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Jordi Guillot “REFORMA LABORAL.”
Jordi Guillot

 

propuesta de Veto presentada por ICV-EUiA.

Senado, Comisión de Trabajo. 25-08-10.

Señor presidente,
señorías.

Quiero empezar mi intervención, de justificación del veto que presento junto con el senador Nuet, lamentado que este debate sobre el proyecto de ley de la reforma laboral no lo realicemos en una sesión plenaria. Creo que la importancia del mismo lo justifica y también, discutirlo en el Pleno, permitiría visualizar los votos en contra a este proyecto de reforma laboral. Por otra parte, de los seis grupos del Senado, 4 tienen un solo miembro en las comisiones, y de ellos 3 tienen una composición plural. Toda tramitación de leyes en comisión dificultará la expresión de la pluralidad política de estos grupos.

Defiendo el veto a este proyecto de ley consciente de que no contará con apoyos para su aprobación, pero lo hago sin ninguna resignación. Lo que hoy expondré en este debate, es la opinión de una parte significativa de la ciudadanía, y sobretodo la mayoritaria en el mundo del trabajo y en el movimiento sindical. Muchos de los argumentos que daré para justificar el rechazo a esta reforma, son los que se utilizarán para convocar la primera huelga general que sufrirá este gobierno socialista.

Señorías, con esta propuesta de reforma laboral se han cruzado limites que ponen en riesgo derechos laborales fundamentales. Y se han cruzado a iniciativa de un gobierno socialista. 
Con esta reforma: “ se facilita a las empresas la extinción del contrato por razones económicas, técnicas, organizativas y productivas, haciéndola más fácil, más rápida y barata, muestra su ineficacia sobre la contratación temporal y hace más vulnerable el empleo fijo; dota de mayor poder discrecional al empresario en perjuicio de la negociación colectiva, derecho fundamental recogido en nuestra Constitución como instrumento de ordenación de las relaciones laborales; legaliza las empresas privadas de colocación con ánimo de lucro atribuyéndoles competencias propias de los servicios públicos de empleo; ignora  la necesidad de cambio de modelo productivo-imprescindible para enfrentar los problemas reales de la economía y del empleo- y sigue apostando por una competividad basada en la reducción de los costes empresariales a costa de reducir los derechos de los trabajadores. Esta es la opinión de UGT y CCOO y yo la comparto plenamente.

¿Como es posible que estemos hoy discutiendo una reforma de este calado y con estos contenidos? Seguramente las razones son muchas y diferentes. Desde la desorientación del gobierno en esta crisis, a su debilidad parlamentaria y otras. Pero, para mí, la más importante es que la izquierda, especialmente la socialista que es la que gobierna, no tiene un modelo propio y alternativo al neoliberal, defecto que se hace más que evidente en periodos de crisis. Como mucho, puede tener una mayor sensibilidad social, leído el proyecto es evidente que con esta ley ni sensibilidad queda.

Ustedes, señorías socialistas, han participado entusiásticamente de la cultura del pelotazo, de alimentar la burbuja inmobiliaria y financiera, en la desfiscalización.
Ustedes estaban en los gobiernos cuando se alertaba de la baja calidad de nuestro modelo económico, de los déficits en formación, de la escasa inversión en I+D+I, de las dificultades de internacionalización de nuestras empresas, de la ineficiencia energética, de los elevados costes ambientales.

No voy a hacer ahora un relato de la actual crisis económica y su aceptación y gestión por el gobierno socialista, sí señalar el viraje de estrategia del gobierno cuando pasa de una apuesta; por la consolidación presupuestaria, reestructuración y fortalecimiento del sector financiero y diseño de una estrategia de salida para la economía real, a ajuste del gasto publico, aniquilación de una política fiscal expansiva y recortes sociales y salariales (estoy hablando del decretazo).
Y ahora la reforma laboral, y seguramente está al caer: sistema de pensiones, jubilación, negociación colectiva y prestaciones por desempleo. Ahora estamos en la etapa de los globos sonda gubernamentales (hoy tenemos el de retrasar 20 años para el cálculo de la pensión) a la espera del decreto o la ley, pero está al caer y todo indica que para mal. 

Ahora correspondería abordar, con decisión y capacidad de diálogo, medidas para avanzar en el necesario cambio de modelo productivo. Para hacerlo más diversificado, eficiente, sostenible y con valor añadido. Superar la actual especialización productiva en actividades de escaso contenido tecnológico, empleo de baja calidad, reducida productividad  y un elevado endeudamiento de empresas y familias. Conscientes de que solo se crea empleo si se crece económicamente y de que una oferta laboral cuyo atractivo sean sus bajos costes y precariedad no tiene futuro. Esto ya lo deberíamos saber, sobretodo los partidos que han estado en el gobierno. 

