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15/03/2017 - ¿Quién acosa a quién? La desvergüenza de ‘El País’

Artículo publicado por Vicenç Navarro en la columna “Pensamiento Crítico” en el diario PÚBLICO, 15 de marzo de 2017.

Este artículo responde a la acusación que El País hizo al profesor Navarro cuando lo acusó en sus páginas de acosarles. El artículo muestra que la realidad es precisamente al revés. El artículo señala también la gran derechización que ha ido experimentando este rotativo como consecuencia del creciente dominio de su accionariado por parte de empresas financieras, convirtiéndolo en un instrumento de batalla contra las escasas voces críticas que existen en el mundo intelectual y político del país.


09/02/2017 - Por qué apoyo a Pablo Iglesias, a Podemos y a Unidos Podemos

Artículo publicado por Vicenç Navarro en la columna “Dominio Público” en el diario PÚBLICO, 9 de febrero de 2017.

Este artículo señala la necesidad de aprender de luchas llevadas a cabo por generaciones anteriores que también tuvieron como objetivo establecer una España más justa, más democrática, más solidaria y más plurinacional. Intenta indicar que algunos de los problemas a los que Podemos hace frente han sido también problemas en movimientos político-sociales anteriores, y que a no ser que haya un cambio muy notable, Podemos perdería la capacidad de movilización que es necesaria para un cambio profundo del país.


31/01/2017 - Lo importante que pasa en Podemos no es lo que aparece en los medios

Artículo publicado por Vicenç Navarro en la columna “Pensamiento Crítico” en el diario PÚBLICO, 31 de enero de 2017.

Este artículo es un intento de incidir en los debates que están ocurriendo dentro de Podemos estos días, resaltando que tales debates, en contra de lo que los medios han acentuado, no son una mera lucha por el poder, sino una muy valiosa contribución en cuanto al futuro de una fuerza política con vocación transformadora. El artículo hace referencia a situaciones similares en otros momentos históricos en otros países, y a su relevancia para el debate.


27/12/2016 - Los remanentes del pujolismo: Convergència Democràtica y ahora Partit Demòcrata

Artículo publicado por Vicenç Navarro en la columna “Pensamiento Crítico” en el diario PÚBLICO, 27 de diciembre de 2016.

Este artículo es una crítica muy fuerte de la derecha independentista en Catalunya, que está utilizando el conflicto con el nacionalismo españolista, beneficiándose de unas tensiones que intentan movilizar al electorado catalán en su favor, de la misma manera que la derecha españolista está haciendo para movilizar a su propio electorado.


27/10/2016 - Continúa la mentira y la manipulación de El País en la cobertura de Unidos Podemos

Artículo publicado por Vicenç Navarro en la columna “Dominio Público” en el diario PÚBLICO, 27 de octubre de 2016.

Este artículo es una crítica de la manera tan manipulada y sesgada como El País cubrió mediáticamente los hechos acaecidos en la Universidad Autónoma de Madrid. El artículo, aun cuando denuncia la violencia utilizada por los estudiantes, apoya la protesta realizada contra el presidente del grupo Prisa, que no es un grupo mediático que se distinga por su apoyo a la libertad de expresión y a la diversidad ideológica dentro del país.


15/09/2016 - La ocultada causa del impasse político en España

Artículo publicado por Vicenç Navarro en la columna “Dominio Público” en el diario PÚBLICO, 15 de septiembre de 2016.

Este artículo es una crítica de la excesiva influencia que, de manera oculta, el IBEX está ejerciendo sobre los partidos políticos de derechas y sobre el PSOE para que Podemos no gobierne en España. El artículo muestra también el carácter profundamente antidemocrático de tal grupo financiero y económico del país.


19/11/2015 - El “New York Times” lleva razón: no existe pluralidad en los medios

Artículo publicado por Vicenç Navarro en la columna “Dominio Público” en el diario PÚBLICO, 19 de noviembre de 2015.

Este artículo denuncia la falta de pluralidad existente en los grandes medios de información en España, señalada incluso por el New York Times.


25/09/2015 - La dictadura mediática en Catalunya y en España

Artículo publicado por Vicenç Navarro en la columna “Pensamiento Crítico” en el diario PÚBLICO, 25 de septiembre de 2015.

