La escritora y periodista Elena Poniatowska (París, 19 de mayo de 1932) recibe hoy, Diada de Sant Jordi, el Premio de Literatura Miguel de Cervantes. Es la cuarta mujer que lo gana. Siempre vale la pena leerla. Ahora, con el premio, será más conocida y llegará a más lectoras. Y eso es bueno, muy bueno. Una pincelada sólo de su pensamiento entresacada de la entrevista que ayer le hicieron en ElPais….
P. ¿Se considera usted una feminista?
R. ¡Claro!
P. ¿Y qué es una feminista?
R. Es una mujer que pone ante todo el respeto a sí misma. En este país, 400 mujeres han sido asesinadas con total impunidad en Ciudad Juárez. Es aterrador. Y lo de las mujeres en general en México es aterrador.
P. ¿Las mujeres inteligentes dan miedo?
R. No, no creo que todavía sea así. Al contrario, pienso que hoy las mujeres inteligentes son muy buscadas. Esa cosa de las revistas de moda de que a la que es sabia o a la que estudia o a la que se basta a sí misma o a la que se mantiene nadie se le va a acercar, ha pasado a mejor vida. A los hombres actuales les interesa la competencia. ¿Usted siente que en el periodismo la tratan mal por eso? En mi época, cada vez que había un buen reportaje, era para un hombre, nunca para una mujer. Nadie quería invertir en la carrera de una periodista porque se iba a casar, iba a tener hijitos, guardaría su título en un baúl y no había por qué invertir en ella. Lo que sí es que todavía se dice es que cualquier logro de una mujer ha sido porque se ha acostado con el jefe o porque son guapas. Hay quien cree que todos los méritos de una mujer tienen que ver siempre con su cuerpo.
P. Y también con su condición de mujer…
La mujer inteligente ya no da miedo, al contrario, creo que hoy es muy buscada
R. Una vez escuché un comentario que me pareció muy denigrante. Yo era muy, muy joven y se me grabó. Una mujer muy guapa me dijo: “Yo, cuando una puerta se me cierra, la empujo con las nalgas”. Qué feo, ¿no? Muchas tristemente todavía así lo creen, pero a lo mejor cada vez son menos. Incluso ya las indígenas, las que están con el subcomandante Marcos, las mujeres más fregadas del país, exclamaron que querían tener los hijos que podían y deseaban tener y que querían elegir al hombre con el que se unirían, mirarlo a los ojos para que no las cambien por un garrafón de alcohol. Es una victoria.
(…)