Un artículo de Michael Moore visto en RSN que me parece merece una lectura muy atenta. Michael Moore sabe sacar lecciones de la historia no sólo para que no se repita, sino para que se invierta la tendencia y disminuyan las enormes desigualdades creadas en estos últimos 30 años (y la ideología que las sustenta) Simplemente, quería añadir que a mí me cuesta aceptar sin más que se llame “clase media” a lo que creo se describiría mejor como clase trabajadora con salarios dignos y condiciones de trabajo humanas, duramente conquistadas después de tantísimas luchas laborales y ciudadanas… Es cierto que si nos dijamos únicamente en el nivel de ingresos, muchísimos trabajadores y trabajadoras formaron, durante años, un sólido y masivo estrato social entre los más ricos y los más pobres. Pero parte del engaño fue que les llevaron a creer que, por su nivel de ingresos, ya nada tenían que ver con el resto de trabajadores y trabajadoras del país. Y eso dio alas e hizo más fácil la traición de Reagan. Por lo demás, nada que añadir, y sí mucho que aplaudir del artículo de Moore.
De vez en cuando, alguien menor de 30 me pregunta, “¿Cuándo empezó todo esto, cúando empezaron los Estados Unidos a rodar cuesta abajo?” Han oído hablar de un momento en que la gente que trabajaba podía tener una familia, enviar a sus hijos a la universidad con los ingresos sólo uno de los padres (y que la universidad en estados como California y Nueva York era casi gratuita). Que cualquiera que quisiera un trabajo decente pagar podía conseguir uno. Que la gente sólo trabajaba cinco días a la semana, ocho horas al día, y tenía el fin de semana libre y vacaciones pagadas cada verano. Que la mayoría de trabajadores y trabajadoras estaban sindicados, desde empaquetadores de los supermercados hasta el pintor que nos adecentaba la casa, y esto significaba que por “humilde” que fuera su trabajo tenían la garantía de recibir pensión, a recivir aumentos de vez eb cuando, a tener un seguro de enfermedad y a que alguien diera la cara por usted si era tratado de modo injusto. Los jóvenes han oído hablar de este tiempo mítico – pero no fue un mito, fue real. Y cuando me preguntan, “¿Cuándo empezó el fin de todo estol”, les contesto: ”Se terminó en este día: el 5 de agosto de 1981.”
A partir de esta fecha, hace 30 años, las grandes empresas y la derecha decidieron ”ir a por ello” – y ver si realmente podían destruir a la clase media para poder enriquecerse ellos mucho más. Y lo consiguieron. El 5 de agosto de 1981, el presidente Ronald Reagan despidió a todos los miembros del sindicato de controladores de tráfico aéreo (PATCO) que habían desafiado la orden de volver al trabajo y declararó su sindicato ilegal. Habían estado en huelga durante dos días.
Fue un paso audaz y temerario. Nadie lo había intentado antes. Y lo que lo hacía aún más audaz era que la PATCO había sido uno de los tres sindicatos que había apoyado a Reagan para la presidencia. Los trabajadores de todo el país se conmovionaron por el fuerte impacto de la medida: . Si hacía esto con la gente que estaba con él, ¿que haría con los que no le habían apoyado?
Reagan había recibido el apoyo de Wall Street en su carrera hacia la Casa Blanca los cuales, junto al ala derecha del cristianosmo, querían reestructurar los USA y hacer retroceder la marea de que el presidente Franklin D. Roosevelt comenzó – una marea que tenía la intención de mejorar la vida para el trabajador medio. A los ricos no les gustaba pagar mejores salarios y cotizar para las prestaciones, odiaban pagar impuestos y menospreciaban a los sindicatos. Los cristianos derechistas no soportaban todo lo que sonaba a socialismo o las medidas de ayuda a las minorías o las mujeres.
Reagan prometió poner fin a todo eso. Y cuando los controladores aéreos se declararon en huelga, aprovechó el momento. Se libró de todos y cada uno último de ellos, prohibió su sindicato y envió un mensaje claro y fuerte: Había acabado el tiempo en que todas las personas podían aspirar a una vida confortable de clase media. A partir de ahora, en los Estados Unidos, las cosas son así:
- Los super-ricos lo serán más, mucho más, y el resto luchará por las migajas que quedan.
- ¡Todo el mundo tiene que trabajar! Mamá, papá, los hijos adolescente, todos. Papá, además, tendrá un segundo empleo. Los niños deberán tener la llave de la casa porque los padres quizás sólo lleguen a tiempo para meterlos en la cama….
- 50 millones de personas se quedarán sin seguro de enfermedad. Y el mensaje para las mútuas de la sanidad fue darles manga ancha para decidir a quiénes querían atender, y a quiénes no.
