Veto a los proyectos de ley reforma fiscal.
Senado, 12 de noviembre 2014.
Señora presidenta, señorías,
Si tuviera que resumir mi opinión sobre la reforma que nos ha presentado el ministro Montoro lo haría parafraseando a Krugman: Con su reforma fiscal la desigualdad, después de impuestos, va a aumentar más que antes de impuestos. Voy a intentar justificar esta afirmación en mi exposición.
Hoy, de forma agrupada –creo que es conveniente hacerlo así porque al final todo tiene una misma lógica− vamos a discutir los tres proyectos de ley que atañen todos a política fiscal. Discutiremos sobre el IVA, impuestos sobre sociedades, IRPF, sobre otras modalidades fiscales… Sobre fiscalidad ambiental discutiremos poco, y ese poco será malo, y también discutiremos el régimen económico y fiscal de Canarias y sobre otras medidas tributarias y financieras.
Es pues, este veto que defiendo en nombre del senador Saura y mío y en representación de Iniciativa per Catalunya Verds, una enmienda a la totalidad a la política fiscal de este Gobierno. A mediados de noviembre de 2014 volvemos a discutir reformas parciales de nuestro sistema fiscal. Se van acumulando. El propio ministro Montoro nos ha anunciado en su presentación de este paquete legislativo que está pendiente de presentar una más: la reforma de la Ley general tributaria. Señalo la fecha de debate para denunciar los retrasos y parcialidades con que este Gobierno ha afrontado uno de los principales retos que tiene todo el país con dificultades financieras, abultado déficit público y deuda disparada, y era y es abordar con decisión el incremento de los ingresos planteando una reforma fiscal completa y profunda. No ha sido así. El principal objetivo de este Gobierno ha sido recortar el gasto y no aumentar los ingresos, lo que ha tenido efectos devastadores en nuestro Estado de bienestar y ha impedido liberar recursos para reactivar la economía.
Era necesario, desde el primer momento, una expansión fiscal que permitiera la financiación de la deuda y, a su vez, reducir el déficit. Y ¿cuál es el escenario fiscal español? La presión fiscal en España es de entre 7 y 8 puntos por debajo de la media de la Unión Europea.
En la presentación de los presupuestos generales del Estado para 2015, las previsiones del Gobierno calculan unos ingresos tributarios de unos 186 000 millones de euros, unos 10 000 millones de euros más que en 2014: el 32% de los ingresos provendrán de la recaudación del IVA y el 39% del IRPF; y el Impuesto sobre sociedades va a aportar el 12,6% de los ingresos, 1,6 puntos superior a los ingresos de 2014 y este incremento será soportado, básicamente, por las pequeñas y medianas empresas. Les daré un dato para validar esta última afirmación y es que en 2011 las pymes aportaron el 76% de todos los ingresos por el Impuesto sobre sociedades y, las grandes empresas, el 24%. Dicho de otro modo, el 60% de los beneficios del sector empresarial los generaron las grandes empresas, pero solo aportaron el 24% de la recaudación de dicho impuesto. Les pondré un ejemplo concreto y es que, en 2012, al BBVA, con 2111 millones de euros de beneficio total del grupo consolidado, le salieron 217 millones de euros a su favor en la liquidación del Impuesto sobre sociedades; es decir, que el Estado le devolvió dinero.
Leyendo los datos que nos da el Gobierno en la memoria de los presupuestos generales del Estado, se puede afirmar que el grueso de la recaudación proviene de las rentas del trabajo y del consumo, y no de las rentas del capital ni de los beneficios de las empresas.
Nuestro sistema fiscal no es progresivo, no paga más quien más tiene, por lo que no es equitativo. Los sacrificios realizados por la sociedad, a los que tanto apela el Partido Popular, no los han realizado todos; las grandes fortunas y las grandes empresas no solo no los han realizado sino que están saliendo enriquecidas de esta crisis. Les recuerdo que el 87% de los ciudadanos, según el Centro de Investigaciones Sociológicas, considera injusto nuestro sistema tributario.
