Artículo publicado por Vicenç Navarro en la columna “Pensamiento Crítico” en el diario PÚBLICO, 8 de enero de 2014
Este artículo critica la falta de diversidad ideológica en los medios de información, que es uno de los problemas más graves que existen en la limitadísima democracia española.
Pascual Serrano, uno de los mejores periodistas de este país, acaba de publicar un artículo (“Conflicto en Intereconomía o Canal 9, ¿dónde se coloca la izquierda?”) en Público 26.12.13, que debería hacer reflexionar a todas las personas con sensibilidad y vocación democrática, pues toca uno de los temas más importantes existentes en la limitadísima democracia española, es decir, la falta de diversidad ideológica de los medios de información de España y de sus comunidades autónomas. En realidad, el mayor problema de la democracia española es, precisamente, esta falta de diversidad tanto en los medios escritos como orales, y tanto en los medios públicos como en los privados.
El artículo surge a partir del conflicto laboral existente en el canal de televisión Intereconomía, junto con el cierre de Canal 9 y del resto de la radiotelevisión pública valenciana. Estos conflictos y cierres han movilizado a las izquierdas del país en defensa de los profesionales y trabajadores de esos medios, afectados negativamente por tales medidas, pues ellas implican pérdidas de puestos de trabajo. Como bien señala Pascual Serrano, la defensa de puestos de trabajo ha movilizado siempre a las izquierdas (que, por regla general, lideran las reivindicaciones laborales), siendo estas las que se han movilizado para protestar y denunciar dicha destrucción de puestos de trabajo, independientemente del lugar e institución en los que ello tomara lugar.
Ahora bien –tal como indica Pascual Serrano–, esta política lleva a situaciones paradójicas e incoherentes, pues esta protesta puede ser antidemocrática cuando sus beneficiarios son profesionales o trabajadores de instrumentos antidemocráticos como lo han sido Intereconomía y Canal 9. Estos medios de información han carecido del mínimo de conciencia democrática que debería exigírsele a un medio de información que use un bien público como son las ondas radiofónicas. En realidad, su comportamiento ha sido profundamente antidemocrático, marginando, cuando no insultando, a las izquierdas y a las fuerzas democráticas, con un servilismo a las ultraderechas gobernantes del país que ha dañado a las clases populares de este país. Su limitado profesionalismo, puesto al servicio de la propaganda política, se ha traducido en el descaro y desvergüenza que caracterizan a las derechas (en realidad ultraderechas) del país. Canal 9 jugó un papel clave en ocultar las causas del enorme daño provocado a las víctimas del accidente de metro de Valencia y a sus familiares. E Intereconomía ha intoxicado la cultura democrática del país, con una manipulación grosera que ha alcanzado un nivel de insulto y sectarismo que ha hecho imposible cualquier posibilidad de diálogo o enriquecimiento democrático. En realidad, dicho comportamiento ha corrompido cualquier atisbo de democracia que hubiera podido existir en la cultura política de la ultraderecha española.
Es un espectáculo que debería ofender a cualquier demócrata en nuestro país el ver a los profesionales de Canal 9 denunciar las enormes manipulaciones de esa televisión en el momento en el que son expulsados. ¿Por qué no lo denunciaron cuando ello estaba ocurriendo, que era cuando los mismos profesionales, que ahora se quejan, estaban transmitiendo aquellas mentiras que ocultaban hechos verídicos de los cuales ellos eran conscientes?
Se me dirá que si lo hubieran hecho, se les habría penalizado. Pero esta explicación no justifica su comportamiento. ¿Se utilizaría la misma justificación si la persona que diera este argumento fuera un torturador en las celdas de la policía, que le despedían debido a los recortes del personal policial? Pues bien, el sistema actual, que esconde una dictadura mediática, se reproduce mediante represión, no solo física sino también intelectual. Y los medios están jugando un papel clave en la reproducción de esta represión intelectual.
También se me podría decir (como se me ha dicho) que Canal 9 era público y las izquierdas deben apoyar a los medios públicos. Este argumento, para ser válido, tendría que tener en cuenta la naturaleza democrática de dicho instrumento público, lo cual es fácil de mostrar su inexistencia mirando la limitadísima diversidad ideológica existente en el medio. Y ahí, muchos pecan de escasa vocación democrática. TV3, el primer canal de la televisión pública catalana, promueve en sus programas de economía una visión ultraliberal que sistemáticamente promociona el punto de vista del mundo del capital a costa del mundo del trabajo. En el programa Lecciones de Economía, de casi una hora de duración, constantemente se presenta la visión empresarial de la vida económica, presentando por ejemplo a las compañías eléctricas como víctimas del gobierno (sí, ha leído bien) en el rechazo de este último al crecimiento del precio de la electricidad (uno de los más altos de la UE-15).
Podría justificarse este apoyo a TV3 (como yo hice recientemente) por también tener programas (muy pocos), en el canal secundario de Televisió de Catalunya, de gran interés político-social. Pero el problema mayor persiste: la utilización de un medio público por una ideología concreta que aparece con abusiva claridad en los informativos. Esta falta de profesionalidad debería ser denunciada por las izquierdas, que permanecen calladas por miedo (y existe mucho miedo y temor a criticar a los medios), por oportunismo y por confusión. Es sorprendente la falta de respuesta de las izquierdas hacia la falta de diversidad de los medios, siendo España el único país de la UE-15 en el que no hay ningún mayor medio escrito u oral de izquierdas. Y las izquierdas tienen responsabilidad en ello.
Ver artículo en PDF
Artículo publicado por Vicenç Navarro en la columna “Pensamiento Crítico” en el diario PÚBLICO, 20 de diciembre de 2013
Este artículo define la situación existente en España y en Catalunya como el fin del periodo iniciado con la Transición española, mostrando nuevos movimientos que tienen un enorme potencial transformador.
España está viendo el final de un periodo que se inició en la Transición de la dictadura a la democracia, que ocurrió después de la muerte del dictador General Franco. Este lideró una de las dictaduras más crueles que han existido en Europa durante el siglo XX. Nunca debería olvidarse que por cada asesinato político que cometió el régimen fascista liderado por Mussolini, el régimen fascista liderado por el General Franco cometió 10.000, tal como ha documentado el Profesor Malefakis, experto en fascismo europeo, de la Columbia University de Nueva York en EEUU. Esta dictadura se inició en 1939, cuando las fuerzas golpistas que se levantaron en el año 1936 contra un gobierno democráticamente elegido triunfaron con la ayuda del nazismo alemán y del fascismo italiano, que proveyeron el material militar utilizado por el Ejército golpista del que la República carecía.