- ¡Los sindicatos son el mal! No se debe pertenecer a ningún sindicato! Y tampoco necesita un abogado! A callar la boca y volver al trabajo! Y no, no se puede ir cuando haya acabado su jornada, todavía hay trabajo que hacer en la empresa… sus hijos ya se harán su cena.
- ¿Quieres ir a la universidad? No hay problema – sólo tienes que firmar aquí y tendrás deudas con el banco los próximos 20 años.
- ¿Qué es “un aumento”? ¡Vuelve al trabajo y cállate!
Y así fue. Pero Reagan no podría haber logradotodo esto por sí sólo en 1981. Recibió la gran ayuda de la AFL-CIO. En efecto, la mayor organización sindical de los Estados Unidos les dijo a sus miembros que no respetaran los piquetes de huelga de los controladores aéreos y volvieran al trabajo. Y lo hicieron. Los sindicatos de pilotos, de azafatas, de conductores, de manipuladores de equipaje, rompieron la huelga. Nadie respetó los piquetes y siguieron volando.
Reagan y Wall Street no podían creer lo que veían sus ojos. Cientos de miles de personas trabajadoras y miembros del sindicaro estaban de acuerdo con que se despidiera a otros miembros del sindicato. Las empresas americanas recibieron su rgalo de Navidad en pleno mes de agosto..
Y ese fue el principio del fin. Reagan y los republicanos supieron entonces que podían salirse con la suya – y lo hicieron. Redujeron los impuestos a los ricos. Se hizo más difícil montar un sindicato en una empresa donde no lo hubiera. Eliminaron medidas de seguridad en el trabajo. Hicieron caso omiso de las leyes de monopolio y permitieron a miles de empresas afusionarse o ser compradas para cerrarlas. Las corporaciones congelaron los salarios y amenazaron con “deslocalizarse” al extranjero si los trabajadores no aceptaban salarios más bajos y menos beneficios sociales. Y cuando los trabajadores aceptaron trabajar por menos, de nada les sirvió: igualmente trasladaron los puestos de trabajo al extranjero.
Y a cada paso que se daba, la mayoría de los estadounidenses parecían estar de acuerdo. Hubo poca oposición o resistencia. Las “masas” no se levantaron para proteger sus empleos, sus hogares, sus escuelas (que habían sido las mejores del mundo). Aceptaron su destino. A menudo me he preguntado qué hubiera pasado si todo el mundo hubiera secundado la huelga en 1981. ¿Qué hubiera pasado si todos los sindicatos le hubieran dicho a Reagan, “Devuelve a los controladores sus puestos de trabajo o dejamos aislado este país”. Todos sabemos lo que hubiera sucedido, que la élite empresarial y su cachorro Reagan hubieran tenido que ceder.
Pero no lo hicieron. Y así, poco a poco, pieza a pieza, en los siguientes 30 años, los que detentaron el poder destruyeron la clase media de los Estados Unidos y, a su vez, arruinaron el futuro de los jóvenes. Los salarios han permanecido estancados desde hace 30 años. Basta con echar un vistazo a las estadísticas y se puede ver que lo que estamos sufriendo ahora tuvo su inicio en 1981 (aquí hay una pequeña escena para ilustrarlo, a partir de mi última película).
Todo comenzó un 5 de agosto de hace 30 años. Uno de los días más oscuros de la historia americana. Y dejamos que se nos sucediera. Sí, ellos tenían el dinero y los medios de comunicación, y la policía. Sin embargo, nosotros éramos 200 millones. ¿Se ha preguntado qué sucedería si esos 200 millones de personas quisieran realmente tener de nuevo un país, una vida, un trabajo, fines de semana y tiempo libre para pasar con sus hijos, como tenían antes?
¿Todos nos hemos dado por vencidos? ¿A qué estamos esperando? Olvídense del 20% de apoto del Tea Party: ¡nosotros somos el otro 80%! El declive sólo acabarà cuando lo exijamos. Y no será mediante firmas online o enviando un tweet. Vamos a tener que apagar el televisor y el ordenador y los juegos de video y salir a las calles (como han hecho en Wisconsin). (…)
¿Cuándo basta significa basta? El sueño de la clase media no reaparecerá por arte de magia. El plan de Wall Street es claro: Los Estados Unidos son una nación de ricos y de personas que no tienen nada. ¿Está usted de acuerdo con eso? ¿Por qué no se toma hoy una pausa y piensa en los pequeños pasos que puede hacer para cambiar las cosas en su barrio, en su empresa, en su escuela? ¿Hay algún día mejor para empezar que hoy mismo?
PD Si vive en los Estados Unidos, aquí hay algunos lugares donde puede conectar :
Main Street Contract for America
Showdown in America
Democracy Convention
Occupy Wall Street
October 2011
How to Join a Union by the AFL-CIO
UE Change to Win
MoveOn
High School Newspaper