La comisión que investiga los escándalos en la sanidad pública catalana no sólo demostró ayer que CiU y el PSC “se conjuraron para no salir dañados al airearse los trapos sucios de la sanidad catalana”, como explica El Pais. También sirvió de escaparate para las miserias personales de altos cargos de la sanidad catalana que tienen tan buen concepto de sí mismos que convirtieron la sala en una feria de globos (que podían ascender a los cielos, de tan hinchados, o estallar de un momento a otro por un abuso de auto-satisfaccion). El exceso de helio podía deberse a que sus guardias de corps parlamentarios ya se habían encargado de vetar a quien pudiera contradecirles. Por eso, a pesar de que las piezas claves en el transfondo eran el libro “Artur Mas, on són els meus diners?” de Albano Dante Fachin i Marta Sibina, y el llamado ‘informe Crespo’ del síndic Agustí Colom realizado en el año 2006, ninguno había recibido los votos suficientes para poder comparecer. En la caseta del tiro al blanco de la feria parlamentaria, disparar a Agustí Colom, Marta Sibina, Albano Dante o ya de paso, a Victor Catalán, salía casi gratis… Por tanto, bien podían los fantoches negar enfáticamente todas las irregularidades de los Centros Médicos Selva i Maresme (CMSM) —filial de gestión privada de la Corporació de Salut del Maresme i la Selva— o las retribuciones irregulares al alto personal de las mismas, o reivindicar las turbias gestiones y compra-ventas del ahora diputado de CiU y entonces alcalde de Lloret de Mar, Xavier Crespo. Patente de corso para sus “mecachis, que guapo soy” mientras descalificaban informe y libro sin que sus vetados autores pudieran desenmascararles. Así se las ponían a Fernando VII… y ellos no podían ser menos. Pero tanta impunidad y juego sucio, tanta pólvora quemada para preservar unos egos hipertrofiados, no puede quedar impune.
No voy a pedirles que revisen la comparecencia de Crespo -imputado en otro caso por presunta relación con la mafia rusa- porque no les pase lo que sucedió en directo: que supuestos “errores técnicos” en la retransmisión se sumaron a la conjura de los necios, y el Canal Parlament entró en una especie de bucle en el que sólo se oía decir, muy sobreactuado, a Xavier Crespo que era doctor (cuando al parecer sólo es médico). Les voy a pedir que dediquen unos minutos (tampoco demasiados, no vale la pena) a la comparecencia de Albert Fernández Terricabras, el sucesor de Carles Manté en la presidencia de la Corporació Salut del Maresme i la Selva, agraviado por dos hechos imperdonables: primero: que Albano Dante y Marta Sibina se habían equivocado en algún dato de su biografía (lo cual les condenaba a no ser creídos en nada de lo que dijeran ni escribieran de por vida), y a que a su familia tal “error” podía dolerle… (recordaba a Gonzalez Pons y sus supuestos hijos, supuestamente aterrorizados por un supuesto escrache de la PAH de Valencia). Pero mientras, el dignísimo profesor de IESE echaba a la hoguera a quienes al parecer, carecen de padres, hijos, amigos y perro que les ladre o gato que les maulle. Y segundo, que Victor Catalán (muy inteligente por otra parte) se había levantado enfadado de una reunión en la que estaba sentado a su lado, y se había ido sin despedirse para después escribir en su blog su opinión sobre la transparencia…. Sólo Isabel Vallet de la CUP y Marc Vidal de ICV/EUiA le recriminaron su comportamiento. Pero sólo tenían cinco minutos, y se necesitaba mucho más para desmontar la vaciedad de un discurso sin ideas, o la publicidad sin rubor de la gestión privada como supuesto argumento para cargarse la sanidad pública, o los balbuceos inconexos del de IESE cuando Marc Vidal le pregunta sobre ética, o sus triquiñuelas de escapista para no reconocer el concepto (ni el valor) de la sanidad pública apelando a normas y conceptos contables, y abundando en el error de confundir autonomía de gestión con patente de corso para aplicar criterios mercantiles de empresa privada a la sanidad pública.
Quiero recordar a Marta y Albano de cafeambllet (porque Agustí Colom por su formación de economista, lo debe tener muy oresente y ya se debió reir mucho al oírlo) que ningún buen gestor, ningún profesor universitario serio puede apoyarse en estudios sobre co-repago que le den fundamento a expulsar a las personas con menores rentas de la sanidad. Incluso la OMS lo denuncia. Y ni siquiera (o sobre todo) puede valer el REpago para las urgencias, en un sistema en el que por desgracia demasiadas personas sólo se sienten seguras si acuden a los servicios de emergencias (o sólo puede n acudir al médico sin perder el empleo en horario extra-laboral). La cháchara adicional sobre listas de espera (menos mal que no mencionó a los inmigrantes) sólo es humo para enturbiar la razón de fondo: que nos quieren dejar sin derecho a la sanidad pública. Y más, que repitiendo como posesos que es preciso que la sanidad pública sea sostenible (y por eso cometen el fiasco de parasitarla con cirugías estéticas demasiadas veces tan peligrosas como innecesarias) se están cargando la sostenibilidad de la propia sociedad y el pacto social que proporcionaba un mínimo de seguridad, bienestar y cohesión. Pero a ellos, esos privilegiados, indigitados por dios o por wall street que tanto monta, la barbarie ya les conviene. Gozan de perros guardianes que les privan de comparecencias molestas y de servicios de seguridad (para los que no hay recortes) que les quieren aseguran un mejor y más tranquilo pasar que a la inmensa mayoría. Consuelo espitirual necesitan poco, porque esos gestores de IESE que hacen publicidad engañosa, sin ética ni estética, de la sanidad y la enseñanza privada, tienen más de autómata que de persona, `prque no sienten ninguna empatía con sus semejantes, y por tanto poco les importa que nos dejen sin nada.
Parecen no darse cuenta de que ahora el 99% de la población, las clases subalternas tan mayoritarias, vamos perdiendo el miedo y ahora ya, no sólo nos enciende tanta corrupción, engaños y robos, sino que lo queremos todo. Y antes que nada, perderles de vista. Porque estamos hartas de tantos sepulcros blanqueados, de tanta mala baba, de tanto hacer pasar por ciencia inapelable lo que sólo son asientos contables que ya se hacían mejor, y eran más fiables, quinientos años atrás, en el Nápoles de la Camorra.