La brutalidad de aquella dictadura era necesaria para mantener un régimen impopular, que representaba los intereses de una minoría frente a una mayoría -las clases populares de los distintos pueblos y naciones que constituían España-. Era una dictadura totalitaria –y no solo autoritaria- que intentó imponer una ideología totalizante (es decir, que invadía todas las áreas más íntimas del ser humano, incluyendo el sexo y el lenguaje) conocida como nacionalcatolicismo, que era una mezcla de un nacionalismo imperialista asfixiante, que no reconocía la plurinacionalidad de España, y un catolicismo sumamente reaccionario, promovido por una jerarquía eclesiástica que formaba parte de aquel Estado dictatorial (los sacerdotes eran pagados por el Estado y el dictador nombraba a los obispos). No es cierto, pues, que la Iglesia se limitara a apoyar al Estado fascista. No, la Iglesia estaba mucho más involucrada en aquel régimen de lo que ahora admite. En realidad, la Iglesia era parte de aquel Estado y contribuyó a la represión, tanto ideológica como física, de aquel régimen. Muchos tribunales de la dictadura, encargados de la represión, tenían sacerdotes en su seno.
Durante aquel régimen, enormemente represivo y responsable del enorme retraso económico y social de España (cuando el dictador murió, España tenía el gasto público social más bajo de Europa, con el mayor porcentaje de analfabetos en este continente). La resistencia a aquel régimen la lideró el movimiento obrero, convirtiendo a España -en los últimos años de la existencia de la dictadura- en el país europeo donde hubo más días laborales inactivos como consecuencia de huelgas, y más agitación social. Esta agitación político-social, ampliamente apoyada por las clases populares en España, fue determinante para que terminara aquel régimen dictatorial. Recordemos que, aun cuando Franco murió en la cama, la dictadura murió en la calle.
El objetivo de los movimientos progresistas
El objetivo de aquella resistencia contra la dictadura era crear una España justa (la dictadura creó uno de los países con mayores desigualdades sociales existentes en Europa), democrática y plurinacional, en la que los distintos pueblos y naciones que constituyen España pudieran convivir voluntariamente en solidaridad, en un sistema federal. Todos los partidos de izquierda en España, desde el PSOE al Partido Comunista (que lideró la resistencia antifascista), incluyendo otros partidos, tales como los partidos anarco-sindicalistas, compartían también esta visión. Todos ellos siempre habían reconocido (y continuaron haciéndolo durante la clandestinidad) la necesidad de establecer un sistema democrático federal, en el que se incluía el derecho a decidir (que se llamaba, en sus documentos, “autodeterminación”) que tenía que tener cada nación en España (véase mi artículo “Por qué lo nacional está ocultando lo social”, en Pensamiento Crítico). Durante la dictadura, la lucha por la libertad, la democracia y la justicia social, y la lucha por la identidad y la autodeterminación nacional, fueron juntas, siendo las izquierdas las que lideraron estos movimientos.
El que estas movilizaciones determinaran el fin de aquel régimen no significó que hubiera una ruptura con aquel Estado que sostuvo e impuso la dictadura. Los partidos de izquierda eran muy débiles y justo salían de la clandestinidad. La ultraderecha (heredera del régimen fascista), en cambio, continuaba controlando el aparato del Estado bajo el liderazgo del Monarca (nombrado por el Dictador), gestionando para este Estado el proceso de Transición supervisado por el Ejército. De ahí que la democracia resultante de la Transición fuese extraordinariamente limitada y, como consecuencia, el Estado del Bienestar también permaneció muy subdesarrollado (ver mi libro El subdesarrollo social de España. Causas y consecuencias). Los grupos de poder económico y financiero (hegemonizados estos últimos por la banca) continuaron teniendo un enorme peso e influencia sobre el Estado, lo que explica tanto la pobreza de los recursos del Estado (tanto a nivel central como autonómico y local) como la enorme regresividad del sistema fiscal, que ha favorecido sistemáticamente a las rentas del capital (sobre las rentas del trabajo), a las clases sociales de renta superior, y a las grandes familias y grandes empresas que han configurado el espacio económico y financiero en España. Estos grupos y clases sociales, junto con la Iglesia y el Ejército y con la ayuda de los medios de información públicos o privados de mayor difusión (que controlan o sobre los que tienen mayor influencia), continuaron dominando la proyección ideológica del nacionalcatolicismo, negando, entre otras realidades, la plurinacionalidad de España y el derecho a decidir. En realidad, la democracia en España se limitaba a una democracia representativa, muy poco proporcional, orientada al bipartidismo, y que se reducía a votar cada cuatro años, dando gran protagonismo a las élites de los partidos mayoritarios y/o gobernantes, confundiendo la política con el politiqueo de las cúpulas de los partidos. La democracia directa –el poder de decidir-, como referéndums o consultas populares, no existía ni existe prácticamente en España (ni a nivel central, ni a nivel autonómico y local).
La Constitución supervisada por el Ejército
Es interesante resaltar que, en contra de lo que se ha publicado en este país, la Monarquía y el Ejército jugaron un papel clave en el diseño de la Constitución. Ahora, más de treinta y cinco años después, se ha podido saber y documentar lo que muchos habíamos denunciado. Es decir, ni la Transición fue modélica, ni la Constitución era un instrumento que pudiera facilitar el desarrollo del sistema democrático. El Ejército y la Monarquía (que lo lideraba) impusieron una visión nacionalista españolista, negando la plurinacionalidad del Estado español y la autodeterminación de los pueblos y naciones de España, asignando al Ejército la misión de garantizar que la visión derechista del Estado prevaleciera. Y las izquierdas, y muy en particular el PSOE (que había enfatizado en sus documentos la necesidad de conjugar la lucha por la justicia social con la reivindicación nacional y el derecho de autodeterminación), abandonaron por oportunismo el segundo objetivo, convirtiéndose en unos de los máximos promotores de la Constitución.
La irresolución de este problema, creado por la imposición del Ejército y la enorme intolerancia y rigidez de las derechas españolas (ayudadas por las izquierdas gobernantes en el Estado central español) hacia otra visión distinta de España que la actual, llevó, inevitablemente, a la situación actual de enorme enfrentamiento entre Catalunya y el Estado español.
Ni que decir tiene que las derechas catalanas también se beneficiaron de este enfrentamiento, pues permitió establecer una alianza multiclasista, erigiéndose, paradójicamente, en los defensores de la nación catalana. Y digo “paradójicamente” porque han sido responsables de las políticas públicas que han estado dañando a las clases populares de Catalunya, que constituyen la mayoría del pueblo catalán. Los dos nacionalismos, el españolista y el catalanista, instrumentalizados por las derechas, se alimentan el uno al otro, escondiendo detrás del conflicto nacional una alianza de clases (que aparece en su apoyo a las posturas neoliberales que están dañando enormemente al pueblo español y al catalán).
El gran rechazo al Estado español en Catalunya (y en España)
Son estas políticas neoliberales realizadas por las élites gobernantes a ambos lados del Ebro las que han generado un movimiento de rechazo, cuestionando incluso la legitimidad del Estado, pues las élites gobernantes, tanto en España como en Catalunya, están llevando a cabo políticas públicas sin que tengan un mandato popular para realizarlas. Y todo ello lo hacen, consiguiendo lo que siempre han deseado (es decir, el desmantelamiento del Estado del Bienestar en Catalunya y en España, la reducción de los salarios y el debilitamiento del mundo del trabajo). Para alcanzar este objetivo, han tenido el inestimable apoyo de la Troika, que representa los intereses de la patronal financiera (banca y compañías de seguros) europea (y muy en especial la alemana).
