Está convocada para mañana la Convención Municipal de la coalición ICV-EUiA. Con su celebración, abordamos la recta final que nos llevará a la campaña de las elecciones municipales del 25 de mayo. Es hora de escribir los programas de gobierno y de confeccionar las candidaturas. En los contenidos de los programas, normalmente no hay mayores problemas; donde todo tiende a complicarse, es en la confección de las candidaturas. En la política, como en la vida, lo más difícil de gestionar es la condición humana, sus miserias y grandezas–empezando por las de uno mismo–, que, en demasiadas ocasiones, se manifiestan con toda su intensidad al confeccionar una candidatura electoral. Después de tantos años en la dirección, he visto de todo, tanto gestos de gran generosidad como actitudes miserables. Si tuviera que hacer un balance, sería positivo. En ICV ha primado la generosidad.
¿Sabéis en lo que hay una gran diferencia entre las mujeres y los hombres? En cómo responden a la propuesta de encabezar o participar en una lista electoral. Lo que escribiré a continuación puede parecer un “topicazo”, pero no lo es; lo he vivido en diferentes ocasiones.
Descrito de forma teatral y resumida:
– Tú: “¿Qué te parecería encabezar la candidatura?”
– Ella: “¡Qué dices! Ni se me había pasado por la cabeza. Seguro que hay gente más preparada”.
– Tú: “No; todos y todas coincidimos en que eres la persona idónea para encabezarla”.
– Ella: “Que no, que no; que no creo ser la persona adecuada”.
Para no cansar a quien lee, después de un buen rato dedicado a vencer sus resistencias, ella da su respuesta:
– “Bueno. Déjame pensarlo. Lo comentaré con mi pareja. Debo pensar en mis hijos” (evidentemente, si los tiene). “Quiero calibrar el tiempo que me ocupará, para hacerlo bien y poder simultanearlo con mi vida personal”.
La misma propuesta, a un hombre:
– Tú: “¿Qué te parecería encabezar la candidatura?”
– Él: “Sí, de acuerdo”.
– Tú: “¿Quieres pensártelo, comentarlo en casa?”
– Él: “No. Acepto”.
Breve y aproximado relato de experiencias vividas.