La actual fiscalidad en España es el fiel reflejo de la connivencia entre los culpables de la crisis: las élites económicas y el poder político. Ustedes legislan a favor de los poderosos y les pondré 2 ejemplos: en el caso del Impuesto sobre depósitos bancarios plantean un irrisorio 0,03%, 10 veces menos que los gravámenes propuestos por determinadas comunidades autónomas; y en el caso del Impuesto sobre las transacciones financieras internacionales, España junto con Italia y Francia están intentando limitar los productos financieros que estarían sujetos a gravamen por este impuesto, dejando fuera los derivados, con lo que España dejaría de ingresar unos 4000 millones de euros al año. Señorías, lamentablemente, el Gobierno del Partido Popular siempre está al lado de los bancos.
En España, la economía sumergida alcanza el 24,6% del PIB, unos 253 000 millones de euros, lo que ocasiona unas pérdidas de recaudación entre impuestos y cotizaciones sociales de unos 90 000 millones de euros. El fraude fiscal representa unos 60 000 millones de euros y el 72% de éste lo protagonizan las grandes fortunas y corporaciones. Las grandes empresas pagan un tipo medio efectivo que hoy es del 5,3% y cerrará el 2014, según el ministro Montoro, en el 9%. Y les recuerdo que el nominal es de 30%. ¿Es esto justo? No. Nuestro sistema fiscal es ineficiente, insisto, y regresivo.
La lucha contra el fraude fiscal ha empeorado en 2013 respecto a 2012. La recaudación en la lucha contra el fraude fiscal en 2013 fue de 10 950 millones de euros; es decir, 567 millones de euros menos que en 2012. Por primera vez en 23 años recaudamos en la lucha contra el fraude menos que en el año anterior.
Según los datos de la OCDE, en España hay un empleado de hacienda por cada 1958 contribuyentes; en Alemania, con una tasa de economía sumergida que es la mitad de la española, hay un trabajador por cada 740 contribuyentes. La misma OCDE opina que para equiparar la administración tributaria española con la media europea se necesitarían 26 718 nuevos funcionarios a medio y largo plazo. Por otra parte, una Agencia Tributaria con escasa dotación para perseguir el fraude de las grandes fortunas; fraude, como decía antes, que se calcula en el 72% del total. Lo paradójico es que el 80% de los esfuerzos de la Agencia Tributaria en la lucha contra el fraude se dedica a pequeñas y medianas empresas y a ciudadanos medios.
Señorías, el objetivo de la reforma fiscal debería ser el de crear un sistema fiscal suficiente, justo y legitimado socialmente. Una reforma fiscal justa y equitativa en el reparto de las cargas, con impuestos progresivos, donde pague más quien más tiene; reforzando el peso relativo de los impuestos directos sobre la renta y patrimonio y reduciendo el de los indirectos sobre el consumo, donde se paga por igual con independencia del nivel de renta de las personas.
Al revés de lo que viene haciendo este Gobierno con sus parciales reformas fiscales, la lógica del debate debería ser, primero, definir qué tipo de sociedad queremos, para determinar después el marco fiscal necesario. Ustedes, señorías del PP, hacen lo contrario: fijan primero la política fiscal para definir después el alcance de las políticas públicas. Hoy no discutimos una reforma integral sino, sobre todo, una rebaja de tipos, especialmente en el IRPF. Estamos frente a una añagaza fiscal con fines electoralistas. Ni España se puede permitir estas rebajas de impuestos, especialmente entre las rentas altas y muy altas, ni esta reducción de la tributación fiscal va a ayudar al incremento del consumo, a la reactivación económica, ni a la creación de empleo. La justificación del Gobierno de esta reforma es que lo que ahora se dejará de ingresar se recuperará con la reactivación económica, la reducción de los intereses de la deuda y el ahorro en las prestaciones por desempleo. La verdad es que suena un poco a cuento de la lechera.
Señorías, nuestra recuperación es endeble y está sujeta a la evolución de las economías de nuestro entorno y a otros factores externos. Les quiero recordar lo que dice el Fondo Monetario Internacional: estancamiento en la eurozona y débiles previsiones de crecimiento. Previsiones perturbadoras en cuanto que estamos instalados en una crisis de deuda. El desapalancamiento se realiza a un ritmo lento, puesto que el PIB nominal crece menos que la deuda; repito, el PIB nominal crece menos que la deuda. Existe un peligro real, nos dicen los expertos, de instalarnos en una situación de estancamiento secular, cuyas consecuencias son: desempleo elevado y duradero, crecimiento de la pobreza, reducción de los salarios nominales y reales, una fuerte y persistente carga de la deuda y unos servicios sociales cada vez más deficientes.
