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27/12/2017 - El plan B


Si usted es catalán y está leyendo esto, hay un 50% de probabilidades que sea de los unos y otro tanto que sea de los otros. El país se ha partido en dos mitades y no son medias naranjas, sino dos hemisferios, con sus antípodas y sus estaciones invertidas. Por eso, en los resultados del 21D perdieron todos y no ganó ninguno. Porque esto es una ecuación de suma cero. 

Llegados a este punto, se abren dos escenarios. El primero es más de lo mismo. Si usted es de los del hemisferio norte, anhela una república que está a punto de llegar o ya ha llegado, y confía que los del sur se sumen a la fiesta cuando comprueben las prebendas de la Arcadia. Si usted es de los del hemisferio sur, espera que todo vuelva a ser como antes y que los del norte abandonen su travesía y rompan para siempre sus mapas. Ninguna de las dos cosas va a pasar. Y, de alguna manera, los dos lo saben pero no pueden admitirlo. Este pulso entre gemelos no lo va a ganar nadie y lo van a perder todos.

Los efectos secundarios de la batalla son mucho más que económicos o políticos. Son sociales. Tenemos el país seccionado en dos, partido por la mitad. Y no hay forma de construir nada con la mitad de nosotros. Somos un país demasiado pequeño, en la periferia de un continente que se difumina, como para prescindir de media sociedad. Lo que quiero decirles es que más de lo mismo es una grieta, un foso, un precipicio. Llegó el momento de construir un nuevo itinerario. Y aunque hay varios planes B posibles, yo les propongo el mío. Una alternativa basada en cuatro pasos. 

Paso 1. Asumir los errores propios

Hemos llegado a este punto por la imprudente acumulación de errores a un lado y al otro. Ya sé. Si usted es del hemisferio norte me va a enumerar todas las tropelías del sur. Y a la inversa, si usted habita en el sur, leerá todo lo ocurrido como un atropello del norte. Lo relevante es que ambos tienen razón. Y la única forma de superar este círculo vicioso es desplazar el foco y orientarlo hacia los errores propios. Necesitamos grandes dosis de autocrítica. Admitir lo que hemos hecho mal (arriba y abajo) es un principio ineludible, una condición sine qua non, el único punto de partida posible.

Si no les incomoda el término, lo que deben hacer en el norte y en el sur es pedir perdón. Disculparse. E inversamente, lo que deben hacer en el sur y en el norte es perdonar. No digo olvidar ni justificar. Pero hemos vivido escenas que solo pueden ser superadas con un principio básico de la convivencia, que es aceptar el error. Ha habido muchas cosas que nunca debieron pasar y la única forma de afrontar el estrés post-traumático es con una disculpa sincera. Hay que abrir una nueva etapa no amnésica ni condescendiente, pero de alguna manera basada en la concordia, en pasar página.

Paso 2. Asumir la dimensión política del conflicto

Esto es un problema político, que precisa de una solución política. No podemos usar el comodín de la justicia para que resuelva una tensión que es a todas luces una tensión política. Tenemos que dar una salida no judicial a un conflicto que no tiene que ver con las leyes ni con los tratados. No puede haber una nueva etapa con personas en la cárcel y con los procesos judiciales abiertos. Hay que encontrar el mecanismo que evite que una de las partes se siente a la mesa con la sombra de los barrotes sobre su espalda. 

No soy jurista e ignoro las salidas de emergencia de este proceso. Pero me niego a aceptar que el mecanismo judicial es irreversible y que solo podemos esperar que las cárceles se llenen de políticos, de una parte de los actores de esta historia. Si no liberamos a los presos, volvemos a la casilla de salida y estaremos veinte años más votándonos los unos a los otros sin ningún resultado posible. Y con unas heridas que, entonces sí, no podrán cicatrizar.

Paso 3. Aceptar la gran renuncia

Los dos hemisferios tienen que asumir una gran renuncia, muy dolorosa en cada caso. En estos momentos, probablemente inaceptable. El hemisferio sur tiene que admitir que la indepencia es posible. Quiero decir que tiene que trazar un plan que concluya que la opción independencia es una opción. Aquélla contra la que se opondrán con todas sus fuerzas, claro, que harán lo posible (lo democráticamente posible) para impedirla. Pero debe existir un horizonte medio en el que exista un compromiso de respuesta política.

El hemisferio norte tiene que ofrecer tiempo. Debe renunciar a la república durante un período que permita dos cosas. La primera es coser las heridas y reconstruir los puentes que nos separan. La segunda es evaluar el plan B del Estado que. ahora o nunca, debe ofrecer una respuesta atractiva que disuada a una parte significativa de los catalanes de la desconexión. Parece razonable que unos y otros se den una nueva oportunidad y propongan una forma alternativa de relación, que la valoren (que la voten) y esperar que el plan funcione. Pero si el nuevo camino conduce a ninguna parte, entonces debe existir el compromiso de activar la vía independentista. En esta propuesta, todos pierden mucho y nadie gana demasiado. Es un sapo enorme, viscoso y sin depilar. Pero debemos dejar de decirnos que hay una salida facil e indolora para este laberinto. 

Paso 4. Crear una alternativa transversal

Mientras en Madrid se activa una respuesta a la crisis, aquí debemos abandonar el frentismo. Y la única forma que se me ocurre es crear una coalición contra natura entre el norte y el sur, entre partidos de arriba y abajo, y trabajar durante un tiempo con intereses comunes. Tenemos que desactivar el mecanismo del "y tú más", creando una alianza amplia entre partes que en estos momentos se consideran antagónicas. Debemos reactivar las legislaturas que trabajan por los intereses colectivos y esforzarnos por abandonar la guerra de guerrillas.

No es solo una respuesta política. Debe ser sobre todo una respuesta cívica. Hay que crear nuevas fórmulas de integración en las que los unos y los otros se sientan habitantes del mismo país. Hay que volver a construir puentes sobre el río Kwai. Y reintegrar al primo aquél en el grupo de whats app de la familia. Y volver a cenar con aquel amigo a quien hemos olvidado porque es del sur o del norte, que tanto monta o monta tanto. No veo otro destino que éste: Convertir las dos mitades en dos medias naranjas. Y volver a trabajar juntos por lo que nos une, que es casi todo.

Este es mi plan B. Sé que no le gusta un pimiento y sé además que lo considera inviable. Pero por un momento admitamos que la alternativa del frentismo nos lleva a un agujero negro. Y que ha llegado el instante de construir una alternativa. Y no exageren. En peores plazas de la historia hemos toreado.


03/12/2017 - El futuro del turismo: Blades Runners contra replicantes


La historia había empezado muy bien. La red estaba conectando los post-turistas con los pre-turistas y estaban compartiendo experiencias, valoraciones y críticas. Si un hotel estaba sucio o un destino era demasiado caro, los turistas escarmentados advertían a los posibles usuarios del problema. Se empezó a crear una especie de control de calidad colectivo, en el que los usuarios valoraban de forma espontánea y desinteresada. La mejor estrategia de márqueting era hacer muy bien las cosas y dejar que el boca - oreja digital propagase tus resutados. Pero la historia empezó a desviarse.

Fakes y otras especies

Al constatar el valor estratégico de las opiniones, algunos gestores decidieron intervenir no en la calidad del producto sino en las propias opiniones. Al principio eran solo valoraciones del propietario del hotel de al lado, que intentaba aupar el establecimiento repartiendo falsas críticas entre los vecinos. Esto empezó a erosionar la validez del sistema que se protegía con la ley de los grandes números: Aunque haya algún comentario tramposo, habrá tantos comentarios sinceros que su efecto será invisible.

Eso hizo crecer una guerra de guerrillas. Algunos establecimientos se rebelaron contra la tiranía de la crítica no contrastada y eso dio lugar a reacciones como las del restaurante Capritx
Cuelga tu relato ficticeo-cachondo sobre #capritx en TripAdvisor y riámonos un rato. Primera crítica inverosímil... pic.twitter.com/L9VKqdxis8
— CAPRITX (@artur_martinez) 31 de maig de 2017
También se ha viralizado la respuesta del director de un hotel que tuvo que hacer frente a una crítica sobre la calidad del colchón, antes de que el hotel fuera inaugurado. La irónica valoración corrió por la red como la pólvora.
La respuesta del Hotel Landaben pic.twitter.com/5ilEWpkT1g
— FRANZISKA (@FranziskaStudio) 29 d’agost de 2017
De todas formas, los usuarios han continuado valorando las opiniones en las redes porque los falsos comentaristas apenas pueden (en apariencia) alterar el volumen de valoraciones reales.

La implosión de las falsas críticas

En los últimos años, las empresas y destinos turísticos han advertido que en el negocio de las críticas se podían corregir errores con inversión. Esto es, que con una adecuada estrategia un destino mediocre o una empresa deficiente podía sobresalir en el océano de las valoraciones turísticas. Y lógicamente, los turistas han empezado a sospechar de la neutralidad de la red.

El primer indicio ha sido el boom de los blogger trips. Tras el éxito de los primeros esfuerzos honestos (pienso, por ejemplo, en los primeros blogger trips de la Costa Brava), los destinos han invertido tanto en esta estrategia que han contribuido a la emergencia de una profesión: Bloggers a sueldo. Por supuesto que aún hoy existen muchísimos blogs de viajes realizados con sentido crítico. Pero a su lado han emergido nuevos relatores que cobran las alabanzas a tanto el kilo.

Es un secreto a voces que en la red han proliferado también las empresas de falsos cometarios. Por menos de 100 euros, puedes tener más de un centenar de nuevas críticas que van a ensalzar todo lo que tú quieras: del buen servicio a las tostadas del desayuno. Es verdad que los portales han iniciado una batalla contra los falsos testimonios, pero a las empresas de comentarios les es relativamente fácil burlar los primeros filtros con un poco de paciencia y creatividad.

La era de los Blade Runners

Lo que le pasa al turismo es algo que también sufre el periodismo o la política. Si la conversación se ha hecho global, pero también anónima, es relativamente fácil crear un ejército de voces digitales que puedan interferir en la valoración de un atentado, en una carrera política o en el ránquing de los mejores hoteles de un destino. Y todo eso ahora, que estamos en la prehistoria de la inteligencia artificial. En el futuro será relativamente fácil crear comentarios sofisticados en los que no habrá captcha que pueda identificar su origen digital.

Esta tendencia nos da dos escenarios. El primero es la muerte de la red turística. Si es imposible distinguir un comentario efectivo de un comentario motivado, los turistas no tienen el más mínimo incentivo para consultar en la red cuál es el hotel más confortable o qué destino ofrece los mejores productos de turismo rural. Volveremos a la intermediación clásica y a la confianza solo en el prescriptor profesional, que se juega su reputación. El segundo es la creación de sistemas de 'blade runners' capaces de detectar tras una conversación sobre tortugas en el desierto que las pupilas no se dilatan y que, en realidad, los comentarios han sido creados por replicantes. O el sistema descubre, persigue y castiga el fraude digital, o el sistema desaparecerá como las lágrimas en la lluvia, más allá de las puertas de Tanhauser, claro.


30/10/2017 - Els 7 pecats capitals del procés


Hi ha un punt en tot viatge (a Ítaca o a la Riviera Maya), on ets massa lluny de l'origen però també massa lluny de la destinació. Quan et trobes en aquell punt mig en què no hi ets enlloc, saps que necessites el mateix esforç per tornar-hi que per arribar-hi. A l'avió, quan el minúscul mapa interactiu em recorda que ja han passat tantes hores de vol com les que tens per davant, sempre acabo fent balanç. On soc. Què vull. Què he de fer. Per què carai no m'aprimo.

El procés és en aquell punt intermig exacte. Molt més lluny del que mai hauria imaginat. Massa lluny encara per veure al fons la Terra Promesa. El millor moment per mirar fer la finestra de l'avió el vol pausat dels núvols a l'horitzó i fer inventari. I, ja que hi som, el millor moment per a fer autocrítica. I a 10.000 metres d'alçada, ara que la història ens regala una treva, deixeu-me dibuixar els set pecats capitals del procés. Sí, aquest és aquell pot repel·lent que ningú no vol llegir. 

L'enveja

Catalunya no és Eslovènia ni Letònia. No som a la Guerra Freda i la Unió Soviètica és ja només una entrada de la wikipèdia. No som en el procés de descolonització del segle XIX, ni en la construcció de l'Europa contemporània. Ni Cuba, ni Finlàndia, ni Estònia, ni Croàcia. Catalunya ha volgut ser altres països en altres contextos històrics que ara son només això: història. Som en el mon del segle XXI, en una era nova, post-moderna. De fronteres toves i estats nació en crisi, d'aliances globals per a problemes col·lectius, de globalització cultural i fluxos intercontinentals. 

No es pot seguir la via eslovena. Ni l'estratègia letona. L'escenari és un altre. La independència de Catalunya només serà possible seguint el model català, un model que encara no existeix i que s'ha de crear de nou. Sense referències. 

La ira

Els processos nacionals són la construcció col·lectiva d'una societat. Això vol dir que és integrador i vinculant. Accepta l'ambigüitat, és comprensiu amb el dubte, integra la dualitat i s'eixampla pels límits. La creació de nacions és, per sobre de qualsevol altra estratègia, la creació de complicitats. El procés ha estat una dinàmica centrifugadora. Ha anat devorant totes les ambigüitats i ha anat assenyalant amb el dit qualsevol espai d'aiguabarreig. Aquest intent per preservar el 'nucli irradiador' ha despenjat del viatge a una part de la caravana, que s'ha quedat en els oasis del camí.

Per això, el procés ha estat implacable amb els dubtes dels comuns, amb les posicions dels socialistes a mig camí i fins i tot amb els propis que alçaven la veu, dels santiviles als baigets. I per això també els herois esdevenen traïdors en pocs minuts. 

L'accídia

Els processos es construeixen amb molta paciència. I amb molta feina. Les complicitats s'han de teixir amb tenacitat i esforç, amb moltes hores de treball. La declaració ha evidenciat que darrera de l'escenari no hi havia profunditat, que tot plegat era una mica un tromp d'oeil, que el decorat era de cartó pedra. Sense una feina persistent (probablement a mig termini) no hi haurà cap fruit. Ha arribat el moment d'admetre que la feina més important del procés, els reconeixements internacionals, no s'ha fet. Ni estructures d'estat ni complicitats internacionals. 

La luxúria

Aquest ha estat un moviment excessiu (luxuriós) en els carrers i en les places. Ha estat una performance espectacular, el selfie més gran del mon. I sí, els processos necessiten de la mobilització de molta gent. Els diaris del mon s'han omplert de fotografies tan grans que no cabien en els límits del paper. I hi hagut música, somriures, trobades, banderes, himnes i constància. Res a dir. Però la mobilització excessiva (luxuriosa) només pot ser el principi d'una dinàmica també política, econòmica i diplomàtica. Si l'Omplim els carrers és el principi i el fi de l'estratègia, tot plegat és tan festiu com intrascendent. 

La supèrbia

El dubte és un mecanisme dual. Portat a l'extrem paralitza i desactiva. Però l'absència de dubte, crea un relat en un sol acord que acaba despenjant-se de la realitat. Hem d'aprendre a dubtar, hem de considerar la humilitat del 'potser no'. Si es guarda al sac de l'estratègia de la por qualsevol nota a peu de pàgina respecte del relat oficial, s'acabarà creant grups de whats app (i missatges de telegram) que s'accepten com la veritat revelada. S'ha menystingut l'autocrítica, la dissonància i el dubte metòdic. 

Sempre hi havia un pla ocult, un gest audaç, un cosí que sap de bona tinta que hi ha una estratègia ben teixida que s'activarà en hores. I quan la profecia no es complia, sempre hi havia una segona versió, més il·lusionant, més desconnectada de la realitat. Aquesta és una gran lliçó: No hi haurà procés sense autocrítica ni dubte. Només hi haurà procés si en els grups de whats app, s'integren totes les veus, del cunyat apocalíptic a l'adolescent integrat.

La gula

La digestió del procés hauria de ser la d'un remugant. Es menja una mica i es paeix molt. Amb una digestió lenta, que ajudi a metabolitzar-ho tot. El procés ha estat l'àpat de Carpanta en el Set Portes. Hem passat de l'assortiment de mariscos a l'entrecotte i després al llubarro, sense solució de continuïtat. I no havíem escurat el plat d'escopinyes i ja demanàvem el carro de postres. Hem menjat amb pressa, com si no hi hagués demà, cremant etapes històriques en unes poques hores. Hem esprintat a mitja marató. Aquesta és una altra lliçó: Res ha fet més mal que aquell #TenimPressa accelerat. Entre el temps geològic i el time lapse deu haver-hi un punt intermig que no provoqui indigestions.

L'avarícia

El relat del procés ha quedat atrapat en el discurs equivocat de l'Espanya ens roba. Si es projecta la visió antipàtica que tot plegat és una qüestió de més recursos (i res més que això), el procés serà catalogat en l'inventari de nacions insolidàries, com el Veneto, com la Padània, com Bavària. De fet, un altres dels grans gaps del procés ha estat la manca de relat que descrigui les condicions del nou estat. La suma inestable de visions molt diferents ha aparcat el debat sobre com seria el nou estat. És difícil l'aventura nacional si no està unida a un relat econòmic, polític, social i cultural concret.

