trata, en definitiva, de la base de nuestra economía y de nuestras vidas.
Estamos atrapados en la dinámica perversa de una civilización que si no crece no funciona, y si crece destruye las bases naturales que la hacen posible. Nuestra cultura, tecnólatra y mercadólatra, olvida que somos, de raíz, dependientes de los ecosistemas e interdependientes.
Tenemos ante nosotros el reto de una transformación de calibre análogo al de grandes acontecimientos históricos como la revolución neolítica o la revolución industrial
La sociedad productivista y consumista no puede ser sustentada por el planeta. Necesitamos construir una nueva civilización capaz de asegurar una vida digna a una enorme población humana (hoy más de 7.200 millones), aún creciente, que habita un mundo de recursos menguantes. Para ello van a ser necesarios cambios radicales en los modos de vida, las formas de producción, el diseño de las ciudades y la organización territorial: y sobre todo en los valores que guían todo lo anterior. Necesitamos una sociedad que tenga como objetivo recuperar el equilibrio con la biosfera, y utilice la investigación, la tecnología, la cultura, la economía y la política para avanzar hacia ese fin. Necesitaremos para ello toda la imaginación política, generosidad moral y creatividad técnica que logremos desplegar.
Pero esta Gran Transformación se topa con dos obstáculos titánicos: la inercia del modo de vida capitalista y los intereses de los grupos privilegiados. Para evitar el caos y la barbarie hacia donde hoy estamos dirigiéndonos, necesitamos una ruptura política profunda con la hegemonía vigente, y una economía que tenga como fin la satisfacción de necesidades sociales dentro de los límites que impone la biosfera, y no el incremento del beneficio privado.
Por suerte, cada vez más gente está reaccionando ante los intentos de las elites de hacerles pagar los platos rotos. Hoy, en países como España, el despertar de dignidad y democracia que supuso el 15M (desde la primavera de 2011) está gestando un proceso constituyente que abre posibilidades para otras formas de organización social.
Sin embargo, es fundamental que los proyectos alternativos tomen conciencia de las implicaciones que suponen los límites del crecimiento y diseñen propuestas de cambio mucho más audaces. La crisis de régimen y la crisis económica sólo se podrán superar si al mismo tiempo se supera la crisis ecológica. En este sentido, no bastan políticas que vuelvan a las recetas del capitalismo keynesiano. Estas políticas nos llevaron, en los decenios que siguieron a la segunda guerra mundial, a un ciclo de expansión que nos colocó en el umbral de los límites del planeta. Un nuevo ciclo de expansión es inviable: no hay base material, ni espacio ecológico y recursos naturales que pudieran sustentarlo.
El siglo XXI será el siglo más decisivo de la historia de la humanidad. Supondrá una gran prueba para todas las culturas y sociedades, y para la especie en su conjunto. Una prueba donde se dirimirá nuestra continuidad en la Tierra y la posibilidad de llamar “humana” a la vida que seamos capaces de organizar después. Tenemos ante nosotros el reto de una transformación de calibre análogo al de grandes acontecimientos históricos como la revolución neolítica o la revolución industrial.
Atención: la ventana de oportunidad se está cerrando. A lo sumo tenemos un lustro para asentar un debate amplio y transversal sobre los límites del crecimiento, y para construir democráticamente alternativas ecológicas y energéticas que sean a la vez rigurosas y viables. Deberíamos ser capaces de ganar grandes mayorías para un cambio de modelo económico, energético, social y cultural. Además de combatir las injusticias originadas por el ejercicio de la dominación y la acumulación de riqueza, hablamos de un modelo que asuma la realidad, haga las paces con la naturaleza y posibilite la vida buena dentro de los límites ecológicos de la Tierra.
Una civilización se acaba y hemos de construir otra nueva. Las consecuencias de no hacer nada –o hacer demasiado poco– nos llevan directamente al colapso social, económico y ecológico. Pero si empezamos hoy, todavía podemos ser las y los protagonistas de una sociedad solidaria, democrática y en paz con el planeta.
En diversos lugares de la Península Ibérica, Baleares y Canarias, y en el verano de 2014.
Ada Colau, Alberto Garzón, Antonio Turiel, Antonio Valero, Arcadi Oliveres, Belén Gopegui, Cayo Lara, Enric Duran, Esther Vivas, Ferrán Puig Vilar, Florent Marcellesi, Joan Herrera, Joan Martínez Alier, Joaquín Araujo, José Manuel Naredo, Juan Diego Botto, Juantxo López de Uralde, Justa Montero, Marina Albiol, Olga Rodríguez, Pablo Iglesias Turrión, Teresa Forcades, Teresa Rodríguez, Xosé Manuel Beiras o Yayo Herrero figuran entre las personas que han suscrito el documento.