¿Es aventurado rebajar impuestos con estos peligros? ¿Está garantizado el crecimiento, la creación de empleo y un mayor consumo interno? No, y no creo que sea prudente lo que plantea el Gobierno del PP con estas leyes, con estas rebajas, ni acertado ni conveniente. Pero, aun si las previsiones del Gobierno se cumplieran, no creo que lo más adecuado sea destinar íntegramente los nuevos ingresos, o los menores gastos, a rebajas fiscales, y más con una realidad marcada por el paro, la pobreza y la exclusión, falta de protección social, deterioro del estado de bienestar y de los servicios públicos esenciales, así como por la necesidad de liberar recursos para estimular la economía y crear empleo. ¿No sería, por ejemplo, más positivo a corto y largo plazo pasar del actual 37,5 del PIB, que representan los ingressos totales de las administraciones públicas, al 47% de la media europea? Y respecto al estímulo de la demanda interna y la actividad económica que van a suponer estas bajadas de impuestos, permítame también reiterar mis reservas. En primer lugar, ¿qué van a hacer las rentas altas −lo decía antes el senador Iglesias− con la rebaja de estos impuestos, con este dinero, que se les va a liberar? Consumir más, no; lo destinarán, como demuestran todos los estudios, a la especulación financiera. ¿O de dónde se creen ustedes que sale la burbuja bursátil que se está gestando? ¿Qué pasará con los tramos intermedios que recuperaron un poquito de dinero? Incrementar el consumo, no; devolverán deudas, se desapalancarán. A las rentas bajas no les afecta esa reforma.
El señor Montoro hablaba en el Congreso de 12 millones de beneficiados. Señorías, seamos claros: desde el año 2010 los ciudadanos que ganaban menos de 11 121 euros al año ya no tributaban; subir los ingresos a 12 000 euros al año para no tributar −su propuesta− favorece a 402 000 nuevas personas; los restantes 11 600 000 ciudadanos ya no tributan. Si realmente están preocupados por estimular el consumo reduzcan el IVA, especialmente en los productos de mayor necesidad. Si realmente quieren que las rentas bajas, que no se verán afectadas por las disminuciones del IRPF, saquen provecho de esta reforma, reduzcan el IVA, impuesto indirecto que se paga por igual independientemente de los niveles de renta. ¿Quieren consumo?, suban los salarios; ¿quieren consumo?, descongelen el salario mínimo interprofesional, y así amplios sectores de la sociedad recuperan poder adquisitivo y podrán consumir. ¿Quieren consumo? Recuperen el poder adquisitivo que han perdido los empleados públicos.
Señorías, también les pregunto si estas rebajas impositivas permitirán cumplir con los objetivos del déficit. ¿Habrá que ir a más recortes? ¿No volverán a incrementar el IVA después de las elecciones?
En la España en crisis se ha producido un incremento de la desigualdad entre las rentas: mientras las personas que viven en la pobreza alcanzan ya los 9,8 millones, de ellos 3 millones de niños y niñas, se concentra y multiplica la riqueza en pocas manos. Con esta reforma fiscal del Partido Popular se estima que se dejarán de ingresar unos 9000 millones de euros, de ellos unos 2600 millones se los ahorrarán las grandes empresas, corporaciones y multinacionales, como consecuencia de la rebaja en el impuesto sobre sociedades, el resto será ahorro del IRPF, del que más de la mitad irá a los bolsillos de los contribuyentes con rentas de más de 60 000 euros, que representan el 3,5% de los contribuyentes. Las rentas de menos de 12 000 euros anuales no cotizarán a IRPF, por lo que no recibirán ningún euro. Al no cotizar, quedarán excluidas de las prestaciones por descendientes. Y otra sinrazón de esta reforma es que las deducciones para familias con hijos dependientes con discapacidad, para familias con ascendientes dependientes y para familias numerosas no alcanzarán a las personas desempleadas. Las clases medias se quedarán más o menos en la misma situación.