Som a mig camí d'una travessia molt llarga. A temps encara de retornar al port de partida o amb queviures per aguantar un temps més. És un bon moment per admetre els errors del procés. Probablement, només serà viable l'opció inversa: Un moviment basat en una via pròpia, de caràcter integrador, amb una tasca persistent a mig termini, amb més política que carrer, oberta a la crítica externa i interna, de digestió lenta i capaç de construir un relat vinculant. Més o menys. 


16/10/2017 - Riure


Tenim un excés de solemnitat. Patim sobredosi de moments històrics. Obres el twitter i sents de fons una fuga de Bach. Mires les notícies i tothom té cara de pomes agres i mira l’infinit i més enllà. Un dels indicadors més fiables de la gravetat de la situació és la quantitat d’esdrúixoles que s’empren. Tantes que aviat començarem a dir Catàlunya, Júnqueras o Fòrcadell (Fòrradell si ets en Vargas Llosa). 

Diu l’Scott Weems que l’única manera d’afrontar la tensió de l’existència és amb l’humor. De fet, l’humor és la resposta natural al conflicte. Riure és un procés que esdevé de la batalla entre els sentiments i els pensaments. També diu, per cert, que els acudits més divertits tenen exactament 103 paraules (en anglès), que l’animal més graciós és l’ànec o que el dia més divertit del mes és el dia 15. Hem de saber riure’ns primer de nosaltres mateixos i, després, de tot una mica. Som un breu lapse de temps en el rellotge de la humanitat, que és un segon en la història de l’Univers. Som una nota a peu de pàgina. No ens prenem res, ni a nosaltres mateixos, massa seriosament. 

Ens hem de riure més de tot això. Riure’ns per exemple de les cares dels consellers que acompanyen el President en una declaració solemne i especialment de les seves mans. No saben què fer-ne i els veus allà com dos braços orfes enganxats a un cos. Riure’ns també de la desaparició de Soraya després d’una declaració, com si fos Joi a Blade Runner 2049. Riure’ns de les espardenyes dels mossos d’esquadra, del pentinat del President, de les celles del Millo, dels tweets del Rufian o de l’estètica hípster de Rajoy. Riure’ns del whats app que m’ha passat l’amiga d’una cunyada que em diu que el cosí de Merckel creu que la independència esdevindrà un dimarts. I dels cops de porra dels policies?, em direu. Doncs més que amb cap altra cosa: L’humor és l’antídot més eficaç contra la violència. 

Així que aquest és el meu prec. Sigueu solemnes, remarqueu el sentit històric de cada cinc minuts, emprenyeu-vos i mireu a l’infinit i més enllà. D’acord. Però de tant en tant, recordeu que tot plegat és un xic absurd, un punt graciós, un pèl grotesc. I no deixeu d’omplir els vostres murs d’ànecs, com a mínim cada dia 15 dia de mes. Igual un dia obro el twitter i ja no sento més bachs, sinó aquella banda sonora eterna d’en Benny Hill donant calbots a qui li envolta.


27/09/2017 - España no existe. Y Cataluña, tampoco.

Me hubiera gustado escribir un texto con el que todos estuvieran de acuerdo. El taxidermista de Cuenca y la viuda octogenaria de Cardona. Y escribirlo antes de la tormenta perfecta. Pero creo que voy a optar por el camino contrario: Voy a escribir un texto con el que nadie esté de acuerdo. Ni yo mismo, me parece.

Llevamos semanas hablando de España y de Cataluña. Y, me van a perdonar, España no existe. Sí, ya lo sé, existe un estado, unos límites, una geografía, el DNI, bla, bla, bla. Pero España no es un sujeto. No se puede hablar con España, ni se puede negociar con España, ni se puede uno ir de copas con España. Eso es una prosopopeya y funciona como figura retórica, pero en la vida real no tiene ningún sentido. 

Tampoco hay nada parecido a los españoles. Crecí en una familia numerosa (de las de antes, que ahora ya llamamos numerosa a cualquier cosa) y allí en medio aprendí muchas cosas, pero tal vez la más importante es que los seres humanos somos muy diferentes. Deliciosamente diferentes, diría. En mi familia, seis individuos que compartían el mismo código genético, que habían recibido la misma educación, habían ido a las mismas escuelas y además se pasaban el día interactuando entre sí éramos más dispares que los copos de nieve al microscopio. A donde quiero ir a parar es a este punto inicial: Somos extraordinariamente diferentes, complejos y cambiantes. Cada individuo es una sopa de bacterias andante llena de matices, singularidades y sueños. Imagínense más de 40 millones de individuos.

Los españoles no son de ninguna manera, ni piensan de ninguna manera. La taxista lesbiana del centro de Sevilla con ganas de retirarse e irse a vivir a su casita de Estepona no es el abuelo de Béjar que empieza a perder la memoria, pero ha decidido ocultárselo a sus hijos. Cada persona piensa de una forma personal e intrasnferible; y además, cambia de opinión si está enfadado porque la grúa se llevó su coche o exultante porque la hija menor encontró trabajo. Las personas dudan, sueñan y mutan cada hora por más que quieran mantener la ficción de unas ideas inamovibles. Somos un barco de papel a la deriva, pero nos gusta creer que manejamos el timón.

Tampoco existe Cataluña, así majestática. Ni los catalanes. Los catalanes no somos de ninguna manera, porque no hay ninguna frase por larga que la queramos hacer que nos resuma. No cabemos en ninguna sentencia. Tomas veinte catalanes al azar y te encuentras de todo, del payaso amateur que pasa sus tardes en el hospital infantil y llora en silencio cuando se despide de Arnau para siempre, al farmacéutico huraño que odia a todo el vecindario. No hay formar de contener tantas biografías, tantos sueños rotos, tantas despedidas en el tren en una frase ingeniosa. Somos, sospecho que como los uzbekos, como los tasmanos o como los porteños, escandalosamente diferentes. 

Por eso, no es posible amar a España ni odiar a Cataluña. Me cuesta sentir simpatía por ese jefe que nunca paga un salario justo y que cruza a diario la frontera del respeto, ya sabéis a quién me refiero. Y, en cambio, admiro profundamente al viejo profesor que está enseñando a leer y a escribir a los senegales del barrio. Sé que de tan obvio suena naíf, incluso demagógico. Pero por más que me esfuerce no puedo querer un país entero; ni odiar a su vecino. De hecho, cuando los sujetos anónimos cobran forma y nos acercamos a su biografía, a su vida cotidiana, a su miedo permanente, nos cuesta mucho más sentir desprecio. Ponga dos antagonistas en una cena larga, de asado y vino tinto, y sin poder evitarlo a las dos horas empezarán a construir puentes invisibles. 

Acabo. No tengo ninguna receta, ni tengo la más mínima idea de dónde acabaremos. Y por supuesto me voy a abstener de recomendarles nada. Pero puestos a pedir, déjenme pedir una cosa. Dejen de insultar a los catalanes, y no solo porque insultan si saberlo a mis hijos, a mis amigos, a mis compañeros, a mi familia, y a mi mismo, que también. Dejen de hacerlo porque es absurdo, simplista y un tanto xenófobo, reducir más de siete millones de almas a un idea concreta. Y si no es mucho pedir, dejen de insultar a los españoles, y no solo porque insultan sin saberlo a mis primos, a mis tíos, a la memoria de mi infancia, o a mis amigos, que también. Dejen de hacerlo porque ignoran la diversidad casi caleodoscópica de más de cuarenta millones de personas. 

Esto es un encontronazo brusco, infame,entre gobiernos. Una terrible colisión de legitimidades. Ni quiero ni puedo restar un ápice de dramatismo y de indignación por esta batalla mezquina. Y, es verdad, ya no cabe la equidistancia. Pero varados cada uno en su posición, quiero recordar que no es posible construir un país sobre la base del desprecio a los otros, y aún menos posible intentar mantener la cohesión de un país a partir del desprecio a los que desean partir. Sea cual sea el resultado, recuerden que al final España no existe. Y Cataluña, tampoco. 


*Ilustración de Elisa Munsó


14/08/2017 - Estrategia II. Contra la ciudad dual

Toca hacer balance. El turismo no es el mecanismo que ha desencadenado la muerte de la ciudad. Por eso, los mismos problemas que tiene Barcelona los tienen ciudades con turistas y sin turistas. Es la movilidad de personas hacia las ciudades globales lo que tensiona las ciudades diseñadas para un hinterland mucho menor. La respuesta más aparente en la extensión de la ciudad hacia la corona metropolitana. Solo una gestión inteligente podrá evitar que la ampliación de la geografía del turismo de Barcelona no acabe en una expulsión hacia la periferia de la oferta de bajo precio, mientras que el centro se colapsa por la ausencia de competencia. Lo bueno de este escenario es que ni promete una solución mágica ni se rinde ante un apocalipsis inevitable: Traslada a la gestión la responsabilidad del éxito de la ciudad.

Hoy les propongo la segunda vía estratégica para la ciudad global: El combate contra la ciudad dual. El principal problema de las ciudades contemporáneas no es la congestión. Vamos hacia un mundo de megalópolis, de barrios gigantescos y de extrema movilidad interna. Las grandes ciudades son enormes imanes de personas y ello va a crear polaridades. Lo lógico en las ciudades globales será su densidad. Y por eso, las ciudades globales deben poner en el primer lugar de su agenda la gestión del transporte interno: La expulsión de los coches, la apuesta radical por el sistema de transporte público, el uso masivo de la bicicleta y los desplazamientos a pie, la creación de modelos intermodales... Pero eso es otra historia. Déjenme tan solo reiterar que las ciudades globales se llenan de personas que acuden a festivales, que se manifiestan por un mundo mejor, que disfrutan de grandes acontecimientos deportivos, que acuden al reclamo de grandes ofertas de ocio, que cierran un acuerdo de compra - venta o que reclaman la independencia en la Diagonal. 

La ciudad mediterránea

Simplificando (simplificando mucho, lo admito), la planificación urbana se mueve entre dos tensiones: A un extremo, la especialización y al otro lado, la superposición. En ese juego, hay quien propone que la ciudad funciona mejor si organizamos los usos en áreas: Aquí la industria pesada; allá el espacio urbano de rentas medias; por aquí, la calle comercial; y al fondo, los equipamientos culturales. Al otro lado del péndulo, otros proponen que en cada barrio haya un poco de todo, que se mezclen usos, actividades y (atención) niveles de renta. La ciudad mediterránea es, en buena manera, un artefacto de convivencias entre actividades muy diversas. Que usos diferentes convivan en un mismo espacio crea problemas: La pequeña fábrica emite ruidos, los bajos comerciales impiden su uso residencial, los hipsters del teatro asustan a las señoras que se reúnen para jugar al cinquillo y las familias paquistaníes rezan en un garaje, mientras la iglesia del barrio casi está vacía. 

La principal virtud de los modelos de superposición es la convivencia y, por tanto, el incremento de las posibilidades de interacción. Cuando rentas, culturas, edades y actividades diferentes comparten un mismo escenario es más fácil que nazcan relaciones binarias entre individuos, empresas, iniciativas o sistemas culturales. La ciudad es más fértil porque existe un constante encuentro entre diferentes. Los barrios uniformes (usos, rentas, culturas) reducen la interacción. Y esta es esencialmente la principal virtud de las ciudades contemporáneas: La oportunidad de enlazar sistemas diversos. Por eso, el problema de la gentrificación es la creación de un espacio uniforme que expulsa el resto de niveles de renta, y probablemente también, el resto de sistemas culturales y actividades económicas. Podíamos aceptar la siguiente sentencia: La ciudad tendría que tender a la maximización de la mezcla entre (a) usos, (b) actividades, (c) niveles de renta y (d) perfiles sociodemográficos. 

El espacio turístico

El espacio turístico tiende a crear áreas de concentración, bien en torno a los elementos de atracción bien en las áreas donde se sitúan los servicios. Primero es un hotel cerca del Palacio; luego es un restaurante, y otro hotel, y los primeros comercios, y la oficina de turismo o los primeros apartamentos. Poco a poco, se crea lo que McCannell llamó el frente turístico (front), en el que tiene lugar la actividad de los turistas; fuera de ese perímetro, el dorso (back) se mantiene lejos de la mirada voyeurista de turista. La tendencia más habitual en la construcción de los espacios turísticos es la creación de un espacio dual, que diferencia el espacio de los turistas y el espacio de los residentes. Hay zonas que incluso se planificaron en esta lógica: El plan que dio lugar a la actual Cancún diferenciaba la línea de costa para uso turístico y la zona reservada para la creación de una nueva ciudad, solo para residentes. 

El problema del espacio dual no es la "tematización" de una parte de la ciudad. Tampoco es (como se repite hasta la saciedad) la gentrificación de los barrios; en otro post intentaré rebatir el argumento de que el turismo crea gentrificación. El principal problema de la concentración turística es que atenta contra el principio básico de la ciudad mediterránea, que es la mezcla y la interacción. Llevado a su extremo, la ciudad dual crea dos universos paralelos que no están conectados por ningún enlace, de manera que en la práctica son dos ciudades independientes. No hay nada de lo que ocurre en una parte que afecte a la otra. Este es el principal combate que deben librar las ciudades contemporáneas: La eliminación de las fronteras invisibles entre la ciudad turística y la ciudad no turística.

Bus turístico y HUTs

Como esto está quedando muy teórico, déjenme bajar a la arena de la vida cotidiana. Les voy a poner dos ejemplos de sistemas duales, que deberíamos replantearnos si queremos favorecer los conectores entre los diversos de la ciudad: El autobús turístico y la legislación sobre 'habitatges d'ús turístic'. 

El autobús turístico parece una gran idea y, en cierta manera, lo es. Permite optimizar los desplazamientos de los turistas desde un nodo hasta otro sin necesidad de recorrer espacios neutros. Los turistas pueden ir del Park Güell al Gòtic y de allí hasta el Anillo Olímpico, sin entrar apenas en contacto con la 'otra Barcelona'. Lo que hemos hecho es crear un sistema dual, en el que los 'locales' se desplazan por una red de transporte y los turistas por otra. En realidad tendríamos que tener una sola red de transporte, por dos razones bastante obvias. La más lógica es que si incrementamos los usuarios podemos mejorar la eficiencia: Cuanta mayor masa crítica, más posibilidades de nuevos trenes, nuevas estaciones, o nuevos autobuses. La ciudad desaprovecha los más de 100 millones de desplazamientos anuales internos que realizan los turistas. La segunda es que el uso del sistema de transporte local exige al turista entrar en el escenario de la vida cotidiana de la ciudad. Hagestrand llamó a estos lugares de encuentro 'estaciones' en su modelo espacio - temporal. Y esa es la idea: La ciudad necesita estaciones.

Ocurre algo similar con la legislación actual de las HUT en Cataluña. La normativa no permite que se ofrezca una habitación, porque solo puede ser rentada la vivienda en su totalidad. Que turistas y residentes convivan durante unos días en el mismo techo tendría que ser una forma de eliminar el sistema dual del turismo. De igual forma, parece un error que la normativa obligue a que el conjunto del edificio en que se ofrecen un HUT se especialice en ese uso. Lo mejor sería que en la vivienda conviviesen usos diferentes. ¿Que crea conflictos?. Sí, es el peaje de la superposición. Pero la zonificación es (creo) una alternativa no deseable. 

Contra el sistema dual del turismo

La segunda estrategia de las ciudades globales es la creación de un escenario de convivencia entre usos, actividades, niveles de renta y perfiles de sociodemográficos. Y no se trata solo de justicia social y equilibrio territorial, que también. Es una forma de fomentar la interacción entre diferentes, de propiciar de forma constante contrastes entre modelos. La ciudad global funciona más como una jam session que como un acorde que se repite de forma monotóna. Traducido al turismo, la ciudad debería combatir la especialización funcional y la tendencia del turismo a crear frentes que desalojan el resto de las actividades. Las ciudades globales deben librar la batalla contra la ciudad dual. 

Si operamos en la escala micro, el objetivo es la creación de múltiples 'estaciones' en el sentido que le da Hägerstrand. Son lugares en los que coinciden los diversos usuarios de la ciudad. Son algunas plazas, las manifestaciones a favor de los refugiados, los festivales de música, los skaters del MACBA (que ha estudiado Paolo Russo), la playa, los centros comerciales, el aeropuerto, algunos restaurantes, el Liceu, el zoo, el metro... Y hay que evitar los espacios que disocian la experiencia de los locales (diversos y plurales, recordemos) y la experiencia de los turistas. Cuando un museo como el Picasso es usado de forma casi exclusiva por turistas, se convierte en un mecanismo del sistema dual y pasa a ser un elemento externo a la propia ciudad. Por eso tenía razón su antiguo director cuando proponía horarios y actividades de uso preferente por los locales. Y bajo esta perspectiva se entiende mucho mejor el celo que tienen en el Celler de Can Roca por garantizar que una parte de los comensales de cada servicio sean 'locales', a pesar del alud de demandas que le llegan de todos los rincones del mundo. El Celler no podría existir sin turismo; pero los hermanos Roca no quieren crear un espacio turístico. 