Este artículo denuncia la situación tan poco plural que existe en los mayores medios de información en Catalunya y en el resto de España.


30/07/2015 - El Ayuntamiento de Madrid lleva razón

Artículo publicado por Vicenç Navarro en la columna “Dominio Público” en el diario PÚBLICO, 30 de julio de 2015.

Este artículo es una defensa del establecimiento de una web en el Ayuntamiento de Madrid para responder a las falsedades y manipulaciones que aparecen frecuentemente en los mayores medios de información y persuasión del país. El artículo también muestra la escasísima diversidad ideológica de tales medios, con una práctica ausencia de voces críticas de izquierda que cuestionen la sabiduría convencional que dichos medios reproducen.


29/05/2015 - Cuáles deberían ser las prioridades de las nuevas alianzas progresistas

Artículo publicado por Vicenç Navarro en la columna “Pensamiento Crítico” en el diario PÚBLICO, 29 de mayo de 2015.

Este artículo acentúa los elementos claves que deberían considerarse en el establecimiento de alianzas entre las fuerzas progresistas, incluyendo elementos que no están siendo considerados.


05/05/2015 - La paradoja del nacionalismo conservador en Catalunya

Artículo publicado por Vicenç Navarro, 5 de mayo de 2015.

Este artículo critica la postura de autores como Joan B. Culla, portavoces del nacionalismo conservador catalán, que ignora movimientos como Podemos e Izquierda Unida en España, los cuales aceptan la plurinacionalidad del Estado español, incluyendo el derecho de autodeterminación.


25/09/2014 - La necesaria y urgente revolución democrática

Artículo publicado por Vicenç Navarro en la columna “Dominio Público” en el diario PÚBLICO, 25 de septiembre de 2014.

Este artículo analiza la aparición de movimientos sociales y políticos que exigen la democratización de la sociedad, a lo cual se resisten aquellos que, en nombre de la democracia, sostienen unas instituciones que son poco representativas, y que no permiten la participación directa de la ciudadanía en el proceso de toma de decisiones en el país.


19/06/2014 - ¿Existe democracia hoy en España?

Artículo publicado por Vicenç Navarro en la columna “Dominio Público” en el diario PÚBLICO, 19 de junio de 2014

Este artículo critica la falta de democracia existente en España, que queda reflejada en la unánime respuesta favorable a la coronación de Felipe VI por parte de todos los mayores medios de información del país, contrastando tal unanimidad con la baja valoración que la población da a la Monarquía y la creciente preferencia de la población por la alternativa republicana en lugar de la monárquica.

Debido al enorme dominio que sobre el proceso de Transición de la dictadura a la democracia tuvieron en España los herederos del régimen dictatorial anterior, la democracia en este país está enormemente limitada. Lo que está ocurriendo estos días a raíz de la abdicación del Rey y del nombramiento de su sucesor es un indicador de ello. En realidad, no sería frívolo preguntarse si existe hoy una democracia desarrollada y madura en España.

Para aquellos que consideren esta pregunta una provocación merecedora de ser ignorada, les invito a que hagan un ejercicio fácil de hacer: léanse, durante el día de hoy, los editoriales de todos los principales rotativos escritos del país y escuchen los editoriales de las principales cadenas televisivas y radiofónicas que cubren la abdicación de Juan Carlos y la coronación de su hijo Felipe, y analicen lo que dicen, escriben o proyectan. Estoy escribiendo este artículo el día anterior, miércoles 18, a la coronación del nuevo Rey, Felipe VI, y le puedo predecir, lector, con toda seguridad que, en base a la experiencia acumulada durante todos estos años desde que ocurrió la Transición, mañana, día 19 (hoy, cuando usted esté leyendo este artículo), día de la coronación, no habrá ningún rotativo escrito en España entre los más importantes del país, ni ningún canal de televisión, ni ninguna radio pública o privada (repito, ni uno) que editorialice a favor de que haya en este país una República, el sistema político que existía en España hasta que fue interrumpido por un golpe militar en el año 1936, instaurando una Monarquía. El régimen liderado por el General Franco, que impuso una de las dictaduras más sangrientas que Europa haya conocido (por cada asesinato político que cometió Mussolini, Franco cometió 10.000, según el Profesor Malefakis, Catedrático de la Universidad de Columbia, Nueva York, experto en el fascismo europeo), impuso también la Monarquía, nombrando a dedo al Monarca, Juan Carlos I, que hoy transfiere su corona a su hijo Felipe VI.