Este rechazo ha generado el mayor número de movimientos sociales de protesta que haya existido en Catalunya y en España desde la reinstauración de la democracia. Es un síntoma del enorme hartazgo que, además de social, en Catalunya se traduce en un hartazgo nacional, es decir, un deseo de salirse de este Estado, independientemente de que el ciudadano censado en Catalunya sea independentista o no. En realidad, el dato de mayor relevancia hoy en Catalunya es el gran número de personas que se sienten españolas y que votarían, en cambio, a favor de la independencia. Este movimiento pro “derecho a decidir” está agitando Catalunya y España.
El movimiento Procés Constituent
Entre estos movimientos en Catalunya, ha surgido uno –que yo apoyo-, que se ha puesto al servicio de las clases populares, que desean un cambio profundo en Catalunya, en sus estructuras económicas, financieras, culturales, mediáticas y políticas, democratizándolas a todas ellas, lo cual quiere decir haciendo que estén al servicio de las necesidades de la mayoría de la población. Su programa, expuesto en su Manifiesto de diez puntos, refleja este compromiso, que es radical tanto en su contenido como en su forma. Y entiendo por radical el deseo de ir a la raíz de los problemas. Y un indicador de ello es el compromiso de democratizar Catalunya, hoy muy controlada por una élite (el famoso Félix Millet decía que eran 200 familias) que domina la vida económica, financiera, cultural, mediática y política del país. Es el 1% de la sociedad que el movimiento estadounidense Occupy Wall Street ha hecho famoso como eslogan, y que se ha promocionado para indicar gráficamente el nivel de control de la sociedad por una minoría, lo cual también ocurre en Catalunya (y en España) (ver mi artículo “El problema es mucho mayor que el 1%” en www.vnavarro.org).
Es un movimiento político-social, que no desea ser un partido político. Y se ha extendido en un periodo de tiempo muy reducido a lo largo del territorio catalán. Su estrategia es la de empoderar a las clases populares, hastiadas del Estado español y del establishment económico, financiero, político y mediático catalán que, en alianza con el establishment español, están dañando el bienestar y calidad de vida de las clases populares. Personas de todas las sensibilidades progresistas tienen en común su dedicación al desarrollo del Manifiesto, incluyendo el compromiso del derecho a decidir del pueblo catalán, al cual se le considera como nación, como depositario de la soberanía de Catalunya. Es el pueblo catalán el que tiene que decidir si quiere ser una comunidad autónoma o formar parte de un sistema federal, o ser un Estado independiente.
Y lo que caracteriza este movimiento no es un sentimiento anti España, pues se siente hermanado con las clases populares que hoy a lo largo del territorio español están luchando por otro Estado, extendiendo el derecho a decidir sobre los temas que la ciudadanía desee a lo largo de todo el territorio español. El objetivo del Procés Constituent es ayudar a establecer una gran alianza de movimientos sociales, partidos políticos, sindicatos, y otras fuerzas sociales y políticas que vaya incrementando su nivel de exigencia (es decir, su radicalismo) para alcanzar una transformación, en la práctica, revolucionaria, de Catalunya (con el rechazo más radical posible a cualquier forma de violencia, considerada como reaccionaria).
Todo ello queda reflejado en el libro Sin miedo. Conversación entre Teresa Forcades y Esther Vivas, que de una manera clara y sencilla explica lo que es el Procés Constituent desde dos sensibilidades distintas. Teresa Forcades, monja benedictina de Montserrat, es independentista debido a su deseo de reivindicar la comunidad más próxima a la población, y cree en la autogestión a todos los niveles, con autonomía y soberanía plena (ver mi artículo “No al sectarismo de izquierdas: en defensa de Teresa”. Público, 08.08.13 y “El sectarismo obstaculiza el debate, no lo facilita”, en www.vnavarro.org). Y Esther Vivas, periodista y socióloga, es y se siente catalana pero no independentista, aunque votaría hoy por la independencia, como harían miles de personas en Catalunya, pues no cree que Catalunya pueda transformarse profundamente siendo parte del Estado español. Hay otras sensibilidades en el Procés Constituent que puede que todavía crean que pueda hacerse el cambio profundo en Catalunya junto con otras naciones y pueblos de España. Ahora bien, todas las sensibilidades apoyan la soberanía del pueblo catalán, punto en común de todos los miembros del Procés Constituent. Pero, independientemente de la sensibilidad de la que se proceda, hay un compromiso de cambiar y revolucionar Catalunya profundamente, democratizándola, lo cual implica una incompatibilidad con el orden económico establecido y con la limitadísima libertad política y mediática existente en Catalunya. Aconsejo la lectura del libro. Creo que sería muy positivo que movimientos semejantes se establecieran también en España. Para aquellos que estén predispuestos, el libro de Teresa y Esther es una referencia que les será útil y de gran valor.
Ver artículo en PDF
El profesor Navarro dará una conferencia el día 3 de mayo a las 8 de la tarde, sobre “Hay alternativas para crear ocupación y bienestar social en Catalunya” en el Espacio 30 de la Nau Ivanow, en la calle Honduras, 28-30 de Barcelona, patrocinada per LA SAGRERA ES MOU.
El profesor Navarro responde en esta nota a los últimos insultos personales y manipulaciones de los datos realizados por Sala y Martin. 10 de abril de 2013.
En un reciente artículo (cuyo original en catalán se publicó en la revista societat.cat y su versión en castellano en Público) hacía una crítica al programa titulado Lecciones de Economía de la televisión pública catalana, TV3, por su falta de pluralidad en la presentación del conocimiento económico, pues tal programa se centraba única y exclusivamente en las opiniones del economista Sala i Martín (SiM), bien conocido por su sensibilidad neoliberal. Pedía yo a los directores de tal programa que, o bien cambiaran el título del mismo, llamándole “Lecciones de ultraliberalismo” (pues hay muchas más sensibilidades en el mundo académico económico que la ultraliberal) o bien que diversificaran su oferta invitando a economistas de otras sensibilidades junto a la de tal economista.
