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Àngels Martínez i Castells. #StopCrueldadMovistar Stéphane Hessel y Marcos, hoy también, unidos e indignados
Àngels Martínez i Castells.

VagaFamTelefonica

marcos-armenteros-highlight_smallLa lucha de Marcos es la lucha de todos. Como lo ha sido también la de Stéphan Hessel, el veterano defensor de los derechos humanos que hoy nos ha dejado, y que en el prólogo a Reacciona escribió que ante los peligros que afrontan nuestras sociedades interdependientes, es tiempo de acción, de participación, de no resignarse…. como hacen los compañeros y compañeras insurgentes de Telefonica. ¿Qué hubiera dicho Hessel ante la vulneración de los derechos humanos concretados en un despido por enfermedad, por no “rendir” cuando el cuerpo sufre? ¡Cómo se hubiera indignado ante la nula reacción de Kim Faura y tantos bonzos de Telefónica ante huelgas de hambre que claman a los cielos… y que ellos, en sus privilegios, prefieren ignorar! Marcos y sus compañeros y compañeras, sus amigos y amigas, siguiendo hilos rojos de indignaciones seculares que construyeron una sociedad más vivible, más humana y equitativa, más civilizada, tampoco hoy nos resignamos: decimos con Hessel en que ahora es tiempo de democracia genuina, de movilización, de ser actores y no espectadores obedientes de la prepotencia y corrupción de quienes se creen dueños del mundo y amos de quienes deben trabajar para subsistir… los putos amos de la inmensa mayoría: del 99%.

Stephane HesselHoy uno los nombres de Marcos y de Hessel en una indignación que mueve a reaccionar, a superar las sombras presentes para diseñar un futuro más acorde con la dignidad humana, como Hessel nos dijo. Como Marcos, y sus compañeros de Telefónica hacen.

Con motivo de la primera huelga de hambre de Marcos y sus compañeros escribí unas palabras que hoy recupero, con mucho más sentimiento solidario, en la segunda huelga de hambre. Y lo hago el mismo día en que, estoy segura, avanzan hacia la primera línea nuevos defensores de los derechos laborales y humanos que pasan a ocupar el puesto -ya no vacante- que deja Stéphane Hessel… También su memoria:

Una huelga de hambre pone de manifiesto los límites de la presión, lo grave de la injusticia, el agotamiento de las palabras, y la inhumana sordera e insensibilidad de los interlocutores (la empresa multinacional, en este caso) que aboca a los trabajadores a una medida que tiene tanto valor simbólico como peligro real para las personas que la llevan a cabo. Si los trabajadores no hacen huelga para dejar de trabajar, sino para poder hacerlo en mejores condiciones, la huelga de hambre es una respuesta -desesperada y casi de último recurso- a lo que se vive como amenaza a la propia supervivencia, a poder trabajar con la dignidad propia de todo ser humano.

Una huelga de hambre solidiaria significa la conciencia de la gravedad, el abismo al que nos empuja este modelo -que muere matando- sin que todavía veamos los perfiles definidos del modelo que lo ha de substituir, necesariamente.

Sabemos que el capitalismo no es eterno, pero la necesidad de alumbrar un mundo nuevo es cada vez más urgente. Por otra parte, los conflictos que provocan multinacionales como Teléfonica (o France-Telecom, por citar otra gran empresa privatizada que provocó una auténtica convulsión social en Francia), ilustran el modelo economico deshumanizado que se impone en nuestra sociedad, y van más allá de la “mundialización” para recordar más y más sus inicios esclavistas. Con su comportamiento bárbaro con las personas enfermas (que no rinden lo suficiente, alegan, cuando ellas están destrozando el planeta) ilustran la incompatibilidad de la ley del máximo beneficio con la necesaria sociabilidad y las posibilidades reales de poder ofrecer un mundo algo mejor para las futuras generaciones. Sus exigencias de psicópata, traducidas en leyes vergonzantes que las mayorías políticas aprueban sin rubor, con el hacha en la mano, chocan frontalmente con la necesaria construcción de relaciones sanas e igualitarias. Su desvarío impide compaginar con un mínimo de armonía la propia vida, las relaciones personales y el medio…

En el modo de vida que imponen, trocan las relaciones humanas entre iguales por la competencia entre compañeros, y en esa ley del más fuerte persiguen la solidaridad porque les es totalmente ajena -de hecho, enemiga- y les cuestiona desde la base… En el modelo que imponen las grandes empresas la información de los grandes medios está comprada y a su servicio (¡cómo no, si son los grandes anunciantes!) y a su alrededor sólo puede encontrar algún cobijo el que mejor finje o el más servil. Demuestran claramente que si es cierto para una realidad más global que “lo que llaman democracia, no lo es” (o NO en una medida suficiente) las grandes empresas sólo frecuentan las instituciones democráticas para intentar comprar a los políticos elegidos y las políticas que elaboran… El modelo económico de las grandes multinacionales se empeña, finalmente, en que todos seamos como aquel necio del poeta que confunde, constantemente, valor por precio: su precio, su cotización en Bolsa, sus beneficios.

Y en esta confusión, nos va la vida.

Un abrazo fuerte!

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