Insisto al lector que haga este ejercicio que le sugiero, y que saque las conclusiones correspondientes. Verá que hay una unanimidad (que no tiene nada que envidiar a la unanimidad mediática existente en Bulgaria durante el régimen comunista) en todos los mayores medios de información (repito, todos, sin ninguna excepción) a favor de la Monarquía y en contra de la República. En realidad, desde que el Rey Juan Carlos anunció su abdicación hace unos días, ha habido en España una movilización masiva y unánime en dichos medios para promover la figura del que hoy se convertirá en Felipe VI.

La democracia totalitaria

Basado en esta experiencia, muy sintomática del sistema político existente en España, es justo y necesario (por mero rigor científico) añadir el término totalitaria al comúnmente utilizado por tales medios para definir al sistema político existente en España, es decir, democracia. Existe, pues, en España un régimen democrático totalitario, es decir, un régimen político que se considera democrático, que intenta configurar (predominantemente a partir de los mayores medios de información y persuasión) la sociedad en todas las dimensiones del ser humano, incluyendo la escala de sus valores. Se me dirá, con razón, que en la mayoría de sociedades llamadas democráticas los medios de información están altamente influenciados (directa o indirectamente, a través de sus instrumentos políticos) por los intereses financieros y económicos dominantes en aquellas sociedades. Pero el caso español es claramente extremo, debido a la inexistente diversidad ideológica de esos medios de información, con una clara marginación de las izquierdas radicales (manipuladoramente llamadas antisistema), que son excluidas sistemáticamente de tales medios.

Esta unanimidad totalitaria no refleja, por cierto, una unanimidad basada en un consenso popular, sino que es una unanimidad totalitaria impuesta a la población, pues es importante señalar que, incluso a pesar de ser un sistema mediático casi dictatorial (y no hay otra manera de definirlo), existe hoy en España una minoría muy extensa (que alcanza una mayoría entre la juventud) que prefiere la República por encima de la Monarquía. Según la última encuesta del CIS, la Monarquía es una de las instituciones menos valoradas en el Estado español. Y según la encuesta más creíble y menos manipulada sobre las preferencias de los españoles (Metroscopia, diciembre de 2011), el 49% apoyaba la Monarquía y el 37% la República. En realidad, es más que probable que si hubiera una auténtica libertad de prensa, la gran mayoría de la población española preferiría vivir en una República. De ahí el enorme control de los medios (la unanimidad mediática totalitaria), donde la alternativa republicana, como opción para España, es sistemáticamente discriminada.

Soy consciente de que se me acusará de ser injusto con el sistema político actual, porque existen elecciones y la población vota con un enorme abanico de ofertas electorales, incluyendo un gran número de partidos de izquierda. He respondido a este argumento (ver la sección política de mi blog www.vnavarro.org) mostrando los enormes déficits del sistema representativo español debido, en parte, a su injusto sistema electoral. He mostrado en varias ocasiones que los espacios parlamentarios, incluidas sus mayorías, no responden al deseo popular, siendo la situación actual un ejemplo de ello. Un partido que en 2011 tuvo solo el apoyo de un 32% del censo electoral, y que en las últimas elecciones a nivel de todo el Estado alcanzó solo el 11% de ese censo, tiene una mayoría abrumadora en el Congreso de los Diputados. Es más, este sistema representativo tan enormemente limitado carece prácticamente de formas de democracia directa y participativa, limitando el significado de democracia a votar cada cuatro años por opciones políticas que frecuentemente no cumplen (como es el caso de ahora) con lo prometido en su oferta electoral. Es totalmente lógico que el eslogan del 15-M “no nos representan” sea ampliamente compartido por la mayoría de la ciudadanía española.