Mi crítica era al programa. Señalaba como los postulados del neoliberalismo aparecían en las tesis y propuestas del economista que monopolizaba el programa, publicando a la vez evidencia que cuestionaba cada uno de los postulados que aparecían en las tesis y propuestas de tal economista (mostraba, por ejemplo, cómo el déficit del Estado federal de EEUU había disminuido y no aumentado durante la Administración Obama, como SiM había indicado). La carta no estaba dirigida a él sino a la dirección del programa. Sabía, sin embargo, y así lo indiqué en mi artículo, que tal señor respondería, no rebatiendo mis críticas, sino insultando. Y así fue. SiM es extraordinariamente predecible en sus respuestas. En este caso, incluso se excedió, y sin contestar o debatir ninguna de mis críticas y evidencia, él y sus seguidores pasaron directamente a insultarme a mí y nada menos a mis padres intentando negar que fueran expulsados del magisterio (como he escrito en otra ocasión), o que yo hubiera luchado contra la dictadura, aspectos irrelevantes, por cierto, a los temas bajo discusión. Tal estrategia respondía al intento de, al no poder desacreditar los argumentos, intentar desesperadamente desacreditar al autor y a su credibilidad, alcanzando comportamientos de una mezquindad extrema. En ningún otro país en que he vivido en mi largo exilio (al cual me referiré más adelante) he encontrado un comportamiento tan rastrero como el de las derechas españolas y catalanas.
Debido a las enormes cajas de resonancia que tiene tal personaje, siento la necesidad de aclarar varios puntos. SiM señala que no contesta a mis críticas porque le insulto. Veamos quién insulta a quién. En el primer artículo que se refirió a mí respondiendo a la crítica de los datos que presentaba en La Vanguardia alabando al presidente Reagan, me llamó “Chupacabras” que, según escribió, es una “bestia extraterrestre que se alimenta de la sangre y las entrañas de las cabras” (ver “La leyenda del Chupacabras”, La Vanguardia. 12.07.04) (adjunto mi respuesta a su artículo insultante, mostrando los datos que cuestionan su alabanza al presidente Reagan sin que aparezca de mi parte ningún insulto). Supongo que SiM, acostumbrado a no ver la realidad como es, no ve ningún insulto en llamarme “chupacabras”. A partir de entonces, SiM raramente utiliza mi nombre, Vicenç Navarro, sustituyéndole por este insulto, alternándolo con sarcasmos como Don Vicente u otras ironías insultantes, de las cuales él es plenamente consciente. Incluso en su última intervención, SiM escribe “El chupacabras parece que tiene ganas de salir en la tele y no sabe cómo hacerlo”. Este es el nivel intelectual de su discurso.
Una situación idéntica aparece en su escrito cuando, de nuevo sin contestar a ninguna de las críticas que hago en mi artículo, intenta desacreditarme alentando a sus seguidores en su facebook a que miren en mi biografía algo que pueda dañarme. Y al final cree que lo ha encontrado. En la transcripción de su Facebook pone su conclusión (escrita en letras mayúsculas): Navarro fue becado por Franco. Y señalaba que ello mostraba que no era cierto que mis padres habían sido represaliados por la dictadura, o que yo había luchado contra la dictadura. La evidencia que había encontrado y que suponía avalaba su tesis, era que yo había recibido una beca que se daba en la Universidad a los hijos de maestros (que él define como “Beca de Franco”). Ya había conseguido –creía él- lo que intentaba, que fuera yo (no mis argumentos críticos de su postura) el que fuera sujeto de sospecha y crítica, y no sus argumentos neoliberales carentes de credibilidad.
El que quiera saber de mi biografía, he hecho algunas referencias a ella en mis escritos. Mis padres, que eran directores de la escuela pública de Gironella, una localidad del Berguedà al pie de los Pirineos, donde nací, fueron expulsados del magisterio cuando las tropas fascistas ocuparon Catalunya, realidad que he descrito para señalar y denunciar la represión que sufrieron los maestros. A mi madre le permitieron más tarde volver al Magisterio, con lo cual tuve la oportunidad de recibir una beca que se daba a los hijos de maestros. En cuanto a mi participación en la lucha contra la dictadura, es bien conocida. Está incluso escrita, y no por mí, en las hojas de las gacetas del SUT, el Servicio Universitario del Trabajo –parte del sindicato fascista SEU- infiltrado por la resistencia antifascista y que más tarde fue prohibido, pues intentaba poner en contacto el mundo estudiantil universitario con la clase trabajadora de este país. Mi responsabilidad en el SUT, organización en la que el PSUC y lo que se llamaba el FLP (más tarde FOC) participaron activamente es también conocida, pues muchos dirigentes políticos de hoy en Catalunya desde Pasqual Maragall, de sensibilidad socialista, a Pep Termes, de sensibilidad comunista, entre muchos otros, participaron en ello. He escrito también sobre esta poco conocida historia de la resistencia antifascista. Y mi colaboración desde el exilio con el Partido Comunista, de la cual también estoy orgulloso, es también conocida y reconocida incluso en uno de los libros de Santiago Carrillo.
En cuanto a su acusación de que le insulto, me remito al texto en donde –según él- le insulto. Indica SiM que “le acuso de trabajar para el régimen de Pinochet”. En mi artículo, sin embargo, yo no hago tal acusación. Lo que escribo es diferente. Escribí “Sala i Martín propone la privatización total de la Seguridad Social, tal como hizo el General Pinochet”. En ninguna parte indico que trabajó para Pinochet. Sala i Martín (SiM) tergiversó lo que yo dije para llegar a su conclusión, cosa que hace constantemente, como indicó ya en su día Branko Milanovic, el experto más conocido en la evolución de las desigualdades sociales (The Ricardian Vice: Why Sala-i-Martin’s Calculations of World Income Inequality are Wrong, 2002). Tal autor ha subrayado que SiM alcanza niveles sin precedente en la manipulación de sus datos (Ver también mi artículo en Temas).
En cuanto a su observación de que mis críticas a él (que es, con mucho, el economista con mayores cajas de resonancia en Catalunya) responden a mis deseos de protagonismo en la televisión, SiM se equivoca también. Con alguna frecuencia los medios públicos que he criticado, incluso TV3 o Catalunya Ràdio, me han invitado a ser entrevistado, pero no siempre he aceptado, pues siempre he puesto como condición para aprobar tal invitación que inviten, no sólo a mí, sino a muchos otros autores de izquierda que son muy capaces y que nunca salen en tales medios. Mi preocupación no es personal, sino política. Por otra parte sí que he aceptado ser entrevistado en tales medios si el programa en el que se me invita, invita también sistemáticamente a personas de izquierda.
La otra observación es cuando sostiene en su ataque personal que yo no había sido nunca exiliado. Exiliado es toda persona que vive en un país distinto al suyo por causas políticas bien obligatoriamente o voluntariamente. A la muerte de Franco intenté volver a mi país, sin conseguirlo. Y cada vez que lo intentaba, el rechazo a las instituciones académicas en las que intenté integrarme fue por causas políticas. He escrito sobre ello y escribiré todavía más cuando tenga el permiso de las personas involucradas.
