ENTREVISTA A JOSÉ MONTILLA
QUIM MONZÓ / SERGI PÀMIES
LA VANGUARDIA, 24.11.10
Un spot de la campaña del PSC afirma que hay algo de Montilla en todos nosotros. Mientras dura la conversación nos cuesta un poco concentrarnos: no podemos evitar preguntarnos qué parte de José Montilla (Iznájar, 1955) llevamos dentro. ¿El omóplato? ¿Los silencios? ¿La vesícula biliar? El mobiliario impersonal del despacho presidencial, en el Palau de la Generalitat, no está a la altura de la arquitectura del edificio. Menos mal que dos elementos ayudan a identificar el contexto: las botellas de Aigua del Montseny y el cuadro del exasperante pintor mayor del reino.
Hemos desayunado aquí al lado, en el bar Conesa. ¿Ha ido usted alguna vez?
La verdad es que desayuno muy pronto y lo hago en casa.
¿A qué hora?
Pues la verdad es que llego al despacho a las ocho, pero ya hace rato que he desayunado. Alguna vez salgo, pero excepcionalmente. Hace muchos años había tenido el despacho aquí cerca, en la calle Jaume I. A principios de los ochenta, cuando estaba en la Diputación. Entonces iba a desayunar a un bar que ya no existe. Ahora han puesto un establecimiento de zumos. El bar lo llevaba una pareja de homosexuales, mayores y tal, muy simpáticos y que cocinaban muy bien. Estaba justo donde ahora está uno de los hoteles de la calle Jaume I. En la última planta de ahí tenía yo el despacho.
¿Por qué cree que es usted el mejor candidato a lapresidencia? ¿Por la experiencia?
La experiencia es un factor más, pero también por las propuestas y el proyecto que representas. Tú no te representas a ti mismo, ni a un proyecto personal exclusivamente. También, porque creo que represento a la formación política que más se parece al país.
Aparte del proyecto está el carácter. Pujol marcó mucho en sus años de presidencia, no sólo por su proyecto, sino por su modo de ser. Maragall igual. ¿Cuáles son las características que usted aporta al cargo?
Experiencia, conocimiento del país, sensatez, ideas claras, capacidad de concertar y de sumar. Y un tipo de liderazgo que no es en absoluto mesiánico o unipersonal. Seguramente es un liderazgo más colectivo, que en estos momentos es lo que hace falta.
Hace unos días usted le decía al presidente Zapatero: “José Luis, no te fíes de Mas”. ¿De quién se fía usted más: de Zapatero o de Mas?
Si tengo que escoger, me fío más de Zapatero que de Mas, obviamente. Pero de lo que me fío más es del colectivo, de la colectividad, del pueblo de Catalunya.
Pero cuando le decía a Zapatero que no se fiara de Mas, ¿a qué se refería?
A que CiU tiene más de una cara. Hay una cara que está presente en el Congreso. Es la cara que se mueve bien en Madrid, especialmente en los grandes despachos de abogados, en los lobbies empresariales. Es la cara más autonomista. Pero esa no es la CiU que manda en este momento. Es otra. Es la más soberanista o independentista, la que en estos momentos tiene preponderancia y hegemonía; dentro de Convergència de manera muy especial.
Cuando usted ya no sea presidente de la Generalitat, ¿qué aspiraciones políticas tiene?
Creo que el máximo honor para un político catalán es ser presidente de su país. Es así. Yo he tenido la suerte de estar durante muchos años al frente de un municipio; por lo tanto, de conocer a fondo la administración más cercana al ciudadano, que tiene un papel fundamental en nuestro país. También he conocido la Administración central, durante la etapa en la que fui ministro y un poco la administración europea por las relaciones obvias de aquel momento. También fui presidente de la Diputación y del consejo comarcal.
Y president de Catalunya…
Y president de Catalunya. Al país se le puede servir desde muchos sitios; yo le he servido desde todos esos. Obviamente, durante esta etapa como president de la Generalitat pero también desde los otros cargos. Del mismo modo que sirven al país muchas personas que no tienen un cargo institucional y trabajan desde una organización no gubernamentalodesde otras administraciones… Esto no es una carrera de ir superando posiciones y mejorando en el ranking. Mi aspiración es servir al país.
Una de las características del cargo de president es la responsabilidad que comporta, pero a menudo se dice que la Generalitat no tiene poderydepende exclusivamente de Madrid. ¿Qué da más poder? ¿Un ministerio español o la presidencia de la Generalitat?