Esta situación es enormemente inestable, y se acentuará debido al surgimiento de nuevas generaciones más exigentes con sus instituciones democráticas, claramente insuficientes, cuando no antidemocráticas. La dictadura había dejado su huella en la ciudadanía, que había dejado un poso de miedo y pasividad que están desapareciendo rápidamente. Las nuevas generaciones están dejando de tener miedo y exigen que la práctica democrática corresponda a lo que dice la teoría, denunciando la obvia hipocresía del discurso dominante, hegemónico en los medios de información y persuasión. Esta demanda por una democracia real es hoy en España enormemente subversiva. Es una demanda que entra inmediatamente en conflicto con las estructuras de poder financiero-económico, además de mediático-político. Al movimiento 15-M (uno de los movimientos más importantes y necesarios para la salud democrática del país) le siguió el 22-M con las Marchas por la Dignidad (una de las manifestaciones más importantes que ha habido en España en los últimos años, ignorada en los medios), y más tarde continuó con el crecimiento de las izquierdas y la aparición de Podemos, que en seis meses se ha convertido en la cuarta fuerza política del país. La coronación de Felipe VI y la movilización mediática para auparlo es un intento desesperado de construir un dique frente a estos tsunamis democráticos.

Las grietas del totalitarismo mediático

Hace unas semanas (a raíz de las elecciones europeas) vimos un fenómeno que mostró el impacto de ese totalitarismo en los medios. Por primera vez se había permitido durante estos últimos meses la aparición de voces democráticas contestatarias y radicales en importantes fórums televisivos, tales como la Sexta. Se permitieron voces, tales como Pablo Iglesias, entre otras, que de una manera periódica y consistente pudieron exponer posiciones radicalmente democráticas con una denuncia de las estructuras existentes, lo cual, predeciblemente, tuvo un gran impacto en tocar temas tabús en el país, conectando con el malestar existente entre las clases populares. La aparición de tales grietas explica la oportunidad de llegar a la población, con las consecuencias políticas predecibles y que hemos observado. Que no ocurriera antes fue debido a que no se permitían que dichas voces radicales aparecieran sistemáticamente en tales fórums. Esta infrecuencia era un indicador de que el establishment mediático, dependiente del establishment financiero (entre otros), no permitía esas voces. La censura ha sido una constante en la promoción de mensajes y discursos en aquellos medios. Lo sé por propia experiencia. Cuando surgió el movimiento 15-M, yo había preparado, junto con Juan Torres y Alberto Garzón, el libro Hay alternativas. Propuestas para crear empleo y bienestar social en España, que cuestionaba el dogma imperante reproducido en la prensa escrita, en la televisión y en la radio de que no había otra alternativa que llevar a cabo las políticas de austeridad que se estaban imponiendo a la población. Tal libro había sido aceptado para publicación por la editorial más próxima al mayor rotativo del país. Súbitamente, la impresión del libro se interrumpió debido a las presiones por parte de la banca, que estaba negociando la renovación del crédito a tal editorial, que estaba profundamente endeudada. Ello nos forzó a los autores a publicarlo en otro fórum, conociéndose ampliamente y siendo utilizado con gran frecuencia por el movimiento 15-M, entre otros, para señalar que sí había alternativas.

Los mayores medios de información y persuasión son conscientes de que juegan un papel clave en el sostenimiento de la estructura de poder económico, financiero y político del país, cuyo centro hoy es la Monarquía. De ahí que hoy el totalitarismo de este sistema vuelva, una vez más, a intentar controlar que la población, los súbditos del Reino, no se agiten y acepten la realidad impuesta. Pero el establishment español es plenamente consciente de que está perdiendo, no solo popularidad, sino también legitimidad. Y de ahí el crecimiento de la represión, incluyendo la represión intelectual, reforzando la unanimidad totalizante de los medios alrededor de la figura de Felipe VI, prohibiendo o dificultando la aparición de voces y movimientos a favor de la República. Y a esto le llaman democracia.

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20/05/2014 - Por qué las derechas continúan ganando las elecciones en España y en Catalunya

Artículo publicado por Vicenç Navarro en la columna “Pensamiento Crítico” en el diario PÚBLICO, 20 de mayo de 2014

Este artículo explica porqué en España partidos que están llevando a cabo políticas públicas neoliberales sumamente impopulares continúan ganando las elecciones.