Y una última nota a los lectores. La democracia española incluyendo la catalana, es sumamente limitada y de muy baja calidad. Y uno de los indicadores de ello es la sustitución del debate por el intercambio de insultos. Desde Losantos a SiM, el insulto es la norma entre la ultraderecha catalana y española. Cuando SiM y los medios que lo promueven niegan la posibilidad de debate, al insultar a sus adversarios, están contribuyendo a deteriorar la democracia. Y ello debería originar una protesta masiva. Soy consciente que muchos economistas no se atreven a mostrar los grandes puntos flacos del argumentario de SiM, ni a responder a sus insultos que aparecen en público porque saben que no podrán responderle y rebatirle debido a la inmunidad que tales medios le ofrecen. De ahí la necesidad de una protesta. Las izquierdas tenemos muy pocos fórums donde responder, no sólo a sus argumentos, sino también a sus insultos. Consecuencia de ello es necesario denunciar tales comportamientos, que están deteriorando todavía más la ya escasa y limitada democracia que tenemos.
Ver nota en PDF
Artículo publicado por Vicenç Navarro, 28 de febrero de 2012
Este artículo está basado en la presentación del libro Hay Alternativas en el Auditorio Marcelino Camacho de CCOO en Madrid el día 23 de febrero. El artículo acentúa la enorme necesidad y urgencia de que la ciudadanía sea consciente de que hay alternativas a las políticas públicas que se están imponiendo a la población.
Cuando Juan Torres, Alberto Garzón y yo estábamos trabajando en el libro Hay alternativas. Propuestas para crear empleo y bienestar social en España, Juan Torres me sugirió que llamara a mi amigo Noam Chomsky para ver si podría escribir el prólogo. Y así lo hice. Le conté a Noam Chomsky que el libro intentaba presentar alternativas distintas –en realidad, opuestas- a las que el establishment financiero, empresarial y político estaba llevando a cabo en España, políticas que estaban dañando a la población y que, con la ayuda de los mayores medios de información y persuasión, poseídos y/o influenciados por tales establishments, estaban siendo aceptadas como las únicas posibles. España -le conté a Chomsky- tenía una escasísima diversidad ideológica en sus medios, resultado de la Transición inmodélica de la dictadura a la democracia que ocurrió en nuestro país, una transición que modificó, pero no rompió, con el enorme dominio en la vida política que las fuerzas conservadoras –la banca y la gran patronal, cohesionadas por la ideología de la Iglesia católica y defendidas por el Ejército, la policía y la judicatura- habían tenido durante la dictadura y que (aunque en menor grado) continuaron teniendo durante el periodo democrático. Como consecuencia de este enorme poder, había un dominio casi absoluto del dogma neoliberal –la ideología de la banca y de la gran patronal- en los mayores medios de información y de persuasión, los cuales promovían el argumento de que tales políticas de austeridad y reducción salarial eran necesarias e inevitables. Según tal establishment, no había otra alternativa.
La realidad, sin embargo, era muy diferente. Existían políticas públicas alternativas que se habían experimentado en otros países, o incluso en nuestro propio país en periodos democráticos anteriores, políticas públicas que eran distintas, casi opuestas, a las que se estaban realizando. Y podían documentarse y mostrarse fácilmente, como pretendíamos con este libro. Nuestro objetivo era denunciar la falsedad de los supuestos que alimentaban las políticas neoliberales, presentando a la vez alternativas. Era urgente que a la ciudadanía se le facilitaran los datos objetivos para que, con esta información, pudieran defenderse, movilizarse y rebelarse frente a un brutal ataque hacia sus beneficios sociales y laborales por los que sus antepasados habían luchado y conseguido.
Noam Chomsky lo comprendió enseguida y me envió el prólogo en unos días. Entendió perfectamente qué es lo que intentábamos hacer con este libro que titulamos Hay alternativas. Propuestas para crear empleo y bienestar social en España. Era y continúa siendo claro que información es poder. Había que dar información (poder) a la población para que pudiera conocer que hay alternativas y responder a tanta agresividad, intrínseca en aquellas políticas neoliberales. De ahí que centró el prólogo a nuestro libro en el tema que definió como la Guerra de Clases Unilateral, guerra que las plutocracias –las élites dominantes- están llevando a cabo en muchos países frente a las clases populares, que son la mayoría de la población. En España, tal guerra de clases existía en bases diarias, en que las elites financieras, empresariales (el mundo de las grandes empresas) y mediáticas y sus instrumentos políticos ganaban cada día tal lucha. En realidad, tal guerra se estaba acentuando incluso más con el nuevo gobierno del Partido Popular.
Tal guerra de clases está escalando rápidamente y expresándose con toda su crudeza estos días, en la represión a golpe de porra de las manifestaciones en protesta por tales políticas neoliberales como son, por ejemplo, los recortes de gasto público en sanidad y en educación. Esta guerra la vimos la semana pasada en Valencia, donde la policía atacó salvajemente a los estudiantes que, con razón, se rebelaron frente a los recortes del gasto público educativo. La policía intento reprimirlos a base de golpes, alcanzando un nivel de agresividad y hostilidad que era un claro indicador de cómo la policía veía a tales estudiantes y a sus padres, que se movilizaron para ayudarles. Como indicó el jefe de la policía, una persona de claras simpatías fascistas, los veía como los “enemigos”, los enemigos del orden que sustenta a la plutocracia, una minoría frente a la gran mayoría de la población. Tal orden no podía tolerar que se cuestionaran sus políticas.
Las movilizaciones de los estudiantes
¿Y cuál fue la respuesta de los estudiantes? Con enorme dignidad, herederos de todas las generaciones que lucharon por la democracia antes que ellos, respondieron levantando libros como armas, subrayando “éstas son nuestras armas”. Querían mostrar que el conocimiento de lo que ocurre en España y de cómo resolver los enormes problemas que tienen las clases populares, les daba gran poder, permitiéndoles denunciar aquellas políticas, presentando otras alternativas. ¡Qué bello gesto el suyo, y cuánta razón tenían! Frente a la fuerza, presentaron la razón. Frente a la impostura, la verdad silenciada y reprimida. Miles de veces, durante nuestra historia, las calles de nuestros pueblos y de nuestras ciudades han visto como esta guerra de clases unilateral se convierte en bilateral, cuando la población se rebela frente a aquella opresión, que requiere tal brutalidad para mantenerla. Y los jóvenes estudiantes en Valencia se rebelaron. Respondieron a aquella agresión, no con armas de fuego o a base de golpes (“nuestras armas son estos libros” decían), sino con libros, porque sabían y saben que la razón es más poderosa que la fuerza física, que la convicción es más eficaz que la represión.
Repito que miles de veces ha tenido lugar en la historia de España tal confrontación, habiendo alcanzado su máxima expresión en el famoso grito del General José Millán-Astray en la Universidad de Salamanca de “abajo la inteligencia, viva la muerte”. Los sucesores de aquel grito terrorista gobiernan de nuevo en España, oponiéndose, incluso, a que los monumentos a tal criminal desaparezcan de nuestro paisaje monumentalista. Pero, como bien respondió Unamuno, el Rector de tal Universidad, “venceréis porque tenéis la fuerza, pero no convenceréis”. Y convencer, basados en razón, es más poderoso que reprimir. Y de ahí la falta de diversidad en los medios de mayor difusión en España, donde continúa existiendo un orden oprimente para grandes sectores de nuestra población. El establishment tiene miedo porque la razón puede llegar a movilizar a millones de personas. Y los estudiantes de Valencia, más tarde de Madrid y de otras partes de España, eran conscientes de ello. Un libro puede ser más poderoso que los miles y miles de policías que golpean “a sus enemigos”. Esta posibilidad tiene amedrentados a los establishments financieros económicos, mediáticos y políticos del país. Si a la mayoría de la población se le presenta información que muestre que, en contra de lo que se le ha dicho, hay alternativas, alternativas factibles, que expandirían en lugar de reducir su bienestar y calidad de vida, podría haber una respuesta organizada y movilizadora, que cuestionaría y amenazaría su dominio y hegemonía.