Si operamos en la escala macro, el objetivo es una planificación urbana que fomente la diversidad de usos en los barrios, que ataque la especialización turística, que fomente usos secundarios en todas las capas de la ciudad, que fije usos residenciales de niveles de renta diversos (que no es lo mismo que fijar residentes) y en definitiva, que mantenga una lógica de mixtura de usos y umbrales máximos. Se trata de crear un cierto equilibrio entre fuerzas, para lograr que los diversos usuarios de la ciudad (inmigrantes, estudiantes, turistas, emprendedores) se repitan en los diversos escenarios de la ciudad. Si lo reducimos todo a la planificación urbana (como los planes de usos), el resultado será desastroso. Debe existir una cultura urbana de interacción, que fomente el encuentro entre individuos diversos en un mismo espacio. Eso afecta desde la programación cultural a las iniciativas empresariales o la localización de los equipamients públicos. 

Contra la ciudad de los residentes

No hay nada más tóxico para una ciudad que la creación de un espacio de monocultivo turístico. Cuando las actividades turísticas invaden la práctica totalidad de un espacio urbano lo anulan. Lo convierte en un frente turístico en el que tiene lugar una experiencia solo para turistas. Evitan que residentes y turistas coincidan en un mismo espacio. Anula la creación de 'estaciones'. Impide el aprovechamiento de la presencia de turistas para mejorar la ciudad y ganar densidades. Y, en definitiva, desprovee a la ciudad de su materia prima esencial que es el residente.

Pero al otro lado de la balanza, que las actividades turísticas sean expulsadas del espacio urbano no es combatir el espacio dual. Que los turistas coincidan en los espacios de los no turistas es necesario. Es uno de los grandes retos de las ciudades globales: la interacción entre estudiantes, residentes, residentes temporales, inmigrantes, emprendedores... y turistas . Que haya turistas en la Boquería e, incluso, que algunas paradas ofrezcan productos para turistas es mejor que peor. El problema nace si la turistificación del Mercado lo anula y lo convierte en una atracción. Pero la solución no es la desturistificación del mercado, sino la gestión inteligente. Lo turistas en el Park Güell, en las Ramblas, en el Picasso o en la playa de la Barceloneta pueden ser la anulación de la vida local o una oportunidad para la interacción. Eso son las ciudades de superposición: Una tensión entre perjuicios y beneficios, basada en la gestión del espacio.

En resumen, las ciudades globales combaten la especialización turística. Evitan que proliferen los barrios turísticos, escenarios vacíos de residentes, que viven lejos, en el back. Pero eso no quiere decir que las ciudades globales combatan el turismo. Al contrario, las ciudades de superposición (usos, actividades, rentas y perfiles) propician el encuentro entre los diferentes usuarios del espacio urbano. Crean y mantienen 'estaciones' de relación entre diferentes e incentivan una cultura de intercambio. Es un terreno inestable y frágil. Y seguramente por ello, fértil y creativo. 


08/08/2017 - It's mobility, stupid (and It is not tourism)

Imaginemos un relojero que mira el sistema de ruedecillas que hacen girar las manecillas. Con su inmensa lupa en uno de sus ojos, comprueba que cada elemento del engranaje funcione, y si hay alguno deteriorado lo sustituye por otro. Pero todos los relojeros saben que, finalmente, la magia del reloj reside en la relación entre las piezas. Siempre debe ver el sistema en su conjunto.

Me temo que en el debate sobre el turismo, estamos mirando una de las ruedecillas del mecanismo. Por eso, la mejor forma de entender el turismo en las grandes ciudades es dejar de hablar de turismo y ver el sistema en su conjunto. La tesis que intentaré defender es la siguiente: La tensión de las ciudades contemporáneas no es la presión que genera el turismo, sino el cambio de escala de su área de atracción. Lo cual no resuelve el problema, pero sí lo traslada de campo de juego.

Ciudades

Una ciudad es la tensión entre dos sistemas: Por un lado, el sistema local, integrado por los ciudadanos, que la diseñan, la viven, la sufren, la construyen y la sueñan. Por otro, una ciudad es un sistema de relaciones entre un nodo y su espacio de atracción (el hinterland). Las ciudades existen porque atraen y concentran. De manera que no hay ciudad sin ciudadanos, pero tampoco hay ciudad sin movimiento. Esta tensión es inestable, pero como muchos de los sistemas frágiles, seguramente esta inestabilidad es la que permite su dinamismo. Es en la resolución del conflicto entre intra muros y extra muros que se definen las ciudades a lo largo de la historia. También ahora. 

La historia de las ciudades ha sido la historia del crecimiento de su hinterland. A medida que ha avanzado la historia, las ciudades han pasado de relacionarse con su espacio más inmediato a ser la sede de condados y reinos, para después conectarse con el proyecto de estado - nación y más tarde ser los centros neurálgicos de regiones transnacionales. Hoy, con más intensidad que en ningún otro momento de la historia, algunas de las ciudades han creado un hinterland intercontinental. Son ciudades globales, cuya capacidad de atracción se extiende a todos los rincones del Planeta. La mayor parte de ellas llevan siglos instaladas en la parte más alta del sistema mundial de ciudades: Londres, París, Nueva York, Moscú, Tokio... Otras han surgido del anonimato de forma casi espontánea, como setas tras un aguacero. Y eso es, más o menos, Barcelona hoy.

Movilidad

La principal característica de las ciudades globales contemporáneas no es su dimensión global. Probablemente. el Londres del XIX, el París del XVIII, la Venecia del XIV o la Constantinopla del XII también tenían una lógica universal. El segundo elemento que las caracteriza es la capacidad efectiva de los individuos de desplazarse físicamente hasta estos centros de gravedad. No se trata solo de polos de atracción (y de difusión) de mercancías y de ideas: Son también grandes 'hubs' de personas. Y eso es así porque estamos inmersos en la era de la movilidad, como describe con acierto Urry.

Las ciudades no solo adquieren una dimensión global, sino que su capacidad de atracción incluye de forma masiva también a las personas. Las ciudades globales son ciudades imanes de millones desplazamientos individuales. Como explica Urry, 'desplazarse a' se ha convertido en una forma contemporánea de definirnos: Somos donde estamos (y donde no estamos). La geografía define nuestra biografía. Dónde vivimos, dónde trabajamos, dónde estudian nuestros hijos, dónde asistimos a un congreso o dónde pasamos un fin de semana son decisiones capitales en la configuración de las identidades personales contemporáneas. Por eso las ciudades globales se tensionan más que nunca ante la absorción de flujos permanentes (los menos) y efímeros (la mayoría) de personas. 

¿Quiénes son los nuevos usuarios de las ciudades globales?. En primer lugar, son los inmigrantes, que acuden al reclamo del éxito de la ciudad para proyectar el sueño de una vida mejor. Nada nuevo en la historia de las ciudades. En segundo lugar, y esto sí es inédito, son los residentes temporales, personas que se desplazan para trabajar (o no) durante una estancia prolongada, aunque no permanente. La ciudad no es un proyecto de futuro, sino una experiencia vital presente. Investigadores que hacen una estancia, jóvenes que quieren vivir la intensidad de una ciudad cosmopolita, jubilados atraídos por la luz urbana... Son residentes, pero no tienen la intención de residir. Aunque tal vez lo hagan. En tercer lugar, son los emprendedores, aquellos que vienen atraídos por la capacidad económica de la ciudad y que podrían iniciar su negocio en cualquier otro lugar, pero presienten que este es el espacio ideal. En cuarto lugar, son los estudiantes que vinculan el prestigio de la ciudad con el prestigio de los centros educativos. Nunca antes se conoció un sistema de formación tan abierto y conectado. En quinto lugar, son las personas que asisten a congresos, exhibiciones, ferias o eventos que se realizan en la ciudad, precisamente en esa ciudad porque su prestigio impregna el éxito del propio congreso o del evento. También, por supuesto, los turistas, diversos, complejos y divididos en clústers o grupos muy diferenciados entre sí; de hecho, algunos de los colectivos anteriores son de facto turistas. Están los que usan la ciudad porque sus dimensiones permiten acceder a servicios centrales, como los sanitarios, los comerciales o los culturales. Y finalmente, usan la ciudad los residentes en la isocrona de las dos horas, que se desplazan por unas horas para vivir alguna de las dimensiones de la ciudad.

Como he explicado en otras ocasiones, la dicotomía entre ciudad turística y ciudad productiva es falsa. En la constelación de ciudades contemporáneas, el éxito de las ciudades depende de su capacidad de atracción no solo de mercancías y de ideas: También de personas. La dicotomía real es ciudades atractivas versus ciudades invisibles. Y no es muy fácil discriminar qué tipo de flujo queremos, como por ejemplo sí al World Mobile Congress, la Agencia Europea del Medicamento o los estudiantes de másters internacionales pero no a los turistas que fotografían la Sagrada Familia. No se trata solo de un problema operativo. A menudo, es una estancia breve en un destino urbano lo que activa nuestro deseo de una estancia prolongada: Es un short break el que determina la selección del máster que estudiaremos o el lugar en el que invertiremos. En sistema de ruedecillas interconectadas, cada pieza que sustraemos al mecanismo altera el resultado global. 

El destino de las ciudades

El debate sobre la turismofobia es estéril. Centra la atención en una parte minúscula del proceso, que es la presencia de un determinado tipo de turistas en la ciudad. Por eso debemos dejar de hablar de turismo y fijar el debate en otro escenario, que es el de la movilidad contemporánea y la capacidad de atracción de la ciudad. El problema es simple: En las ciudades atractivas, la presencia masiva y creciente de personas (inmigrantes, estudiantes, emprendedores, turistas) en un espacio que no puede crecer al mismo ritmo, y que está encerrado en unos límites físicos, crea efectos secundarios no deseados: incremento del precio de las viviendas, gentrificación, expulsión de una parte de los residentes. pérdida de determinados tejidos  tradicionales, congestión... No es un paisaje apocalíptico inapelable, sino los efectos que proliferarán en la ciudad global si no se gestiona con inteligencia. Es el debate contemporáneo en ciudades globales con muchos turistas (Londres, Nueva York y París), pero también en ciudades globales con muy pocos turistas (Sidney, Sao Paulo o México DF). 

En este punto, conviene separar el debate político y el debate técnico. Las ciudades deben decidir su destino. Pueden decidir colectivamente que no aspiran a convertirse en espacios globales, porque no quieren asumir una parte de los costes que se derivan. Pueden recuperar su papel de centros de decisión regionales. En el caso de Barcelona, un nodo central de la Euroregión mediterránea. O incluso, pueden aspirar a ser meramente la capital de una nación, que no es poca cosa. Cada decisión implica un juego de oportunidades y renuncias impreciso, inestable, que solo es patrimonio de sus ciudadanos. Ellos deciden la dimensión extra muros de la ciudad. 

Hay luego un debate técnico, que intenta minimizar los costes y aprovechar las oportunidades. En este punto, hay que saber que ningún modelo está exento de tensiones, que no hay ningún escenario ideal. En los próximos posts, les propongo que asumamos (aunque sea temporalmente) la hipótesis de la ciudad global. Me propongo plantear tres grandes debates sobre la gestión técnica de este modelo de ciudad. Se trata de lograr el equilibrio que permita mantener una ciudad con ciudadanos sin comprometer las posibilidades de una dimensión global de la ciudad de Barcelona. No en términos turísticos, sino en el contexto de la nueva movilidad. Y mi propuesta se centra en tres estrategias: la dimensión metropolitana, el combate contra los sistemas duales y la redefinición de la identidad de la ciudad. Mientras tanto, espero sus comentarios. 


30/06/2017 - No eres padre hasta que no estás en el whatsapp del AMPA de la escuela

Hay frases que los padres de hijos adoptados tememos. La primera es 'Qué suerte ha tenido'. No, los hijos adoptados no tienen más suerte ni menos que los hijos no adoptados. Es la misma fortuna que tiene un niño que viene a este mundo en esa familia con cinco apellidos que le garantiza un futuro de por vida y una villa en Ciutadella. Nacer en Uganda o en Viena es una lotería y la mejor definición de un mundo mejor sería esa: Que el nacimiento no condicione tu existencia. La segunda es 'Qué bueno eres'. Ser padre no es un gesto altruista ni una oenegé. Yo tiendo a pensar que el afortunado soy yo. En todo caso, estoy seguro que no pensarían lo mismo si me hubieran visto el día que puse al niño en el coche y le dejé la llave para ir a mi asiento, justo en el momento en que el niño cerró el coche por dentro. Y luego viene la peor de todas: 'Pues no lo parece'. Se llama Francesco, es moreno, muy pequeño y extraordinariamente ágil. No hace falta ser Poirot para constatar al instante que no nos parecemos en nada; excepto en que nos encantan los vídeos de caídas fortuitas. Ese 'no lo parece' es una especie de indulgencia, como cuando a un cojo le dicen 'pues no se nota'. Se nota, se nota. Ser adoptado no es ni estigma ni una condición que hay que ocultar para que no se note. 

Ya ni comento aquello de 'Se les quiere igual, ¿verdad?'. Que te vienen ganas de responder: 'Pues no exactamente. En realidad a los hijos adoptados se les quiere solo de lunes a miércoles y en los días festivos, pero los jueves, la verdad es que no, no se les quiere nada de nada'. ¿Cuál sería la mejor frase con la que hacer referencia a un hijo adoptado?. Pues exactamente la misma que dirías de uno no adoptado: Qué preciosidad, se le ve muy despierto, no lo he visto hace dos meses y casi no lo reconozco, este antes de que te des cuenta te está pidiendo la moto, antes le compro un traje que le invito a comer, la pena es que crecen muy deprisa... Son las típicas frases a un euro, conversaciones de ascensor, que funcionan porque evitan ser sincero. Porque en realidad esa es la diferencia entre un hijo adoptado y uno no adoptado: Ninguna. 

La paternidad no tiene nada que ver con la biología ni con la genética. La paternidad es como la mili. Te pasas el día cambiando pañales, preparando biberones, soportando berrinches, contando cuentos y saltándote cenas de amigos y cuando pasa todo, te dedicas el tiempo a explicar batallitas de lo maravilloso que ha sido ser padre. Un padre es una persona que le enseña a su hijo a ser una persona. Le exige, le abraza, le riñe, le acaricia, le da ejemplo, le alecciona, le lleva al chiquiparque, le compra una bicicleta y un día le ayuda a montar los muebles de Ikea de su nuevo piso. Ser padre es evitar morirse de risa cuando ha llenado de espuma de afeitar todo el salón o consolar a tu hijo portero el día que le han clavado 12 goles. En resumen: Ser padre es un acto cultural, si quieren social o antropológico, pero no biológico.

Este largo preámbulo tiene que ver con el debate sobre la maternidad subrogada. Yo escucho a los unos y a los otros, a los del sí y a los del no, y aunque se presentan como antagónicos, tienen en común esa visión biológica de la maternidad y de la paternidad. Empiezo por los defensores. Hablamos de una pareja que por la circunstancia que sea no pueden tener hijos. Y en vez adoptar un hijo y malcriarlo, llevarlo a Disneyland París y enseñarles a jugar a ajedrez deciden tener un hijo con su código genético. Y uno se pregunta qué nivel de autoestima tiene uno que tener para suponer que sus genes merecen ser perpetuados. No hay para tanto. Lo que hay que perpetuar es el sentido cívico, las obras de la Generación del 27, los Rollings y el amor al prójimo. Que los ojos sean verde oliva o que puede lamerse el codo es bastante accesorio. Yo no tendría ningún orgullo paterno si alguien me comentase que mi hijo mayor 'es clavadito a ti'; tendría más bien, un punto de compasión. Si me tengo que sentir orgulloso de él (que tampoco va de eso de la paternidad, déjenme decirlo), sería de su comportamiento, de sus convicciones o de su ética. No de su altura. 

Pero lo siento, tampoco me gustan los argumentos del no. De entrada, me van a perdonar, el embarazo está sobrevalorado. Si no nos decimos la verdad, luego todo llega por sorpresa: El embarazo es un coñazo. Sobre todo para ella, que se pasa nueve meses con las hormonas como un pachinko y los pies inflados como dos zeppelines. También para todos los que les rodean, porque las conversaciones se reducen a palabras con diminutivos (pataditas, barriguita, cabecita). Dedicar quince minutos (bien, de acuerdo, treinta) a poner la semillita no te confiere de repente la condición de papá. Pero soportar los nueve meses de náuseas, tampoco de mamá. El padre o la madre es el que sabe que le dan miedo los disfraces de bruja, que le entienden perfectamente cuando con dos años y medio emiten sonidos guturales, que conocen el nombre de la maestra en prácticas y que han asistido a una audición interminable con números musicales que podría utilizar el Mosad como instrumento de tortura. No eres padre hasta que no te dan de alta en el grupo de whats app del AMPA. Estar embarazada no quiere decir que seas madre, ni que vayas a serlo. Y considerar eso sí es tratar a una mujer como una vasija. 