Hoy, en la Unión Europea, los partidos gobernantes que llevan a cabo políticas públicas de claro signo neoliberal (recortes de gasto público, incluyendo gasto público social; privatización de servicios públicos y del Estado del Bienestar -tales como sanidad, educación, servicios domiciliarios de atención a las personas con dependencia, escuelas de infancia o servicios sociales, entre otros-; y reducción de las pensiones y de los salarios) que no estaban en sus programas electorales pagan un elevado coste electoral. Por lo general, no salen reelegidos. Como bien dijo un portavoz de uno de estos partidos, “nosotros sabemos qué políticas públicas deben realizarse, pero no sabemos qué hacer para que el electorado nos elija de nuevo”.

Una excepción, sin embargo, es España. En este país, un partido conservador, el Partido Popular, perteneciente al Partido Popular Europeo, que se ha distinguido por haber formado uno de los gobiernos que ha implementado con mayor intensidad las políticas neoliberales, saldría vencedor, según todas las encuestas, en las próximas elecciones legislativas y también es probable –según las mismas encuestas- que gane las elecciones europeas del 25 de mayo. En Catalunya, donde gobierna una coalición de dos partidos -uno conservador, perteneciente a la misma familia política que el Partido Popular (el Partido Popular Europeo), y otro liberal (CDC, miembro de la Alianza de los Demócratas y Liberales por Europa)- que han impuesto estas políticas a la población que vive en Catalunya, es probable que esta coalición gane las elecciones europeas en unas semanas y que gane también las autonómicas en un futuro próximo. En muy pocos países europeos está ocurriendo que un gobierno que imponga estas políticas neoliberales sea reelegido. ¿Por qué?

La especificidad del caso español

Una de las causas de esta peculiaridad se encuentra en el contexto político español, resultado de la transición inmodélica de la dictadura a la democracia, que dejó poco cambiado el aparato ideológico del Estado, reproduciendo a nivel central un nacionalismo españolista (término que utilizo sin ningún sentido peyorativo) ampliamente extendido en grandes sectores de la población española que ven a España como un Estado uninacional (a diferencia de la visión como un Estado plurinacional), borbónico, jacobino y radial, centrado en el establishment político y mediático basado en la capital del Reino, que rige los destinos del país. La considerable descentralización administrativa que ocurrió durante la Transición, con el establecimiento del Estado de las Autonomías, no fue acompañada de cambios significativos en la descentralización del poder político ni tampoco en el reconocimiento de la plurinacionalidad del Estado español. Este nacionalismo españolista no admite otra visión de España, habiendo definido históricamente como anti España o separatista a aquellos que no comulgan con su visión. Esta visión uninacional de España tuvo su máxima expresión durante la dictadura, pero una versión light se perpetúa en grandes sectores de la población. Su máximo exponente es el Partido Popular (ayudado por UPyD y Ciutadans), que se presenta como el gran defensor de España frente a los separatistas, lo cual tiene una gran capacidad de movilización.

No es de extrañar, pues, que ante ese nacionalismo españolista, hoy promocionado por el partido gobernante, se reavive otro periférico, en Catalunya, el nacionalismo catalanista, que considera, no a España, sino al Estado español como al adversario, que niega la plurinacionalidad del Estado. Este nacionalismo catalanista (que es mucho más amplio que el movimiento independentista) está muy extendido entre la población catalana. El gobierno CiU, consciente de la potencia de este nacionalismo catalanista, está intentando liderarlo, presentando las políticas neoliberales como las únicas posibles como resultado del mandato procedente del gobierno central de Madrid, añadiendo, junto con su aliado ERC, que el gran retraso social en Catalunya se debe al “expolio” nacional, es decir, el expolio de Catalunya por parte de España. Debido a un control abusivo de los medios de información públicos, TV3 y Catalunya Ràdio (que no tiene nada que envidiar al control de TV1 por parte del PP), este mensaje está calando de manera que la sensibilidad económica neoliberal queda oculta bajo un nacionalismo catalanista conservador. El economista independentista más ultraliberal hoy en Catalunya es el “economista de la casa” (como se le define en TV3), dando clases de neoliberalismo en sus llamadas Lliçons d’Economia (Lecciones de Economía). Ninguna otra sensibilidad económica tiene el mismo privilegio o acceso a espacio público.