Nunca deberemos olvidad que la historia de España está llena de movilizaciones que fueron exitosas. El ejemplo más claro son las movilizaciones –dirigidas por el movimiento obrero- durante el periodo 1974-1978, y que forzaron el fin de la dictadura. Recordemos lo que deliberadamente se ha olvidado. Franco murió en la cama, pero la dictadura terminó en la calle, y ello como resultado de las movilizaciones populares. Y esto es lo que teme más la estructura del poder. De ahí la brutalidad de la policía frente a unos jóvenes cuya única arma eran los libros. Los que mandan en el país saben, son conscientes, de que la movilización popular puede llevar al traste toda la estructura de beneficios y privilegios que han estado gozando, y que sus políticas neoliberales intentan promover y defender. De ahí su enorme represión intelectual e ideológica, con escasísima diversidad en los medios (que automáticamente excluye a las voces críticas de tales políticas neoliberales que causan tanto dolor). Y de ahí su brutal represión en contra de lo que ven como “el enemigo”.
La cultura alternativa a la cultura dominante
Como era de esperar, las manifestaciones se extendieron por toda España. Y en la Puerta del Sol de Madrid hubo una gran protesta, en que los estudiantes agitaban (como ahora está ocurriendo a lo largo del territorio español) libros contra las porras policiales, exigiendo libertad de expresión. Y cuál fue mi enorme alegría, cuando entre los libros que agitaban destacaba Hay alternativas. Juan Torres me envió la fotografía que aparecía en El País en que en la delantera de la manifestación estaban los estudiantes frente a la policía enarbolando el libro (ver fotografía adjunta). ¡Qué alegría me causó! Esta alegría era en parte debido al orgullo de ver que había sido útil a aquellos estudiantes, y que lo evaluaban como un buen instrumento para informar a la ciudadanía y así darle poder y facilitar su respuesta a lo que mi amigo Noam Chomsky había definido en el prólogo como “guerra de clases unilateral”. Tenía que convertirse en bilateral. Y para ello se necesitaba que la ciudadanía supiera que sí, que en contra de lo que le habían dicho, había alternativas.
Pero había otro motivo de gran alegría. Una causa muy importante era que la agitación social de aquellos estudiantes, utilizando aquel libro, mostraba la existencia de una cultura alternativa a la dominante. En realidad, el libro Hay alternativas ha tenido muchas dificultades para salir. La editorial Aguilar, que se había comprometido a publicarlo, habiéndolo incluso anunciado en Amazon, lo retiró como consecuencia de presiones políticas y financieras. Y el libro no ha tenido ninguna otra promoción por parte de los grandes medios. En realidad, hasta hoy ningún rotativo de gran difusión lo ha comentado o dado noticia de él. Y, sin embargo, su difusión ha sido enorme. Mucha gente lo conoce, lo lee y lo distribuye. Y así salió en las manifestaciones. Ello quiere decir que hay una España alternativa, a través de la red que moviliza a millones de personas. Y ahí está la fuente de miedo e inestabilidad que tiene atemorizado al establishment.
La exigencia democrática
Existe, pues, una cultura alternativa fuera de los canales altamente controlados por el establishment. Esto es un hecho evidente. Y el excelente movimiento 15-M se basa en ello. Y de las demandas de éste y otros movimientos, incluyendo el sindical (hoy brutalmente atacado), surgen peticiones concretas, alternativas a las que impone el establishment. Y la más amenazante para este último es la exigencia de que cada ciudadano en este país tenga la misma voz y capacidad de influencia en la gobernanza del país. Ello exigirá enormes cambios, que van desde el cambio radical de la Ley Electoral (que discrimina sistemáticamente a las izquierdas) exigiendo que el voto de cada ciudadano valga lo mismo, a cambios en los sistemas de información y difusión para garantizar igualdad de oportunidades mediáticas, incluyendo también la eliminación de la financiación privada (abierta u oculta) del proceso político y de los partidos, exigiendo también cambios y la democratización de tales partidos.
Resultado de la enorme influencia que las derechas tenían, y continúan teniendo sobre el Estado, la democracia en España es enormemente limitada. Es la menos proporcional en la UE, y la menos participativa. Es una democracia en la que los escasamente representativos gobernantes tienen miedo a la población, habiéndose establecido una enorme distancia entre gobernantes y gobernados. Esta distancia ha facilitado la captación de los supuestos representantes de la población –los gobiernos- por los grandes lobbies financieros y patronales, tanto europeos como españoles, que hoy gobiernan y dominan nuestro país. Tales minorías están dictando políticas que favorecen sus intereses a costa de los intereses de la gran mayoría de la población. Lo que los compañeros indignados de EEUU (el movimiento Occupy Wall Street) llaman el 1% que gobierna el país –su vida económica, financiera, mediática y política- también se pueda aplicar aquí a España. Y todo ello legitimado, argumentando que ellos son “los que representan al pueblo” que, para mayor ofensa, están implementando políticas altamente impopulares aduciendo un inexistente mandato popular, ocultando que, en realidad, la mayoría de la población no les votó e, incluso entre la mayoría que los votó, tales políticas –que no estaban en su programa electoral- no son populares.
Las soluciones
Esta presentación no puede terminar sin algunas observaciones inmediatas. El libro ofrece alternativas de cómo alcanzar la democracia por la cual tantas generaciones han luchado en España y que todavía no hemos alcanzado. Pero hay otra dimensión que creo importante, y que aparece también en el libro. Y es la necesidad de movilizarse activamente, convergiendo las distintas sensibilidades hacia, no sólo la defensa de los derechos sociales y laborales que hoy están siendo recortados dramáticamente, sino también el desarrollo de nuestra democracia, enormemente limitada, responsable de que nuestro bienestar sea tan insuficiente. Esto último no se resolverá sin haber conseguido lo primero. Y se requiere la convergencia de todas las fuerzas democráticas en este proyecto. Hay que democratizar nuestras instituciones mal llamadas democráticas, hay que democratizar los medios de información, y hay que democratizar la economía. En el libro tocamos todos estos temas y ofrecemos propuestas específicas.
Y hay que movilizarse para conseguirlo. Y ahora más que nunca, pues, estamos gobernados por las derechas de siempre, que ahora gobiernan en mayoría aunque, como acabo de decir, la mayoría de la población no les ha votado. Se necesita la movilización de las izquierdas, todas las izquierdas, para evitar que ganen también en Andalucía y Asturias.