Yo no votaría a favor de una ley de maternidad subrogada, porque está teñida de biologismo: "No privemos a una pareja de la posibilidad de ser padres", nos dicen. Si nadie les priva. Que adopten tantos niños como quieran. Esa necesidad de ser padre "biológico" es un anacronismo neanderthal. Ser padre es levantarse a las tres de la mañana a buscar a tu hijo adolescente de la fiesta del instituto. Que padre e hijo tengan una mancha en el omoplato es lo de menos, francamente. Pero no comparto el biologismo de los del no, que subliman el valor del embarazo. De hecho, tendríamos que empezar a desterrar del lenguaje el concepto de 'padre biológico' y de 'madre biológica'. Madre no hay más que una: La que cura el dolor más doloroso con solo un beso. Como la madre de David; o la madre de Francesco. 


23/05/2017 - Sense nens

El que més m'agradava d'aquella casa era el so del pati. Al costat d'una escola, cada matí arribava el brogit infantil de la cridòria del nens. No hi ha CD de mindulness que superi l'esclat de vida i de joia en aquell pati del xiprer infinit. 

Pot ser a l'AVE o l'avió o qualsevol restaurant. El nadó xiscla per la gana, o pel son, o simplement perquè és la seva forma de comunicar-se, i automàticament s'alcen tres o quatre caps amb la cara desencaixada. Per què jo, per què avui?, es lamenten. Un dia que surto i sec al costat d'un nen, pensen. Abans, el broker de la quatre ha estat escridassant la seva secretària pel mòbil durant vint minuts, i les amigues han explicat les seves aventures de llit amb més decibelis dels qui permet la discreció, i aquell solitari de l'onze ha xuclat nou caps de gamba amb un estrèpit tan alt que les Walkiries semblarien una cançó de bressol. Han passat tres ambulàncies i han sonat vint-i-quatre clàxons, perquè els conductors no poden ser-hi un segon i mig amb el cotxe davant d'un semàfor en verd. Tots els sorolls del segon país més sorollós del món són inaudibles. Però si un nen plora, mig restaurant aixecarà el cap i bombardejarà els pares amb aquella mirada assassina. 'Fes alguna cosa, imbècil', pensen. 

Avui el trending topic a twitter és #HotelesSinNiños. Hi ha, sembla ser, milers de persones que consideren que topar-se amb un nen pels passadissos de l'hotel és convertir Resacón en Las Vegas en El resplandor. I apel·lant una versió del liberalisme que escandalitzaria el mateix Hayek, reclamen i celebren els hotels sense nens. Hi va haver una època en què els hotels eren friendlys. Tot era gay friendly, peet friendly, backpacker friendly, celíacs friendly,... Ara anem cap als hotels sense: Es comença pels hotels sense nens i s'acaba amb un hotels sense lletjos, sense vells, sense tolits, sense escaquistes... Sempre podem trobar un argument: Els vells deprimeixen, els tolits apenen, els escaquistes avorreixen. Jo suggereixo un hotel sense: Hotel sense persones que volen anar a "hotels sense". Que em sembla un bonic oximoron.

El problema no és si aquests hotels discriminen o seleccionen targets. El problema no és normatiu, ni legal, ni ètic. El problema més greu és la quantitat de persones a les que els hi molesta els nens. Una societat pedofòbica és una societat malalta. He intentat explicar moltes vegades que el major avenç de la societat contemporània és la descoberta de la paternitat. He tingut la immensa sort de viure en una època que m'ha permès fer de pare i gaudir-ne, i fruir amb tota la intensitat un munt d'instants que no es poden comparar amb res més, que són l'essència mateixa de la meva existència. No hi ha portes de Tanhauser més altes que les tardes amb en David i amb en Francesco. I és clar que qui no vol ser pare no ho és; i que la maternitat no és cap deure, sinó un preciós dret, que prens o no. I que hi ha milers de vides plenes sense fills. No, la paternitat no és obligatòria. Ni tan sols recomanable. 

Me'l miro al Francesco. Amb els seus quatre anys, tan divertits. Amb la seva mirada neta i la seva curiositat lluminosa i la seva energia desbordant. Me'l miro amb aquell somriure de murri, agafat al seu osset de pelfa, amb el seu cap desproporcionat i les seves manetes fosques, i la seva pell de prèssec, i l'olor de camp de blat. Me'l miro. I intento comprendre que el món és ple de persones a les que els hi molesta. I Francesco té son i està cansat de jugar, i s'apropa a quatre grapes perquè és un gatet, i llavors es deixa acaronar. I seu al teu costat, per a què l'abracis, i badalla. I fins i tot els badalls són divertits. I es deixa tocar aquells peuets bruns; i et demana una vegada més que l'expliquis aquell conte al que mai arribem al final. I me'l miro. I penso que hi ha persones a les que els hi molesta. Que se'l trobarien en un hotel i canviarien d'allotjament. I jo que sempre intento posar-me del costat de l'altre, i entendre'ls una mica, me'l miro del dret i del revés. I com sempre, acabo dormit en el sofà, abraçat al seu osset.


10/05/2017 - Pérez Reverte y nosotras
La culpa es de Lucía. Nos había hecho notar que los camareros de Madrid cada vez están más macizos. Y además de esos torsos inmensos y esos culos prietos, empezaban a proliferar los uniformes ajustados, tanto que no solo puedes conocer el calibre sino incluso la forma del glande. Lucía, que siempre tiene que buscar un sentido oculto a todo, consideraba que el nivel del personal era una estrategia para esconder la baja calidad del producto. Y por eso nos propuso ir a un restaurante de camareros rechonchos, Casa Ucilo. Como allí los rabos van cortos, nos podríamos centrar en el rabo de toro. O en el capón en pepitoria, que tanto monta, monta tanto.

Estábamos las de siempre. Mi amiga Lucía, Ana del Río, Carmen Figueroa y yo misma. En realidad, me lo invento. Puede que no fuera Carmen, sino Mariona. Pero el quién no es relevante, sino el qué. Eso sí, todas lamentamos que Ana no hubiera venido acompañada de su nuevo becario, un cubano de casi dos metros. Me refiero a la estatura, aunque Ana nos había explicado que Diego calzaba un XXL. Y Ana nunca exagera. Lucía nos estaba explicando cómo se había engordado su secretario desde que le dejó su mujer, que le habían salido como dos tetas gigantes, y que la silla empezaba a ceder por el sobrepeso. Justo cuando nos estábamos desternillando, aparecieron ellos.



Primero entró Pérez Reverte, el de Alatriste. El escritor culo caído, ya saben. Ya sé que algún lector mojigato me acusará de usar un término despectivo, pero me limito a describir su anatomía. Si digo el escritor que tiene un culo que le llega a los tobillos ya saben de quién estoy hablando. También estaban el barriga de sandía y el pene corto. Ese que había salido en las revistas con un bañador ajustado y marcaba un paquete tan pequeño que no sabías si le estabas mirando por delante o por detrás. Ya lo dice mi amiga Lucía: Aléjate de los hombres que la tengan más pequeña que su meñique. Ana dijo que había tantos hombres feos en el local que ya no había jarrete de ternera que lo compensase. 

No habían llegado al segundo plato y el culo caído y sus amigos ya iban más beodos que una despedida de soltero en Magaluf. Uno de ellos se levantó tambaleando e intentó fotografiarse junto a la comensal de la mesa de al lado, mientras se apoyaba en su hombro con sus manazas de oso. En la mesa, el pene corto reía con gruñidos desagradables y aplaudía con sus minúsculos brazuelos. Antes de que el acompañante de la comensal le diera un puñetazo en la barbilla, el maitre calvo con pelos en las orejas lo apartó de la escena y le acompañó hasta la mesa. "Por Dios, compórtense, caballeros. Los clientes se están quejando...". "Que le den por culo a los clientes", masculló el culo caído mientras disparaba perdigones "a ver si no vamos a poder fotografiarnos con quien nos sale de los cojones". "Y tú no tienes ni media ostia", amenazaba el pene corto.

Tras el quinto Protos, cambiaron de tercio y vaciaron tres botellas de licores de esos que nadie había probado en años. Ya estábamos tentadas de abandonar el restaurante, cuando cansado de las brabuconerías del pene corto, el acompañante levantó su metro noventa largo y su espalda de waterpolista. Le bastó con dirigirse hacia los beodos para que estos salieran corriendo como alma que lleva el diablo; y aunque el barriga de sandía taponó la salida por un instante, yo temí un efecto ventosa, finalmente salieron despedidos del local. Todos celebramos su marcha con un aplauso espontáneo. 

Ese día decidimos recuperar nuestra ruta de restaurantes de camareros macizos. Y amplíamos la promesa. Lucía tenía que despedir al zampabollos de las tetas gordas. A partir de aquel momento, solo contrataríamos becarios que tuvieran el culo duro y los bíceps como pelotas de baloncesto. Y que no se pusieran histéricos si un día les pellizcas el trasero. Como dicen los manuales de la empresa, no hay eficiencia sin control de calidad. 


01/03/2017 - Sis peces dels RCR a Girona
Jo ho sabeu. Els RCR, els Aranda, Pigem i Vilalta, ja tenen el Pritzer, el Premi Nobel d'arquitectura. D'Olot al món. Els garrotxins han creat un nou univers arquitectònic, basat en l'audàcia, en la creació d'atmosferes i en una nova interpretació de les línies clàssiques. Per això, han treballat a França, a Bèlgica, a Dubai. Però també a casa nostra. Aquestes són les meves sis peces preferides a Girona.

Llar d'infants de Besalú



A Besalú tenen una llar d'infants que sembla fet per llapissos de colors. Tota la geometria de l'espai gravita a l'entorn d'un gran pati central, que és l'eix que articula la vida del centre. Les columnes de colors primaris creen una atmosfera infantil, riallera i alhora extrordinàriament funcional. Molt inspirada en la guarderia de Manlleu, que és també una obra mestra, la llar d'infants va obtenir el Premi FAD. 

IES Vilartagues de Sant Feliu de Guíxols



En un barri perifèric, situat a la part alta quan la ciutat pràcticament s'acaba, s'enlaira un institut bellíssim. D'un classicisme molt pur, les formes del centre creen una façana gairebé cega, que dona tot el protagonisme als tres patis interiors. Com una mena de temple clàssic, el contundent volum dota de dignitat un barri trencat per un urbanisme improvisat i maldestre. 

Parc de la Pedra Tosca a Les Preses



Aquest extraordinari exercici de paisatgisme crea un recorregut de valles de corten, on les pedres amuntegades semblen a punt de caure. Jugant amb les cotes del parc, els RCR van crear un laberint artificial de pedra seca amuntegada, que posava en valor l'art mil·lenari de cercar els camps amb pedres sense morter. El resultat és una mena d'atmosfera irreal, un espai gairebé màgic. Ideal per a fabricar noves idees. 

Hotel Les Cols d'Olot



Tot el projecte arquitectònic de Les Cols és obra dels RCR, del restaurant, a l'hotel o la carpa. M'encanta la carpa per a banquets creada pels arquitectes olotins, perquè trenca per fi amb el kistch de les construccions exteriors per a banquets. Però segurament la peça més singular és el propi hotel. Situat en un polígon impersonal, els RCR prenen la decisió correcta: Si no podem mirar fora, mirem amunt, i obren les habitacions al cel de la Garrotxa. Els patis zen de roca volcànica i el joc de miralls d'imitació basàltica són una interpretació genial de la geografia dels volcans. 

Casa per un fuster a Olot



De cases RCR n'hi ha moltes a Girona. Potser la que més m'agrada és aquest joc de volums, que creen una mena de quarta dimensió. L'objectiu és trencar la lògica de l'espai (dins - fora, sobre - sota), però també reforçar les visuals i integrar la casa amb el pendent de la muntanya. És la casa dels meus somnis. 

Espai teatre La Lira de Ripoll




I acabo amb l'obra que més em fascina, una veritable obra mestra. L'espai aconsegueix crear un volum en un buit. És una mena de geometria inversa en la que el forat és l'estructura. No em canso d'admirar aquesta solució excepcional per a un espai tan complicat en el seu disseny inicial. Si els Roca crearen menjar del fum, els RCR han creat espai del buit. 

Potser ha arribat el moment de fer la ruta arquitectònica dels RCR per Girona. I si hi afegim Ruiz-Geli i altres genis locals, Girona dona per un itinerari excepcional en nova arquitectura. Potser ha arribat el moment de reivindicar els nous edificis, que superen el rigor modernista del turisme dels 80. Enhorabona, Aranda, Pigem i Vilalta. I gràcies. 



20/01/2017 - Barcelona fora de Barcelona


A poc a poc, el debat sobre el turisme a Barcelona pren una altra dimensió. Hi ajuda un nou convidat a l'àgora dels debats de la ciutat, que és el del boom del preus del lloguer. N'hi ha qui connecta automàticament els dos debats i estableix una relació causa - efecte directa entre turistes i preus de lloguer. Les dades no semblen dir el mateix. El turisme pressiona parcialment el mercat de lloguer, amb més intensitat en uns barris i amb nul·la incidència en uns altres; però no explica el salt. Ha d'haver-hi un altre perquè. La Generalitat creu que és l'asimetria en la informació i per això ha activat un sistema de càlcul del preu de lloguer ideal. Em sembla una bona idea, però no identifica bé el problema. De vegades, tot és una mica més simple.

Els preus del lloguer de Barcelona es disparen bàsicament perquè Barcelona és una ciutat atractiva a escala mundial. I això genera un desequilibri progressiu entre una oferta finita i reduïda i una demanda creixent. Demanda de qui?. Doncs de tres grans col·lectius. El primer, és veritat, els turistes, que són tant la família de Marsella que vol visitar la Sagrada Família com els assistents coreans a una fira d'alimentació. El segon és el dels catalans que es desplacen a viure a Barcelona com a projecte vital, perquè creuen que aquesta ciutat els dotarà de majors oportunitats o, tan sols, d'una forma de vida metropolitana que desitgen. Barcelona s'omple de catalans. I el tercer és una nova generació de residents internacionals, que venen a la ciutat a gaudir de l'espectacle de la ciutat. N'hi ha de tot. Músics que treballen de cambrers per les tardes, pintors, programadors, aspirants a Leo Messi i comediants sense massa gràcia. 

Ens serà molt difícil entendre la Barcelona contemporània si no consensuem el diagnòstic. I els proposo la següent idea: La causa que genera les tensions en la ciutat contemporània de Barcelona és la seva atracció. Una atracció que ha saltat d'escala i s'ha projectat a nivell internacional. Barcelona és una de les ciutats del món on la gent vol ser-hi. No només ser-hi per fer alguna cosa (fotografiar monuments, veure un partit de futbol o cursar un màster), que també. Ser-hi a seques. A moltes persones del món els agradaria ser-hi a París, a Londres, a Nova York, a Sidney, a Berlin o a Barcelona. Per això es tensiona el turisme; per això pugen els preus de lloguer; per això costa tant un metre quadrat d'establiment comercial. He defensat en diverses ocasions que el turisme a Barcelona no és més que una derivada d'un procés més ampli, que és l'atracció de Barcelona. El que ha esdevingut en els darrers 20 anys és una situació inèdita, perquè Barcelona s'ha integrat en el mapa de ciutats on la gent gaudeix sent-hi. Estudiants. Turistes. Empresaris. Investigadors. Inversors. Especuladors. Malalts. Jubilats. 

No hi ha ciutat sense ciutadans. No hi ha Barcelona sense residents. No hi tinc cap dubte. La matèria primera de les ciutats són els seus habitants i es necessita fixar població permanent i dissenyar la ciutat per a aquestes persones. Seria més difícil posar-se d'acord en què és un resident i sobretot què no és un resident, més enllà dels criteris administratius. Però això és només la meitat del projecte de ciutat. L'altra meitat és que no hi ha ciutat sense atracció. Les ciutats no són només els contenidors de residents, sinó també són l'espai de barreja, d'intercanvi, de compra - venda, d'estades breus, de becanvis culturals i atracció de talent. La ciutat contemporània neix quan cauen les muralles i s'inicia una nova era de ciutats obertes, que són ciutats perquè són obertes. Som, però, en un moment de la història en què les grans ciutats han canviat l'escala de la seva capacitat d'atracció. Ja no són només la referència del seu hinterland, o del seu país, o la seva regió, són ciutats obertes al món. 

El disseny de les ciutats del futur no pot ser un laissez faire en el que la capacitat d'atracció arraconi la població local fins el punt de buidar barris sencers. Sabem que no és possible una ciutat sense ciutadans. Però les accions tampoc poden provocar l'efecte contrari: Si la defensa de l'espai residencial acaba limitant la interacció i obrint unes noves muralles, la ciutat morirà també. I, per tant, la gestió és el joc dialèctic entre dues forces aparentment oposades, o en tot cas, que estiren des de costats diferents. No és fàcil. Però és el que probablement hem de fer. 

