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Àngels Martínez i Castells. Mas-Colell invita al saqueo de los servicios públicos
Àngels Martínez i Castells.

Ayer lo comentamos en la Asamblea del 15-M de Terrassa para ilustrar en el fondo la gran estafa que es la crisis y la pérdida de derechos y conquistas sociales que puede significar para la ciudadanía. En la edición de Catalunya del diario Público del sábado, 1 de octubre, en catalán, podían leerse una columna en la que se nos informaba que la crisis y los recortes están provocando en poco tiempo una “contracción” (¡malditos eufemismos!) de los servicios públicos. Ante eso, el conseller d’Economia, Andreu Mas-Colell, había hecho un llamamiento al sector privado a ocupar el espacio que los “ajustes” dejan en el sector público.

Nos recordaba la columna (sin firmar) que el Govern de CiU ya se manifestó a favor de que la población opte por acudir a mútuas privadas en lugar de seguir confiando en los servicios que presta la sanidad pública, pero el conseller d’economia considera que este “reemplazo” se puede aplicar a todos los sectores. “Me gustaría que tomaseis la iniciativa: ahora está muy claro que desde el sector público no se podrán atender grandes proyectos de rentabilidad económica y social”… estas fueron algunas de sus afirmaciones ante el Cercle d’Economia. Y más adelante añadió: “Esto no significa que el sector público y la Generalitat no tengan ningún papel, sino que el sector privado aproveche los espacios de los que la Administración se retirará“.

Para dejarlo más claro, Mas-Colell dijo al calibrar el impacto de los recortes que “entiendo que haya quejas. Pero si todos contribuimos (añado yo a modo de ejemplo: el Govern privatizando, el sector privado aprovechando la coyuntura y la ciudadanía intentando la difícil tarea de apretarse el cinturón mientras se baja los pantalones) podremos salir antes de la situación y llegar a otras de equilibrios mayores”. Lo que no dice el Conseller es todo lo que habremos dejado en el camino de dignidad, bienestar, empleo y seguridad para nosotros y nuestros hijxs y nietxs para perseguir los imposibles “equilibrios” del neoliberalismo.

Pero, además, es que algo falla en esta ocupación de los servicios públicos por los privados: algo que es demasiado triste per la sociedad y demasiado doloroso para las personas enfermas, mayores, que necesitan cuidados. Vean si no esta otra noticia que reproduce Dempeus per la Salut Pública:

La clínica Sant Antoni de Barcelona pide a los pacientes que lleven las medicinas

Se trata de una clínica privada integrada en la Xarxa Hospitalària d’Utilització Pública (XHUP),  dedicada especialmente a geriatría. La Clínica Sant Antoni nació de la fusión de las clínicas La Figuerola y Provenza y fue inaugurada el pasado 16 de setiembre por el consejero de Salud, Boi Ruiz, y el alcalde de Barcelona, Xavier Trias (CiU). 
Los recortes anunciados por el gobierno de CiU se están dejando sentir ya. La Clínica Sant Antoni de Barcelona ha pagado  sólo el 65% de la nòmina de setembre. Reducción del 35% de las nóminas de los trabajadores y que los pacientes traigan sus propios medicamentos. Este es el plan que ha puesto en marcha la Clínica Sant Antoni de Barcelona.
Estos recortes repercuten directamente en los enfermos, la situación que están viviendo los enfermos de esta clínica va mucho más allá del co-re-pago, es una vuelta a los hospitales y clínicas de los países más pobres del mundo. ¿Es este el trato que el president Mas quiere que se de a nuestros mayores? ¿Es esta la calidad en los servicios de salud a la que aspira el “gobierno de los mejores”? ¡Una vergüenza, eso es lo que es!
 

Los familiares contratan a cuidadores porque los empleados ya no dan abasto

ALBA CASANOVAS - Barcelona – 02/10/2011

Un hospital sin más de 40 medicamentos básicos, con escaso material de curas y con una plantilla que no puede atender a los pacientes. Los recortes sanitarios de la Generalitat han dejado en esa situación a la clínica Sant Antoni de Barcelona.

Los 184 trabajadores de la clínica no solo sufren una reducción del 35% del salario de septiembre, la misma cantidad que el Departamento de Salud ha pagado de menos al centro. También se ven en la tesitura de pedir a los familiares de los pacientes, más de 200, que traigan de sus casas algunos de los medicamentos que necesitan.

La mayoría de los 40 fármacos que faltan son básicos, como analgésicos, inhibidores de coágulos que favorecen la circulación sanguínea y complementos alimenticios, según explica Margarita Capitán, una de las presidentas del comité de empresa. “La dirección dice que no puede hacerse cargo de los gastos”, añade. Este periódico trató ayer de obtener la versión del centro, sin éxito.

“Los enfermeros nos negamos a solicitar ayuda a los familiares. Se lo comunican los médicos”, dice otro trabajador, que no quiere dar su nombre. Ante tal situación, los parientes acuden a los centros de atención primaria en busca de recetas para comprar las medicinas. “Es una vergüenza”, comenta Juan L. R., que admite adquirir fármacos para su mujer.

Los empleados también denuncian la escasez de material de curas. “En lugar de tener apósitos de última generación, utilizamos gasas convencionales”, explica un miembro del comité de empresa. Y critica que la clínica “se excuse con los recortes” para no comprar el material necesario.

Los enfermeros del centro también revelan que tienen a su cargo más pacientes de lo que les corresponde. Ayer, dos auxiliares de enfermería atendieron a 36 pacientes, y un enfermero, a 83. Es el caso de Jesús Pizarro, enfermero de 29 años, que trata a 76 enfermos. “La calidad en la asistencia brilla por su ausencia”, lamenta mientras confiesa no sentirse “realizado”. “No hago ni la mitad de lo que podría hacer”, puntualiza.

A los familiares les explican las carencias que sufren. Algunos lo entienden. Otros no. “Se deben de acumular las quejas”, pronostica Juan mientras entra en la clínica por detrás (la entrada principal está cerrada) custodiado por dos vigilantes que el centro ha contratado para impedir que los trabajadores lo invadan.

Familiares y empleados afirman que hay enfermos que aguantan más de una hora con el pañal sucio y a los que no se les levanta de la cama cuando toca. De ahí que la mayoría de los pacientes dispongan de un cuidador. Es el caso de Ana Velasco, de 57 años. Asiste a su paciente siete horas al día. “Se lo hago todo”, dice. “Sus familiares pueden pagar mis servicios, pero ¿qué pasa con los que no pueden?”, se pregunta mientras se encoge de hombros.

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