Pero lo más fundamental, no es el proceso electoral (por muy importante que éste sea, que lo es), sino la agitación social. Es importante que el 15-M y los movimientos sociales como los sindicatos, extiendan la agitación social por toda España y que su radicalidad contagie a los instrumentos tradicionales de las izquierdas, para que esta España alternativa, que es la real, vaya convirtiéndose en la España que las fuerzas progresistas hemos deseado. La mayoría de la población simpatiza con estas demandas, entre las cuales la democratización del país ocupa un lugar preferente. Espero que el libro continúe siendo una ayuda para ello.
* Notas basadas en la presentación del libro “Hay alternativas. Propuestas para crear empleo y bienestar social en España”, el dia 23 de febrero, en el Auditorio Marcelino Camacho, de CCOO en Madrid
Ver artículo en PDF
Artículo de Vicenç Navarro, 21 de junio de 2011
Este artículo critica el comportamiento escasamente democrático de los medios de mayor difusión en Catalunya y en el resto de España, como lo atestigua el programa El debat de BTV que no ofrecen la diversidad ideológica que debería existir en un sistema democrático. En este momento tales medios están reproduciendo la sabiduría convencional neoliberal, intentando convencer a la población de que no hay otra alternativa a las políticas de recortes que los gobiernos catalán y español están imponiendo. El artículo detalla también el vulgar y grosero intento de desacreditar a académicos defensores del movimiento 15-M en el programa El debat de BTV.
¿Qué está ocurriendo en nuestro país?
Estamos viendo, tanto en Catalunya como en España, una movilización continua y constante en contra de las políticas públicas que se están llevando a cabo por los gobiernos catalán y español que incluyen recortes de gasto público social, que financia el subdesarrollado estado del bienestar de nuestro país. Tales políticas se están justificando con el argumento de que así lo exigen los mercados financieros y las autoridades de la Unión Europea, aun cuando no existe un mandato popular que las apoye. En realidad, las encuestas muestran una amplia y clara desaprobación y rechazo hacia tales políticas, y ello a pesar de la enorme movilización de los mayores medios de difusión del país, tanto públicos como privados, que señalan la inevitabilidad y necesidad de que tales recortes se realicen.
Es en este contexto en el que apareció solo hace un mes el movimiento 15-M que sorprendió a las estructuras de poder (lo que la terminología anglosajona define como el establishment) tanto políticas como mediáticas por su intensidad y por su apoyo popular. Según las encuestas, la gran mayoría de catalanes y españoles apoyan su protesta frente a tales políticas de recortes y simpatizan con sus propuestas que consisten en mejorar la muy insuficiente democracia española, resultado de una Transición de la dictadura a la democracia que fue muy inmodélica como resultado del enorme dominio que las fuerzas conservadoras tenías sobre los aparatos del estado español y catalán.
Una de estas movilizaciones fue la ocurrida el día 15 de junio en Barcelona cuando el movimiento 15-M protestó la aprobación en el parlamento catalán de un presupuesto que incluía los recortes de gasto público social más acentuados que se hayan hecho en la historia de Catalunya, recortes que según el Presidente Artur Mas se tenían que realizar para responder a las exigencias de Bruselas. Durante esta demostración, un grupo de violentos agredió a parlamentarios en su intento de intentar entrar al Parlament. Estos hechos se utilizaron inmediatamente por parte de los establishments políticos y mediáticos para desacreditar a todo el movimiento 15-M y ello a pesar de que tal movimiento había condenado tales actos de violencia y denunciado a aquellos violentos, clarificando que tales individuos o grupos no eran parte del movimiento 15-M. Este movimiento convocó días después una manifestación, para el 19 de junio, en Barcelona, que movilizó uno de los números más grandes de personas que se hayan visto en las calles de la ciudad durante el periodo democrático. Solo la protesta del Estatut fue comparable en magnitud. La capacidad de movilización del movimiento 15-M sorprendió a las estructuras de poder que continúan, intentando por todos los medios, desacreditarlo.
La manipulación del programa El debat de BTV, en su mal llamado debate sobre el movimiento 15-M
Un ejemplo, de este intento, grosero y vulgar, es lo que ocurrió el día 20 de junio en El debat de BTV. Durante el día, periodistas de este programa insistieron en varias ocasiones en venir a verme a mi despacho para hacerme una entrevista sobre el movimiento 15-M, como firmante que había sido de una carta protestando la falta de objetividad en los medios en su cobertura de tal movimiento. Tales periodistas me indicaron que el programa (el cual yo no conocía) quería hacer una serie de entrevistas a varias personas, críticas y favorables del movimiento 15-M, lo cual me pareció razonable y acepté hacer la entrevista. Lo que no me comentaron fue el diseño del programa, que pone a las personas entrevistadas en una situación impotente frente a las críticas de los tertulianos que están en la mesa de debate, cuya función es discutir y analizar las entrevistas realizadas. De estos seis tertulianos, cinco eran claramente contrarios al movimiento 15-M, y solo uno estaba a favor. Fue, en realidad, un linchamiento mediático hacia aquellos que defendíamos el movimiento 15-M, que fuimos Jordi Borja, otro firmante de la carta de protesta, y yo. El Sr. Artur Mas, Presidente de la Generalitat, no fue entrevistado, pero sí apareció en el programa indicando que no habían otras alternativas de las que se estaban haciendo, mensaje que se había también subrayado en la introducción del mal llamado debate por parte de Jordi Llompart, el director del programa, que había trabajado durante la época convergente en la televisión pública catalana TV3, y ahora en BTV, la televisión pública del municipio de Barcelona.
La única diferencia entre los cinco tertulianos contrarios al 15-M fue su grado de hostilidad, incluyendo personal a Jordi Borja y a mí. En mi presentación en el programa, acentué tres puntos: uno era que las protestas del movimiento 15-M eran justas y a favor de la democracia, añadiendo presión para que se realizaran cambios muy sustanciales en la limitada democracia española. El segundo punto que acentué fue que existía gran simpatía popular, muy acentuada entre las clases populares, hacia este movimiento. Y tercero, que eran continuadores de los que luchamos por la democracia en este país durante la dictadura. Tal movimiento aboga por mejorar la democracia representativa, exigiendo cambios en la ley electoral, muy discriminatoria en contra del tercer partido del país, y el segundo de izquierdas (entre otros cambios), y añadir elementos importantes de democracia directa (como referéndums) a la democracia española.