Crec que una de les vies de solució és el canvi d'escala també en l'oferta. Si la ciutat s'ha fet atractiva a escala mundial, si des del costat de la demanda l'increment ha estat molt elevat, des del costat de l'oferta la resposta no pot ser només local. De fet, aquest és un problema que la ciutat ja ha tingut en altres ocasions: Primer, quan les onades migratòries atretes per la ciutat feien inviable l'expansió de la trama urbana municipal i s'escamparen per les ciutats veïnes. Segon, quan el creixement de la nova indústria exigia sòl i accessibilitat que només podien oferir espais metropolitans cada vegada més allunyats del core. Ara som a les portes d'una tercera onada expansiva, que és el turisme a Barcelona fora de Barcelona. Necessitem un canvi d'escala i resoldre les tensions del turisme a la ciutat tot integrant l'Àrea Metropolitana en la resposta a la pressió. I potser cal un pla turístic metropolità i un ens de promoció turístic metropolità. 


18/11/2016 - Defensa de les classes no magistrals


Escric això després de llegir l'article d'Antoni Dalmases sobre el valor de les classes magistrals. Però reconec que és un post que volia escriure des de fa temps i aquesta és una excel·lent oportunitat. M'estalvio de ressumir l'article, sobretot perquè podria ser que fes una lectura biaxiada de la seva aportació i per això, els hi convido a llegir-lo i a què facin vostès les seves pròpies valoracions. La meva crítica al seu article es fonamenta en quatre punts: (a) Les classes no magistrals no van contra les classes magistrals, (b) només es pot ser crític des de la curiositat per l'altre, (c) les classes no magistrals sun catàleg experimental, ple de llums i d'ombres i (d) els temps han canviat i, potser (ep, potser) algunes coses sí les hem de canviar.

Elogi de la diversitat

Diu l'Antoni Dalmases que se sent agredit. Diu que se sent acorralat per una mena de cohorts irracionals que ataquen sense pietat els professors que fan les classes magistrals. I ens posa un exemple sembla ser que esfereïdor: Una professora que feia una classe va ser interpel·lada per una estudiant. Si jo començo una classe el primer dia i als 15 minuts un estudiant es qüestiona el que dic de forma pública li demano un autògraf. 

És curiós com canvien les percepcions segons qui mira. Més aviat, la meva sensació és la contrària, que els qui tenen una voluntat de canviar l'educació estan bastant sols i reben la incomprensió (si no l'escarni o el rebuig) dels seus companys. Sí que estic segur d'una cosa: El mecanisme que avui, novembre de 2016, predomina a les aules del país és el de la classe magistral, amb power point o sense. Si un thailandès o un coreà es llegís l'article, podria pensar que vivim en un país on tothom fa piruetes a classe, excepte un irreductible poblat de professors magistrals que defensen el valor de la paraula. I passa exactament el contrari. 

De fet, en Dalmases cau en l'error d'allò que critica. La seva descripció de les classes no magistrals és aquesta: 'mots encreuats', 'forexpan', 'estafa', 'no saber escoltar', 'no cal pensar abans de parlar', 'no són mestres de debò', 'acostumar-se a pensar és una barbaritat perillosa', 'passar l'estona', 'professors que es limiten a complaure i entretenir', 'vocabulari limitat', 'dicció patètica', 'festivals de serpentines'... El seu article no és una defensa de les classes magistrals, sinó una crítica a les classes no magistrals. No he trobat arguments a favor de la seva tesi, sinó un atac contra els qui no fan allò que ell fa. És a dir, escriu un article per desenvolupar la idea 'Deixeu-me fer les classes com jo vull' i acaba fent l'article 'Deixeu de fer les classes d'una altra manera que no sigui la meva'. 

Jo defenso la necessitat d'explorar vies alternatives d'ensenyar. No perquè vulgui imposar-les, sinó perquè l'educació precisa d'un cert esperit d'innovació. Està bé que es facin classes de maneres diferents. I per això, en sistemes tan complexos i delicats com és l'educatiu, està bé que uns explorin i assagin i uns altres mantinguin les formes més clàssiques. La meva defensa de les classes no magistrals no és un atac a les classes magistrals. Ans al contrari: Crec que són necessàries. 

Elogi de la curiositat

Un professor ha de ser, abans que res, curiós. I em sembla que en aquest debat hi ha un punt d'asimetria. Tots els professors que exploren noves vies coneixen, practiquen i experimenten amb el model clàssic, amb les sessions magistrals. Alhora, coneixen, practiquen i experimenten amb nous models. Tenen la visió de les dues realitats. Per ser exactes, tenen moltes altres perquè, com intentaré explicar, l'educació no es divideix entre magistral i no magistral, sinó en sistemes múltiples, en molts casos híbrids, que utilitzen recursos diferents. 

Jo entenc els adlàters de les classes magistrals que han après i testat formes diferents i que arriben a la conclusió que la millor opció és la disertació oral unidireccional. Fins i tot, entenc els qui llegeixen informes, estudis o resultats de propostes innovadores en docència i, després d'avaluar-los, manifesten un sà escepticisme o, fins i tot, demostren la poca consistència d'aquestes anàlisis. M'és molt més difícil entendre la crítica des d'un costat del mirall, quan no han fet l'esforç de passar-se a l'altra banda. No dic que sigui el cas de l'Antoni Dalmases, però de vegades la crítica a les classes no magistrals es fa des de l'immobilisme. Són professors mancats de la curiositat necessària per a explorar noves vies. I que es veuen amb l'autoritat de desqualificar allò que ni tan sols han conegut. I llavors, toquen d'oïda, i parlen de forexpans i serpentines i fan una mica el ridícul.

Elogi del dubte

Això no és un combat de boxa entre mestres i clowns. No hi ha una pastilla vermella i una de blava. Hi ha moltes formes clàssiques de transmissió, moltes de noves, adaptacions de les unes i les altres, híbrids. Si alguna cosa té de fascinant l'ofici de mestre contemporani és la possibilitat d'emprar noves eines, de construir-ne de pròpies i d'adaptar les antigues. No existeix la classe 'no magistral' com a categoria. Tenim tota mena de recursos, de materials, de tecnologies, de sistemes, de formes de compartir la informació, de sistemes de transmissió... Fer una esmena a la totalitat de tot allò que no és la transmissió oral, absolutament tot el que no sigui una disertació erudita, s'hauria de raonar amb molta menys frivolitat.

Les noves formes de docència són essencialment experimentals. No sabem si funcionen prou bé, perquè tenen un recorregut curt, perquè les hem assajat massa poc i perquè s'han de depurar amb estratègies assaig - error. I en els fòrums oberts sobre aquests temes, he vist moltes energies i entusiasme, una intuïció i capacitat creativa fascinants, però també grans dosis d'autocrítica. Si en Dalmases s'apropés una mica més a aquestes iniciatives veuria dubtes, debats, reflexions i rectificacions. Tot el contrari del que ell dibuixa i, també, tot el contrari del que ell practica. I constataria quelcom bastant interessant: Una voluntat de compartir la informació molt estimulant, una exposició pública constant dels resultats. 

Elogi de l'adaptació

Dalmases recorda els mestres que li van marcar i reclama una docència basada en aquest patró. Però sabem que el món de la seva infantesa no té res a veure amb el món contemporani. I no podem fer veure que no existeixen els ted, ni els moocs, ni el núvol, ni els entorns adaptatius, ni els continguts digitals, ni la cultura audiovisual, ni l'exemple de khan academy, ni les dades en obert, ni les biblioteques digitals, ni slideshare, ni Adobe, ni google maps, ni itunes u, ni google art project, ni els tweets de @migueldelpozo, ni el programari obert, ni els tutorials, ni netflix, ni les sessions de David Harvey a la xarxa, ni miriadax, ni els enllaços, ni el whats app, ni el diccio.cat ni el parla.cat, ni entrelectores, ni storify, ni els tablets, ni la rae.es, ni el GIS, ni lletrA, ni el crossbooking, ni el moodle, ni els mapes de l'ICC en obert, ni la música digital, ni el tdx, ni el google scholar, ni la nasa.gov,... podem fer veure que som a l'any 1980. I no canviar absolutament res.

O podem pensar que si el món ha canviat, si som en una altra galàxia cultural, social i econòmica, potser (ep, potser) algunes coses les hauríem de repensar. I sí, aquest procés de repensar l'educació crea un cert vertigen, perquè dubtem, perquè fem proves, perquè no en sabem prou. I potser al final del camí arribem a la conclusió que in verbo veritas, i que res no pot substituir la disertació erudita. Per això m'agrada que l'aventura de nous sistemes d'educació convisqui amb la defensa dels vells sistemes. Per això, a diferència d'en Dalmases, la meva defensa de les classes no magistrals és també una defensa de les classes magistrals. 


12/11/2016 - Contra la turismofòbia


Avui he tornat a sentir amb tota la seva contundència el discurs turismofòbic que a poc a poc s’ha instal·lat en el país. I amb la seva rotunditat, amb la seva elaborada argumentació, constato la seva bel·ligerància activa. Ja és un relat consensuat que s’ha acomodat en el catàleg dels argumentaris del país. 

Vull combatre la turismofòbia. Però abans deixeu-me delimitar el terreny de joc. El discurs turismofóbic és una construcció social elaborada, àmpliament consensuada, que es caracteritza per una denúncia dels efectes del turisme sobre l’economia, la cultura i la societat locals, i que al mateix temps menysté la figura del turista i l’acte mateix de fer turisme. És una reacció anti-turística, que combat l’oferta turística (els qui es beneficien directament), però també la pròpia demanda (l’idiota que viatja). 

1. El viatge extra-ordinari 

Els turistes fotografien els instants turístics. Ho fan perquè els doten d’una elevada càrrega simbòlica. L’acte social de capturar un instant (i sovint de compartir-lo) és una forma de destacar els actes heroics de la nostra biografia, allò que en certa manera ens fa una mica nosaltres. Fem àlbums de fotografies de molt pocs instants, d’un casament, del primer fill (més que no pas el segon), d’una celebració i també dels viatges. No podem apropar-nos al fenomen turístic si no entenem el valor extra-ordinari (per sobre de l’ordinari) que li atorguen els seus usuaris. 

Vist a vol d’ocell (o a vol de dron), els turistes semblen seguir una coreografia buida, mancada de sentit o de profunditat. Però no podem traslladar la mirada etnogràfica des de fora a la percepció individual dels observats. Tots els estudis són unànimes en aquest sentit: Els turistes són feliços quan són turistes. Són persones sobre-estimulades, que senten una vivència profunda, que els hi generarà records perpetus, com un tattoo. És clar que hi ha qui no. Hi ha experiències buides, decebedores o, fins i tot, traumàtiques. Però en el seu conjunt, els turistes gaudeixen de la seva condició de turistes d’una forma radical. Creen una fita en el seu relat biogràfic. Negar el turisme com a procés social és imposar unilateralment una prohibició sobre aquests instants extra-ordinaris. 

2. L’ètica del sightseeing 

És fàcil escarnir els turistes que fotografia Martin Parr davant de la Torre de Pisa o l’Acròpoli d’Atenes, aquells qui intenten crear el trompe-oeil del turista que sosté amb esforç la torre inclinada. Aquesta coreografia és, certament, un punt ridícula, un acte kistch i banal que deteriora la relació entre l’objecte i el subjecte, entre el lloc i el turista. Però sabem des del deliciós assaig de McCannell que el sightseeing, aquesta forma superficial de relacionar-se amb els llocs conté un principi molt poderós: El reconeixement de l’altre. La història de la humanitat està traçada per un constant rebuig a l’altre, per la creació de la identitat pròpia a partir de la negació dels estranys, dels estrangers. El contacte entre civilitzacions ha estat històricament una col·lisió violenta. Visitar l’altre és una forma moderna de donar-li valor, de connectar dos mons, des de la valoració d’un sobre l’altre. El turisme és una negació de l’alterofòbia. Ser visitat és una forma de ser reconegut i de ser valorat. 

3. Learning from Las Vegas 

 Hi ha molts rituals turístics que dissolen qualsevol forma de profunditat. Són actes superficials, que estan mancats de diàlegs profunds. Hi ha, de vegades (sovint), un rastre de banalitat en els itineraris turístics. De fet, una part de la meva feina en la gestió de les destinacions se centra en aquest punt: La cerca de mecanismes per a dotar de major profunditat l’experiència epidèrmica entre un turista i un monument. Però la densitat ha de ser suggerida, no imposada. I suggerida des del respecte per l’absència d’ella. 

És preferible començar el dia amb Bach que amb Shakira?. Probablement, sí. Com també llegir García Márquez més que no pas un diari esportiu; i estudiar les formes geomètriques de la natura i rellegir la resposta dels clàssics a les preguntes essencials. Però la versió elevada dels instants és una decisió que mai pot ser imposada, perquè la literatura forçada es buida. Ha d’existir el dret a viure banalment un instant, a llegir un còmic, a seguir el vol d’una mosca, a gaudir d’un programa pla de la televisió o parlar de no-res amb un amic. La crítica radical a la banalitat del turisme em recorda alguns coneguts que han optat per viure la seva existència de forma sempre elevada. I els veus allà patint al fons del passadís en una festa d’aniversari del seu fill, amb cara de ‘que-faig-jo-aquí’ o incapaç de ballar en aquell casament, que considera tan decadent que no pot sentir els riures de la parella. Viure elevadament és una opció no només legítima sinó probablement terapèutica; però el dret a la profunditat d’uns no pot imposar-se sobre el conjunt. 

I aquest vell pols entre cultura elevada i vida quotidiana acaba sovint vorejant el classisme més ortodox. I potser hem de tornar a llegir l’Eco per recordar l’extraordinària capacitat creativa de les creacions considerades banals. En la frontera de la literatura, de la pintura o de la música, els guions de sèries, els còmics, el rap, l’art urbà, la publicitat o l’animació han tingut molta més influència en la construcció de la cultura contemporània que algunes de les formes més elevades de la cultura. Per això, l’arquitecte Venturi va escriure aquell polèmic assaig, Learning from Las Vegas, en el que explorava la capacitat creativa i innovadora de la ciutat més kistch del planeta. 

4. Contra el mainstream 

Algunes de les formes que pren la turismofòbia són simplement versions contemporànies d’un classisme de manual. Un relat que dibuixa els turistes com éssers sense criteri que segueixen alienats el paraigües elevat d’un guia que explica banalitats a persones sense interès. Curiosament, molts pocs turismofòbics renuncien a viatjar. Jo sempre he reconegut la coherència de Pessoa, un bel·ligerant turismofòbic que no viatjava perquè detestava l’acte del viatge. Però si seguiu el rastre vital dels adlàters de l’anti-turisme, veureu que viatgen molt, molt més que la resta. Tenen la síndrome ‘You Are a Tourist. I am Traveler’. Els turistes sempre són els altres. I ells, tot i que es desplacen fora de l’entorn habitual per una activitat d’oci, no es consideren a sí mateixos com a turistes. No fan el turista, ens diuen. I és que el relat turismofòbic necessita crear una alternativa al no-viatge i, per això, construeixen el mite del viatger, el qui es desplaça de forma no turística. 

Si us pregunteu com és possible fer de turista no-turista, i seguiu el seu rastre i us n’adonareu que es basa en un principi bàsic: Evitar sempre els llocs amb turistes. De manera que un turismofòbic és el qui rebutja el mainstream. ‘Perú era meravellós, però ara s’ha omplert de turistes’. ‘Enyoro aquella època en la que no havies de fer cua per entrar als museus de Riga’. ‘Hem deixat d’anar a Zimbazwe, perquè semblen les Rambles de Barcelona’. Els turistes no-turistes van als llocs on no van els turistes turistes. I si per atzar o obligació acaben en un lloc amb turistes turistes, la seva mirada, la seva percepció i naturalment la seva narració (en un article en una revista que llegeixen els turistes no-turistes) seran hipercrítics. Hi ha un fons snob en aquesta pràctica col·lectiva. La mateixa que renega de l’autor de novel·les, de la discografia, del pintor, de les sèries o del restaurador que abans idolatraven perquè ‘s’ha fet comercial’, és a dir, perquè ara ja no és un acte de reivindicació de la meva singularitat (i excel·lència), sinó una forma ritual de forma part d’un col·lectiu. 

5. ‘Abajo las murallas’ 

La Barcelona contemporània va néixer amb un moviment urbà, ‘abajo las murallas’, que obria simbòlicament les portes de la ciutat a no importa qui. Això són en essència les ciutats: Espais oberts. Oberts a les idees revolucionàries i també a les tropes repressores; al talent i al crim; als visitants del World Mobile Congress i als refugiats. L’atracció genera al mateix temps oportunitats i riscos. El nou món neocon (Brexit – Trump) ens proposa aixecar de nou les muralles i tancar les portes als altres. Els nostres mals provenen, ens diuen, dels qui venen. I ens proposem un país sense refugiats, sense immigrants, sense productes foranis. Hi ha sense voler-ho en el discurs turismofòbic un xic d’això. Aquesta mena de proposta ‘la ciutat per als ciutadans que hi vivim’ és anacrònica, és nociva per a la ciutat i és, també, alterofòbica. 