Si quieres firmar el manifiesto puedes hacerlo a través de este enlace.
Mientras la prensa de los Estados Unidos -o programas excelentes como el de Bill Maher- informan que en al menos 106 ocasiones desde 2005 las aguas de Pennsylvania, Ohio y Virginia occidental se han contaminado con el FRACKING, leo también hoy en europapress que: “Los sindicatos CCOO y UGT han firmado junto a la patronal del sector químico, Feique, una declaración conjunta llamada ‘Explorar para Decidir’ en la que apoyan la explotación de recursos de gas natural no convencional”. Y no entiendo nada. Porque hay relatos comprobados de cómo las aguas contaminadas por el fracking (por suerte con un desagradable color, olor y sabor a regaliz) han causado graves problemas de salud a la población afectada.
Sin embargo, la declaración firmada por el secretario general de la Federación de Industrias Textil-Piel, Químicas y Afines de CCOO, José Luis Montesinos, por el secretario general de la Federación de Industria y Trabajadores Agrarios de UGT, Antonio Deusa y por parte de Feique, su director general, Juan Antonio Labat, antepone (como siempre) los intereses de la economía y del sector químico en particular a la salud. Y así, a pesar de lo que está sucediendo y denunciándose en Estados Unidos, con evidencias irrefutables, UIGT, CCOO y Feique piden que el debate sobre los riesgos del ‘fracking’ se aborde “con argumentos científicos y técnicos, atendiendo a las diferentes opiniones y teniendo en cuenta el conjunto de estudios realizados sobre esta materia”. Pero tranquilos: No habrá problemas para financiar dichos estudios (con o sin conflicto de intereses) porque el fracking genera miles de millones de euros de beneficios para la industria.
Para tener una ligera idea de los problemas muy reales del fracking, lean la siguiente noticia:
CHARLESTON, Virginia Occidental— Por quinto día consecutivo, centenares de miles de personas en Virginia Occidental han tenido que lavar, cocinar y cepillarse los dientes con agua embotellada, aunque las autoridades han dicho que levantarán en breve la prohibición de utilizar el agua de grifo que fue contaminada por el derrame de una sustancia química. Durante el fin de semana, las diversas pruebas efectuadas mostraron que los niveles de una sustancia química con olor a regaliz que se utiliza en el procesamiento de carbón estaban abajo del umbral tóxico y en algunas pruebas no había absolutamente rastros de contaminación.
Aunque continuaría la realización de pruebas el lunes, seguían en el aire las preguntas de cómo y por qué ocurrió el derrame y si la empresa Freedom Industries se demoró para hacerles saber del problema a las autoridades estatales. (…) Si las pruebas continúan mostrando que el agua es segura, la prohibición que afecta a unas 300,000 personas en una región que abarca nueve condados será levantada gradualmente en zonas específicas, la primera de las cuales sería el centro de Charleston, dijo el presidente de la empresa hidráulica American Water en Virginia Occidental, Jeff McIntyre. No fijó fecha en la que la gente podría reanudar el consumo del agua. (…) El gobernador exhortó a los habitantes a que no utilicen el agua para nada, salvo para los inodoros. Algunas personas han colocado bolsas de plástico alrededor de los grifos para tener presente que no deben utilizar el líquido en tanto que otras salieron de sus localidades para irse a tomar una ducha o encontrar algún restaurante abierto.
En algunos centros de distribución se reparte agua embotellada en tanto que camiones cisternas llenan contenedores que las personas se llevan a casa. A la fecha, sólo 10 personas fueron hospitalizadas por exponerse al agua contaminada y ninguna se encuentra en estado grave, dijo la secretaria de Salud y Recursos Humanos, Karen Bowling.
La sustancia química, incluso en su forma más concentrada, no es mortal. Sin embargo, se ordenó a la gente que ni siquiera laven sus ropas con el agua contaminada, porque la sustancia puede causar diversos síntomas, desde irritación en la piel y sarpullido hasta vómito y diarrea…
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Últimas noticias sobre la prohibición del fracking en Catalunya en ElPais. Y aquí, una lectura imprescindible sobre el tema gracias a Llorenç Planagumà en AlbaSud.