Desde el año 1980, que se aprobó el Estatuto de los Trabajadores, se han realizado más reformas laborales que en ningún otro país europeo. De las tres, que han determinado el actual modelo laboral, 84 y 94 ustedes gobernaban. La del 2002 corresponde al PP.
La reforma del 1984 se justificó afirmando que las rigideces del mercado laboral explicaban las altas tasas de paro. Se instauró la contratación temporal sin causa y la finalización del contrato con una mínima indemnización. La temporalidad pasó a cronificarse. Hoy día sigue moviéndose entre un 25% y un 30%.La reforma del 1994 se justificó por la necesidad de corregir la temporalidad. Se flexibilizó el despido y transfirió importantes parcelas de las condiciones de trabajo a la decisión empresarial. La temporalidad no bajó y sí se consiguió una bajada de los salarios y un debilitamiento de la negociación colectiva.
La del 2002, del PP, convirtió en superfluo el recurso a la tutela judicial en el despido improcedente, y redujo los costes del mismo mediante la eliminación de los salarios de tramitación.

A pesar de estas reformas que se justificaron con argumentos parecidos a los que hoy utilizan: crear empleo y acabar con la dualidad de nuestro mercado de trabajo. La realidad de éstas es que seguimos liderando la mayor dualidad en nuestro mercado de trabajo entre los países desarrollados de la Unión Europea. 

La pregunta señorías y me dirijo al grupo socialista es: ¿Ustedes creen que después de 20 años de gobiernos socialistas, tienen alguna responsabilidad en este modelo laboral; precario, volátil, dual, con alto porcentaje de bajos salarios y corresponsable de la baja productividad? La pregunta, como es retórica la contesto yo, si, claro que si.

¿Por qué insistir en modelos laborales que han demostrado que no son los necesarios para avanzar hacia una economía y empleo de calidad? ¿Por entreguismo hacia los intereses de las grandes patronales? No, ojalá, si este fuera el problema, con el relevo de los claudicantes se resuelve.
Creo que es por una profunda convicción de que no hay otro camino que aceptar la realidad y las reglas de la economía neoliberal. De que no hay márgenes, en el mejor de casos matices y en medio de una crisis ni matices. Con estas posiciones ustedes están derrotados y lo que es peor niegan cualquier posibilidad de cambio, de transformación de un sistema económico injusto. ¿La viabilidad de un modelo económico que exige que el trabajo deje de ser entendido como un derecho y pase a ser un mero factor de competividad, es una opción de izquierdas? no, al menos para mi, no.

La propuesta de reforma laboral que hoy discutimos es uno de los peores atentados a los derechos laborales. Se justifica la misma con un perverso gobierno de las palabras cargado de intereses empresariales, apriorismos ideológicos y diagnósticos sesgados.
¿Es difícil despedir en España? Según el banco Mundial, no.
¿La regulación del despido es severa y cara? Según la OCDE ocupamos una posición intermedia muy por debajo de Alemania o Francia.

Les daré un dato, en los 6 primeros meses del 2010, el 47% de los expedientes de empresas de menos de 25 trabajadores lo son por despido objetivo. El 2007 eran el 22%. Y esto sin reforma.
¿La actual crisis tiene su origen en el marco regulatorio laboral y en su rigidez? No, es una crisis en primer término financiera. Y por otra parte solo hay que ver que países de nuestro entorno y con marcos más flexibles sufren por igual los efectos de la crisis.
¿Adolece de movilidad y flexibilidad nuestro mercado laboral? Para nada, somos líderes en Europa en rotación del empleo y despidos. Con tanta temporalidad hablar de flexibilidad parece un sarcasmo.
¿Qué se quiere conseguir con esta reforma? La vicepresidenta Fernández de la Vega lo dijo con mucha claridad el pasado 11 de junio: “reducir los costes laborales”.
¿Se va a resolver la crisis y el desempleo con esta reforma? No, lo afirmó también con mucha claridad el ministro de trabajo Celestino Corbacho: “que nadie espere que con esta reforma se va a resolver la crisis ni el desempleo”.

Lo que si que permitirá la reforma es un despido más fácil y barato. Se va a reducir una media del 55% los costes del despido, en según que casos hasta el 80%. Les pondré un ejemplo los despidos objetivos individuales se han incrementado un 20% desde la aprobación del decreto ley.
¿Sirve esta ley para disminuir la temporalidad? No, lo único que sí consigue es hacer más vulnerable al empleo fijo. 

Es paradójico que uno de los argumentos que se han utilizado para justificar esta reforma y atacar a los sindicatos, es su pretendida utilidad para ir eliminando la temporalidad frente a unos sindicatos solo preocupados de defender a la “casta” de trabajadores con contratos indefinidos.
Es ofensivo que aquellos que en la fase expansiva no se preocuparon para nada de la alta temporalidad, reduzcan ahora la defensa del trabajo fijo como un privilegio insolidario con los trabajadores temporales. En parte ya escuchamos este discurso con los recortes salariales a los funcionarios respecto a los parados.

La experiencia de todos estos años nos indican, que la única manera de garantizar el trabajo estable es en el marco de un modelo productivo, en el que el capital humano sea un factor importante -por la necesidad de contar con una formación especifica para la realización de tareas con mayor valor añadido- y la confianza en un crecimiento económico sostenido que permita mantener el empleo en la empresa.