El turismo es un gran invento 

L’alternativa a la turismofòbia no és la turismofília. L’alternativa a l’esmena a la totalitat no és el campi qui pugui. El turisme és un fenomen social, complex, polièdric, i a més viu i mutant. És un procés que crea tensions, contradiccions i de vegades efectes secundaris molt negatius. És, com tots els fenòmens socials, un procés que precisa de planificació i control. No tot sortirà bé. I tampoc ens posarem d’acord en els diagnòstics ni els tractaments. Però la millor manera de millorar el turisme és desmuntant la turismofòbia. Combatent-la. Perquè és, potser sense voler-ho, un relat classista, un puc alterofòbic, una imposició sobre el que han de fer i sentir els altres i una certa por a admetre la nostra pròpia banalitat. Només és possible gestionar el turisme amb una mirada més respectuosa, capaç de celebrar (ni que sigui per un instant) el que té de prodigiós la trobada curiosa, pacífica, feliç i estimulant entre dos civilitzacions. 


03/11/2016 - Mi hotel ideal


Los hoteles son los átomos de la experiencia turística. Y aunque hemos aprendido que un destino no son sus hoteles, tener una buena red de alojamiento es casi indispensable para competir en el mercado turístico. Diseñar un hotel es muy complejo porque debe tener personalidad, pero debe también conectar con las necesidades (cambiantes, diversas) de los clientes. Y en el turismo contemporáneo, las necesidades pueden ser casi infinitas. Las redes sociales permiten ir ajustando intereses de la demanda con la gestión de la oferta. Por eso, podría ser una iniciativa interesante recomendar mejoras en los hoteles (#mihotelideal), que permitan compartir, proponer o recoger propuestas de esos habitantes de habitaciones de hotel. Estas son mis 15 propuestas. ¿Cuáles son las suyas?

1. Trabajo en las habitaciones y me deprime que (casi) siempre las mesas estén orientadas a la pared. Mientras sea posible, deberían estar mirando a la ventana.

2. Y ya que hablamos de mesas, si mide 30 x 30 y además tiene la televisión encima, solo puedo escribir en un post-it. No pido una mesa king size, pero sería un detalle que se pudiera trabajar con una cierta holgura.

3. Ya sé que se limpian fácilmente, pero las moquetas me producen una tendencia casi suicida. Y creo que es un sentimiento muy compartido. No pido pizarra, ni madera (bien pensado, ¿por qué no?), pero por favor descataloguen las moquetas.

4. El control de la luz suele ser más críptico que el prospecto de un medicamento contra las hemorroides: 20 interruptores, algunos escondidos, diseminados por toda la habitación. Estoy seguro que se puede simplificar el mecanismo.

5. Si no me alojo en una 23a. planta, puedo usar las escaleras y, de hecho, me gusta hacerlo. ¿Por qué la mayoría de escaleras de los hoteles parecen el decorado de una película de serie B, donde está a punto de pasar algo muy malo?. 

6. Llevo 35 minutos desde el aeropuerto hasta el hotel cargando la maleta. De hecho, llevo con ella desde las 6 de la mañana. ¿Qué les hace suponer que soy incapaz de llevarla hasta la habitación?. 

7. Me gustan las plantas. Me gustan mucho las habitaciones con plantas. 

8. Creo que el criterio debería ser éste: Si dudamos entre colgar un cuadro o no hacerlo, claramente no hay que no hacerlo. De hecho, casi mejor no colgar jamás un cuadro. He pasado noches enteras sin dormir por culpa de cacerías de ciervos o atardeceres en el bosque de las ninfas. 

9. La mayoría de hoteles abusan de los olores artificiales: detergentes, ambientadores, aerosoles…, que intentan disimular el tránsito humano de un hotel. Personalmente, me molestan muchísimo. Ventilar un poco y combinar con olores naturales (un poco de espliego o de lavanda, por ejemplo) es una alternativa mucho más agradable. 

10. Parece ser que en la mayoría de hoteles, el presupuesto se les agotó antes de llegar al armario. Encontrar perchas de madera es tan complicado como encontrar un libro en la casa de Gran Hermano. 

11. No sé quién diseña los “salones” de algunos hoteles. Las conferencias en algunos salones con tapizados, mesas minúsculas, una iluminación clandestina y una tarima con faldón en las mesas parecen sacadas de una boda búlgara de los años 80. 

12. Y ya que hablamos de conferencias, he visto batallas por un enchufe más violentas que las Termópilas. El criterio podría ser: Nunca habrá suficientes, de manera que multipliquen por dos la previsión. 

13. Esto sé que es difícil, pero me haría feliz. Es casi imposible leer un periódico y desayunar a la vez, porque las mesas (casi siempre circulares) son demasiado pequeñas. En mi mesa ideal caben el café, el plato, el periódico e incluso, el bol de frutas. 

14. Y ya que hablamos de desayunos, me gustaría reivindicar el valor del café. Esas máquinas que proporcionan un líquido oscuro precedido de un ruido atronador deberían ser precintadas por sus efectos contra la salud pública. 

15. En mi hotel ideal, dejo la maleta después del check out en un espacio seguro y además no me siento como un delincuente que deja un alijo en un piso franco. 

16. Y en mi hotel ideal, la recepción tiene un perfil de twitter y me puedo dirigir a ellos en cualquier momento y en cualquier punto de la ciudad. 

17. Lo importante no es que el hotel tenga wi-fi. Lo verdaderamente importante es que el wi-fi funcione. 

18. Olviden en los kits de bienvenida los gorros de baño, las pantuflas y esos horribles albornoces. Me conformo con un champú digno.

19. Dejo para el final algo que parece simple: ¿Y si el mando a distancia de verdad funcionase como un mando a distancia?

20. Y la última: llaves con coordenadas gps (ideal para taxistas novatos).


25/09/2016 - No al pàrquing del Passeig


La ciutat de Sant Feliu de Guíxols ha obert un vell debat, un debat que ha envellit amb el temps: Crear un aparcament soterrani en el Passeig del Mar de la ciutat. I ja que hi som pel tros, deixeu-me dir la meva. Breument: No. M'explicaré una mica més. 

Els cotxes no creen ciutat

El cotxe és, juntament amb la televisió, el principal element que ha definit la classe mitjana occidental durant el segle XX. Ha democratitzat els desplaçaments, el turisme, la mobilitat i ha ampliat la geografia vital. I els cotxes continuaran essent el principal mitjà de transport de la humanitat en les properes dècades. Sí, seran cotxes probablement elèctrics i tal vegada auto-conduïts, però cotxes en definitiva. 

El cotxe ja ha perdut la batalla dels grans desplaçaments, perquè els mitjans de transport alternatius (tren i avió) són molt més eficients. Però ara s'ha iniciat una segona batalla, que és la dels petits desplaçaments (menys d'un kilòmetre) i els recorreguts mitjans (entre 1 i 3). En aquest cas, el problema no és l'eficiència individual, sinó la col·lectiva. Les ciutats estan analitzant costos i beneficis dels desplaçaments interns en cotxe i han arribat a una conclusió: La ciutat hi perd més que hi guanya.

A banda dels problemes ambientals, l'ocupació de l'espai públic per l'automòbil ha desplaçat la vida urbana. Els cotxes destrueixen la convivència en el carrer i la plaça: Els cotxes no creen ciutat, sinó que la destrueixen. Per això, en aquells espais en què es recupera l'espai per als vianants, la vida urbana floreix com un jardí. I per això, les ciutats que expulsen el trànsit milloren de forma instantània. Mireu per exemple el cas de Pontevedra. La ciutat gallega ha creat un sistema d'aparcaments perimetrals, ha creat una enorme superfície d'espais per a vianants, ha imposat la limitació a 30 en tot el casc urbà i ha potenciat l'ús dels vehicles elèctrics. El resultat? En 10 anys, la ciutat ha expulsat del centre un 90% del trànsit, s'han disparat tots els indicadors de qualitat de l'aire, s'ha reduït en un 78% el temps perdut en congestió i el número d'accidents mortals a la ciutat ha baixat fins a zero. Pontevedra és una ciutat model, que ha guanyat diversos premis internacionals, amb una qualitat de vida urbana extraordinària.

El debat s'ha fet mundial

L'opció d'Oslo és molt més radical. El 2019, el centre de la capital de Noruega serà un espai sense cotxes. París també ha iniciat un ambiciós pla que té com a objectiu la reducció del trànsit de vehicles. A Londres o a Nova York funcionen des de fa temps sistemes fiscals de dissuassió, de manera que accedir amb vehicle a la capital britànica implica pagar una astronòmica taxa de congestió. O, per exemple, el pla Green Network d'Hamburg, que literalment esborrarà els cotxes del centre de la ciutat en 20 anys. El debat sobre la necessitat de recuperar l'espai públic s'ha fet universal. Les principals ciutats del món han arribat a la conclusió que en el pols entre cotxe i vida urbana, la balança s'ha de decantar del costat de la qualitat de vida. 

No és només un procés d'unes poques ciutats europees escandinaves. He tingut l'oportunitat de veure personalment els efectes de la ciclovia de Bogotà. Cada diumenge més de 100 kilòmetres de carreteres urbanes són ocupades per venedors, ciclistes i runners, en un immensa onada de vida social al carrer. És colpidor contrastar aquest ambient viu, alegre i creatiu amb la congestió infinita dels principals carrers la resta de la setmana. La ciclovia de Bogotà opera des de fa més de 40 anys i el seu exemple s'ha extès per moltes de les ciutats del món, especialment a Sud-Amèrica. Vies ciclistes, tramvies, telefèrics, carrers de vianants, recuperació dels parcs urbans... De Sao Paulo a Montreal, de Lima a Jaca, el món es planteja una pregunta universal: Com expulsem (o en el millor dels casos, reduïm) la pressió dels cotxes en les ciutats.

Models centrípets o centrífugs

Les ciutats han estat dissenyades per a ser centrípetes, és a dir, per a atraure els fluxos fins al mateix centre de gravetat urbà. Tots els camins porten a Roma i tots els carrers de Roma, porten al Fòrum. El magnetisme dels centres ha creat un sistema de mobilitat en el que els fluxos et condueixen fins al kilòmetre zero de les ciutats, fins el centre de la circumferència.

En les darreres dècades, les ciutats occidentals han creat dos mecanismes per a corregir parcialment els efectes no desitjats de l'extrema congestió en els centres. El primer ha estat la creació de rondes, que permeten crear circumval·lacions que eviten les ciutats. Les rondes tenen com a objectiu expulsar de les ciutats els fluxos que no tenen com a objectiu arribar a la ciutat. Només cal comparar l'itinerari actual entre Sant Feliu de Guíxols i Girona i el periple que s'havia de fer fa només 25 anys, entrant i sortint de ciutat en ciutat. La creació de les rondes es va portar a terme amb una notable oposició ciutadana, que denunciava que l'absència de trànsit pels centres de la ciutat afectaria l'economia d'aquestes ciutats. 

El segon mecanisme va ser la creació d'espais de vianants, zones en el centre de les ciutats en les que es limita o directament es prohibeix el trànsit. Totes aquestes operacions (recorden la Rambla?) es van portar a terme amb la indignació d'una part de la ciutat, que considerava que l'expulsió del trànsit afectaria la vida econòmica de la ciutat. No ha estat així. I avui les zones més dinàmiques de les ciutats són aquelles que han expulsat el trànsit de vehicles i permeten la convivència urbana. No conec cap cas de reversió, és a dir, una àrea de vianants que hagi tornat a ser oberta al trànsit per pressió popular.

Rondes i espais de vianants no són suficients. Com el model de mobilitat és centrípet, els cotxes tendeixen de forma natural a arribar fins al centre mateix de la ciutat, al costat de les zones alliberades al trànsit. És un model que crea congestió al costat dels espais de descongestió. És el col·lapse permanent del Passeig de Mar durant tot l'estiu, just al costat de la Rambla de vianants. Com aquelles ciutats brasilenyes en les que els gratacels convien al costat de les fabeles. 

La tercera revolució urbana és la creació de sistemes centrífugs. Hem de cercar els mecanismes per a què ningú no es plantegi accedir fins el centre mateix i opti per un pla b més eficient. Totes les ciutats del món s'estan plantejant com expulsar els cotxes del centre i no com atraure'ls, que és exactament el que provocaria un aparcament en el Passeig del Mar. L'alternativa no té cap misteri: Crear una xarxa d'aparcaments perimetrals, àmplia i de qualitat, des d'on accedir a peu (o amb transport públic si la distància és massa gran) al centre urbà. El que reclamen els usuaris del vehicle és una ràpida connexió entre un punt A i un punt B, i una forma molt ràpida de desprendre's del cotxe un cop arribat al punt B. El que reclamen, no ja els residents de les ciutats, sinó els propis usuaris del transport privat, és un model de ciutat centrífug, no pas centrípet. 

Turisme a peu

Penseu en els grans parcs temàtics del món. O en els parcs mitjans, com ara Port Aventura. Calculeu cronòmetre en mà, el temps que hi dediqueu des de que aparqueu el vostre vehicle fins que arribeu a la porta mateixa del recinte. I fixeu-vos en una obvietat: Totes les persones que accedeixen a aquest recinte caminen durant tot un dia, pugen, baixen, entren i surten. La immensa majoria dels usuaris del parc recorren més de 10 kilòmetres. A Port Aventura, no hi ha discussió possible. Tot el recinte és un espai per a vianants, on l'absència de trànsit crea un espai d'interacció social. 

El turisme que ve no serà un turisme sense cotxes, és cert. Continua essent un sistema de transport capital en el model turístic de la Costa Brava. Però el que reclamaran els turistes seran sistemes àgils per a sortir de la ciutat i accedir a altres ofertes culturals i naturals, si bé sospito que a llarg termini els sistemes públics de transport acabaran imposant-se. Mentre arriba (o no) aquest escenari, hem de dissenyar ciutats on els centres estan alliberats del trànsit, ni que sigui perquè els nostres turistes provindran de centres sense cotxes. S'imaginen fer turisme en un espai amb pitjor qualitat de vida que el teu lloc de residència?. 

Un nou model urbà

Comencem de zero. Imaginem un sistema dens d'aparcaments perimetrals, molt dens. Imaginem un sistema de transport gratuït que permeti desplaçar els visitants des de l'entrada de la ciutat (i la seva amplíssima oferta d'aparcaments) fins al centre mateix. Imaginem una progressiva reducció de la zona blava en el centre fins la seva virtual eliminació. Imaginem un Passeig sense cotxes. 

La ciutat podria plantejar-se la creació de connectors urbans d'alta qualitat. Per exemple, el carrer Colom hauria de ser la connexió de vianants (sense cotxes, és clar) entre ciutat i port. La carretera de Girona i, probablement, el carrer Sant Domènech haurien de ser connectors de vianants, i s'hauria de pacificar encara més el moviment de vehicles en aquests dos connectors alt - baix. L'Avinguda Juli Garreta hauria de ser la tercera Rambla (a banda del Portalet i la Rambla Vidal), que connectés els dos orígens de la ciutat, el monestir i la plaça. Sí, la Juli Garreta hauria de ser una avinguda sense cotxes. Imaginem una ciutat on les zones de vianants no són només un reducte aïllat per a botigues i restaurants, sinó una lògica urbanística que impregna tot el centre. Com farà el conjunt d'Europa.

I el Passeig?. El Passeig de Mar ha de ser el kilòmetre zero de dos dels camins de ronda més bells del país, el que connecta amb Sant Pol i Sa Conca i el que hauria de permetre recórrer les Cadiretes, entre els pins i les cales. El Passeig del Mar s'ha de connectar amb el seu escenari natural, que és la línia litoral a nord i sud. I això vol dir, lògicament, allliberar a poc a poc el Passeig del trànsit rodat. I vol dir, lògicament, aturar l'aparcament soterrani. No és un un no-fer-res: És un fer-ho-tot-de-nou. És pensar en clau de futur i no de passat. És un no que és un sí. 


13/09/2016 - Sugzwang
Lo noté con la sonrisa monalisina de la Vicepresidenta: El anuncio de Puigdemont había sentado más bien que mal. Y empecé a pensar que la estrategia del equipo de Rajoy era otra. Hasta entonces sospechaba que el gallego había diseñado un proceso clásico de laissez faire, laisser passer. En política, hay veces que lo mejor es no hacer nada y dejar que el tiempo haga su trabajo. Pasarían las semanas, los meses, las estaciones y, al final, todo sería casi todo, luego bastante, para pasar a ser algo. 

No me parecía una buena maniobra (desde la lógica de Madrid, claro). Desde aquí es fácil ver que el movimiento es estructural, que es transversal y que es persistente. El relato del 'Adéu Espanya' se ha infiltrado en las universidades, los casinos, las fiestas populares o las tertulias de la radio y no se ven síntomas de debilidad. En su momento, la estrategia de fumarse un puro desde la ventana y dejar que el problema se autodisuelva me parecía como una vaca recostada en la vía rumiando mientras el tren se acerca a toda velocidad. 

Sugzwang

Todo esto lo pensaba justo hasta ayer. En la estrategia rajoyiana, cada paso atrás es una victoria; por eso me desconcertó la (intuí) celebración de un paso adelante. Y ahora creo que me equivoqué en el diagnóstico. Pienso que en Moncloa saben que hay una corriente de fondo y que la tormenta no es el preludio de la calma chicha. Y entonces me acordé de un lance del ajedrez, el sugzwang. 

