Los obispos se niegan a retroceder con los tiempos inquisidores y se obstinan en librar las batallas de antemano perdidas en nombre de una fe digna de mejor causa. Se empecinan en el amedrentamiento que nos impide ser libres y en culpabilizarnos de nuevo, como siempre, una y otra vez, por querer vivir y morir con dignidad. Los obispos vuelven a cargar sus bayonetas contra la humanidad y reavivan las llamas de un infierno del que ellos mismos habían abjurado. Según ellos (pero no ellos) hay que surfrir en vida y morir sufiendo. Anatema de los anatemas, el proyecto socialista sobre la muerte digna ” deja las puertas abiertas a la legalización de conductas eutanásicas”… Hasta quí podríamos llegar. No sólo las personas en la vida quieren trabajo, autonomía, libertad, ser felices y democracia real, sino que también quieren decidir en dignidad hasta en esos “momentos de temor” que tanto poder da a los cuervos inmisercordes.
Juan Antonio Martínez Camino, especialista en abortos y eutanasias, en el lado más oscuro de esas fuerzas vaticanistas, llamó ayer a la objeción de conciencia pervirtiendo así los derechos humanos para salvar los privilegios de las cavernas. Se confunde Martínez Camino cuando denuncia un suspuesto ” retroceso en los derechos fundamentales” con que se ponga coto a sus privilegios mágicos de ser los dueños del sufrimiento y el miedo en los momentos más difíciles de cada vida.
Entre lo que los obispos consideran “conductas eutanásicas” intolerables estaría la posible sedación (a su juicio inadecuada) y abandonar las terapias aunque la persona enferma no pueda superar el estadio terminal. Y califican, con toda desfachatez, el acompañamiento en una muerte digna como “omisión de cuidados”… De nuevo esos curas machistas y retrógados se erigen en jueces de lo que son los “cuidados”, del mismo modo como pretenden dirimir sobre los derechos de la mujer a su propio cuerpo… Cuanto más lejos les queda el tema, cuanto menos saben, cuanto más se han equivocado durante siglos y siglos, más soberbia es la imposición de su ideología cavernaria.
No tolera el obispo que se extienda y prevalezca la libertad y autonomía de las personas, y así recrimina que se haya suprimido en el texto presentado, y de forma expresa, la actual limitación que recoge la ley de autonomía del paciente: la buena práctica médica, de tal manera que la voluntad del enfermo se impone y «convierte a los médicos y demás profesionales de la sanidad en meros ejecutores de las decisiones de aquellos». Miren ustedes lo intolerable: que cualquier persona pueda negarse a sufrir en estado terminal, y se antepone su voluntad y dignidad a la jerarquía hasta ahora establecida de las autoridades médicas y religiosas.
Seguramente, como todo proyecto de ley en un terreno tan delicado, es perfectible. Pero el hecho de que Martínez Camino haya vuelto de nuevo a la arena con coraza, yelmo y lanza en ristre, en esa Cruzada tan suya contra la ley de la muerte digna, no indica otra cosa sino un avance de la sociedad en la humanización de la vida hasta que la perdemos.
<a href=”http://bitacoras.com/anotaciones/http://puntsdevista.wordpress.com/2011/06/28/los-obispos-nos-desean-dolor-en-la-agonia/”><imgón en Bitacoras.com” src=”http://widgets.bitacoras.com/votar/normal/http://puntsdevista.wordpress.com/2011/06/28/los-obispos-nos-desean-dolor-en-la-agonia/” alt=”votar” /></a>
Ver también el dossier de la Jornada de Dempeus sobre “Aprender a vivir y morir dignamente”