Intervenció al Ple del Senat el 21 de juliol de 2010, a la seva moció presentada sobre Agències de Calificació.
Senyor President.
Señorías.
No es la primera vez en esta legislatura que discutimos y votamos sobre las agencias de calificación. Mi amigo y compañero Carles Bonet, senador de ERC por la Entesa, presentó una moción el 18 de febrero del 2009, posteriormente transaccionada y aprobada que afirmaba;
1º que las agencias de calificación son parte de los problemas que han aparecido en los mercados de crédito.
2º El pleno apoyo del Senado a la decisión de la Comisión Europea de crear un órgano regulador de agencias de calificación crediticia.
3º Promover en el seno de la Unión Europea un reglamento sobre las agencias de calificación.
4º Creación en el marco de la UE de un registro de agencias.
5º Coordinación con las autoridades monetarias europeas para reducir los costes diferenciales que paga la deuda española.
6º plantear en los foros internacionales un análisis de los sistemas de valoración que las agencias de valoración han venido utilizando.
¿Cuáles son los objetivos de esta segunda moción?
1º mantener vivo el debate sobre unos de los protagonistas de esta crisis.
Con esta moción no pretendo realizar ni un debate ni avanzar propuestas sobre la crisis en general. Sólo detenerme sobre unos actores específicos; las agencias de calificación que han tenido un papel singular en todo el proceso de crisis financiera y económica que estamos sufriendo.
Ni en mi intervención ni en las propuestas de la moción, reduzco las responsabilidades de la crisis a estas agencias ni pretendo excusar las responsabilidades de otros, en primer lugar de los poderes públicos, de los gobiernos, de la política, sobre la crisis. Tan solo señalar su influencia, en muchos casos determinante, en los mercados y su más que dudosa credibilidad. Se da una extraña paradoja y es que agencias de dudosa fiabilidad tienen una influencia en los mercados que no se merecen en absoluto. Representan un contrapoder capaz de desestabilizar empresas, sectores e incluso gobiernos.
En una situación de verdadero oligopolio mundial, tres agencias controlan el 90% del mercado. Tres agencias anglosajonas; Moody’s, Fitch y Standard and Poors están siendo hoy cuestionadas por los principales actores político-económicos: Unión Europea, Estados Unidos, FMI y bancos centrales. Tan solo hay que recordar la carta dirigida a Durao Barroso por Merkel y Sarkozy poniendo en cuestión el papel de las agencias de calificación de riesgo. O las declaraciones de la vicepresidenta Fernández de la Vega el pasado mes de abril en las que afirmaban que las agencias habían fallado estrepitosamente a la hora de preveer la crisis y las acusaba de especular.
No podemos olvidar en este debate el papel de las agencias de calificación en la crisis financiera, ni los efectos que tienen sus calificaciones. El 28 de abril, la bolsa española cayó 3 puntos en pocos minutos por la rebaja de la calificación de nuestra deuda. Que nuestro bienestar dependa de una agencia de calificación es del todo inaceptable.
Quiero insistir, que sin querer ocultar las responsabilidades propias de la política, las agencias de calificación representan una de las imperfecciones del mercado. Y que para corregirlas es necesaria la voluntad y la intervención publica, como hoy está discutiendo la Unión Europea.
Sobre las agencias de calificación de riesgos planean dos grandes sombras:
La primera, de fiabilidad. Cometen errores y no menores. Quiero recordar entre otros desaciertos: En los 80 retiraron la máxima nota a Venezuela antes de que su gobierno decidiera suspender el pago de la deuda externa. En la crisis asiática de los 90 mantuvieron los rátings hasta el último momento. Las quiebras de Enron y Parmalat. Las triple AAA a las hipotecas subprime. Lheman Brothers. Los problemas de Dubai o la no detección de la crisis bancaria de Islandia. Un balance revelador.
Las agencias de calificación han sido unos buenos aliados de la especulación y están siendo unos formidables adversarios de las políticas públicas de respuesta de la crisis. Muchos estados han acumulado grandes déficits y deudas públicas para evitar una gran depresión, siendo castigados por las agencias de ráting.
Como las define un alto cargo del Fondo Monetario Internacional: “las agencias alimentan las compras en los buenos tiempos y aceleran las pérdidas en los malos.”
La segunda gran sombra es sobre su funcionamiento.