La presidencia de la Generalitat, sin lugar a dudas. Los que dicen que no tiene poder no conocen el poder del autogobierno de Catalunya ni de la administración central. Hoy, a diferencia de hace unas décadas, lo que pasa es que todos los gobiernos tienen menos poder. Creo que esta crisis económica global lo ha puesto de relieve. El autogobierno de Catalunya es responsable de la mayoría de los servicios básicos que tienen relación con la población, de un presupuesto de cerca de cuarenta mil millones de euros. ¿Cómo no va a ser importante todo eso? La seguridad, la educación, la salud, una parte importante de la justicia, los servicios sociales, la investigación… ¿Qué tiene la Administración central? Es una pregunta que a veces hago. ¿Qué tiene? ¿El aeropuerto? Catalunya es mucho más que un aeropuerto. El problema es otro. Es la limitación de los gobiernos, que se ha puesto en evidencia con la llegada de la crisis, donde mandan más los mercados que los gobiernos elegidos democráticamente.
¿En qué se ha equivocado el Govern durante estos años?
Una de las cosas que más me reprochan en la campaña es que no hemos explicado lo que hemos hecho. Lo hemos intentado pero lo hemos explicado mal.
¿La gente no se ha enterado de lo que han hecho?
No. Hay mucha gente que además te recrimina. En estos mítines relámpago te dicen: “Oh, es que no habéis explicado lo que habéis hecho…”. Es un error, sin lugar a dudas. Creo que aunque fuimos de los primeros en tomar la iniciativa respecto a la crisis económica, lo que está claro es que tenemos más de medio millón de parados. Algo no habremos hecho bien. Es obvio que el problema del paro no lo resuelve un gobierno como el catalán actuando exclusivamente por libre, pero seguramente hubiésemos podido hacer más.
¿En qué han acertado?
Con una crisis económica tan grave como la actual y un crecimiento espectacular de la población hemos sido capaces de mantener y mejorar los servicios básicos de educación, salud, cohesión en los barrios, e incrementar los servicios sociales. Estoy orgulloso de que empiece a haber una cuarta pata del Estado de bienestar. Y sin haber tenido que enfrentarnos a demasiados problemas. No hemos tenido situaciones que se hubiesen podido dar, como explosiones sociales. Todo eso gracias también a que estamos en una etapa con más autogobierno que nunca. Aunque haya limitaciones. Para algunos será insuficiente, es obvio, pero es la etapa de mayor autogobierno y más recursos. Por primera vez, tenemos un sistema de financiación por encima de la media española. Algunos pedirán otras cosas, pero es la primera vez en treinta años que tenemos ese sistema de financiación, y unas inversiones del Estado en consonancia con nuestro peso en el conjunto de la economía del Estado, y eso tampoco había sucedido nunca.
Antes se refería usted a los mítines relámpago. En esta campaña han innovado un poco con ese tipo de mítines de diez minutos: aparecer, desaparecer y también esta singular iniciativa del Increíble Hombre Normal. ¿Cómo se siente frente a una presentación tan distinta de su imagen?
Bueno, eso del Increíble Hombre Normal es cosa de las juventudes…
Cuando se lo comentaron, ¿cómo reaccionó?
No me lo comentaron: las juventudes lo hicieron y me lo encontré hecho.
¿Qué me dice…?
Lo hicieron y me lo encontré hecho. En cambio, lo de los mítines relámpago no. Creo que es una manera de incrementar la presencia ante un público diferente y en unos horarios distintos. Eso significa que te encuentras con un determinado perfil de gente. Aparte de que haya elementos, mensajes y propuestas para los medios, también te permite acercarte a un público con el que está bien hablar. No digo tener los pies en el suelo porque siempre intento tener los pies en el suelo.
Durante los mítines no tiene los pies en el suelo: está sobre un palet rojo.
Me refiero a estar hablando con la gente. Realmente, hay sectores de la población muy tocados, familias con hijos en paro…
Se ha subrayado mucho esa condición de normal. ¿Ser normal es una virtud, en política?
Creo que sí, aunque haya gente que no lo crea y prefiera líderes iluminados, místicos. Yo no creo en ese tipo de líderes, nunca he sido mitómano, ni cuando era de extrema izquierda.
¿No tenía pósters en la habitación?
Nunca tuve pósters. Ni del Che ni de nadie.
¿No?
No soy mitómano.
Hay un anuncio de su campaña que parece redactado por Puigcercós. Dice: “Ser catalán es trabajar duro y con las ideas claras”. ¿Por qué los catalanes? Todas las personas tienen o tendrían que trabajar duro en este mundo, no sólo los catalanes.