Los nacionalismos conservadores se retroalimentan: la causa de la ausencia de diálogo

Este enfrentamiento de los nacionalismos, el españolista y el catalanista, es sumamente rentable políticamente. Se alimentan el uno del otro. Es más, el nacionalismo y su enorme capacidad de movilización –que explica que ambos partidos, el PP y CiU, saldrían victoriosos en las elecciones- han ocultado casi completamente su neoliberalismo. La constante llamada al diálogo entre el gobierno PP y el gobierno CiU ignora que a ambos partidos, PP y CiU (aliada con ERC), la tensión creada entre los dos nacionalismos les beneficia. La defensa de la “unidad de España”, basándose en la Constitución, con el amplio apoyo de las Cortes, es enormemente rentable para el PP (excepto en Catalunya, donde este partido ha sido siempre un partido minoritario). Y en Catalunya, el argumento del expolio nacional es casi perfecto, pues oculta el “expolio social” que allí está ocurriendo, donde las rentas del capital (como también ocurre en España) sobrepasan, por primera vez, en el periodo post dictatorial, las rentas del trabajo. Su supuesta rigidez es un cálculo electoral altamente rentable. El hecho de que el expolio social (resultado del dominio del capital financiero y empresarial en las instituciones financieras, económicas, políticas y mediáticas) sea –tal como he documentado en varios de mis trabajos- mucho mayor que el supuesto expolio nacional es ocultado o ignorado.

Esta situación se hubiera podido prevenir si hubiera habido una ruptura en 1978 con el Estado anterior, con el establecimiento de la visión que las fuerzas republicanas -lideradas por las izquierdas- habían tenido del Estado español durante la lucha antifascista, con su plurinacionalidad y reconocimiento del derecho de autodeterminación (acentuando el carácter voluntario y no impuesto de la unidad entre pueblos y naciones), con una democracia representativa, auténticamente proporcional, enriquecida con amplias dosis de democracia directa y participativa. Esta ruptura (en contra de las visiones idealizadas de la Transición) no ocurrió. El enorme dominio que las fuerzas conservadoras tuvieron en el proceso de Transición de la dictadura a la democracia explica que el Estado postdictatorial fuera un Estado con escasa sensibilidad social, poco democrático y uninacional, sin permitir el desarrollo de la plurinacionalidad del Estado.

Es importante señalar que, incluso dentro del Estado actual, podrían haberse diluido las tensiones nacionales con la aprobación del Estatuto propuesto por el gobierno Tripartito y aprobado por el Parlament catalán. Pero el nacionalismo españolista, defendido por los herederos de la dictadura, el PP, lo impidió. El Estatuto aprobado por el Parlament catalán, “cepillado” y aprobado por las Cortes españolas y en referéndum por el pueblo catalán, fue vetado (en elementos importantes, aprobados en otros estatutos) por el Tribunal Constitucional, sin que hubiera una protesta generalizada en España (excepto en Catalunya). Es lógico que la victoria del PP en las últimas elecciones legislativas con su proyecto de “españolizar Catalunya” creara una enorme respuesta en Catalunya, que se irá radicalizando.

El error de las izquierdas españolas y algunas catalanas

El gran error de algunas izquierdas (y muy en particular del socialismo español) fue abandonar la visión republicana del Estado español y su aceptación del derecho de autodeterminación durante la clandestinidad. Puede que no hubiera ninguna alternativa posible. Pero el gran error de tales izquierdas fue abandonar sus valores. Como también fue un error definir como nacionalismos a los periféricos, sin aceptar que el más opresivo de todos los nacionalismos era el central. En realidad, ni siquiera se define a este como nacionalismo. Cuando Rubalcaba inició su discurso en las Cortes negando que fuera nacionalista, ignoraba que su visión uninacional de España era profundamente nacionalista.

