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Àngels Martínez i Castells. Un paraíso fiscal en el corazón de la UE, con PwC como marcapasos
Àngels Martínez i Castells.
Jean-Claude Juncker en un momento de serenidad

Jean-Claude Juncker en un momento de serenidad

Ya sabíamos lo fundamental, pero conviene tener datos, nombres, fechas, para que no quede ningún resquicio de duda: Este sistema económico, el capitalismo del siglo XXI, es una estafa organizada por y para unos pocos poderosos, y mi usted ni yo tenemos porque aguantarlos ni seguir costeando su despilfarro. Para ello, el periodismo de investigación, sobre todo si lo acompañan nombres tan relevantes como los de Michael Hudson y Mar Cabra, es fundamental. Y para ponernos al día habrá que seguir con atención El Confidencial que a partir de hoy publicará una serie de reportajes elaborados por el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ, por sus siglas en inglés) y un equipo de más de 80 profesionales de 26 países. Su investigación descubre el “ahorro” de miles de millones en impuestos (también en España), en base a 28.000 páginas de documentos confidenciales. El método utilizado por las empresas y fondos defraudadores: firmar acuerdos secretos con Luxemburgo (sí, el mini-país fundador de la UE, en el corazón de Europa) para reducir casi a la nada sus deberes fiscales (aunque naturalmente, su presencia en el Gran Ducado, como sucede en todos los paraísos fiscales, es poco menos que testimonial). Los nombres de las grandes empresas que rehúyen a Montoro (pero sobre todo se niegan a financiar los servicios sociales) son, según El Confidencial, Pepsi, Ikea, FedEx y otras 340 empresas multinacionales. El tipo efectivo que pagan, en plena Unión Europea: menos del 1%.

La documentación que estos medios investigan -entre ellos The Guardian (Reino Unido), Süddeutsche Zeitung y NDR (Alemania), la Canadian Broadcasting Corporation (Canadá), Le Monde (Francia), Asahi Shimbun (Japón), Politiken (Dinamarca) o Folha de S. Paulo (Brasil- consiste en cientos de acuerdos fiscales privados y secretos, conocidos como tax rulings o comfort letters, mediante las cuales Luxemburgo ofrece un tratamiento fiscal favorable a las grandes multinacionales. Han conseguido 548 tax rulings, mientras la Comisión Europea no puede conseguirlas porque el gobierno de Luxemburgo no se las entrega…. ¿No les recuerda algo todo eso los juegos epistolares del PP y el juez Ruz? Y en más de un sentido, porque por lo que parece, también el Gobierno luxemburgués se ha pasado de listo y rapaz (como Bárcenas, Blesa o Granados) y ha superado los límites de saqueo aceptables.

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Personalmente, lo que más me divierte es volverme a encontrar con PwC, la consultora-auditora que dirige-asesora los procesos de privatización de nuestra sanidad (incluido el programa VISC+ de la Generalitat de Catalunya). Donde haya algo turbio, allí está la PwC. En este caso, con el sobrenombre de “el mago que hace desaparecer los impuestos”. ¿Cómo lo hace? Fácil para el estándard moral de la PwC: se ofrece a representar en Luxewmburgo a cientos de estas empresas a las que no les apetece nada pagar impuestos y “les diseñaba complejas estrategias financieras que comprenden préstamos de las matrices luxemburguesas a las filiales de otros países y otras estructuras para transferir beneficios de una parte de la empresa a otra con el fin de reducir o suprimir totalmente los ingresos sujetos al pago de impuestos.” Con sus artimañas logró que FedEx sólo tributara por el 0,25% de sus ingresos y dejaba libre de impuestos el 99,75% restante. Al maná escapista acuden las grandes firmas de todos los sectores. Quizás les suenen los nombres de Accenture, Abbott Laboratories, AIG, Amazon, Blackstone, Deutsche Bank, The Coach, H.J. Heinz, JP Morgan Chase, Burberry, Procter & Gamble, Carlyle o la Abu Dhabi Investment Authority.

Por su parte, las autoridades luxemburguesas aseguran, naturalmente, que el sistema de acuerdos fiscales privados del país es irreprochable. Y tendrán que repetirlo muchas veces para dotar de credibilidad a Jean Claude Juncker, el flamante Presidente de la Comisión Europea que fue primer ministro de Luxemburgo durante más de veinte años, precisamente cuando se aprobaron muchas de las ventajas fiscales del país. Sin embargo, lo que son las cosas, desde su nuevo cargo, ha prometido mano dura con estas artimañas. Algo parecido a la conversión sufrida por Arias Cañete, que es tan diferente ahora como Comisario Europeo de lo que fue hace apenas dos minutos. Sería difícil encontrar a dos políticos menos de fiar para la Comisión Europea.

Sigan leyendo en El Confidencial los detalles concretos de cómo son las empresas proponen cuánto quieren pagar, y cómo los asesores fiscales de PwC (y otros) se las ingenian para conseguirlo. “Es la primera vez que vemos el verdadero funcionamiento de Luxemburgo como un paraíso fiscal”, asegura Richard Brooks, exinspector de Hacienda británico y autor del libro El gran robo fiscal, que ha ayudado a ICIJ a revisar algunos de los documentos.

Y concluyo con esta anécdota que me parecce muy ilustrativa: “El mes pasado, en un prestigioso evento en el Metropolitan Club de Nueva York, Pierre Gramegna, el ministro de Finanzas luxemburgués, afirmó de forma tajante, alto y claro, que Luxemburgo no es un paraíso fiscal. La respuesta que recibió del auditorio fue una sonora carcajada. Lo cierto es que más de 170 de las 500 empresas de la lista Fortune tienen una oficina en el país. Se estima que en 2012 las compañías de EEUU transfirieron 95.000 millones de dólares de sus beneficios fuera de su país a Luxemburgo, sobre los que pagaron 1.040 millones, apenas el 1,1%.” Y ya estoy deseando saber cuanto se nos ha esquilmado al fisco de España. Para hacer aquello tan demagógico, ya saben, de compararlo con los recortes en dependencia, pensiones, sanidad, enseñanza…E ir empujando, poco a poco, a que el miedo cambie de lado.


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