Creo que una virtud colectiva del pueblo de Catalunya es ser trabajador.
¿Más que otros?
Seguramente más que otros, sí. Ser trabajador es una virtud. Evidentemente, también tenemos gente a quien no le gusta trabajar, como en todas partes. En la propaganda, normalmente se ponen de relieve las virtudes y no los defectos. El trabajo, para alguien que empezó a trabajar a los dieciséis años como yo, es una virtud.
¿De qué empezó a trabajar?
En un taller de artes gráficas, en Esplugues de Llobregat. En una empresa que todavía existe, aunque ha cambiado de nombre y de propietarios: Industrias Gráficas Pauta. Básicamente, hacíamos cajas para los bombones Nestlé…
… Que también está en Esplugues.
Y para Varón Dandy. Cajas, básicamente. Era en 1971. Trabajé nueve meses y la mayor parte de noche, de seis de la tarde a seis de la mañana.
Y, de día, ¿dormía, estudiaba?
En aquel periodo dormía y no pude estudiar. Por eso dejé el taller.
¿Para poder estudiar?
Dejé el taller por otra empresa donde trabajaba de siete y media a tres y media, y eso me permitió seguir estudiando. Esta vez en Sant Joan Despí.
¿Y en el taller de artes gráficas, qué hacía, cuál era su trabajo?
Era aprendiz.
¿Estaba con las impresoras?
Sí, las offset.
¿Había Minervas?
La actividad de la Minerva era mínima. Lo que más había eran máquinas offset. Unas alemanas, que eran las Mann, y una Planeta, de Alemania del Este. Un trasto muy antiguo que decían que era muy preciso.
Debía de ser un tanque reciclado. ¿Si volviera a formar gobierno, cuál sería el principal objetivo de esta legislatura?
La lucha contra la crisis para la creación de ocupación. Aunque no sé si es lo que más preocupa a los políticos, a la sociedad catalana, sí.
¿Cuál es la línea que separa el servicio al ciudadano o al país y la ambición personal?
Eso depende de cada persona.
¿Y en su caso?
Yo estoy en política por vocación de servicio público. Nunca pensé que sería presidente de la Generalitat, ni cuando era pequeño, ni hace 15 años, ni hace 10. Ni ministro. Ahora bien, cuando tienes un cargo debes hacerlo lo mejor posible, con una ambición que no sea personal pero sí colectiva. Estás representando a un conjunto de ciudadanos. Un político, un representante institucional, tiene una doble función. Una, gestionar los asuntos públicos y, dos, representar a los ciudadanos.
¿Sabe de dónde viene su apellido y qué significa?
No. Una vez unos expertos me dijeron que tiene raíces vascas. Me sorprendió. Así como hay apellidos que tienen muy claras sus raíces, en mi caso el origen…
¿No le han dicho nunca que tiene que ver con Munda?
¿Munda, la batalla que libró Julio César…? No, Pompeyo, perdón.
Más el sufijo árabe -ya.
También, también, pero aquellos expertos… La batalla de Munda se libró cerca del pueblo de Montilla, pero dicen que no viene de ahí, que el apellido tiene raíces vascas.
En estas elecciones hay toda una serie de partidos que nunca se habían presentado. Uno de ellos es la Coordinadora Reusenca Independent, con Ariel Santamaría y Carmen de Mairena. ¿Qué opina un presidente de la Generalitat de este tipo de representación?
No es un fenómeno nuevo. Lo es aquí, pero lo hemos visto en otros países en procesos electorales.
Cicciolina…
Cicciolina, o Coluche en Francia, aunque era otra cosa. Por lo tanto, seguramente cada vez nos vamos normalizando y cada vez somos más europeos. Tiene relación con el hecho de que nuestra sociedad cada vez es más plural. No necesariamente más fragmentada, pero sí más plural. Y más compleja, y por lo tanto fenómenos como ese serán más habituales, del mismo modo que se tiende a la fragmentación del mapa político en toda Europa. Es necesario recordar que, en Alemania, hace 25 o 30 años, los dos grandes partidos sumaban el 70% del electorado y ahora no. Hay más ofertas electorales y algunas que expresan posiciones de rechazo, o antisistema a su manera.
¿Qué opina del voto en blanco?
El voto en blanco me preocupa más que esas candidaturas anecdóticas. Porque lo ejercen personas que creen en el sistema democrático pero que no encuentran referentes que les sirvan, ni ofertas que les satisfagan. Con el voto en blanco envían un mensaje de rechazo.