Vicente Pallardó, del Observatorio de Economía Internacional de la Universidad de Valencia, resume las principales críticas en los siguientes aspectos.
1º Hay un problema manifiesto de incentivos. Las mismas empresas que deben ser examinadas les pagan generosamente, con márgenes de hasta el 50%.
2º Escasa competencia. Lo decía antes; tres empresas se reparten el 90% del mercado.
3º Utilización de la misma escala para los productos financieros y para los bonos públicos.
4º La propia regulación les da un estatus, una credibilidad, que no se corresponde con sus errores.
2º objetivo de la moción.
Seguir insistiendo en la necesidad de cambios profundos. Este seria el segundo objetivo de esta moción.
Se están dando pasos. El 27 de julio del 2009 la Unión Europea aprobó unas normas que obligaran a registrar y supervisar el funcionamiento de estas agencias. Exigiendo la no existencia de conflictos de intereses, calidad en las metodologías y mayor transparencia.
Como nos señala la enmienda presentada por CiU, el Consejo Europeo, celebrado el pasado 17 de junio, urgió a la concreción de una propuesta de la Comisión sobre la supervisión por la Unión de las agencias de calificación.
Señorías.
En todos los debates sobre la crisis global aparecen 4 grandes cuestiones:
-Paraísos fiscales.
-Regulación de los mercados financieros.
-Agencias de calificación.
-Y movimientos de capitales.
Hoy, por segunda vez en esta legislatura y a propuesta de nuestro grupo, discutimos sobre las agencias de rating, cuyo papel en la explicación de la crisis, no es menor.
Hace 1 mes aproximadamente debatimos y aprobamos una moción presentada por la senadora Leire Pajín sobre la tasa “Tobin”. Yo doy importancia a que el Senado, las cámaras parlamentarias, estemos encima de estas cuestiones fundamentales para conseguir una real reorientación de la gestión de la crisis a nivel global.
Y hay que vencer resistencias, derrotar intereses parasitarios del interés común. Las dificultades que hay en la aplicación de muchas de las medidas planteadas ya sea por el G-20, Unión Europea o los estados.
No podemos tampoco olvidar que casi todos los responsables de esta crisis siguen en sus puestos; pontificando, condicionando y siempre cobrando. La otra cara de la moneda son los costes sociales en forma de paro, recortes…
El debate que hoy reitero, la moción presentada y la transaccional pactada plantean hacer frente a lo que funciona mal en la calificación de riesgos y en el funcionamiento de las agencias. Apunta la posibilidad de crear una agencia pública europea.
Señorías.
Lo peor que nos puede pasar es que durante la crisis y cuando salgamos de ella, las cosas sigan igual. Hay razones, he intentado explicarlas para abordar la cuestión de las agencias de calificación. No podemos seguir atados de pies y manos a sus errores o criterios más que cuestionables. Vulnera el sentido común, es irracional e injusto por los costes políticos, económicos y sociales que conllevan.
Corresponde a la Unión Europea abordar esta cuestión. Corresponde al gobierno jugar un papel activo en el seno de la Unión. No seremos los únicos, la administración Obama consiguió que la Cámara de Representantes y el Senado aprobaran el pasado 25 de junio un paquete de medidas sobre las agencias de calificación. Las soluciones no serán sencillas, pero es nuestra responsabilidad encontrarlas y aplicarlas.
Finalmente, el texto acordado por todos los grups y aprobado con la abstención del PP es:
El Senado insta al Gobierno a:
Primero: Participar activamente en las negociaciones que se desarrollan actualmente en el Consejo de la Unión Europea para reformar el Reglamento 1060/2009/CE, sobre agencias de calificación crediticia, para conseguir un marco de supervisión del cumplimiento de los requisitos que impone más eficaz, y obligar a las agencias de calificación a llevar a cabo sus valoraciones con la máxima calidad, transparencia y ausencia de conflictos de interés.
Segundo: Llevar a cabo un especial seguimiento de las conclusiones del estudio que la Comisión Europea prevé publicar en los próximos meses en relación con el reforzamiento de la competencia entre las agencias de calificación, incluyendo la posibilidad de crear una agencia pública europea de calificación crediticia, y el exceso de confianza de la regulación financiera en las calificaciones crediticias, entre otros aspectos.