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Àngels Martínez i Castells. Toni Barbarà: Ébola, errores y horrores de una epidemia de estulticia y austericidio
Àngels Martínez i Castells.

Toni Barbara Jornada

Ébola, errores y horrores de una epidemia de estulticia y austericidios

El Ébola se desarrolla en un caldo de cultivo social caracterizado por la incompetencia, la estulticia, la improvisación, la propaganda. Y todo ello al servicio del neoliberalismo y la preminencia de intereses económicos y políticos.

Negarán lo evidente y es que este desastre es patético y vergonzante si no fuera además mortífero. Negarán que para que tanto error y horror puedan campar y reproducirse, hace falta, algo más que mala suerte. Hace falta crear las condiciones para la debacle: recortes presupuestarios, cierres de servicios, cierre de camas, despidos de trabajadores, coRepagos y exclusiones de asistencia, desmantelamiento de lo público, derivación parasitaria a lo privado, prioridad de lo economicista, lucrativo y mercantil…desprecio del rigor científico y profesional, abandono de la preminencia de los servicios públicos, del bienestar y la dignidad de la población, de la debida atención universal de los derechos humanos de todo tipo… Y negarán que todo eso se ha conjugado, por enésima vez, en el caso que nos ocupa. El virus Éboicios públicos, del bienestar y la dignidad de la población, de la debida atención universal de los derechos humanos de todo tipo… Y negarán que todo eso se ha conjugado, por enésima vez, en el caso que nos ocupa. El virus Ébola, y todo virus, bacteria o “bichito”, al decir de aquel otro ministro de la derechona hispana, campan a sus anchas ante tanta negligencia culpable.

Errores y horrores

De lo anterior, verdadero núcleo del problema, que como tantas veces tiene una causalidad no médica y sí determinada por lo social y lo político (causa de las causas), se desprende que la cadena de errores ha sido necesidad y condición para llegar al actual estadio del problema…no cerrado, ni mucho menos. Al tiempo.

Una de las evidencias más lamentables es que la ciudadanía, incluida la más acrítica, autoincupada y resignada, ha llegado a la conclusión de que no estamos en buenas manos. Ha perdido aquella confianza (que no fe) en las “administraciones”, el “gobierno” al decir de la calle.

No es fácil digerir una rueda de prensa como la ofrecida en la tarde del lunes por la Ministra Mato y sus responsables… Pasará sin duda a la antología de la improvisación, la teatralización, el panfleto y la generación de toneladas de incredulidad mediática en tan poco espacio de tiempo. Por no entrar ya en el lenguaje y las “noticias” verbales emitidas, y analizadas urbi y orbi como un despropósito flagrante, quiero hacer notar el lenguaje gestual de la mesa con la Mato al frente: tics, balbuceos, miradas errantes, sudores, papeles y papelitos, expresiones de susto y pánico escénico, sequedad de mucosas, … Una escenificación grotesca del desastre, desconocimiento, desconcierto, descaro, desfachatez, despropósito… “Todos los protocolos son perfectos y avalados, todo se ha hecho como se debía, …nada ha fallado… pero algo que no sabemos debe haber fallado” …Y ¿cómo pues? siendo así, se habrá colado ese filamento-plastilina del Ébola en nuestra propia casa? Preguntaba un periodista en una muestra de lucidez tan ejemplarizante como ausente en la mesa.

En tiempos se hubiera echado mano de la conspiración judeo-masónica y el contubernio marxista internacional… Ahora es un poco más difícil (aunque no tanto como podría pensarse) y seguro que acabaran atribuyendo el desaguisado a las propias víctimas: error humano se llama esa técnica. La enfermera, en estado crítico, será criticada porque dirán no siguió las normas.

Las cosas mal hechas, se pagan siempre.

Algo que está perfectamente demostrado por la historia es que en salud pública, en experiencias de riesgos biológicos, de epidemias, pandemias, o se hacen las cosas bien desde el principio o cada error sucesivo, aumentado y provocado aboca a otro error mayor y más grave y así consecutivamente y en progresión piramidal. Cada hora que pasa más afectación en número y más descontrol en las actuaciones. Como reacción cívica y saludable al “todo controlado oficial” cada día más estupefactos y con más miedo.

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