El voto en blanco no ha dejado de aumentar.
Prefiero el voto en blanco porque es más consciente. Tenemos que reflexionar y seguramente hacer mejor las cosas. Esa gente no son pasotas, son conscientes de lo que significa la democracia y del valor del voto.
Si junto a su casa se tuviera que construir una mezquita, una narcosala, un megaprostíbulo como el de La Jonquera, un cementerio nuclear o una cárcel, ¿qué preferiría?
Una cárcel. A veces ya he hecho referencia, en diversos actos, a la insolidaridad de la sociedad. Porque encontrarás manifestaciones pidiendo una escuela o un hospital, pero no encontrarás una manifestación pidiendo una cárcel, una narcosala o una instalación de residuos. Pero los necesitamos. Y después la gente exige que los ladrones no estén en la calle, que los residuos estén recogidos y eliminados, y piden otros equipamientos para grupos minoritarios de nuestra sociedad, como son las personas con problemas de drogadicción. Yo sería respetuoso con la decisión que tomaran las autoridades competentes. Esas instalaciones las necesitamos. Lo que no podemos decir es lo de “en el patio de mi casa, no…”. Pero, si no es en el patio de tu casa, ¿dónde va a ser? ¿En el patio del vecino? Pues si resulta que el emplazamiento idóneo está cerca de tu casa, pues oiga…
Hablaba de equipamientos: de cárceles, de narcosalas… Pero, en el caso del macroprostíbulo, que de repente te encuentres que se está construyendo justo al lado de tu casa o de tu empresa…
Francamente, no sé si puede decir que un prostíbulo sea un servicio a la comunidad ni un equipamiento. (Sonríe.) No me gustaría y por lo tanto utilizaría los mecanismos que el Estado de derecho tiene a su alcance para evitarlo. Pero los servicios públicos, los equipamientos y los servicios a la comunidad, si te tocan, te tocan.
En las Terres de l’Ebre dicen que siempre les toca a ellos. ¿Le parece justo que siempre toque a los mismos?
Creo que eso que dicen es injusto, francamente. Porque las centrales se construyeron en una determinada etapa, hace muchos años. Algunas de ellas, cuando no había democracia o era muy incipiente. Creo que, entre otras cosas, el autogobierno ha buscado el equilibrio territorial. Algo parecido ocurre con los molinos de viento. ¿Dónde se pueden poner? Pues allá donde haya viento.
¿Cuánto cuesta la campaña electoral del PSC?
Está muy cerca de los tres millones de euros. Dos coma nueve y pico. No recuerdo el pico. Son 2 millones 914, o 2 millones 920… En cualquier caso, no llega a los tres millones.
¿Cómo se financia?
Con los recursos del partido. Una parte procede de las cuotas de los militantes. Otra, de las cuotas de los cargos públicos, que son importantes. Y, luego, están las subvenciones, que recibimos de acuerdo con la legislación: las que nos tocan por ley.
Cuando dice “las cuotas de los cargos públicos”, ¿se refiere a una parte del salario?
Los cargos públicos con carnet tenemos una cuota extraordinaria que pagamos al partido, además de la cuota que se paga como afiliado.
En esta etapa de president, ¿cuál ha sido su mayor decepción política?
Prefiero quedarme con los buenos momentos más que con las decepciones o con los problemas. Intento no decepcionarme por nada. Hemos tenido momentos duros. Especialmente cuando se producen muertes de servidores públicos, como ocurrió con los bomberos fallecidos en el incendio de Horta de Sant Joan. Son momentos difíciles. Como la sequía.
No ha vuelto a haber sequía.
Ahora que hemos hecho las infraestructuras, ahora que podría no llover… Si vuelve a no llover no tendremos problemas.
La Virgen de Montserrat lo resolvió mejor.
Sí, pero, por si acaso, las infraestructuras ya las hemos hecho. Las desalinizadoras y las interconexiones entre las cuencas internas…
¿Qué es lo que más le aburre de una campaña electoral? Aparte de las entrevistas.
Entre otras cosas, una que está muy presente en la política y que se magnifica cuando hay campaña: la banalidad, la superficialidad, la mentira. Cada uno puede intentar defender sus posiciones y propuestas, pero es que te encuentras con personajes que, pura y simplemente, mienten. Me parece bien que defiendan sus ideas. Pero cuando una cosa es negra, es negra. Con o sin gafas continuará siendo negra. Me molesta la simplificación de los mensajes, seguramente obligada por el contexto en el que vivimos, donde lo importante es el corte de voz para la tele.