¿A quién perjudica esta reforma? Al conjunto de la sociedad, pero especialmente al Estado y a su capacidad de operar como garante de derechos y proveedor de servicios públicos. Señorías, con esta reforma el IRPF pierde progresividad, con su rebaja el peso de los impuestos indirectos en nuestro sistema fiscal se incrementará. Con su reforma se refuerzan los privilegios de los rendimientos del capital, incluso a los de la especulación sobre el ahorro. Quienes obtengan elevados rendimientos por dividendos pagarán lo mismo que una familia trabajadora de renta media. Además, las rentas del capital quedan en muchas ocasiones casi desfiscalizadas al recurrir a figuras de inversión, tipo las sicav o las empresas de tenencia de valores, figuras de elusión fiscal que esta reforma no toca. Lo justo hubiera sido reformar la tributación de las rentas de capital y hacerla homogénea y equitativa con el gravamen de las rentas salariales, eliminar el actual sistema dual de tratamiento de rentas en el IRPF. En resumen, los más pobres no están contemplados en esta reforma fiscal y sí que quedarán perjudicados por los recortes en políticas sociales. Las rentas medias serán las que soporten el mayor esfuerzo recaudador. Y los más ricos obtendrán un doble beneficio, caída de hasta 7 puntos en los tipos de IRPF mas la rebaja en 4 puntos para los rendimientos del capital.
Los impuestos indirectos, especialmente el IVA, se mantienen en los niveles de incrementos que aplicó este Gobierno. No hay un tratamiento específico para los productos básicos, por lo que se sigue penalizando las rentas más bajas. Por otra parte no hay que olvidar que la troika sigue presionando para aumentar los tipos de IVA en España. Y mucho me temo que, vista la docilidad de este Gobierno con los dictados de la troika, que esto acabará pasando.
Respecto a la reforma del impuesto sobre sociedades, un último comentario: nuestro criterio, el del senador Saura y el mío, hubiera sido acercar el tipo efectivo al tipo nominal, no a la inversa, antes de plantearse ninguna rebaja en los tipos.
Voy terminando, señora presidenta. También quiero expresar la preocupación sobre la financiación autonómica, que depende principalmente del IRPF. ¿Cómo se compensará la pérdida de recaudación de las comunidades autónomas por IRPF? Un misterio. Por otro lado, con este Gobierno la fiscalidad verde ni está ni se la espera.
La política fiscal, no lo podemos olvidar, es el principal instrumento de redistribución de la riqueza. Los impuestos progresivos son los que garantizan la equidad social. Con los impuestos mantenemos la imprescindible cohesión social que fundamenta nuestra democracia. Toda sociedad avanzada, basada en la igualdad de oportunidades y la meritocracia, dispone de un sistema fiscal progresivo, contempla impuestos como los de patrimonio, herencias y sucesiones que contribuyen a contener la acumulación de riqueza y, por tanto, la desigualdad de renta neta. Su reforma es parcial, injusta, e incrementará la inequidad de nuestro sistema tributario. Traerá una disminución de los ingresos que se traducirá en menos inversión y peores servicios públicos. Plantear una rebaja de impuestos, como hacen ustedes, con un afán electoralista, señorías, es una gran estafa, lo es tanto a nivel estatal como autonómico.
¿Por qué dejar de ingresar tantos miles de millones de euros? ¿Por qué dejar de ingresar 9000 millones de euros? Reinviértanlos en sanidad, en educación, en dependencia, en cobertura de desempleo, en políticas activas de empleo, en lucha contra la pobreza. ¿O es que desconocen las difíciles circunstancias por las que atraviesan muchas personas y muchos hogares? Señorías, uno rebaja impuestos cuando le sobra el dinero, y no es nuestro caso; ni es el caso de España, ni de Galicia, ni de Castilla−La Mancha, ni de la Comunidad de Madrid, ni de Extremadura, una Extremadura con casi un 30% de paro. Como les decía al inicio de mi intervención, con esta reforma fiscal que plantea el Partido Popular la desigualdad crece después de impuestos más deprisa que antes de impuestos.
Es por ello que pido el voto a este veto, de la misma manera que anuncio que el senador Saura y yo apoyaremos el resto de los vetos que se han presentado y que se van presentar.
Gracias por su atención.