La respuesta de estas izquierdas ha sido intentar centrarse en lo social, dejando a parte lo nacional, percibiendo el nacionalismo como un movimiento creado por las derechas en Catalunya para movilizar al mundo del trabajo al lado de la burguesía. Pero esta estrategia olvida que otro nacionalismo existe (llámese catalanismo o lo que fuera) y no es una creación de la burguesía, sino ampliamente arraigado en amplios sectores populares (véase mi artículo “La Sagrera: la Catalunya real”, en Público, 26.11.13). Existen hoy movilizaciones en Catalunya que tienen una base popular y cuyo incremento se debe, predominantemente, a la agresividad del movimiento nacionalista españolista. Los ejemplos de esta agresividad son múltiples. Véanse las declaraciones de la ultraderecha, que por desgracia se extienden a algunos sectores de las izquierdas (como vimos hace poco en un artículo reciente publicado en este diario), que acusa a las izquierdas catalanas de estimular el odio a España, declaraciones que tienen por objetivo precisamente estimular la catalanofobia extendida en sectores de la ultraderecha y algunas voces de izquierda. Acusar (como se escribía en aquel artículo) al Presidente Maragall o al Presidente Montilla y sus gobiernos, por ejemplo, de estimular el odio a los distintos pueblos de España (cuando lo que estaban intentando era redefinir España) muestra la intolerancia del nacionalismo españolista que se caracteriza por definir como anti España y secesionistas a aquellos que quieren redefinir España.

Acusar a las izquierdas catalanas, además, de estar también contaminadas por el nacionalismo catalán (de nuevo por querer cambiar su visión de España) y de haberse olvidado también de la lucha de clases es desconocer la realidad catalana y la mayoría de las izquierdas en Catalunya. Basta leer los escritos de la mayoría de partidos de izquierda para ver la falsedad y mezquindad de tales acusaciones. Pero, afortunadamente, hay cambios notables en España. Uno de ellos fueron las marchas de la dignidad, en las que los diversos pueblos de España exigían otra España. Y otro fue el debate en las páginas de Público, que fue, quizás por primera vez, un debate en un foro español sobre el derecho a decidir sin insultos y con respeto mutuo. Hoy, y en contra de lo que asumen voces de izquierda en España, el mundo del capital, en Catalunya, no desea el derecho a decidir, que es, ni más ni menos, un indicador del hartazgo de grandes sectores de la población catalana, no hacia España (como la ultraderecha y algunas izquierdas lo presentan maliciosamente), sino hacia un Estado español acerca del cual la mayoría de la población española, además de la catalana, considera que no les representa (ver mi artículo “Las necesarias marchas de la dignidad”, Público, 25.03.14). Derecho a decidir no es una llamada a la independencia, aun cuando, la propia coherencia implica que tal alternativa debe ser una oferta en el derecho a escoger que es intrínseco en el derecho a decidir.

El futuro de España no puede ser una III República que reproduzca el nacionalismo españolista que aparece en algunos de sus proponentes, sino que debe ser la España que, heredera de la II República, abrirá la puerta a una España plurinacional en que la unidad de los distintos pueblos y naciones sea voluntaria y no impuesta. El golpe militar del 1936 fue un golpe de las clases privilegiadas frente a las clases populares. Pero parece haberse olvidado que fue también un golpe militar para imponer una visión de España, la uninacional, que reprimió a la nación catalana, entre otras. Fueron las izquierdas catalanas (y españolas) las que vieron a la dictadura como la responsable del retraso social y de la imposición nacional. Es sobre este reconocimiento sobre el que una III República podría constituirse. Negarse a establecer una España plurinacional llevaría indudablemente al separatismo, que ha sido históricamente minoritario en Catalunya. El modelo que siempre defendieron la mayoría de las izquierdas catalanas fue el federal, pero para que ello ocurriera se necesitaba que hubiera un movimiento federal en España, que respetara la igualdad entre los distintos componentes de la federación. Su ausencia a nivel de España hasta hace poco explica el crecimiento del independentismo, asumiendo que se haya agotado la tercera vía. Que sea o no así, depende bastante de lo que ocurra no solo en Catalunya sino también en España. Lo que sí debería entenderse es que la situación actual no es sostenible, pues estimula hostilidades y odios entre pueblos que comparten una lucha común.

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