Las respuestas a estas observaciones fueron por parte de la mayoría de tertulianos de clara hostilidad a nivel personal, llena de datos ofensivos y clara manipulación. El primero de iniciar las respuestas fue el señor Salvador Cot, que fue subdirector del Avui. Avui ha sido históricamente la voz de la derecha catalana de tintes nacionalistas de clara orientación partidista, siendo durante muchos años más un órgano de propaganda de las derechas nacionalistas catalanas, que un instrumento de información. Su objetivo era más la persuasión que la información. En su respuesta a mis observaciones, el que había sido subdirector de tal diario, me acusó de demagogo (adjetivo utilizado con gran frecuencia por las derechas para insultar a las izquierdas, cuando carecen de argumentación intelectual, como en este caso). No explicó porque lo que yo decía era demagógico. Añadió luego una clara falsedad de la cual es obvio que es consciente. Indicó que toda una universidad, la Universitat Progressista d’Estiu (UPEC), se había establecido por el gobierno tripartito, para que yo la dirigiera. La verdad es muy distinta y tal señor lo sabe, pues es ampliamente conocido. La UPEC se inició a propuesta de los movimientos sociales, de los sindicatos, y de las juventudes de los partidos progresistas. No fue una iniciativa del gobierno de la Generalitat. Es más, me parece un insulto personal que alcanza dimensiones de gran ridiculez, trivializar tal institución indicando que se había hecho como un regalo para que yo la dirigiera. Yo, con muchos otros, fundamos esta universidad y fue un honor para mí que posteriormente todos los representantes de estos movimientos me eligieran para ser el rector. El señor Cot es muy poco cuidadoso en su descripción de la realidad, lo cual apareció repetidamente durante todo el programa.
Apoyándole en su acusación y ofensa personal estaba otro tertuliano, Juan Carlos Girauta. Un periodista que ha colaborado con la ultraderecha (Libertad digital, por ejemplo) y que en un debate realizado en TV3 llegó a justificar el golpe fascista militar liderado por el General Franco. No requiere mayor introducción. Como ya era predecible este señor intentó mostrar los actos violentos enfrente del Parlamento como medida de descrédito del movimiento 15-M.
Siguiendo al señor Girauta continuó Montserrat Nebreda (que en su día se presentó como candidata del PP) que, presentando su acuerdo con el señor Cot, me definió también como demagogo, indicando de que yo en realidad no conocía nuestro país y que la crítica que hacía del sistema político y mediático del país era aplicable a Estados Unidos donde yo había vivido mucho tiempo, pero no a Catalunya o España. Dijo que en Estados Unidos había lobbies que influenciaban al poder político pero ello no ocurría en España. No creo que tampoco sea necesario añadir ningún comentario.
Siguió el señor Toni Bolaño, quién insultó al señor Jordi Borja por haber sido dirigente del PSUC durante la clandestinidad indicando que él mismo había sido miembro del PSUC pero que ya lo había superado. Las implicaciones eran de que el señor Borja tenía que pedir disculpas por su pasado acusándolo de autoritario, reproduciendo el estereotipo dominante entre las derechas de que el PSUC era un partido caracterizado por su carencia de sensibilidad democrática.
Y por último, la señora Magda Oranich, exregidora de Convergència i Unió, que sin mostrar hostilidad, sí que fue ofensiva (aunque seguramente ni siquiera se dio cuenta) al mostrar una enorme condescendencia con el movimiento 15-M terminando sus observaciones con el apunte de que hay que escucharles, pero no solo a ellos, obviedad que asumía que el movimiento deseaba tener una monopolización en la presentación de argumentos, cuando la realidad mostraba que tal monopolización aparece en los medios en su escasa diversidad de opiniones, como quedaba reflejada en la composición de aquella tertulia. Solo un tertuliano, Andreu Mayayo, Catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Barcelona, defendió al movimiento 15-M y, también así se lo agradezco, a mi persona. El formato del mal llamado debate excluía la posibilidad de que los linchados pudiéramos responder a los ataques personales y de otro tipo que la mayoría de tertulianos infringió en nuestras personas.
Esto es lo que los medios entienden por libertad de expresión y democracia. Hay que admitir que este caso fue un caso extremo y exagerado pero bastante representativo de lo que entienden los medios por diversidad. La mayoría del pueblo catalán muestra en sus encuestas que son de centro izquierda e izquierda. Y lo mismo ocurre en España. Y mientras, tenemos que aguantar y tolerar que la mayoría de los debates y tertulias (con algunas excepciones) en los medios públicos pagados por los ciudadanos están claramente sesgadas hacia la derecha e incluso la ultraderecha. Es indignante.
Una última observación. Uno de los elementos más positivos del movimiento 15-M es el no adoptar una postura pasiva frente a unas instituciones de escaso desarrollo democrático. Ello incluye también los medios públicos de comunicación. De ahí que yo animo a los lectores de este artículo que se encuentren indignados por el comportamiento del programa El debat de BTV, así como otros parecidos, a que se movilicen protestando tales comportamientos. Yo tengo un blog con un número de visitas diarias que alcanza en ocasiones más de doce mil contactos. Supongo que un porcentaje considerable de estos contactos son simpatizantes de las posturas que sostengo. Les rogaría que cuando en su vida cotidiana escucharan programas de radio o televisión públicas que no son equilibradas en su composición y que subrepresentan sistemáticamente a las izquierdas, protesten por ello y llamen o envíen notas a tales medios criticándoles por su falta de sensibilidad democrática. Una democracia sana y sólida requiere una diversidad ideológica en los medios, diversidad todavía inexistente en nuestro país. La constatación de esta realidad aparece claramente en el mal llamado debate sobre la crisis. La mayoría de los medios de mayor difusión promueven el mensaje de que no hay otra alternativa posible para salir de la crisis que la de reducir los salarios y el estado del bienestar, excluyendo sistemáticamente voces que cuestionan tales tesis presentando alternativas posibles, tales como subir los impuestos de los grupos que se han beneficiado más de los recortes de impuestos de los años de bonanza, incluido la banca, y/o la nacionalización de sectores bancarios para garantizar el crédito y otras soluciones que entran en conflicto con los poderes fácticos que tienen una excesiva influencia en la vida política y mediática del país y que explica que tales voces críticas ni siquiera aparezcan en el mal llamado debate.
Y la ciudadanía es consciente de ello. De ahí que en la manifestación del 15-M hubo abucheos a los medios. Es probable que los de mayor difusión ignoren (y ridiculicen) tales políticas (como hizo el programa El debat de BTV). Pero ello lo hacen a un coste del que deberían ser conscientes. Cada vez se les ve con mayor claridad que son instrumentos del servicio en la estructura de poder, convirtiéndose en parte del problema, en lugar de su solución. Su responsabilidad por la deslegitimación del sistema político es enorme. Ha costado mucho llegar aquí, a la democracia incompleta que tenemos. Y cada vez aparece con mayor claridad que esta democracia es muy limitada. De ahí la importancia y urgencia de mejorarla. El comportamiento actual de tales instituciones así como de los medios de mayor difusión están deslegitimizando el sistema político a un gran coste. Son ellos los que lo están destruyendo, no los que salen a la calle. Son ellos, repito, los que reproducen los dogmas neoliberales que están dañando el bienestar de las clases populares, justificando unas políticas que la evidencia empírica muestra claramente que éstas están beneficiando a una minoría a costa del bienestar de la mayoría de nuestra población.
Ver artículo en PDF