 
La posición del tablero muestra una situación clásica en un final de peones. Juegan negras y solo pueden mover el peón de h7; éste será capturado por el peón de g5 que se coronorá irremediablemete en h8 con mate. Esta situación se ha provocado porque el negro está obligado a jugar y es su movimiento el que le hace perder. Si les gusta el ajedrez, hay una partida clásica de Nimzovitsch que ilustra de forma excepcional el valor del sugwang; si no les gusta, salten al siguiento párrafo. En esta partida jugada en 1925, el blanco dispone de una pieza de más y puede luchar por la victoria. Sin embargo, cualquier movimiento produce una derrota fulminante. En todos los casos, lo que penaliza a la posición de las piezas blancas es la obligatoriedad de mover. En los comentarios, podemos discutir todas las variantes.


Si han jugado alguna vez a las damas, sabrán que a menudo su derrota se explica porque deben mover obligatoriamente y eso les lleva a una captura irreversible. Todo el juego de las damas se basa en el principio del sugzwang.

El sugzwang catalán

Ahora me parece intuir que el equipo de Rajoy busca conducir al President a una situación de sugzwang. Dejan pasar el tiempo no para que se relaje la tensión, sino para llevar el juego a una posición en la que cualquier movimiento comporte la derrota. Después (o no) de una nuevo referéndum, la declaración de independencia sin cobertura internacional ni legitimidad jurídica abocará el 'procés' a un final fulminante. Sería un paso en falso que tendría daños irreparables en la arquitectura del edificio. Y los intentos de hacer pasos atrás ante el vértigo de una dui (declaración unilateral de independencia) serán leídos como un fracaso colectivo. Rajoy está forzando una posición del juego en el que finalmente, cree, cualquier movimiento va a generar una derrota automática. No espera que se desinfle el globo: Quiere que se infle hasta que se reviente. 

Y en el cálculo estratégico de esta maniobra, Rajoy cuenta con dos estimables aliados. Esquerra y sobre todo la CUP, pueden ayudar sin quererlo en su maniobra. La cesión ante la CUP por la moción puede ser, sin quererlo, un tiro al pie. Tarde o temprano los aliados de CiU deben asumir que la partida es estratégica y no táctica, que es una partida de Capablanca y no de Tal. 



13/08/2016 - ParaJuegos Olímpicos


En un mundo en que los mercados son mundiales, el precio del petróleo depende de la cantidad de sustancias inyectadas en el subsuelo de Arizona, vemos las películas que deciden tres distribuidoras y nos vestimos con diseños plagiados y confeccionados por señoras explotadas en un país asiático, los países son una entelequia. Un unicornio. En un mundo en el que casi todo (del cambio climático a la inflación interanual) funciona a escala global, los países son hologramas, una realidad virtual.

Creo que los países ya solo sirven para dos cosas: Para votar en Eurovisión (o en la versión asiática de Eurovisión, que no sé si existe pero ahora no tengo ganas de buscarlo en wikipedia), y para poner banderitas a los deportistas de los Juegos Olímpicos. "Por la calle cuatro, el chino y por la tres nada el kazajo...". Yo no sé ustedes, pero yo tengo la sensación que siempre que miro la televisión y conecto con los juegos hay un kazajo. No ganan medallas, pero ahí están, con esos nombres de cinco consonantes seguidas. A lo que íbamos. 

Los Juegos Olímpicos sirven para que un señor con obesidad mórbida, que celebra los aniversarios de sus hijos en un Burger King, un señor que sale a buscar el correo en ese ridículo buzón y le entra flato, un señor que tiene agujetas cada vez que se cambia de calcetines, en fin, ese señor que se parece bastante a Peter Griffin, celebra un oro de Phelps como si hubiera ganado una ración extra de alitas de pollo. Y no se rían de él. Aquí es fácil oir aquello de 'Hemos ganado un oro en 200 mariposa'. Tipos que cuando están en la piscina del pueblo y enseñan a sus hijos a nadar mariposa parecen leones marinos. Fuera del agua.

Y ojo, que a mi me gustan mucho los Juegos. Pero más que ver los deportistas, mi pasatiempo preferido es ver a los que ven los deportistas. Me encanta ver a esos espectadores. Es la mayor concentración de cuñadismo del mundo. Recorro los bares, los chiringuitos de playa, los cámpings de la costa, buscando esos maldinis olímpicos. En tiro con arco: 'Se le va a la izquierda, porque no calibra con el viento'. En jabalina: 'Arquea demasiado el costado antes de lanzar'. En halterofilia, 'Le habría ido mejor si hubiera hecho un punch jerk'. Tipos que sacan un tres y medio cuando hacen los deberes de tecnología de sus hijos se transforman en ingenieros del deporte. 

Y esta es mi propuesta. Crear unos Parajuegos Olímpicos. No unos Juegos ParaOlímpicos, que ya existen, sino unos Parajuegos, unos Juegos metanarrativos, juegos de personas mirando juegos. Una competición de cuñados comentando los Juegos. En la calle cuatro, Eustaquio López de Quintanilla de Onésimo, con su célebre palillo mordisqueado, que aspira al oro en los comentarios sobre ciclismo en pista. Solo por escucharle decir el nombre del kazajo valdría la pena. 


11/07/2016 - ¿Todos somos Leo Messi?


Es esa sensación cuando has visto la misma trama en otra película, pero no logras recordar cuál. El argumentario contra la sentencia de Messi me resultaba tan familiar como la ensaladilla rusa con tiras de pimiento rojo por encima. Y al final, caí en la cuenta. 

La corrupción vista por los militantes

Imaginen un militante de base, de ésos que pegan carteles, que van a los mítines, que se reúnen los viernes por la tarde a hablar de estrategias de segmentación, de ésos que son hijos de militantes y sobrinos de militantes. Imaginen el día que salta un caso de corrupción en su partido. De forma instintiva, estas personas empiezan a crear argumentos de exculpación, que acaban creando un corpus sólido de defensa colectiva. ¿Que cómo lo sé?. Porque lo he vivido desde dentro.

La defensa se sustenta en dos principios básicos: (a) No es un caso aislado, sino que es generalizado; (b) Hay un interés oculto en hacer aflorar este caso en particular, y no el resto. Aunque parece muy simple, esta defensa permite derivar el centro de atención del hecho objetivo a la conjetura. Ya no es necesario preguntarse ¿por qué ha defraudado?, sino que las preguntas se trasladan a dos nuevos interrogantes: ¿Por qué él y no otro?. Y ¿Qué interés tienen en sacar del armario esta noticia?. Al desplazar el foco, la discusión se pierde en un laberinto de supuestos. Y entonces ya deja de ser relevante el origen de la polémica. E, incluso, es posible hacer pasar al corrupto por víctima. 

Cuando la corrupción salió del armario

Ha costado mucho deshacer esta capa de cemento que cubre la corrupción generalizada de la política española. Hemos aprendido que lo nuclear es el acto corrupto. Podemos debatir por qué se ha señalado a ese político y no a otro. Por qué salió la noticia justo una semana antes de la campaña electoral. Podemos tejer teorías conspirativas y demostrar que el juez es el primo hermano del cuñado del jefe de prensa del partido. Podemos enseñar los casos de corrupción del otro partido, supuestos o reales. Ni siquiera es importante si alguno de estos hilos, o todos ellos, tienen un principio de veracidad. Por más que desviemos el río con meandros, al final el agua caba llegando al mar. Lo verdaderamente nuclear de un acto corrupto es el acto en sí mismo. Todo lo demás es el complemento circunstancial. 

También el día que la grúa se lleva nuestro coche, creamos un catálogo de reproches. Y vemos otros tantos coches mal aparcados como el nuestro. Y siempre nos preguntamos ¿Por qué mi coche y no el otro?. Y, claro, es el nuestro porque lleva tal adhesivo o porque el ayuntamiento tiene que recaudar dinero o porque el policía nos tiene ojeriza desde que entramos una instancia porque su perro ladraba demasiado. Al final, todo se reduce a un principio muy simple: Has aparcado donde no debías. 

Y Messi nos defraudó

Messi creó varias empresas sin estructura alguna con el único fin de defraudar a Hacienda. Esto es un hecho objetivo. Y, como he escuchado tantas veces antes, los militantes del Barça han tenido que crear un anticuerpo que mantenga intacto el aura del mito. Y el argumentario ha sido éste: (a) Hay muchos otros jugadores y equipos (especialmente del Real Madrid) que también defraudan y solo se han fijado en él y (b) Esta operación forma parte de un plan urdido desde Madrid para o bien desestabilizar al Barça o bien, fíjense bien, para desestabilizar a todo el país. Lo que hemos aprendido es que los argumentarios adicionales son irrelevantes, esto es, que no hay que perder ni un minuto de tiempo comprobando si son ciertos o falsos. Porque lo verdaderamente importante es que Messi nos ha defraudado. 

La historia del fútbol hablará de este argentino genial. El mito perdurará y no hay discusión posible sobre su leyenda. Pero eso es perfectamente compatible con esta afirmación: Messi ha creado varias empresas con el fin de no ingresar en Hacienda los impuestos de sus ganancias de imagen. Si somos capaces de pronunciar esta frase, sin ningún pero añadido, sin ninguna subordinada adversativa, añadiremos un peldaño más en la batalla cívica. Y vistos los tiempos que vienen, no hay batalla más urgente ni más hermosa que la supervivencia cívica. 


13/06/2016 - La mecanización del turismo


Lo leí por primera vez en el libro de Rifkin El fin del trabajo. Era el 1995 y entonces me pareció una distopía futurista. Pero quien ha abierto la caja de Pandora es el ensayo de Allen Lane sobre post-capitalismo. Y hace años que lo oigo en boca de Marc Vidal (de quien recomiendo su fantástico programa Economía de bolsillo).  ¿Estamos a las puertas del fin del trabajo?. ¿Y cómo afectaría este proceso al turismo?. 

(Mucho) menos trabajo

Aún es posible ver hoy en algunas ciudades los lavaderos públicos. Hoy son museos pero hace poco más de un siglo eran los espacios donde se congregaban las mujeres para lavar la ropa. Era un proceso muy largo que requería recoger la ropa, trasladarla hasta el lavadero, lavar las piezas a mano, secarlas y devolverlas al hogar. Hoy ese proceso se liquida en apenas un minuto, el tiempo que se requiere para poner una lavadora que se encarga de todo el trabajo, excepto para algunos hombres  capaces de arreglar una motosierra pero incapaces de girar una ruedecilla hasta la posición correcta. El principal objetivo de los avances tecnológicos es reemplazar las actividades humanas por procesos mecánicos. El molino de viento liberó a bestias y personas del trabajo tedioso de moler y la tejedora de vapor sacó a miles de personas de las fábricas. 

Llevamos varios siglos de mecanización y eso no ha acabado con el trabajo. ¿Qué tiene este escenario de nuevo?. En primer lugar, la magnitud. Casi la mitad de los trabajos que ahora realizamos se pueden mecanizar; y eso los hace más precisos y también más económicos. Aunque la robotización lleva decenios instalada en nuestra sociedad, la progresiva reducción de costes la ha hecho rentable, incluso para operaciones muy complejas. Pongamos un ejemplo. La empresa Changying Precision, situada en Dongguan, ha automatizado por completo el proceso de construcción de complementos para móviles. Donde antes había 600 personas ahora hay 60 robots que trabajan día y noche, con mayor precisión y menores costes. Pongamos otro ejemplo. La empresa WinSun permite 'imprimir' literalmente edificios enteros, con enormes impresoras 3D que realizan el trabajo de decenas de operarios con extraordinaria precisión. Por cierto, no es casualidad que la mayor parte de los ejemplos sobre nuevos procesos provengan del país asiático. Casi todo será robotizable y, en muchos casos, robotizado.

No es solo un cambio de intensidad: Es también un cambio de modelo. La automatización se ha producido tradicionalmente en los sectores agrícola e industrial. Pero ahora de forma masiva, estos procesos han irrumpido en el resto de sectores económicos. Fijémosnos en la aparición de los coches sin conductor. Aunque los taxistas creen que su mayor amenaza es Uber, en realidad lo que les hará desaparecer es el uso generalizado de los vehículos autónomos. La mayor parte de la logística (el almacenamiento, el transporte y la distribución) podrán ser realizados sin que sea necesaria la intervención humana. Por eso Amazon se plantea la distribución con drones. Taxistas, gruístas, camioneros, repartidores o chóferes perderán poco a poco todo su sentido.

El sector de la sanidad está viviendo una verdadera transformación. La telemedicina, por ejemplo, permite asistir al paciente sin necesidad de estar físicamente en el mismo lugar. Los robots quirúrgicos empiezan a mostrar mucha mayor pericia que cirujanos con años de experiencia y las impresoras 3D crean riñones artificiales o prótesis perfectas. Los implantes y chips facilitarán miles de datos biomédicos y harán poco a poco innecesarios los controles, las revisiones y las analíticas. Y aunque mis compañeros no son del todo conscientes, creo, el sector de la educación vivirá una profunda revolución con la generalización de sistemas de aprendizaje más o menos automatizados. Hoy ya es posible aprender muchas más cosas fuera de las aulas que en ellas. 

Y aquí estamos. En un cambio de intensidad, pero también de ámbito. La progresiva instalación de sistemas automáticos desplazará de forma progresiva los trabajos rutinarios que ahora hacen trabajadores (en un polígono de Getafe, en una maquila de Honduras o en un suburbio de Bombay), orientados al sector industrial. Pero también acabará introduciéndose en los ámbitos del sector terciario, de la banca (¿existirán los bancos físicos?), la sanidad, la educación, la logística, los servicios a las empresas...

¿Y el turismo?

Si este proceso adquiere las dimensiones que preveen Lane o Rifkin, ¿cómo afectará al sector turístico?. Podríamos estar tentados de pensar que el turismo será la Línea Maginot de la defensa del trabajo, porque hemos estudiado, comprobado e interiorizado que el turismo se basa en el contacto personal y no hay robot que pueda sustituir el guiño de un conserje. Pero creo que ha llegado el momento de revisar este principio y anticipar un cambio estructural en el sector: la mecanización del turismo. 

Empecemos con algunos síntomas. Breathe permite alquilar una habitación en una ciudad, con solo un gesto en el smartphone que actúa como llave automática. Es un ejemplo de las posibilidades del Internet de las cosas, que permite acceder a las instalaciones (de un hotel, de un museo, de una iglesia) sin la interacción humana. Savioke es un robot que facilita el servicio de habitaciones robotizado. Tecnologías como BEAM facilitan la relación entre personas que están separadas por miles de kilómetros. Baidu ya ha iniciado los procesos de construcción de buses o vans, que harán de los tránsfers o los buses turísticos actividades automatizadas. Empiezan a asomar las primeras impresoras que 'imprimen' alimentos. Algunos restaurantes de comida rápida empiezan a incorporar robots, que acabarán desplazando a los trabajadores. Y poco a poco aparecen los primeros servicios de consergería prestados por robots. En esta presentación, les anticipo algunos de los cambios del sector. 

Sí, podemos reiterar que el servicio personal es mucho más 'humano' y adaptable que el más sofisticado de los robots. Pero tal vez debamos revisar algunos de nuestras intuiciones. Veamos por ejemplo esta mesa táctil en un restaurante. Podemos comprobar al instante los platos disponibles, hacer el pedido, incorporar variantes, pagar o acceder a la información detallada (¿de qué viñedo es este vino?) de forma automática. El gesto mecánico de ofrecer el menú o de cobrar con tarjeta no humaniza la experiencia. Y minimiza los errores, las esperas, los 'no me ha visto', los 'perdona', los 'se nos han acabado los percebes' y los 'le he pedido una ensalada sin queso'. Sí, es frío e impersonal. Pero también es barato y eficiente. 

La mecanización dejará sin trabajo a buena parte de los servicios que ahora ofrecen botones, conserjes, gobernantas, camareros, recepcionistas, chóferes, informadores o vigilantes de museos. Tiene que ver también con un cambio cultural, que se aproxima al concepto de mcdonalización propuesto por Ritzer. Por eso, nos hemos acostumbrado a llenar nosotros mismos el depósito de gasolina del coche, a comprar las entradas del teatro sin pasar por taquilla o adquirir el billete de avión sin usar una agencia de viajes. Por supuesto que es mucho más humanizada una gasolinera, en la que un individuo te suministra el combustible, especialmente si es el risueño gasolinero de mi ciudad, de sonrisa permanente. Pero admitamos que a veces nos violentamos cuando debemos esperar a que el gasolinero nos atienda y no podemos resistir la tentación de servirnos nosotros mismos. Aunque sepamos que ese gesto es una letra más de su carta de despido.

Adaptándonos al futuro

La mayor parte de los servicios que en el turismo ahora prestan las personas serán ofrecidos por mecanismos (pantallas, robots o apps) en un futuro inmediato. Las tareas monótonas y mecánicas serán mas económicas y eficientes si son desarolladas por sistemas y no por personas. Y eso va a crear la paradoja de mucho más turismo con muchos menos empleados turísticos. El turismo tampoco será el dique de contención de la multitudinaria pérdida de empleos a escala global.