El proyecto de ley sigue insistiendo en la fracasada apuesta de buscar la competitividad de nuestra economía, vía reducción de los costes laborales y no en la apuesta de incremento de la productividad a través de la formación, innovación y el empleo de calidad.
Seguimos ignorando que la inestabilidad laboral a parte de los costes sociales que tiene, es un factor negativo para la competitividad de nuestra economía, ya que impiden implicación del trabajador, aprendizaje y estrategias a largo plazo que aumenten el valor añadido.

¿Qué efectos reales tendrá esta ley?
1º Se amplían las causas para despedir.- Económicas. Las simples pérdidas se configuran como causa automática.- Causas técnicas, organizativas o productivas. Se justifica el despido como simple medida de mejora de la empresa, a juicio del empresario, aunque ni siquiera tenga pérdidas.- Se introduce el despido “preventivo”. Con solo invocar que pueda servir para evitar problemas futuros.
2º Se limita la tutela administrativa y judicial de los despidos. Se suprimen las reglas objetivas para controlar la decisión del empresario, como que el despido esté debidamente justificado, sea necesario y proporcional, y se pruebe documentalmente las razones. La ley solo exigirá que sea “mínimamente razonable”.
3º Se facilita el despido exprés por causa objetivas, para eliminar los salarios de tramitación.
4º Se amplia la subvención con recursos públicos de los despidos.
5º En el despido objetivo, se rebaja el plazo de preaviso y la indemnización en caso de incumplirse.
6º Se amplía el colectivo de trabajadores a los que se puede contratar con contratos de fomento de la contratación indefinida (que podrán ser despedidos cobrando 33 días por año con un máximo de 24 mensualidades, si el despido es improcedente).
7º Capacidad del acuerdo de empresa para suprimir derechos establecidos en convenios colectivos sectoriales.
8º Descuelgue salarial. Se amplía la capacidad del acuerdo de empresa para fijar un régimen salarial inferior al establecido en el convenio del sector.
9º Se reconoce la capacidad del empresario de modificar unilateralmente pactos y acuerdos de empresa.
10º Legalización y amplias facultades a las empresas privadas con afán de lucro de intermediación laboral.
11º Se abre la vía de la contratación de las empresas de trabajo temporal en sectores de riesgo y en las administraciones públicas.
Los efectos reales de la aplicación en el mercado de trabajo de esta ley serán devastadores, imagínense al señor Díaz Merchán, con su catadura empresarial, utilizando los resortes que le brinda esta ley para la gestión de la crisis de sus empresas.
Pero esta ley va acompañada de un discurso político muy negativo para la izquierda. Lo decía anteriormente, ustedes al justificar esta ley han renunciado a la búsqueda de salidas alternativas a la crisis. 
Pero, también, han trasladado propuestas y mensajes antisindicales, inmediatamente coreados por la derecha.
Cualquiera de ustedes con una mínima experiencia sindical o laboral, son conscientes de qué representa aprobar hoy limitaciones en la capacidad de los sindicatos en la negociación de las condiciones de trabajo y salariales o en los procesos de negociación de los convenios. Facilitar el descuelgue empresarial, así han entendido la flexibilidad interna.

Nuestros sindicatos, maduros y responsables, no solo merecen el respeto por las funciones que les reconoce la Constitución, sino también, y no lo podemos olvidar, porque son uno de los principales actores en la construcción del consenso y la cohesión social.
Ayer y hoy asistimos a otro debate bochornoso y es el de reducir a 30 días el plazo que tienen los parados para rechazar ofertas de formación o de empleo. ¿Este es el problema? ¿Este es el mensaje? Ustedes, honestamente, creen que con 4 millones de parados y los servicios de empleo, que funcionan como funcionan, pueden lanzar un mensaje a la opinión pública de que los parados hay que urgirles  a formarse o encontrar empleo? Es un insulto. Y lamento que lo más trascendente que se apruebe en el Senado sea este insulto.

Decía al principio, que encaro este debate sin ningún tipo de resignación motivada por la aritmética parlamentaria y sí como un acicate para construir y reconstruir  nuevos referentes de la izquierda, que permitan poder elegir mas allá de lo que representan ustedes con este proyecto de ley de reforma laboral, que ni tiene apoyos políticos ni sociales, o las enmiendas del PP a la reforma laboral. Sería, dicho con ironía, aquello de elegir entre Guatemala o guatepeor.
Esta ley, por su trascendencia política, económica y social, nos urge a abrir nuevos caminos que permitan salirnos de este círculo cerrado.

Señorías, con esta ley se repite una lógica constante en esta legislatura, no duelen prendas para rebajar y recortar derechos laborales, ya sean sueldos, pensiones o esta misma ley, y todo tramitado de urgencia y no hay manera de encontrar propuestas para corresponsabilizar a los que más tienen en el esfuerzo de salida de la crisis.

Hace pocos días la vicepresidenta Salgado volvió a corregir al ministro Blanco negando subidas de impuestos a los más ricos. Con estas políticas, ustedes no solo están rompiendo consensos y alianzas sociales, sino que se instalan en unas políticas neoliberales que les desarman ideológica y políticamente.
Y recuerden; una izquierda desarmada en sus valores, es una izquierda derrotada.


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