No es un problema del turismo. Es un problema global que requiere una respuesta global. Y es muy probable que la primera solución plausible será la renta mínima universal. Si las máquinas están haciendo nuestro trabajo, ese trabajo liberado (que es también riqueza generada) debe ser compensado. Y deberemos decir adios a las jornadas de 35 horas: Mucho menos trabajo querrá decir mucho mayor reparto y, por tanto, una significativa reducción del tiempo como empleado. Pero éste es un debate que se escapa al post actual, porque me interesan especialmente los efectos sobre el turismo. Y diría que van a pasar al menos tres cosas. 

Primero, la cultura turística eclosionará y se hará estructural. Sea cual sea la respuesta del sistema a la mecanización global, hay una evidencia y es que va a liberar montañas de tiempo, millones de horas libres. Y eso es un riesgo social, pero también una excelente oportunidad para la creción personal, para hacer aquellas cosas que realmente nos apetecen hacer: aprender, escucharnos, compartir, desarrollarse y, naturalmente, viajar. El escenario del no trabajo (o para ser más precisos, del poco trabajo) puede crear un escenario de más ocio, y también de más turismo. Viajaremos más. Mucho más. Muchísimo más.

En segundo lugar, las máquinas arrinconarán buena parte de los procesos mecanizados. No necesitamos una persona para hacer el check-in de un hotel, ni para llevar a la habitación un té verde. Pero necesitamos personas para crear historias, para sugerir actividades, para mejorar la relación con el lugar, para crear complicidades, para reinventarse el destino, el local o el servicio. La mayor inversión turística en recursos humanos no se orientará hacia las rutinas de bajo valor añadido, sino hacia los ámbitos donde aún somos insustituibles: la creatividad, la innovación, la gestión de las emociones, las narraciones, los deseos... 

Y, es cierto, en muchos casos el servicio 'humanizado' puede aportar un valor añadido. Tal vez en ese restaurante valore especialmente el trato personal de sus camareros. Pero solo será competitivo si efectivamente existe una interacción efectiva que aporte más valor que un transportador de platos robotizado. Y eso es muy complicado. Ésta sera la paradoja del turismo que viene: la mecanización de los procesos turísticos, permitirá 'humanizar' los servicios en los que se opte aún por las personas como prestadores.

Ya conocen mi tendencia congénita al optimismo. El nuevo escenario nos puede proporcionar más turismo, más creatividad y más humanización en el turismo. Pero solo si nos preparamos para la mayor revolución del sector en toda su historia. Llega la mecanización del turismo. ¿Estamos preparados?


01/06/2016 - La ciutat dels residents és un oximoron


Som en el planeta dels contes, o si ho voleu dir amb accent postmodern, en l'era de les narracions. Les grans batalles contemporànies són batalles entre històries. Podemos versus la casta, el procés contra Espanya, el yihadisme contra occident o el Madrid - Barça són essencialment guerres de paraules. Això no vol dir que siguin fum: Tenen un rerafons real, tan material com un mal de queixal. El que vull dir és que l'èxit o el fracàs depèn essencialment de la perícia dels narradors, de la capacitat dels bards per imposar la lletra.

D'entre les batalles d'històries, segueixo de ben a prop una: El pols entre la turismofília i la turismofòbia. És un duel fascinant entre dos construccions simbòliques, que combinen pedaços de realitat, tòpics i academicismes a parts iguals. Si durant molt de temps el filoturisme ha estat el discurs dominant, el joc de pèndul s'ha desplaçat cap a una turismofòbia estructural. Mai en la història del turisme hi ha hagut tants turistes com ara; i mai en la història del turisme, hi hagut tanta turismofòbia. Fem turisme i critiquem el turisme. Aquest és el curiós escenari contemporani. 

Com totes les narracions hegemòniques, la turismofòbia crea sentències que es repeteixen de forma automàtica, que generen consensos gairebé universals. I en els últims mesos, sento a cada tertúlia, a cada cantonada, a cada partida de dominó, a cada baralla de galls, el que ha esdevingut l'eslogan de la turismofòbia: 'Hem de construir una ciutat per als residents'. Deixeu-me defensar la tesi oposada: No existeix la ciutat dels residents. Totes les ciutats són en realitat una versió local de l'Eufèmia que narrà Italo Calvino, 'on els mercaders de les set nacions es troben a cada solstici i a cada equinocci'.

Una ciutat és una cruïlla. És un petit Aleph des d'on mirar el món. Les ciutats són els espais que recullen i també els espais que escampen. Aquest immens artefacte social és un joc de miralls, que permeten veure els camps propers, les vinyes més enllà de les muntanyes, però també els camps de blat de l'altre costat de l'oceà. Una ciutat és una porta, per on s'entra i surt. La ciutat és port, és camí, és mercat. I és hostal. No hi ha ciutat sense ciutadans, és cert. Però tampoc n'hi ha sense foranis.

No hi ha ciutat dels residents. Una ciutat sense no residents és una no ciutat. És un pou d'aigua estancada. És una presó, un setge, un camp de concentració, una illa del Pacífic, un miop sense lentilles, un casino de poble sense televisió de fons, un carter amb crosses, un mes sense wifi. Ja no queden pedres per aixecar més muralles: Les hem fet servir per a construir els murs dels Balcans, que no poden pujar els refugiats. No fem ciutats de residents, si el que volem de veres és una ciutat. I no: l'oposat a una ciutat dels residents no és una ciutat dels turistes. 


30/03/2016 - #5dones


Tot comença amb una piulada. Aquesta. De forma espontània, algú (la Mèius Ferrés) recomana cinc dones i convida a altres persones a que en recomanin cinc més. Si coneixeu la Mèius, ja sabreu que és el que sempre fa: Recomanar. Has parlat amb aquell?. Coneixes aquella noia?. I de vegades a la xarxa una espurna crea un incendi i el vol d'una papellona, un huracà. #5dones ha estat el hashtag de la setmana. I hem après vàries coses en aquests pocs dies.

La primera i més evident és que hi ha moltes més dones a twitter del que ens imaginàvem. Potser perquè els homes tenim més necessitat (antropològica, fisiològica no ho sé) de fer-nos veure i deixem poc espai lliure. O potser simplement perquè d'alguna manera reproduïm una certa sobreactuació, una tendència a fer-nos veure. No sé les causes però sí les conseqüències. Hi són però no es veuen. Ho diré més bé: Hi són però no es veuen tant.

Això ens porta a una segona lliçó. D'alguna manera la xarxa és la versió digital d'un model que encara és desigual. I ja no parlo de quotes ni de percentatges. Ara parlo de models de relació i de sistemes de creació de coneixement i d'intercanvi. Simplificant, els homes donem molta més importància als nodes (a nosaltres mateixos) i sospito que les dones treballen més en els àmbits dels arcs (les relacions entre nosaltres). I intueixo que la societat necessita un sistema en el que els mecanismes de col·laboració, d'intercanvi, de relació, de prescripció primin sobre l'afirmació del jo.

El que he après del #5dones més enllà de l'evidència que elles hi són, tot i que no les veiem (o no les veiem prou) és que no estem construint un món alternatiu, sinó que estem reproduint un món equivocat en el sistema digital. I no es tracta només de donar llum i veu a les dones. Es tracta de substituir el model clàssic d'una societat competitiva (i una xarxa competitiva) per un model més cooperatiu i col·laboratiu. El debat que hem d'obrir és com tornem a començar la societat en xarxa, de manera que sigui realment en xarxa.



26/02/2016 - La mentida del futbol



Diu un diari esportiu que Messi contradiu Einstein i el periodista sopa sense cap sentiment de culpabilitat. El tal Lionel guanya en un any el mateix salari que mil metges. Recordeu aquesta dada el dia que feu cua a urgències. De fet, els jugadors del Barça guanyen només en salari directe 50 vegades més que el pressupost anual del Banc d'Aliments. El seu company accepta una condemna d'un any de presó per un delicte fiscal, és a dir, per quedar-se amb un diners que s'havien de gastar en hospitals i escoles. L'altre d'allà, pentinat com si hagués perdut una juguesca, ha defraudat uns 20 milions perquè creu que no cobra prou. Aquell alt usa el twitter per a insultar o escarnir els rivals, depèn del dia. És un club subvencionat per un país (o per la companyia estatal d'un país, si voleu) on pensen que 'drets humans' són un grup de música indy i on les dones tenen els mateixos drets que un dromedari. Hi participa també Nike, aquella empresa que fa treballar nens en condicions d'esclavitud. O Gillette, denunciada reiteradament per danys ambientals, com la deforestació a Indonèsia. O Mora Banc Andorra, reconeguda per la seva eficiència en el blanqueig de diners, normalment catalans. Un elenc d'empreses responsables, vaja. El club ha estat sancionat per saltar-se la legislació sobre formació de jugadors, quan el tràfic de nens ha esdevingut una forma moderna d'esclavitud

A l'altre costat del pont aeri, hi juga un club que basa una part de la seva fortuna en un 'pelotazo' urbanístic. El seu president rep una indemnització per deixar d'alterar el subsòl de la costa catalana, és a dir, cobra per no fer mal, com fan les màfies. Hi juga un portuguès que s'empipa quan un company fa el gol que volia fer ell, i que té uns ingressos directes que dupliquen la inversió catalana en R+D+i. De fet, si ajuntem el pressupost en salaris directes del Barça i el Madrid, obtindríem una quantitat superior a la que destinem a ajut i cooperació internacional a nivell estatal. És el mateix club que ha incomplert la normativa internacional sobre formació infantil, després d'assegurar durant anys que tot s'havia fet bé. En la llotja d'aquest club s'intercanvien negocis d'aquells que faran avergonyir els fills dels seus promotors. El club va ser finançat per una empresa d'apostes a internet, que basa una part de la seva estratègia en la dependència dels ludòpates. Ara és finançat per una companyia aèria d'un país d'aquells que surten en la part baixa del reconeixement dels drets humans més bàsics. I hi col·laboren mitja dotzena d'empreses que es pensen que RSC és una beguda isotònica. 

Què voleu que us digui?. El futbol és una immensa metàfora de la immensa injustícia que és el món contemporani. Jo em passo als escacs.


17/02/2016 - nousturismes
Hi ha assignatures on pots fer experiments docents. Pots imaginar classes d'una altra manera; potser perquè tens la intuïció que la forma convencional de fer les classes s'esgota. Crec que hem de reinventar la Universitat. De fet, crec que hem de reiventar l'educació. Suposo que no podem aspirar a canviar la societat de veres si no som capaços de canviar la forma com intercanviem la informació. I sí, hi ha assignatures on pots imaginar, com ara #nousturismes.

Un any el resultat fou un TED de turisme. Un altre, editàrem un blog col·lectiu sobre el futur del turisme. L'any passat vam dissenyar una exposició amb 10 idees per a un turisme diferent. Aquest curs intentarem resoldre deu interrogants. Us explico com.

Assignatura oberta

Crec que les universitats públiques haurien de ser (molt) més obertes. En un univers de TEDs, de MOOCs, de Khan Universities, les classes tancades no poden ser l'única forma de transmissió de la informació. Per això, tot el material de #nousturismes està 'en obert'. Es pot accedir a totes les presentacions des d'aquí. 


També es pot seguir el relat de la sessió a twitter que fan els estudiants (i els no estudiants) seguint el hashtag de #nousturismes. Per exemple, aquí podeu veure una selecció de les piulades de la sessió sobre turisme col·laboratiu a l'storify. I, finalment, és possible veure la classe en streaming amb el #periscope. 


Quins són els efectes d'una assignatura en obert?. Cada sessió hi ha més seguidors fora de l'aula que a dins. Quan comença la classe, prop de 100 persones han consultat ja els materials. I a les sessions d'streaming del periscope, el número d'estudiants 'fora de l'aula' supera els qui estan a dins. Això trenca les fronteres geogràfiques entre dins i fora. I, per això, hi participen en la conversa persones que no són estudiants o estudiants que no s'hi han pogut desplaçar fins a l'aula. 

Una assignatura en obert no només trenca les fronteres geogràfiques dins - fora i connecta la Universitat amb el 'món real'. També trenca les regles temporals i facilita la connexió i l'intercanvi d'idees en qualsevol moment. Hi ha una conversa diacrònica que connecta les observacions dels estudiants i dels 'observadors externs'.

Estimular - informar - crear

No es pot mantenir la tensió i l'atenció (que sonen igual) durant 90 minuts. Venen de dos sessions prèvies de 90 minuts i encara tenen per davant alguna sessió més. La capacitat de retenció no va més enllà dels 40 minuts, amb sort. Per això, a #nousturismes les sessions tenen tres parts. La primera, més breu, serveix per a centrar el tema. Normalment, un TED obre la classe amb la intenció d'emocionar-los, de connectar amb la part més afectiva del coneixement.


La segona part és la classe convencional. Ara tinc molt menys temps. He d'explicar en 40 minuts el que abans explicava en 90. Em costa. Però he descobert que es pot dir més o menys el mateix en la mateixa de temps. M'ha fet pensar. Intento, això sí, que les sessions siguin tancades. Obren un tema, el desenvolupen i es tanca. El material addicional permet estirar del fil a aquells estudiants que se senten interpel·lats.

I tot plegat s'acaba amb una sessió participada. Ara és el torn dels estudiants que dissenyen, crean, apliquen o inventen. Aquest curs disposem de 25 ipads amb recursos docents que permeten una interacció molt més dinàmica. Al final del curs, us en faré un balanç.

10 respostes

Els estudiants han seleccionat 10 interrogants d'un menú més ampli. Tenen com a objectiu atreure visitants adolescents al MNAC, crear iniciatives de bleisure a la Garrotxa, ampliar el temps d'estada a les esglésies de la Vall de Boí, proposar iniciatives de turisme solidari a Haití, idear mecanismes de mobilitat sostenible a Lloret de Mar, potenciar el turisme a Cuba sense consumir espai, reduir el consum d'aigua a l'Essaouira turística o reiventar 'Girona, temps de flors'. En uns mesos, us presentarem els resultats de la seva obra. 

Mentrestant, podeu seguir el fil d'aquest experiment docent al hashtag de #nousturismes o al #periscope del meu compte de twitter. Cada dimecres i cada divendres de 12 a 13,30. Hi sou molt benvinguts.


13/02/2016 - Cambios, hormigas y el sol de primavera


Hay personas que se dedican a colorear las hormigas de un hormiguero. Cada hormiga tiene un código de colores que la hacen única; es la única forma de seguir la actividad de cada uno de los miembros de una comunidad en la que todos se parecen a todos. Esto es lo que ha hecho un investigador de Arizona, que se llama Daniel Charbonneau (aquí su twitter), junto con Anna Dornhaus. Esta investigadora anestesió una por unan a 1.200 hormigas y las pintó (una a una) con un código que permite identificar cada individuo. ¿Se la imaginan llegando a casa?. - Cariño, hoy he tenido un día terrible. He perdido dos hormigas en la reanimación y una se despertó antes de acabar. Hoy solo he pintado 200 abdómenes de hormigas.

Los resultados dicen que el hormiguero está dividido en tres grandes grupos de obreras. Hay unas pocas que son las inquietas, las que no paran de trabajar. Buscan comida, se aventuran, resuelven problemas y, en definitiva, se anticipan a los cambios con una gran actividad. La mayoría del hormiguero está integrado por obreras que hacen su trabajo y poco más. Se toman su tiempo para realizar las actividades, descansan a menudo y reaccionan mal ante los cambios y los problemas. Y finalmente, y éste es el principal hallazgo, la cuarta parte del hormiguero simplemente no hace nada. Nada de nada. Descansan permanentemente. Tú mirabas un hormiguero con hormigas sin colorear y pensabas que a veces descansan después de un esfuerzo, pero ahora sabemos que no: Que algunas no hacen nada, que descansan permanentemente.

Les cuento esto porque me parece que podríamos hacer una curiosa analogía con el mundo real. Con las sociedades humanas enfrentadas al cambio. Ante un mundo en transformación, unos pocos reaccionan positivamente; si tienen éxito, la mayor parte del colectivo reaccionará. Y siempre quedará un grupo amplio que nunca se adaptará.

Charbonneau defiende a las hormigas perezosas. Un hormiguero en el que a cada cambio externo hubiese una reacción histérica, consumiría demasiados recursos. Está bien que un grupo pequeño se aventure en el nuevo escenario, pero es sensato que la mayoría se queden en el estado previo. No sea que gastemos demasiada energía colectiva en algo que no merecía la pena. Pensaba esto saliendo de una sesión de Genís Roca en la que nos aventuraba cambios radicales. Y nos proponía una movilización colectiva. Y, a veces, pienso, basta con encontrar unas pocas hormigas coloredas, con espíritu explorador, que reaccionen entusiastamente a los cambios. Si todo sale bien, serán los héroes que recordaremos en los anales de la historia. Y si fracasan, unos locos, unas hormigas histéricas que no supieron disfrutar del delicioso sol de primavera, cuando la hierba aún está humedecida.